Un sistema de boyas ayudará a los barcos a saber en todo momento dónde se encuentran las ballenas y, de ese modo, evitar chocar contra ellas. Los alcances con barcos es la primera causa de muerte de ballenas producida por el ser humano. El sistema ha sido diseñado por científicos e ingenieros del Cornell Lab of Ornithology’s Bioacoustics Research Program y del Woods Hole Oceanographic Institution.
Trece boyas de detección ya han sido instaladas en la zona de Boston Harbor, en Nueva Inglaterra, Estados Unidos, dónde hay un gran tráfico de embarcaciones. Cuando una de estas boyas capta el sonido de una ballena, el sistema manda un aviso a los barcos de la zona, de tal modo que éstos pueden estar atentos y reducir su marcha. Es la primera vez que un sistema de escucha puede lanzar avisos en tiempo real.
Hasta ahora, el seguimiento de las ballenas dependía de inspecciones aéreas, que muchas veces estaban limitadas por el tiempo o por la regularidad con que las ballenas emergían.
Ahora, los investigadores escuchan a las ballenas usando estos trece hidrófonos (micrófonos submarinos) acoplados a boyas. La idea de los científicos es seguir sus movimientos lo más cerca posible y enviar avisos a los barcos para que éstos puedan reaccionar.
“Cuanto más lento va un barco, menos el es riesgo de que, en caso de colisión, la ballena perezca”, comenta Christopher Clark, de la Universidad de Cornell y director científico de este proyecto, en declaraciones a AP.
Los barcos, por su parte, van a recibir con agrado este sistema de escucha porque normalmente se les pide que paren o reduzcan su marcha (con los problemas que ello provocan) en esta zona de la costa este de los Estados Unidos, incluso sin que se tenga certeza de dónde se encuentran las ballenas.
En peligro de extinción
En concreto, las boyas instaladas a principios de año en la Bahía de Massachussets fueron un requerimiento que las empresas encargadas de transportar gas natural líquido (GNL) tuvieron que asumir para obtener la licencia para que sus buques atravesaran esta bahía. El área es paso habitual de la ballena Eubalaena, pero también es la ruta que siguen los tanques de LNG con origen o destino en Boston. Estos barcos tienen la obligación de reducir su velocidad en 10 nudos si se detectan ballenas en la zona.
La Eubalaena estuvo en peligro de extinción en el siglo XVIII. En la actualidad se estima que quedan entre 350 y 400 ejemplares en el mundo. Desde 1986, han muerto 32 de ellas por el impacto contra barcos en la Bahía de Massachussets.
En 2001 Clark ya tuvo la idea de grabar el sonido de las ballenas en esta zona y después comparar las grabaciones con los avistamientos de los aviones. Clark se quedó muy sorprendido al comprobar que las cintas grabadas estaban llenas de “cantos” de ballenas que no habían sido avistadas por los aviones.
Después, los ingenieros del Woods Hole Oceanographic Institution desarrollaron estos micrófonos acuáticos que son capaces de detectar la presencia de ballenas a 8 kilómetros.
Las boyas están separadas entre sí 5 millas, de tal modo que el sonido de una ballena pueda ser recogido por más de una boya a la vez. Unos 150 metros por debajo de la boya se ha situado un hidrófono, que se une a ésta mediante una manguera de goma reforzada. La manguera se puede estirar hasta el doble de su longitud habitual para mantener el hidrófono firme cuando el oleaje es fuerte.
Trece boyas de detección ya han sido instaladas en la zona de Boston Harbor, en Nueva Inglaterra, Estados Unidos, dónde hay un gran tráfico de embarcaciones. Cuando una de estas boyas capta el sonido de una ballena, el sistema manda un aviso a los barcos de la zona, de tal modo que éstos pueden estar atentos y reducir su marcha. Es la primera vez que un sistema de escucha puede lanzar avisos en tiempo real.
Hasta ahora, el seguimiento de las ballenas dependía de inspecciones aéreas, que muchas veces estaban limitadas por el tiempo o por la regularidad con que las ballenas emergían.
Ahora, los investigadores escuchan a las ballenas usando estos trece hidrófonos (micrófonos submarinos) acoplados a boyas. La idea de los científicos es seguir sus movimientos lo más cerca posible y enviar avisos a los barcos para que éstos puedan reaccionar.
“Cuanto más lento va un barco, menos el es riesgo de que, en caso de colisión, la ballena perezca”, comenta Christopher Clark, de la Universidad de Cornell y director científico de este proyecto, en declaraciones a AP.
Los barcos, por su parte, van a recibir con agrado este sistema de escucha porque normalmente se les pide que paren o reduzcan su marcha (con los problemas que ello provocan) en esta zona de la costa este de los Estados Unidos, incluso sin que se tenga certeza de dónde se encuentran las ballenas.
En peligro de extinción
En concreto, las boyas instaladas a principios de año en la Bahía de Massachussets fueron un requerimiento que las empresas encargadas de transportar gas natural líquido (GNL) tuvieron que asumir para obtener la licencia para que sus buques atravesaran esta bahía. El área es paso habitual de la ballena Eubalaena, pero también es la ruta que siguen los tanques de LNG con origen o destino en Boston. Estos barcos tienen la obligación de reducir su velocidad en 10 nudos si se detectan ballenas en la zona.
La Eubalaena estuvo en peligro de extinción en el siglo XVIII. En la actualidad se estima que quedan entre 350 y 400 ejemplares en el mundo. Desde 1986, han muerto 32 de ellas por el impacto contra barcos en la Bahía de Massachussets.
En 2001 Clark ya tuvo la idea de grabar el sonido de las ballenas en esta zona y después comparar las grabaciones con los avistamientos de los aviones. Clark se quedó muy sorprendido al comprobar que las cintas grabadas estaban llenas de “cantos” de ballenas que no habían sido avistadas por los aviones.
Después, los ingenieros del Woods Hole Oceanographic Institution desarrollaron estos micrófonos acuáticos que son capaces de detectar la presencia de ballenas a 8 kilómetros.
Las boyas están separadas entre sí 5 millas, de tal modo que el sonido de una ballena pueda ser recogido por más de una boya a la vez. Unos 150 metros por debajo de la boya se ha situado un hidrófono, que se une a ésta mediante una manguera de goma reforzada. La manguera se puede estirar hasta el doble de su longitud habitual para mantener el hidrófono firme cuando el oleaje es fuerte.
Vía satélite
El interior de la manguera está recorrido por cables que transmiten los sonidos recogidos por el hidrófono hasta la boya que, a su vez, contiene un procesador y un software que analiza el resultado de las grabaciones. Éstos son calificados en una escala del 1 al 10 en función de la probabilidad que tienen de ser de ballenas
Los sonidos calificados entre el 6 y 10 son enviados (empaquetados en archivos de sonido de dos segundos son remitidos cada 20 minutos) por el sistema vía satélite a Cornell, donde son chequeados y validados por los investigadores.
Cundo los tanques de GNL están cerca del área de Boston, el equipo de Cornell hace un seguimiento constante. Sino, los cortes de audio son chequeados cada dos días.
Muy pronto, los tanques recibirán en tiempo real y automáticamente los avisos desde las boyas de detección. Hasta que esa parte del sistema esté desarrollada, se realizan directamente llamadas a los barcos. Además, la información es distribuida vía fax y e-mail como parte del Right Whale Sighting Advisory System.
El interior de la manguera está recorrido por cables que transmiten los sonidos recogidos por el hidrófono hasta la boya que, a su vez, contiene un procesador y un software que analiza el resultado de las grabaciones. Éstos son calificados en una escala del 1 al 10 en función de la probabilidad que tienen de ser de ballenas
Los sonidos calificados entre el 6 y 10 son enviados (empaquetados en archivos de sonido de dos segundos son remitidos cada 20 minutos) por el sistema vía satélite a Cornell, donde son chequeados y validados por los investigadores.
Cundo los tanques de GNL están cerca del área de Boston, el equipo de Cornell hace un seguimiento constante. Sino, los cortes de audio son chequeados cada dos días.
Muy pronto, los tanques recibirán en tiempo real y automáticamente los avisos desde las boyas de detección. Hasta que esa parte del sistema esté desarrollada, se realizan directamente llamadas a los barcos. Además, la información es distribuida vía fax y e-mail como parte del Right Whale Sighting Advisory System.