Imagen: Renata Osinska. Fuente: PhotoXpress.
Darle a los niños una dieta rica en aceite de pescado, matricularlos en un centro de prescolar de calidad e involucrarlos en la lectura interactiva son tres maneras eficaces de incrementar su nivel de inteligencia, señala un estudio cuyos resultados han sido publicados por la revista Perspectives on Psychological Science de la Association for Psychological Science (APS) de Estados Unidos.
Usando la técnica del meta-análisis, un equipo dirigido por John Protzko, estudiante de doctorado de la NYU Steinhardt School of Culture, Education, and Human Development, combinó los resultados de investigaciones ya existentes para evaluar la eficacia general de cada tipo de intervención.
En colaboración con los profesores, Joshua Aronson y Blair Clancy, especializados en el campo de la inteligencia, Protzko analizó los estudios disponibles con las muestras más extensas de niños, con datos sobre estos desde su nacimiento hasta el jardín de infancia. El resultado de esta revisión ha sido una base de datos sobre la inteligencia infantil y su desarrollo.
"Nuestro objetivo en la creación de esta base de datos era aprender qué metodos funcionan y cuáles no, para aumentar la inteligencia de los individuos", explica Protzko en un comunicado de la APS.
"Durante demasiado tiempo, los resultados (de diversos estudios) han aparecido desconectados y dispersos, en una amplia variedad de revistas. El consenso general sobre lo que funciona en este sentido está basado solo en dos o tres estudios de alto perfil”, continúa Protzko.
Las investigaciones revisadas por Protzko han estado basadas en cambio en una población normal (participantes sin diagnóstico clínico de discapacidad intelectual), se centraron en intervenciones sostenidas en el tiempo , aplicaron medidas para la inteligencia ampliamente aceptadas y, sobre todo, consistieron en ensayos clínicos aleatoriamente controlados (sus participantes fueron seleccionados al azar).
"El objetivo principal era entender la naturaleza de la inteligencia, y cómo esta puede ser impulsada en cada etapa de desarrollo", explican los investigadores. "Esto es sólo un primer paso en un largo proceso de comprensión. De ninguna manera supone la última palabra a este respecto. De hecho, una de las conclusiones principales (de nuestro meta-análisis) es que existe escasa investigación de alta calidad sobre este campo y que queda mucho por hacer”.
Usando la técnica del meta-análisis, un equipo dirigido por John Protzko, estudiante de doctorado de la NYU Steinhardt School of Culture, Education, and Human Development, combinó los resultados de investigaciones ya existentes para evaluar la eficacia general de cada tipo de intervención.
En colaboración con los profesores, Joshua Aronson y Blair Clancy, especializados en el campo de la inteligencia, Protzko analizó los estudios disponibles con las muestras más extensas de niños, con datos sobre estos desde su nacimiento hasta el jardín de infancia. El resultado de esta revisión ha sido una base de datos sobre la inteligencia infantil y su desarrollo.
"Nuestro objetivo en la creación de esta base de datos era aprender qué metodos funcionan y cuáles no, para aumentar la inteligencia de los individuos", explica Protzko en un comunicado de la APS.
"Durante demasiado tiempo, los resultados (de diversos estudios) han aparecido desconectados y dispersos, en una amplia variedad de revistas. El consenso general sobre lo que funciona en este sentido está basado solo en dos o tres estudios de alto perfil”, continúa Protzko.
Las investigaciones revisadas por Protzko han estado basadas en cambio en una población normal (participantes sin diagnóstico clínico de discapacidad intelectual), se centraron en intervenciones sostenidas en el tiempo , aplicaron medidas para la inteligencia ampliamente aceptadas y, sobre todo, consistieron en ensayos clínicos aleatoriamente controlados (sus participantes fueron seleccionados al azar).
"El objetivo principal era entender la naturaleza de la inteligencia, y cómo esta puede ser impulsada en cada etapa de desarrollo", explican los investigadores. "Esto es sólo un primer paso en un largo proceso de comprensión. De ninguna manera supone la última palabra a este respecto. De hecho, una de las conclusiones principales (de nuestro meta-análisis) es que existe escasa investigación de alta calidad sobre este campo y que queda mucho por hacer”.
Resultados obtenidos
En general, los resultados de los meta-análisis indicaron que ciertas intervenciones dietéticas y ambientales pueden ser eficaces en el aumento de cociente intelectual (CI) de niños y niñas. En cuanto a la dieta, se constató que los alimentos ricos en ácidos grasos Omega-3 como suplemento dietético de embarazadas y recién nacidos pueden aumentar el CI de los niños en más de 3,5 puntos.
Estos ácidos grasos esenciales pueden ayudar a aumentar la inteligencia, ya que proporcionan bases para el desarrollo de las células nerviosas que el cuerpo no produce por sí solo.
Se encuentran en alta proporción en los tejidos de ciertos pescados (por regla general pescado azul), y en algunas fuentes vegetales como las semillas de lino, la semilla de chía, el sacha inchi (48% de omega 3), los cañamones y las nueces.
Con respecto a otros suplementos dietéticos -como el hierro, la vitamina B, la riboflavina o vitamina B2, la tiamina o vitamina B1, la niacina o vitamina B3 y el zinc- aún no existen suficientes datos como para determinar si estos tendrían efectos beneficiosos sobre la inteligencia.
En cuanto a las intervenciones ambientales, el meta-análisis concluye que someter a niños con una situación económica desventajada a una buena educación temprana puede aumentar su cociente intelectual en más de cuatro puntos.
Los investigadores teorizan que estas intervenciones educativas precoces ayudarían a incrementar el CI de los niños gracias a que aumentan la exposición de los pequeños a entornos complejos, cognitivamente estimulantes y exigentes.
Sin embargo, sorprendentemente, Protzko, Aronson, y Blair no encontraron ninguna evidencia que respalde la idea de que las intervenciones de educación temprana a principios de la infancia sean más efectivas que las intervenciones educativas que comienzan más tarde.
En cuanto a la lectura interactiva – que consiste en enseñar a los padres cómo involucrar a sus hijos e hijas a leer con ellos- se constató que esta actividad puede incrementar el CI de los niños en más de seis puntos.
Estas intervenciones no parecen tener efecto en niños mayores cuatro años de edad, por lo que se piensa que podrían acelerar el desarrollo del lenguaje a edades anteriores, lo que, a su vez, aumentaría el cociente intelectual.
En general, los resultados de los meta-análisis indicaron que ciertas intervenciones dietéticas y ambientales pueden ser eficaces en el aumento de cociente intelectual (CI) de niños y niñas. En cuanto a la dieta, se constató que los alimentos ricos en ácidos grasos Omega-3 como suplemento dietético de embarazadas y recién nacidos pueden aumentar el CI de los niños en más de 3,5 puntos.
Estos ácidos grasos esenciales pueden ayudar a aumentar la inteligencia, ya que proporcionan bases para el desarrollo de las células nerviosas que el cuerpo no produce por sí solo.
Se encuentran en alta proporción en los tejidos de ciertos pescados (por regla general pescado azul), y en algunas fuentes vegetales como las semillas de lino, la semilla de chía, el sacha inchi (48% de omega 3), los cañamones y las nueces.
Con respecto a otros suplementos dietéticos -como el hierro, la vitamina B, la riboflavina o vitamina B2, la tiamina o vitamina B1, la niacina o vitamina B3 y el zinc- aún no existen suficientes datos como para determinar si estos tendrían efectos beneficiosos sobre la inteligencia.
En cuanto a las intervenciones ambientales, el meta-análisis concluye que someter a niños con una situación económica desventajada a una buena educación temprana puede aumentar su cociente intelectual en más de cuatro puntos.
Los investigadores teorizan que estas intervenciones educativas precoces ayudarían a incrementar el CI de los niños gracias a que aumentan la exposición de los pequeños a entornos complejos, cognitivamente estimulantes y exigentes.
Sin embargo, sorprendentemente, Protzko, Aronson, y Blair no encontraron ninguna evidencia que respalde la idea de que las intervenciones de educación temprana a principios de la infancia sean más efectivas que las intervenciones educativas que comienzan más tarde.
En cuanto a la lectura interactiva – que consiste en enseñar a los padres cómo involucrar a sus hijos e hijas a leer con ellos- se constató que esta actividad puede incrementar el CI de los niños en más de seis puntos.
Estas intervenciones no parecen tener efecto en niños mayores cuatro años de edad, por lo que se piensa que podrían acelerar el desarrollo del lenguaje a edades anteriores, lo que, a su vez, aumentaría el cociente intelectual.
Referencia bibliográfica:
J. Protzko, J. Aronson, C. Blair. How to Make a Young Child Smarter: Evidence From the Database of Raising Intelligence. Perspectives on Psychological Science (2013). DOI: 10.1177/1745691612462585.
J. Protzko, J. Aronson, C. Blair. How to Make a Young Child Smarter: Evidence From the Database of Raising Intelligence. Perspectives on Psychological Science (2013). DOI: 10.1177/1745691612462585.