Un mundo con más de 7.300 millones de personas, en el que la gráfica de edad de los países desarrollados es un rombo alargado que tiende a un cilindro y la de los países en desarrollo (más del 80% de la población mundial) una pirámide, plantea grandes desafíos. También económicos. Y empresariales.
El cambio demográfico es una de las tendencias de futuro más previsibles. Se puede decir que es el telonero del resto de las transformaciones que viviremos, lenta pero profunda, en las que convivirán menos jóvenes con más canosos.
Aunque los grandes cambios económicos tienen dimensión global, es posible que nos cuestionen más algunos datos más cercanos. En España la combinación de grandes números a un par de décadas vista es explosiva. Hoy somos un poco más de 16% de menores de 16 años y un poco más de un 45% de mayores de 45, con una edad legal de jubilación en poco más de 65 años. Un anacronismo, porque estos 65 años datan del siglo XIX, cuando la esperanza de vida estaba más cerca de los 40 que de los 50 años en el año 1900. Además, un jubilado de hoy, al que le suban la pensión pública un 0,25% anual, verá reducida su poder adquisitivo al 55% cuando viva los años que hoy indica su esperanza de vida. Y mientras la población envejece, el gasto en programas sociales públicos aumentará abruptamente.
Pero en algún momento despertará el sector privado. Todos menospreciamos la importancia de los mayores a nivel particular, como si cumplir años no fuera con nosotros. Hasta que empiezan a aparecer las primeras goteras tras unos años con canas, que pensábamos que eran un error estético de la madre naturaleza. Así que alguien se dará cuenta en el mundo empresarial y enseguida las grandes empresas empezarán a prestar atención al último tercio de la vida de las personas, cuyos gastos más importantes son los relacionados con la vivienda (40%) y la alimentación (20%), sin olvidar la salud y los cuidados, o el ahorro, incluyendo la planificación de todo ello a lo largo de la vida.
Triunfarán las aquéllas que mejor entiendan estas nuevas necesidades y permitan cubrirlas con innovaciones disruptivas que recorten drásticamente sus costes, gracias a la tecnología y a una comunicación emocional con componente intergeneracional. Eso sí, dentro de una década se habrá robotizado el trabajo repetitivo, los millennials representarán el 75% de las plantillas de las empresas y se entenderá el segundo trabajo no como el pluriempleo de nuestros padres sino como una nueva forma de trabajar tras la jubilación.
Tiempo de emprendedores. De todas las edades.
Una introducción al poder de los mayores como consumidores
Aunque los grandes cambios económicos tienen dimensión global, es posible que nos cuestionen más algunos datos más cercanos. En España la combinación de grandes números a un par de décadas vista es explosiva. Hoy somos un poco más de 16% de menores de 16 años y un poco más de un 45% de mayores de 45, con una edad legal de jubilación en poco más de 65 años. Un anacronismo, porque estos 65 años datan del siglo XIX, cuando la esperanza de vida estaba más cerca de los 40 que de los 50 años en el año 1900. Además, un jubilado de hoy, al que le suban la pensión pública un 0,25% anual, verá reducida su poder adquisitivo al 55% cuando viva los años que hoy indica su esperanza de vida. Y mientras la población envejece, el gasto en programas sociales públicos aumentará abruptamente.
Pero en algún momento despertará el sector privado. Todos menospreciamos la importancia de los mayores a nivel particular, como si cumplir años no fuera con nosotros. Hasta que empiezan a aparecer las primeras goteras tras unos años con canas, que pensábamos que eran un error estético de la madre naturaleza. Así que alguien se dará cuenta en el mundo empresarial y enseguida las grandes empresas empezarán a prestar atención al último tercio de la vida de las personas, cuyos gastos más importantes son los relacionados con la vivienda (40%) y la alimentación (20%), sin olvidar la salud y los cuidados, o el ahorro, incluyendo la planificación de todo ello a lo largo de la vida.
Triunfarán las aquéllas que mejor entiendan estas nuevas necesidades y permitan cubrirlas con innovaciones disruptivas que recorten drásticamente sus costes, gracias a la tecnología y a una comunicación emocional con componente intergeneracional. Eso sí, dentro de una década se habrá robotizado el trabajo repetitivo, los millennials representarán el 75% de las plantillas de las empresas y se entenderá el segundo trabajo no como el pluriempleo de nuestros padres sino como una nueva forma de trabajar tras la jubilación.
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Martes, 12 de Enero 2016
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Editado por
Francisco Abad
Coautor del libro "Dentro de 15 años", impulsor de cambios considerando megatendencias sociales (envejecimiento, comunicación hipermedia, emprendedores) y consejero independiente de empresas (www.abest.es). Fundador de la Fundación Empresa y Sociedad. @FranciscoAbadJ
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850