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Noticias de Ingeniería



Gabriel Barceló

En el años 2014, la promoción 108 de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid, cumplimos nuestro cincuenta aniversario como ingenieros. En aquel momento, tuve el atrevimiento de proponer redactar entre todos, una OBRA COLECTIVA DE LA PROMOCION 108 del PLAN 57 DE LA ETSII DE MADRID: 50 AÑOS de INGENIERÍA IDUSTRIAL en ESPAÑA. 1964-2014. Solo recibí el apoyo de mi compañero Joaquín del Castillo, por lo que la idea no prosperó. No obstante, preparamos un índice para este proyecto de crónica, y yo redacté diversos textos que hoy transcribo.



 
INTRODUCCIÓN
Antes de que el curso del tiempo debilite nuestros recuerdos, quiero evocar aquí hechos, anécdotas y experiencias profesionales de una promoción de ingenieros industriales, con más de cincuenta años de dedicación a España. Hemos sido testigos y partícipes del periodo de industrialización y crecimiento económico más largo y dinámico de nuestra historia, coincidiendo también con una etapa de estabilidad política y de integración en la Comunidad Europea.
En aquel tiempo, en el que los Ingenieros industriales de la promoción 108 del Pan 1957, terminamos nuestros estudios en el año 1964, nos incorporamos, con entusiasmo e ilusión, al mundo del trabajo, para participar en un esfuerzo común de impulso y desarrollo industrial de España. En este periodo trascurrido, de más de cincuenta años, nuestro país pasó, de un atraso secular, a ocupar el décimo puesto mundial, en términos de Producto Interior Bruto. Tras nuestro ingreso en la Unión Europea, nuestro país supo mantenerse, al margen de las crisis coyunturales, en el grupo de naciones más prósperas.
España tiene hoy modernas infraestructuras, trenes de alta velocidad, se encuentra entre las tres primeras industrias automovilísticas de Europa, dispone de un aprovechamiento integral de sus cuencas hidrográficas, al que se une la incorporación de nuevas tecnologías en producción eléctrica, una industria agroalimentaria moderna, empresas internacionales de la construcción, del refino del petróleo y de servicios. Además recibe al año más de ochenta millones de turistas.
Como estamos orgullosos de haber podido participar en esta tarea nacional, hemos querido también recordar aquí vivencias y experiencias personales en ese empeño común en busca de la prosperidad de nuestro país, y de sus ciudadanos.
Queremos presentar un testimonio colectivo de los ingenieros industriales que terminamos nuestra formación universitaria hace más de cincuenta años, exactamente en 1964, y que constituíamos la Promoción 108, como la primera promoción del Plan Nuevo de 1957, de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid.
El Plan 57, había sido aprobado por la Ley de 20 de julio de 1957 sobre ordenación de las enseñanzas técnicas. La mayoría de nosotros éramos muy jóvenes, habíamos empezando a estudiar el curso selectivo de la carrera en ese año 1957, con diez y siete años. Pero la situación era ciertamente peculiar: Nos matriculábamos en septiembre a ese nuevo curso selectivo, que comenzaría en octubre, sin antecedentes sobre el mismo, y que se fundamentaba en una nueva ley de enseñanza de la ingeniería, todavía sin aplicación práctica ni experiencia académica, sin conocer los planes de estudios lectivos previsibles, ni disponer de amigos, con mejor experiencia, que nos pudieran informar u orientar sobre nuestro futuro académico. Pero era una oportunidad que se nos ofrecía. E incluso algún compañero, con uno o dos años de intentos infructuosos por el plan antiguo, también opto por esta nueva vía de acceso a la formación de Ingeniero Industrial.
Las rápidas y profundas transformaciones del mundo actual, así como la reestructuración de los campos del saber, hacen cada vez más necesario contar con obras de referencia que permitan reflexionar críticamente sobre dichos cambios y disponer de nuevos marcos conceptuales para abordar el futuro de una manera creativa y optimista.
Para un joven estudiante puede ser de interés conocer la experiencia de sus predecesores y saber cómo ha venido evolucionando el marco sectorial y laboral de la ingeniería en estos últimos cincuenta años. Intentaremos volcar aquí nuestras experiencias personales. Este texto es un testimonio de una experiencia colectiva, en un largo periodo de la evolución económica de España.
Analizaremos las características de la formación del ingeniero que se iniciaba con el referido Plan 57, los trazos generales de lo que fue nuestra actividad profesional, incluso lo que llegó a ser nuestra labor diaria en la Administración Pública o privada, en el campo de la actividad científica o en otras actividades conexas con nuestra formación. También se plantean los cambios a que se vio sometida la ingeniería y los ingenieros en su necesaria adaptación a las trasformaciones sociales, económicas y ambientales a lo largo del último siglo.
 
ESPAÑA EN LOS AÑOS CINCUENTA
Los años de nuestra infancia y juventud eran muy diferentes a los actuales. La mayoría habíamos nacido tras la guerra civil, y aunque ninguno la conoció siendo adulto, todos sufrimos sus consecuencias. Tras la guerra civil se creó un nuevo Estado, que intentaba la reconstrucción del país. Era una España oficialmente neutral ante la segunda guerra mundial, pero las penurias diarias y la falta de recursos de un país subdesarrollado se mantenían en aquellos años, en todas las familias.
Tras la terminación de esa nueva guerra, las potencias victoriosas no tenían ninguna predilección por el régimen político español, por lo que quedamos aislados internacionalmente, incluso produciéndose la salida de embajadores de los países victoriosos. Los desastres de las sucesivas guerras, el maquis, los presos políticos, el hambre y el estraperlo fueron las referencias de nuestra niñez. La represión política y un Estado Policial eran los escenarios de nuestra juventud. El fin del cerco internacional se inicia a partir de 1954, pero no es hasta la visita del presidente Eisenhower a Madrid en 1959, cuando se inicia una nueva etapa. La película de Berlanga, Bienvenido Míster Marshall, es una clara caricatura de nuestra vida cotidiana en aquella época.
En aquellos tiempos, en los que como jóvenes, teníamos que elegir nuestro futuro, España era un país agrícola subdesarrollado, con una fuerte población emigrante, por necesidad, escasa de recursos y sin una verdadera industria, salvo excepciones.
 
LA SELECCIÓN PARA PODER SER INGENIERO
Bajo el lema "Saber es hacer" nació en la España de mediados del siglo XIX nuevas disciplinas científico-técnicas, que partían de la necesidad de una adecuada formación, para poder disponer de técnicos cualificados que permitiesen la industrialización del país.
Pero este proyecto nació desde la administración pública, con el fin de disponer de técnicos cualificados que pudiesen dirigir, organizar y participar en los proyectos de modernización de España desde las propias instituciones del Estado.
La carrera de Ingeniero Industrial fue aprobada por un Real Decreto promulgado en Septiembre de 1850, creándose para tal fin el Real Instituto Industrial, con Escuelas para su docencia en Madrid, Barcelona, Gijón, Sevilla, Valencia y Vergara. Pero este proyecto de industrialización fue efímero, pues en 1866 se suprimió el Real Instituto Industrial y se cerraron las escuelas, salvo la de Barcelona, pues continuo gracias a ser subvencionada por su Diputación Provincial. Esto permitió a Cataluña disponer una mejor disposición tecnológica.
Posteriormente fueron creadas nuevas Escuelas Superiores de Ingenieros Industriales en Bilbao primero (1899) y en Madrid (1901) para las enseñanzas profesionales correspondientes: durante muchos años del siglo XX se formaron Ingenieros Industriales únicamente en esas tres Escuelas de Madrid, Barcelona y Bilbao.
En Marzo de 1911, se crea por Real Decreto el Cuerpo Nacional de Ingenieros Industriales, con arreglo a un concepto marcadamente administrativo de la profesión, accediéndose al mismo mediante una oposición. En 1915 es creado el Cuerpo de Ingenieros Industriales al servicio de la Hacienda Pública, que es suprimido en 1977, por integración de sus miembros en el Cuerpo de Inspectores financieros y tributarios, posteriormente Inspectores de Finanzas y que hoy en día es el Cuerpo Superior de Inspectores de Hacienda del Estado.
Para todas las carreras de ingeniería, la cuestión que se planteaba era el determinar un procedimiento de acceso a la profesión que fuese objetivo e idóneo para seleccionar a los aspirantes. Se concibió, para este fin, unos exámenes de ingreso a la escuela superior, basados en supuestos y problemas, con específicos requisitos matemáticos, que tenían que ser resueltos en el referido examen, en un tiempo tasado.
Los aspirantes, normalmente tenían que pasar unos años realizando constantes prácticas con  enunciados de años anteriores, ejercitándose en el difícil arte de resolver problemas de ingeniería matemática. Una vez aprobado en su examen de ingreso, el aspirante accedía a una Escuela especial de ingeniería, con un plan lectivo de cinco o seis años. Esto hacía que, salvo contadas excepciones, se alcanzaba el título de Ingeniero Superior con más de treinta años, en una época en la que la vida media de las personas era más reducida.
Al terminar la enseñanza académica, se podía ingresar en un cuerpo de ingenieros superiores del Estado, debidamente reglamentado y estratificado, en un escalafón definido por distintas categorías, siendo el paso del tiempo la variable fundamental.
El esfuerzo presupuestario del estado, manteniendo las escuelas de ingeniería, tenía como fin principal disponer de técnicos al servicio de la administración pública, siendo muy pocos los que inicialmente buscaban su trabajo en actividades profesionales privadas. Era evidente de que existía una escasez de técnicos en el mercado laboral privado.
Todavía en los años cincuenta del siglo XX se mantenía este sistema de acceso al título de Ingeniero, y todavía, las escuelas dependían del ministerio al que dedicarían su labor los futuros ingenieros: Obras públicas, Industria, agricultura, defensa, etc… No obstante, ya el peso de la demanda privada era superior a la pública, y para acceder a los cuerpos del Estado era necesario esas oposiciones de ingreso ya referidas.
En los años cincuenta del siglo XX se realizaron análisis y estudios para promover el progreso del país, llegándose a la convicción de la necesidad de su industrialización. Estos estudios determinaron que tenía que ser la iniciativa privada la que realizase ese desarrollo tecnológico y económico, para lo que era necesaria disponer de más técnicos, y si cabe, mejor cualificados. En los años anteriores, como ya hemos expresado, la demanda de ingenieros era reducida, y estos terminaban sus estudios colocándose en las administraciones públicas, con un estatus social definido de por vida.
Sin posibilidad de analizar con detenimiento esta nueva opción de acceso, sin experiencia alguna propia o ajena sobre estos nuevos criterios de selección en la formación de los ingenieros, los jóvenes que terminamos el curso de preuniversitario en junio o septiembre de 1957, teníamos que tomar nuestras propias decisiones, para planificar nuestra futura titulación o nuestra vida, con escasos antecedentes, y sin conocer a que especialidades podríamos optar en un futuro en la carrera.
Aquella nueva Ley promovía una reestructuración de las enseñanzas de ingeniería, y trasladaba la dependencia administrativa de todas las escuelas al Ministerio de Educación, haciendo desaparecer la dependencia a los distintos ministerios afines. El preámbulo de la referida ley establecía que: Se mantienen las Escuelas que existen al promulgarse la Ley. Sin perjuicio de que se pueda crear o transformar en cada momento las que se consideren necesarias para el mejor cumplimiento de los fines de las mismas, pero todas ellas pasan a depender del Ministerio de Educación Nacional, debiendo ajustar sus denominaciones y organización administrativa a una norma común.
Lo único que estaba claro cuando nos teníamos que matricular, era que el nuevo sistema de acceso a la Escuela estaba constituido por dos cursos previos: selectivo e iniciación, el primero podía cursarse en la universidad, pero el curso de iniciación solo podía ser estudiado en la propia Escuela, aunque existía el rumor de que el número de alumnos era limitado, por lo que te podían impedir el acceso a la escuela, sin existir unas reglas definidas. Decía así el preámbulo de la referida Ley: El acceso a las Escuelas Técnicas se efectuará mediante cursos selectivos, sistema que sustituye a los tradicionales exámenes de ingreso. La eficacia de tales cursos se ha demostrado reiteradamente, tanto en la enseñanza universitaria, que los practica desde hace años, como en algunas Escuelas Técnicas Medias y Superiores, donde se han ensayado recientemente con resultado muy satisfactorio. Podrán concurrir a los cursos selectivos todos los aspirantes con vocación que posean un adecuado nivel de conocimientos recibidos, tanto a través de la Enseñanza Laboral, como de la Enseñanza Media o de estudios equivalentes.
Este nuevo sistema de acceso tenía la ventaja de que el primer curso era común para todos los alumnos de ingeniería superior y de las carreras de ciencias de la universidad, por lo que te permitía elegir la carrera en el segundo año, e incluso, en caso de cambiar o de desear cursar dos carreras, no tenías que repetir este curso. No obstante, se extendió la leyenda urbana de que las escuelas de ingeniería no iban a permitir la matricula en el curso de iniciación a los alumnos que procedían del curso selectivo de la universidad. Con lo cual, lo único que podías hacer era decidir si te preparabas para el ingreso antiguo. O por el contrario, te matriculabas en el nuevo plan de estudios, donde buenamente hubiese plaza, y ponerte a estudiar, estudiar, estudiar….
Ya en la carrera, existía un cuantioso grupo de compañeros, casi un 25%, que no eran tan jóvenes, pues siendo ya Peritos Industriales, querían acceder al título de Ingeniero. Precisamente la Ley había intentado terminar con la clara distinción que existía entre ingenieros y peritos, estableciendo también un acceso a los candidatos procedentes del sector laboral, a quienes se brında con ello el acceso a la Enseñanza Técnica en todos sus grados.
Eran estudiantes en situación laboral activa y la mayoría con familia. Aunque la nueva Ley permitía la enseñanza libre, sin asistencia a clase, nadie se fiaba de esa innovación, que no estaba reglada, por lo que todos se matricularon con exigencia presencial. Estos compañeros realmente tenían un gran mérito personal, pues además de trabajar diariamente, y mantener a su familia, la mayoría con varios hijos, tenían que asistir a clase regularmente, estudiar y presentarse a los exámenes...Era habitual que los profesores, al inicio de la clase, pasasen lista y anotasen las faltas de asistencia. Si para todos fue larga y dura una carrera de ingeniero con un mínimo de siete años lectivos, para ellos fue un esfuerzo de titanes, pero su valía era indiscutible, por lo que todos merecían nuestro respeto y admiración.
 
Consecuencias del cambio.
Hasta la ley de 1957, las dificultades para el ingreso en las escuelas de ingeniería y la formación académica posterior, determinaba que los nuevos ingenieros accediesen a su titulación, y por tanto, en la mayoría de los casos, a su acceso al mercado del trabajo como ingenieros, como ya hemos comentado, pasados los 30 años.
A partir de la nueva ley, las promociones de nuevos ingenieros ingresados conforme a las nuevas disposiciones, tenían una edad media mucho más reducida, y por tanto, podían aspirar a una vida profesional más larga. Por ejemplo, en la promoción de Ingenieros Industriales 108 de la ETSII de Madrid acabamos más de un 25% con 24 o 25 años, y por tanto, también nos casamos más jóvenes que las promociones anteriores.
Una vez terminada la carrera, en cuanto a la retribución, la procedencia de un plan de estudios o de otro, no parecía tener incidencia. La demanda de ingenieros del sector privado superaba a los que terminaban la carrera. En aquellos años, no existía paro en las carreras de ingeniería. Incluso se podía escoger el tipo de empleo o el sector económico de tu actividad laboral.
 

 

Gabriel Barceló
26/11/2018


En la primera parte de este artículo sobre la fundación de ATECYR nos hemos referido a las actuaciones previas, incluso cuando presentamos el proyecto de la nueva asociación al ex Ministro de la vivienda, D. Vicente Mortes Alfonso.


El hecho es que ya en la primera visita a Mortes, Jaime Nieto y yo, salimos con el compromiso de redactar unos estatutos iniciales para proceder a la constitución de la Asociación.
Entendiendo asegurada la aprobación gubernativa de la Asociación con la participación del Sr. Mortes, fuimos proponiendo a los posibles socios fundadores un borrador de estatutos, y acordamos reunirnos en un acto fundacional.
Una vez consensuados los estatutos, nos reunimos el 8 de junio de 1974 en el Instituto Eduardo Torroja del C.S.I.C., para acordar la constitución de ATECYR, mediante Acta fundacional. En ese acto el propio D. Vicente Mortes Alfonso firmó la instancia de presentación administrativa de la creación de la asociación, que fue presentada ante la administración el 12 de junio de aquel año, junto con el primer proyecto de Estatutos.
 
Los socios fundadores fueron: VICENTE MORTES ALFONSO, Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, MANUEL ESTADA GIRAUTA, Doctor Ingeniero Industrial e Ingeniero Frigorista, AURELIO ALAMÁN SIMÓN, Doctor Ingeniero Industrial, JOSÉ LAORDEN JIMÉNEZ, Ingeniero de Caminos, JAIME NIETO SÁNCHEZ, Ingeniero Industrial, RAFAEL DE LA-HOZ ARDERÍUS, Dr. Arquitecto, FRANCISCO VIGHI ARROYO, Ingeniero Industrial, FRANCISCO ARREDONDO Y VERDU, Ingeniero de Caminos, JERÓNIMO CABOT JAUME; Ingeniero Industrial, RAFAEL ÚRCULO ARAMBURU, Ingeniero Industrial y GABRIEL BARCELÓ RICO-AVELLO, Dr. Ingeniero Industrial y L.C. Físicas.
En seguida advertimos que el Sr. Mortes se encontraba a gusto en este proyecto, por lo que entendimos que podíamos disfrutar de su generosidad y experiencia, más allá del simple trámite de la aprobación administrativa. Se acordó por unanimidad proponerle como presidente de la nueva asociación, aceptando él esta propuesta. Simultáneamente, en la asamblea constituyente sugirió que yo actuase como vicepresidente, lo cual acepte muy alagado.
Con gran asombro por nuestra parte, su participación iba a ser mucho más dinámica y participativa de lo que hubiéramos podido imaginar nunca.
Una vez constituida la Asociación, ATECYR mostró un gran dinamismo, aunque, como todavía recordarán muchos, en aquellos años previos a la transición, cualquier movimiento asociativo representaba un riesgo, y su tramitación burocrática era lenta y distante.
El 6 de noviembre de 1974 se organizó en Madrid una primera reunión con el Sr. Spielvogel de ASHRAE, aprovechando su visita a Madrid con ocasión de un simposio. Todavía en esa fecha la asociación estaba pendiente de aprobación administrativa, por lo que los asistentes nos planteamos, en el ambiente político de aquellos años, si era prudente esta primera reunión de carácter internacional. (Gabriel Barceló: Fundación. 25 años en la memoria. ATECYR, 1999)
El Sr. Spielvogel nos informó de la organización interna y administrativa de Ashrae, nos sugirió recomendaciones y estrategias de actuación, y se comprometió a informar ante la asociación americana de nuestro proyecto, y conseguir un reconocimiento oficial de colaboración.
Una vez resueltos los requisitos administrativos, el 22 de enero de 1975 se celebró la primera Rueda de Prensa de presentación de ATECYR, actuando ya como presidente, Mortes Alfonso, quien declaró: Normalización, información, enseñanza, control de calidad, lucha contra la polución y ahorro de energía, pueden considerarse como nuestros objetivos principales.
Cada vez hacen falta más y mejores técnicos, y la única forma de mantener sus conocimientos al día es creando una organización interprofesional que se ocupe de su formación permanente, pues no hay que olvidar que las técnicas necesarias para salir airosamente del constante reto diario de la evolución tecnológica son tan recientes que, muchas de ellas, han sido descubiertas después de haber terminado nuestros profesionales sus estudios académicos.
El primer boletín “Noticias de ATECYR de enero de 1975” daba puntual noticia de esta rueda de prensa añadiendo:
Estas fueron las palabras del Presidente de ATECYR, señor Mortes, en una rueda de prensa celebrada el pasado día 22 de enero en los locales del Instituto Eduardo Torroja, a la que, además de numerosos representantes de la prensa nacional, asistieron los señores: Alamán, Secretario del I. Torroja; Arredondo, director del I. Torroja; Barceló, Ingeniero Consultor; Estada, Director del Centro Experimental del Frío; De la Hoz, Arquitecto; Laorden, Subdirector, del I. Torroja y Nieto, Director de Montajes e Instalaciones.
El discurso del señor Mortes encontró amplio eco en la prensa diaria nacional. A continuación del señor Mortes, tomé la palabra como vicepresidente, definiendo nuestro proyecto:
Una asociación técnica no lucrativa, de carácter profesional. Cuyo objetivo principal será el estudio de la problemática de la Ingeniería de Climatización de Refrigeración y, en general, el ordenamiento y protección de todas las instalaciones mecánicas de la edificación: Calefacción, Refrigeración, Acondicionamiento de Aire, incluso Fontanería y aquellas otras actividades relacionadas o conexas con las mismas.
En ese mismo boletín se informaba de la primera visita realizada a Estados Unidos: Con ocasión de la celebración de la Reunión Anual de ASHRAE en Atlantic City, se organizó una primera visita, en enero de 1975, participando ATECYR, con su primer grupo de veinticuatro socios, como asociación representada. El Sr. Spielvogel actuó de anfitrión e introductor, celebrando previamente con él una cena en la que nos facilitó sus recomendaciones estratégicas y un plan de trabajo. El 28 de enero celebramos una primera reunión ASHRAE-ATECYR, en la que se entregó al entonces presidente de la asociación anfitriona, Sr. Kohloss, carta del presidente de ATECYR, comunicando oficialmente su constitución, y solicitando iniciar una fructífera relación institucional. En el “Internacional Newsletter” de ASHRAE fueron publicadas estas noticias y el nombramiento de ATECYR como asociado internacional. (“Noticias de ATECYR de enero de 1975”).
 
Durante el mes de enero de 1975 se fueron recibiendo las primeras solicitudes de admisión, lo que permitió convocar a todos los socios en Asamblea, con el fin de ratificar los estatutos, conocernos personalmente e iniciar los primeros proyectos asociativos.
La primera Asamblea General de ATECYR se celebró el 28 de febrero de 1975 en el Instituto Eduardo Torroja, bajo la presidencia de D. Vicente Mortes Alfonso. (Gabriel Barceló: Fundación. 25 años en la memoria. ATECYR, 1999) Esta asamblea designó los siguientes cargos para el primer Consejo Rector de ATECYR.
 
Presidente: Don Vicente Mortes Alfonso.
Vicepresidente: Don Gabriel Barceló Rico-Avello.
Vicepresidente: Don Rafael de la Hoz Arderius.
Secretario General: Don Jaime Nieto Sánchez.
Tesorero: Don José Laorden Jiménez.
Vocales: Don Francisco Vighi Arroyo, don Manuel Estada Girauta, don Aurelio Alamán Simón, don Jerónimo Cabot Jaume, don Pedro Guscó Estruch, don Eugenio Guruceta Galdos, don Pablo Martín Suárez, don Nicolás Gómez Gil, don Alejandro Cabetas Hernández y don Juan Maurel Rufas.
Según nos transcribe el Primer Boletín de la Asociación: Al terminar la Asamblea, el señor presidente solicita la colaboración de todos los socios de ATECYR para conseguir que los objetivos propuestos puedan ser llevados a la práctica, gracias a un esfuerzo conjunto y particular de todos, y muy en particular sugiere que se realicen gestiones necesarias para atraer el mayor número posible de Socios Protectores y de número, base fundamental para obtener resultados concretos.
Con ocasión del XXV aniversario de la fundación de la asociación, redacte unas breves notas de recuerdo:
A partir de esa primera asamblea, se iniciaron contactos con otras asociaciones europeas, la incorporación a la federación europea de asociaciones REHVA, y a nivel asociativo, grupos de trabajo, mesas redondas, reuniones técnicas, publicaciones, informes y estudios que han ido constituyendo la columna vertebral de nuestra asociación, gracias a la colaboración de todos los socios y el exhaustivo trabajo de las sucesivas juntas rectoras y Presidentes de ATECYR.
También debemos recordar la magnífica respuesta del sector empresarial al desafío planteado por el presidente. Poco a poco las empresas se fueron interesando por el proyecto, apareciendo en el boletín de diciembre la primera relación de Socios Protectores. En aquellos años no existían ni organizaciones empresariales, ni asociaciones sectoriales, ni ningún otro vínculo asociativo entre las empresas del sector.
Únicamente añadir en esta breve evocación de la fundación de ATECYR, hace ya 25 años, nuestro agradecimiento mutuo a todos los que han colaborado desinteresadamente en el desarrollo de nuestra asociación, y pedir un entrañable recuerdo para los muchos que ya fallecieron y, en especial, mantener siempre en nuestra memoria institucional un recuerdo de gratitud para nuestro primer presidente, D. Vicente Mortes Alfonso, ya que sin su ayuda, hubiera sido imposible constituir ATECYR, al menos hace 25 años, en aquellos años de inquietud e incertidumbre. (Gabriel Barceló: Fundación. 25 años en la memoria. ATECYR, 1999)
En Mayo de 1975, se inició la actividad técnica, normativa y de formación, con la organización de una mesa redonda sobre “Aspectos de la Reglamentación referente a Calefacción, Ventilación y Acondicionamiento de Aire”, y se crean grupos de trabajo especializados por áreas. Muy pronto se pone a disposición de los profesionales del sector una recopilación de la normativa existente.
Posteriormente ATECYR ha seguido trabajando en estas materias, unas veces opinando y denunciando los errores y omisiones, en otros casos elaborando y modificando nuevas o existentes reglamentaciones por encargo directo de la Administración, este fue, como ejemplo, el caso de RITE.
Desde las primeras reuniones profesionales advertimos la falta de datos climáticos para las distintas ciudades y regiones españolas, necesarios para el desarrollo de los proyectos de confortabilidad. Por ello, es importante destacar la iniciativa de firmar un Convenio de Colaboración con el Instituto Nacional de Meteorología. Este acuerdo, y el trabajo desinteresado de muchos técnicos, dieron como resultado la elaboración y publicación en 1981 de las “Condiciones de Diseño” para veintisiete localidades españolas, y realizados a partir de datos estadísticos de 5 años.
Posteriormente, este trabajo fue revisado, y ampliado a datos estadísticos de 20 años. Este grupo de trabajo continuó con su análisis, de tal forma que en 1996, había ya recopilado, y elaborado, las “Condiciones de Diseño” de cálculo de instalaciones de calefacción para 752 localidades en España.
 
Este texto es un breve recuerdo de la fundación de ATECYR, que en el año 2019 cumplirá 45 años. Actualmente estoy trabajando en la redacción de una Breve Historia de la climatización en España, agradezco cualquier aportación de noticias, textos, temas o fotografías de interés, incluso biografías o testimonios de personas, que hayan participado en esta actividad, especialmente en los primeros tiempos del aire acondicionado, como Instaladores, Distribuidores y Almacenistas, Propiedades, Ingenierías y Prescriptores, Grandes cadenas de distribución de equipos o Fabricantes.
 
Quien pudiese aportar datos o documentación complementaria a este proyecto de crónica histórica sobre la climatización en España, rogamos nos envíe un correo con sus sugerencias, recuerdos o textos a:
gestor@dinamicafundacion.com.
 

Gabriel Barceló
12/11/2018


Entre las numerosas instituciones y asociaciones de ingeniería, algunas dedicadas a técnicas o ramas de actividad específicas, y diferenciadas, deseamos recordar por su dinamismo y antigüedad a ATECYR: ASOCIACIÓN TÉCNICA ESPAÑOLA DE CLIMATIZACIÓN Y REFRIGERACIÓN.


La Asociación Técnica Española de Climatización y Refrigeración (https://www.atecyr.org/), fue fundada en el año 1974, por un grupo de profesionales, para impulsar las ingenierías de estos sectores. Su misión era atender las necesidades de los técnicos del sector de la climatización, refrigeración y eficiencia energética, mediante la realización de estudios y dictámenes, el análisis de los proyectos normativos, la transmisión de experiencias y conocimientos técnicos, y la expansión y desarrollo tecnológico de estas ingenierías, de manera independiente y no lucrativa.
 
El actual presidente de ATECYR, Miguel Ángel Llopis, ha expresado: Atecyr es una asociación formada por técnicos que han elegido el sector de la climatización y la refrigeración para desarrollar su carrera profesional.
Y se ha referido en estos términos a su futuro: Entre las prioridades que establece el plan estratégico de Atecyr 2016-2020, está el establecer canales de comunicación que faciliten un flujo de información bidireccional, intuitivo y que incentive la participación activa de los socios.
En los ejes principales del plan se incluye integrar en la asociación las nuevas generaciones, incrementar la conectividad global y aumentar la propuesta de valor al asociado, con la colaboración activa del Comité Técnico y las agrupaciones territoriales.
(https://www.atecyr.org/conocenos/gobierno/mensaje-del-presidente.php)
 
Fundación de ATECYR
En los años cincuenta en España, el sector de climatización era todavía prácticamente inexistente, y el de calefacción, a pesar de los años de experiencia habidos, estaba muy poco profesionalizado y tecnificado. No existían prácticamente ingenieros consultores, ni ingenieros o arquitectos especializados en estas técnicas en la edificación.
Al estudiar las técnicas de climatización, existían muy pocos textos y manuales, la mayoría eran documentos propios de empresas americanas. Conocíamos el gran desarrollo que estas técnicas habían conseguido en otros países, gracias al esfuerzo desinteresado de determinadas asociaciones de ingeniería, en otros países, que disponían de manuales objetivos y de textos de gran interés tecnológico y práctico.
Llamaban la atención las publicaciones de la asociación americana ASHRAE, dedicadas a estas especialidades, de calefacción, refrigeración, ventilación y aire acondicionado. También sus reuniones técnicas semestrales, además de sus simposios, cursos y otros actos. Los manuales de la asociación americana eran ya en los años sesenta, la “Biblia” de todos los que querían estudiar con cierta profundidad, esta rama de la ingeniería.
Después de varios años en el sector de la climatización, acabé los cursos de la licenciatura de Ciencias físicas, y seguí con mis estudios sobre confort ambiental, de tal forma que en 1969, la Editorial Dossat me publicó mi primer libro: Climatización.
Este libro recibió el premio al mejor libro técnico del año, por la Asociación de Ingeniero Industriales de Bilbao (ANII). En el prólogo, el catedrático Francisco Vighi expresaba:
El autor, además de una información básica, como preámbulo al cálculo y fundamento de las instalaciones de acondicionamiento de aire, expone un amplio documentado estudio sobre las mismas, que comprende la descripción, teoría y cálculo de los procedimientos más avanzados; incluye asimismo en cada capítulo un criterio sobre su elección y utilización, que considero de gran interés no sólo para los que desarrollan su actividad en esta rama, sino también para Arquitectos y Técnicos que deben proponer y resolver los sistemas más adecuados en cada instalación.
La bibliografía que se relaciona al final de cada capítulo y especialmente las tablas, ábacos y datos experimentales, hacen de este libro un elemento de consulta y una eficaz ayuda para el cálculo y realización de proyectos de aire acondicionado. (Prólogo al libro Climatización de Gabriel Barceló, Editorial Dossat. Madrid, 1969)
Tras la publicación de este libro, en 1969 el arquitecto José Mª García de Paredes me solicitó el proyecto de climatización de la sede del Banco de Granada, en Granada. Después de una corta experiencia como importador y distribuidor de equipos de aire acondicionado, y de instalador, con este proyecto inicié una nueva proyección profesional, como ingeniero consultor especializado en climatización.
No obstante, simultaneaba la redacción de proyectos y direcciones de obra con la investigación sobre estas tecnologías de la edificación.
 
El 5 de junio de 1967, dio comienzo la Guerra de los Seis Días entre Israel y ciertos países limítrofes. Esta desafortunada circunstancia alertó a los países occidentales del riesgo en el suministro de productos petrolíferos, iniciándose una primera conciencia colectiva de la necesidad del ahorro de energía.
 
En aquellas fechas se inauguró en Madrid un centro de proceso de datos que deseaba especializarse en el cálculo de proyectos de ingeniería. Todavía existían pocos ingenieros y técnicos que deseasen dedicar su tiempo a estos cálculos.
Inicie con este centro un proyecto de colaboración en ingeniería de instalaciones de la edificación, con el posible beneficio de disponer de cálculos de esas instalaciones y de consumos de energía más precisos.
La aplicación de computadores electrónicos para determinar el cálculo de consumos de energía para la calefacción, nos permitía realizar extensos análisis y estudios comparativos, y poder comparar los distintos sistemas de calefacción.
Llegamos a conclusiones interesantes, de tal forma que en 1970, me concedieron el Premio de investigación “Sol Thermic”, por un estudio sobre optimización de sistemas térmicos en la edificación, realizado con medios informáticos, inusuales y desconocidos en aquel momento.
En la entrega de premios, conocí personalmente al presidente del jurado, D. Vicente Mortes Alfonso, que había sido ministro de la vivienda hasta pocos meses antes.
Continué con estas investigaciones, ampliando el análisis a los sistemas de climatización. Como resultado de ello, en 1973 presenté la Tesis doctoral sobre "Elección del sistema óptimo de climatización con ayuda de ordenador", realizada bajo la dirección del catedrático de la ETSII de Madrid, D. Francisco Vighi.
En este ámbito científico y tecnológico, en España, los ingenieros disponíamos de muy pocos alicientes y antecedentes para el desarrollo de nuestros proyectos, salvo que se perteneciese a un grupo de ingeniería extranjero. Tampoco el ambiente político propiciaba el asociacionismo, y todavía no era época de organizaciones no lucrativas. A pesar de ello, y admirados por la actividad de la asociación americana ASHRAE, planeamos una aproximación a esta entidad con el también ingeniero industrial, Jaime Nieto. Ambos nos pusimos en contacto con el ingeniero jubilado americano Sr. W. H. Perry, que residía en Palma de Mallorca, y actuaba como asesor profesional senior de una empresa de frio y climatización balear.
Fuimos a Palma a conocer personalmente a Mr. Perry, y este nos presentó al ingeniero mallorquín Jerónimo Cabot. También se ofreció a ponernos en contacto con ASHRAE, con el fin de crear en España una asociación equivalente. Mr. Perry fue designado socio de honor de la asociación en la segunda Asamblea General.
Tras esta visita, Jaime Nieto y yo nos propusimos conseguir un equipo de personas que pudieran ser los fundadores de una asociación no lucrativa, equivalente a ASHRAE. El reto era conseguir una selección de personalidades del sector que asegurase la aceptación y conformidad de la Administración española de aquel momento.
A lo largo de 1974 fuimos confeccionando una reducida lista de posibles candidatos, desarrollando conversaciones y reuniones, para conseguir nuestro objetivo de crear una asociación profesional no lucrativa, para un mejor desarrollo e implantación de las Tecnologías de climatización, calefacción y frío en nuestro país.
El hecho es que, después de muchas reuniones y conversaciones, concertamos un grupo de profesionales interesados en el proyecto, pero necesitábamos disponer de un representante, políticamente no dudoso. Recordé en aquel momento al ex Ministro de la vivienda, D. Vicente Mortes Alfonso, que tan amable había sido cuando le conocí. El Sr. Mortes era Ingeniero de Caminos, y en su etapa de ministro había demostrado un profundo conocimiento de los problemas del sector inmobiliario y de la edificación, y había conseguido desarrollar una normativa técnica innovadora y novedosa, por lo que decidimos trasladarle nuestras inquietudes.
Le expusimos nuestro proyecto, y pareció que le satisfacía, además de las cuestiones técnicas y organizativas, se interesó por los posibles socios fundadores, le aportamos nuestra selección inicial, a la que nos sugirió que incorporásemos al arquitecto Don Rafael de la-Hoz y al director del Instituto del Frio, Don Manuel Estada Girauta. Teníamos ya una lista de posibles socios fundadores.
 

Gabriel Barceló
05/11/2018


Editado por
Gabriel Barceló
Eduardo Martinez
Gabriel Barceló es actualmente uno de los miembros directivos del Club Nuevo Mundo, impulsado por Tendencias21. Es Dr. Ingeniero industrial y estudio la licenciatura de Ciencias Físicas.
Fue durante veinte años funcionario del Ministerio de Hacienda, como Inspector de Finanzas del Estado, Subdirector del Centro de Proceso de Datos del Ministerio de Hacienda, Inspector Jefe de Madrid y fundador y presidente de la Asociación profesional de Inspectores de Hacienda, representativa del Cuerpo Superior de Inspectores de Hacienda del Estado (Actualmente: Inspectores de Hacienda del Estado: IHE).
Posteriormente causó baja como funcionario, y fue fundador y presidente de diversas empresas, de asociaciones no lucrativas y de fundaciones, actuando como presidente de las mismas, ex-Presidente de la Federación de Ingenieros Industriales de España y ex-Vicepresidente del Instituto de la Ingeniería de España, Gabriel Barceló ha sido consultor en ingeniería de la edificación y asesor fiscal.
Desde hace más de treinta y seis años desarrolla un proyecto de investigación científica sobre dinámica rotacional. Autor de numerosos libros, destacando: “Nuevo paradigma en Física” (editado en inglés y español, en dos tomos), y ha publicado más de cien artículos.




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