Ya se puede contaminar con la conciencia tranquila

Cada vez más empresas venden participaciones en proyectos ecológicos a los viajeros de aviones


Más de 30 compañías y organizaciones de Estados Unidos y Europa ofrecen a los viajeros de aviones la posibilidad de realizar compensaciones destinadas a proyectos ecológicos, con la finalidad de reparar el daño ambiental causado por las compañías aéreas. Basada en la conciencia individual del impacto que para el medio ambiente suponen los viajes aéreos, esta nueva práctica debe tener sin embargo cierto control. La Tufts University Climate Initiative ha analizado las compañías que la aplican y su nivel de fiabilidad, para que los usuarios sepan cuales son más o menos recomendables. Por Olga Castro-Perea.


Olga Castro-Perea
16/03/2007

Un grupo de empresas y de organizaciones, algunas sin ánimo de lucro y otras corrientes, están ofreciendo a los consumidores la posibilidad de invertir voluntariamente en proyectos de ralentización del cambio climático, para permitirles compensar las emisiones de gases de efecto invernadero que se derivan de sus vuelos en avión.

Estas propuestas han sido analizadas por la Tufts University Climate Initiative, de Estados Unidos, que señala que el transporte aéreo es un sector altamente contaminante, y que está considerado un contribuyente continuo y en desarrollo de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.

El Intergovernmental Panel on Climate Chante (IPCC considera que el transporte aéreo continuará creciendo y que en 2050 sus emisiones alcanzarán 10 veces el nivel de 1992 (fecha en que ya producía el 2% del total de las emisiones contaminantes originadas por la actividad humana).

Así, aquellas personas preocupadas por el cambio climático pero que no pueden evitar tener que volar por diversas razones, pueden neutralizar las emisiones que originan por sus vuelos, adquiriendo económicamente compensaciones en forma de inversiones para energías renovables o para eficiencia energética, entre otras.

Sentido de responsabilidad

Estas compensaciones voluntarias están inspiradas en el sentido de responsabilidad individual en el cambio climático, informa la Tufts University, y ayudan a su vez a educar a los consumidores acerca del alcance de sus propias acciones en el impacto que sufre en la actualidad el medio ambiente.

Recientemente, algunas agencias de viaje han empezado ya a ofertar a sus clientes la opción de adquirir compensaciones de este tipo por sus viajes, como es el caso de Expedia y Travelocity|3689|vacations_main,00.html?WA1=03040&WA2=HP&WA3=TL9&WA4=xlob_t4g_gozero&WA5=IM. También algunas ONGs y compañías comienzan a hacerlo.

La Tufts University Climate Iniciative está interesada en las organizaciones que proponen a los usuarios de los transportes aéreos compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero, y pretende evaluarlas para conocer los reglamentos y los mecanismos de compensación que ofertan, que suelen ser diversos.

Para evaluarlas, han definido un número de indicadores: la calidad de los proyectos que financian, por ejemplo, si dichos proyectos poseen certificados concedidos por organismos reconocidos e independientes; el tipo de proyectos financiados; la financiación de cada organización (el coste de funcionamiento); la calidad de sus calculadores de emisiones (considerando el tipo de avión y sus fases vuelo) y los precios de los certificados.
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Tres categorías

Han sido evaluadas así 13 organizaciones y empresas (de las tres docenas que hay actualmente en el mercado de compensaciones medioambientales voluntarias) que proponen este servicio. Seis de ellas tienen su base en Estados Unidos, y cuatro en Europa. La Tufts University ha clasificado estas organizaciones en tres categorías: las que la universidad recomienda, las que recomienda con reservas, y las no recomendables.

En el grupo de cabeza se encuentran cuatro organizaciones: la alemana Atmosfair, la australiana Climate friendly, la suiza Myclimate y la única norteamericana de la lista principal: NativeEnergy, fundada en 2000 y que invierte en proyectos amerindios de energías renovables (instalaciones de energía eólica, paneles solares y de producción de electricidad a partir del metano).

Algunos ecologistas suponen que estos mecanismos compensatorios no se traducirán en una reducción real de las emisiones de CO2, y que la única solución eficiente pasa por una regulación de emisiones impuesta por las leyes.

Sin embargo, la Tufts señala que el número de empresas y organizaciones que venden este tipo de compensaciones crece continuamente, por lo que su efecto podría ser considerable.



Olga Castro-Perea
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