Huellas

El espíritu de Pepe

Redactado por Juan Miguel Batalloso el Miércoles, 30 de Junio 2010 a las 10:25

En memoria de José García Calvo (1935-2001)


El otro día, de forma absolutamente casual y tal vez mágica, escuché una frase de uno de los clásicos directores de la historia del cine, concretamente de Josef von Sternberg, en la que afirmaba que el valor de un artista reside en su capacidad para «...comprimir un poder espiritual inmenso en un espacio reducido...». De inmediato, un estremecimiento sacudió conmovedoramente mi conciencia, porque en ese mismo instante estaba degustando las nutricias y sabrosas palabras de Ernesto Sabato que me decía «...La dura realidad es una desoladora confusión de hermosos ideales y torpes realizaciones, pero siempre habrá algunos empecinados, héroes, santos y artistas, que en sus vidas y en sus obras alcanzan pedazos de lo Absoluto, que nos ayudan a soportar las repugnantes relatividades...». No tuve dudas, el espíritu de Pepe estaba presente en mí. Y es que hay personas que cuando te acercas a ellas te cuesta muy poco esfuerzo descubrir que son seres humanos sin edad, porque el tiempo, al contrario que nos sucede a la mayoría, no lo consumen de forma lineal, sino más bien circular, o mejor dicho, en espiral, ya que siempre hay en ellas algo nuevo, fresco, creativo y reconstructivo, pero al mismo tiempo provocador, atractivo, contradictorio y rebelde, lo cual les permite abarcar más, más y más en la aventura del conocimiento y de la vida.

Aparentemente son seres extraños y no exentos de contradicciones como cualquier mortal, no obstante la energía interior que despliegan es de tal calibre que realmente resulta muy difícil sustraerse a su impacto e influjo. Son personas propiciadoras de relaciones estimulantes, creadoras de interacción, facilitadoras de reflexión y por tanto especialmente dotadas para la enseñanza y la educación porque su tarea esencial consiste en estar continuamente buscando, en estar perennemente aprendiendo y como ya sabemos, el que no tiene curiosidad, el que no quiere aprender, pues tampoco podrá enseñar nada en toda su vida.

Así veía yo y veo a mi maestro y amigo Pepe, un ser humano excepcionalmente dotado que continuamente nos contagiaba de esa original mezcla, que únicamente él sabía elaborar, a base de curiosidad intelectual, humor, valentía, capacidad de análisis y sobre todo de interrogación y discusión, la cual nos permitía descubrir a quienes la saboreábamos, las proposiciones más sugestivas, los mensajes más estimulantes y los aprendizajes más duraderos.

Pepe García Calvo, mi maestro, mi ya para siempre único profesor de Teoría de la Educación, era un ser humano que acumulaba y recreaba en su interior tal cantidad de conocimiento y energía, que cuando estabas a su lado, cuando lo escuchabas, incluso con abierta oposición y cierto desapego, el tiempo se detenía. Instantes inolvidables y eternos, un presente continuo siempre vivo y refrescante concretado en momentos que anticipaban futuro, que aunque no existía en aquel momento, podía percibirse mediante una observación retadora, irónica y humorística de la realidad, pero también inquisitiva, cuestionadora y crítica, una búsqueda apasionada en suma de las verdades esenciales y del misterio de la vida.

Así lo decía él, con esa expresión suya característica de solemnidad fingida y divino humor: «...¿Qué es el ser humano?... ¡Por favor! ¡Por favor!... Vamos, vamos, si estos que nos hablan de educación en valores no saben ni lo que son valores, cuando hablan de valores, hablan de valores sociales, cuando los valores sociales están en el cuarto o el quinto lugar en la escala... ¿Hay alguien ya que hable de los valores estéticos? Y yo no hablo ya de esos... El valor supremo que tiene mucha gente es el de la solidaridad... o algo parecido a eso, es decir han llegado al máximo de lo que pueden dar los valores sociales del socialismo... por ejemplo, si tu hablas de lo que significan realmente las cosas auténticas, no es la venta de... del conocimiento de sí mismo, no, no... sino del respeto al otro en su sentido profundo, del respeto, no a la libertad, sino a la verdad, la capacidad de..., el respeto a no lo limitar su desarrollo, sino a ofertarle posibilidades de desarrollo. Vamos a ver: todo lo de la escuela ¿Tiene algún sentido? No para la Escuela, sino para después, para la vida en general... La vida es aprendizaje que te vale a ti ahora, un tío importante un tío con tu edad que se pregunta para qué vale Escuela y resulta que la Escuela no te vale a ti de nada, te la has tenido tú que fabricar y mal, quiero decir tú y yo, nos la hemos tenido que fabricar a ... nos han educado criminalmente, nos han educado para una especie de... laboralmente...La enseñanza no está montada para enseñar, no está montada para formar al individuo... Casi todo el sistema educativo está montado para dar de comer a los obreretes del propio sistema y también para que cada año salgan doce o trece mil obreros tontos... casi todo el sistema está montado para producir tontos... De lo que se trata es de transformar la cultura que uno tiene, con el fin de que sea más explicativa, más eficaz y más satisfactoria, si no, no hay educación y yo no estoy planteando la revolución, yo lo que estoy planteando es el conocimiento, sigo planteando el conocimiento y esto es totalmente distinto. Por eso necesitamos escuelas de complejidad, porque el rechazo de la complejidad es el principio de toda tiranía, porque lo que no va más para allá viene más para acá, porque el refugio en los cotos cerrados, para acá, es el desprecio de la complejidad, ¡Por favor... si estamos hablando de Educación en Valores ¿Qué más valor que plantearnos el misterio como límite, como frontera del sentimiento y del conocimiento humano?» (1)

Con esto ya estaría todo dicho, porque Pepe era un artista, un intelectual nato, un genio del pensamiento, una cabeza privilegiada de una erudición sin límites y una memoria portentosa que lo mismo te recitaba al pie de la letra párrafos enteros de libros leídos hacía treinta años o largos poemas imposibles de recordar para mí. Todavía no puedo comprender como podía conectar conocimientos formalmente tan dispares como el chamanismo, las matemáticas, la sociología, la biología o la mística, lo mismo te hablaba de física cuántica, que de literatura, de economía o de mitología, de religión o de ciencia. Dicho con brevedad: Pepe era un ser humano de esa especie en extinción de la que nos habla León Felipe «Ya no quedan locos, se murió aquel manchego, aquel estrafalario fantasma en el desierto. Todo el mundo está cuerdo, terrible, monstruosamente cuerdo.»

Sí, Pepe fue mi maestro, mi profesor, mi tutor, la primera persona que me animó a leer, a seguir estudiando y a ir a la Universidad sin pensar en más que en la pasión por el conocimiento. Me faltan palabras con las que poder describir el influjo intelectual y humano que Pepe ha ejercido en mí y del que celosamente guardo el afán por la búsqueda y la interrogación permanente que sobrecogedora o sencillamente nos muestra el misterio de la vida y la existencia. Sus palabras siguen siendo para mí como la pista de despegue de donde necesariamente tiene que partir el vuelo que nos haga descubrir, como él decía «...teorías más explicativas y tecnologías más eficaces para construir situaciones más satisfactorias.».


(1) García Calbo, José (2000-2001). Trascripción de conversaciones y tertulias mantenidas con el autor, meses antes de su fallecimiento


| Juan Miguel Batalloso


| Miércoles, 30 de Junio 2010
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