CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Un último aspecto (pese a que otros pueden apuntarse) servirá para entender la necesidad de encontrar en los difuntos un apoyo de los dioses para los males de la humanidad: los ancestros milagreros y oraculares.
Hoy escribe Eugenio Gómez Segura


049. Del culto a los difuntos al culto a los santos (y 6).
Santuario de Anfiarao en Oropo.
 
  1. Anfiarao y Asclepio.
Anfiarao fue un héroe nacido en la ciudad de Argos que pereció de resultas de la campaña de los Siete contra Tebas (como reza el título de la tragedia de Esquilo). Muerto en territorio beocio, su culto se centró en la ciudad costera de Oropo. Oropo había sido un importante enclave estratégico por el que lucharon Tebas y Atenas, aunque finalmente acabó en manos de esta última en época de Filipo el padre de Alejandro.

Pausanias, en su guía de viajes, describió el santuario y su culto (I 34, 3-5). Del héroe dice:

Creo que Anfiarao se dedicaba sobre todo a la interpretación de los sueños; y es claro que, cuando fue considerado dios, instituyó la adivinación por los sueños. Es costumbre que el que viene a consultar el oráculo de Anfiarao debe en primer lugar purificarse. La purificación consiste en hacer sacrificios al dios, y no sólo a él, sino a todos los que tienen en el altar sus nombres, Una vez hecho esto, sacrifican un carnero, extienden su piel y se duermen sobre ella, esperando la revelación del sueño (trad. de M. C. Herrero Ingelmo).

Las ruinas que se puede visitar en la actualidad están situadas en una boscosa y cerrada garganta por la que discurre un riachuelo. En la margen izquierda, en una terraza artificial, está el templo, los restos de un pórtico y algún edificio. En la margen derecha hay una pequeña población de cuyas ruinas destaca un reloj de agua, quizá el mejor conservado de Grecia.

Otro mortal de cuya vida post mortem se afirmó ser divina es Asclepio. En este caso su raigambre entronca con Apolo, de quien era hijo, lo cual ayudaría, sin duda, a terminar considerándolo un dios. El bueno de Asclepio adquirió tales conocimientos médicos que llegó a resucitar muertos, lo cual rompía la barrera entre dioses y hombres y, en consecuencia, no debía ser consentido: Zeus lo fulminó. Apolo rogó por su hijo, quitó hierro al asunto y consiguió que su vástago terminara en el Olimpo venerado como dios.

Asclepio recibió su principal culto en el santuario de Epidauro, en cuyo recinto se estableció un oráculo médico que combinaba medicina experimental, veneración y ciertas dosis de magia. Entre los hallazgos más importantes del santuario se puede citar una colección de inscripciones que detallan los milagros del hombre-dios, inscripciones que reciben el nombre de iamata. Una de ellas reza así:

Un hombre con un absceso en su vientre. Este hombre, mientras dormía en el templo, tuvo un sueño. Le pareció que el dios ordenaba a sus asistentes que cogieran y alzaran al hombre de manera que él pudiera abrir su vientre; él trató de escapar pero lo agarraron y lo ataron a una aldaba. Entonces Asclepio abrió su vientre, eliminó el absceso y lo liberó de sus ataduras. Después de lo cual salió sano pero el suelo del santuario estaba lleno de sangre (IG IV2 1 nos. 121-122).

Además de estas inscripciones, en los santuarios se colgaban exvotos para propiciar o para agradecer las curaciones y oráculos, muchos de los cuales se han conservado por ser de cerámica o piedra (pintura en madera, por ejemplo, lamentablemente no conservamos ninguna).
 
  1. Trofonio.
El oscuro héroe Trofonio procedía de Lebadea. Entre otras genealogías, se dijo que era hijo de Apolo., que le habría pagado con una muerte joven cuando construyó uno de sus templos en Delfos. El caso es que Pausanias describe el oráculo junto a Lebadea, situado en una escarpada garganta de la que surge una fuente cuyo frontal estuvo adornado con hornacinas que adornaban la cueva de la adivinación. Sobre el funcionamiento dice Pausanias:

En el oráculo sucede los siguiente: cuando un hombre decide bajar al santuario de Trofonio, en primer lugar vive un número determinado de días en un edificio que está consagrado al Buen Demon y a la Buena Tique, y, mientras vive allí, hace las purificaciones, se mantiene apartado de baños calientes, y se bala sólo en el río Hercina. Tiene carne abundante de los sacrificios, pues el que baja hace sacrificios a Trofonio y a los hijos de Trofonio, y además a Apolo… El oráculo está más arriba del bosque sagrado en la montaña. Alrededor, en del círculo, hay un zócalo blanco, cuya circunferencia es como la más pequeña era… Pues bien, el que baja se tiende en el suelo mientras sostiene en la mano dos panes de cebada amasados con miel, pone primero los pies en el agujero y avanza, esforzándose para que sus rodillas queden dentro del agujero. El resto del cuerpo es atraído en seguida y corre tras las rodillas como el más grande y más veloz de los ríos cubriría a un hombre llevado por un remolino., A partir de aquí, los que han entrado en el santuario no tienen un mismo modo de aprender lo que va a suceder, sino que uno ve y otro escucha. Los que han bajado pueden volver atrás por la misma entrada, también con los pies por delante (Pausanias IX 39, traducción de M. C. Herrero Ingelmo).
 
Saludos cordiales.
 
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Domingo, 28 de Febrero 2021

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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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