CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Notas

Un repaso a la vigencia que la Ley de Moisés tuvo y a cuándo y por qué se aplicó como norma para la vida judía ofrece resultados verdaderamente sorprendentes. Nuevos estudios han llegado a conclusiones que enriquecen nuestro conocimiento sobre el judaísmo y coinciden en retrasar notablemente su aparición y confirmación.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


Baño ritual en Magdala, s. I.
Baño ritual en Magdala, s. I.
Un artículo recién publicado en la Biblical Archaeological Review, en su número de este invierno, firmado por Yonatan Adler, profesor de la Ariel University, presenta brevemente las conclusiones de su libro The Origins of Judaism: An Archaeological-Historical Reappraisal (2022).

El libro (que aún no he leído) promete una exhaustividad y un rigor dignos de elogio en una materia tan problemática como definir los orígenes del judaísmo. Si ya la percepción del politeísmo judío se va extendiendo poco a poco gracias a los hallazgos arqueológicos de los últimos cincuenta años, y al nuevo estudio que obligan a hacer los mismos de los antiguos textos bíblicos, un pormenor de tanta enjundia como la Ley de Moisés (imposible hallar un documento que se acerque a su supuesta antigüedad) requería nuevas atenciones.

En cuanto al registro bíblico sobre la primera aplicación de la Ley, Adler considera que la narración de Esdras 7, 1-26 es cuando menos dudosa. El texto informa de que el escriba Esdras fue enviado a Jerusalén por Artajerjes, el rey de Persia, con la misión de hacer cumplir los preceptos de Moisés entre los habitantes de Yehud (nombre persa para la antigua Judá). En Nehemías 5 se cuenta cómo Esdras leyó, comentó y enseñó la Ley.
Pero Adler observa dos problemas en este relato: a) la propia Biblia concede muy poco éxito, y efímero, a Esdras (Nehemías 13, 25-30); b) no es nada fácil deducir de los textos bíblicos qué comportamiento mantenía la población en general (ya hemos aludido al politeísmo).

Dado que la principal fuente de información hasta la fecha resulta controvertida, Adler propone una alternativa sencilla y ahora mismo a mano: a) buscar referencias en textos ajenos a la Biblia del uso de la Ley; b) buscar restos arqueológicos del uso de la Ley.
En la literatura extrabíblica sólo tenemos referencias a la aplicación de la Ley entre los judíos desde el siglo I a. C. Concretamente una referencia de pasada de Plutarco en su Vida de Cicerón, cuando hace decir a éste un juego de palabras a propósito de un supuesto judío que evita el cerdo (Plutarco, Cicerón 7, 5-6) y algunos pasajes de Flavio Josefo hablan de gobernadores romanos que, aquí y allá, se refieren a las prácticas judías. Pero nada anterior.

Si nos centramos en la ausencia de huesos de cerdo, la cuestión es aún más delicada, pues sólo podemos encontrar evidencias a partir de Filón de Alejandría, Nuevo Testamento y Flavio Josefo, es decir, el s. I d. C. Los hallazgos arqueológicos son sorprendentes, pues durante el siglo VIII se consumía abundantemente en Israel pero no en Judá, Filiste o cananeos más al norte, es decir, nada exclusivo.

En cuanto a las normas de pureza ritual, una buena medida para estudiar el caso son los llamados mikbaot o baños rituales, que son muy frecuentes desde finales del siglo II a. C. en Judea pero inexistentes antes de esa fecha. En cuanto a la vajilla determinada por estas leyes, también encontramos la fecha de su aparición a finales del s. II a. C.

En cuanto a otras marcas materiales sobre el uso de la Ley, las filacterias o tefilim, aparecen en Qumran también hacia el 125 a. C., como ocurre con las mezuzot, los cartuchos con un texto de la Ley incorporados a las jambas de las puertas.

A propósito de la prohibición de hacer imágenes de animales u hombres, incluso de Yahvé, tenemos material con estas representaciones hasta mitad del s. II a. C.  Así, tenemos una moneda con un cierto sacerdote Yohanan de época persa; incluso hay una moneda persa que representa a Yahvé sentado en su trono. A partir nuevamente de esa fecha, no hay rastro de ellas, pues son sustituidas por motivos florales o largos textos.

Se han planteado algunas ideas de por qué es esta fecha (hacia 125 a. C.) la que parece imponerse según los datos. Lo primero que se piensa es que, en realidad, la Ley no tuvo vigencia real y extensiva hasta entonces. Después se busca un contexto histórico que facilitara su imposición. Se supone que los reyes Tolomeos, que impusieron tribunales diferentes para griegos y pueblos conquistados en las diversas zonas que abarcaban, llevaron a profundizar en el caso judío en las costumbres que los exiliados en Babilonia habían exacerbado. Por otra parte, la independencia de Judá como reino macabeo a partir del año 167 sin duda permitió que la Ley fuera sentida como propia y necesaria. E incluso se propone que fueron los reyes Asmoneos los que realmente impulsaron la aplicación de la Torah. En este sentido, el propio Adler apunta que quizá los Asmoneos encontraron en la Ley una forma de ratificar la antigüedad de su apuesta nacional (una justificación de su independencia) y un medio de conseguir una mayor realidad para su poder: al adoptar el Pentateuco como fundamento formal, legal y constitucional del nuevo y emergente reino asmoneo, los reyes habrían logrado ofrecer a su pueblo una idea unificadora. En ese momento habría nacido el judaísmo.
 
Sobre el politeísmo en Israel y Judá, dos entrevistas del canal Fe hebrea en contexto:

https://www.youtube.com/watch?v=Lzx_AU_qfBE

https://www.youtube.com/watch?v=sakRguSZBEg
 
 
Saludos cordiales.

Domingo, 11 de Diciembre 2022

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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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