Notas
No creo que exista ninguna “tradición “prepascual” de los dichos y hechos de Jesús
(2-05-2023) Escribe Antonio Piñero En las últimas postales he insistido en la idea de que S. Guijarro, para fundamentar su idea nuclear de que la tradición se los dichos y hechos de Jesús es fundamentalmente fiable y correcta, sostiene que esa “tradición” tuvo un largo recorrido: había empezado en la vida misma del Maestro. Y no solo eso: “La peculiar relación que Jesús estableció con sus discípulos no solo hace plausible la existencia de una tradición prepascual, sino que en cierto modo a exige” (p. 127 de su obra “Los Cuatro Evangelios. Edit. Sígueme, 4ª edic. de 2021). Por el contrario, yo sostengo que un maestro como Jesús que creía en un fin del mundo presente inmediato, es decir, de meses o pocos años –de cualquier modo antes de que hubiera pasado la generación que era la suya (Mt 23,36; 24,34: “No pasará esta generación hasta que todo esto se cumpla”)–, no pudo haber suscitado una verdadera tradición, sino solo “recuerdos” más o menos fieles. Y he argumentado que cuando una persona amada y respetada muere, los recuerdos se hacen selectivos y normalmente se recuerda lo bueno y positivo, y no lo de algún modo deficiente o negativo. Para probar la existencia de esta tradición sobre Jesús durante su ministerio público como profeta, Guijarro apela a la idea de que Jesús fue un maestro tan extraordinario que causó un impacto muy grande en su seguidores. Estoy totalmente de acuerdo, sin duda. ¿En qué era extraordinario Jesús como maestro? Guijarro señala lo siguiente: 1. Jesús no hablaba de forma improvisada, sino que cuidadosamente elaboraba sus discursos para facilitar su memorización (algo vital en una sociedad sobre todo oral): pp. 127-128. 2. La mayoría de las sentencias de Jesús son sentencias breves y rítmicas, que recurren al paralelismo o la repetición (ejemplo Mc 10,44: el que quiera ser el más importante se haga escavo de todos”), lo que facilita igualmente el recuerdo. 3. Jesús utilizaba símiles, comparaciones y parábolas. De este modo el oyente, aunque cambiara algún dato menor, recordaría el esquema de la parábola y la reproduciría en lo esencial. 4. Las acciones de Jesús eran fáciles de recordar. Ejemplos: a) comidas con los pecadores, cosa que evitaban los fariseos más estrictos: Mc 2,15-18; expulsión de los mercaderes en el Templo (Mc 11,15-17); la maldición de la higuera (Mc 11, 24). 5. Las sanaciones y exorcismos fueron reconocidos como verdaderos incluso por sus enemigos, aunque lo achacaran a un pacto con el Príncipe de los demonios o mantuvieran que Jesús los había realizado de forma inadecuada (ejemplos Mc 3,1-6; 3,22; Lc 11,15) Es claro, pues, que Jesús era un maestro y que así fue reconocido por muchos de su tiempo como tal. La gente lo llamaba “maestro” (Mc 3,38; 10,17), y reconocían que poseía “auctoritas”, aunque sus enemigos cuestionaran cuál era el origen de tal autoridad (si de Dios o del Diablo: Mc 1,21-22; 11,27). Ahora bien, observen cómo a la hora de calificar este modo de hablar o de actuar de Jesús, impresionante para las gentes, Guijarro afirma continuamente que lo importante es el recuerdo, naturalmente personal, no para contárselo a otros, salvo ocasiones particulares: a) “Los recursos (retóricos) de Jesús eran propios de la poesía oral y esta se recitaba de memoria b) “Tales recursos facilitaban la memorización de sus enseñanzas”; c) El tono paradójico de sus muchos de sus dichos “hacía más fácil su memorización”; d) Las parábolas son las secciones de los evangelios que conducen a una “más fácil memorización”; e) “Las acciones de Jesús eran fáciles de recordar”; f) Sus gestos proféticos tenían una forma plástica y llamativa, la cual facilitaba mucho su memorización”; g) Las sanaciones y exorcismos “habrían sido fácilmente recordados”; h) El vivo interés por lo extraordinario en el mundo antiguo… creaba un clima adecuado para que las acciones portentosas de Jesús (sanaciones y exorcismos) fueran recordadas, y no solo entre sus discípulos, sino también entre sus adversarios. Todo esto en la p. 128: 8 veces habla Guijarro de memorización y recuerdo… nunca de tradición. Y en la p. siguiente, 129 sigue afirmando: · Al ser Jesús un maestro “sus palabras y acciones serían fáciles de recordar”; “el recuerdo de sus enseñanzas”; Jesús quiso transmitir un mensaje de forma que sus seguidores “pudieran (fácilmente) retenerlo”: tres ves se menciona el recuerdo. Pues bien, apoyándome en las palabras mismas de S. Guijarro y en lo que sabemos del Jesús histórico mi argumento sigue en pie: Concedo con gusto, ciertamente, que el ministerio de Jesús supuso para él un esfuerzo para que sus palabras y acciones fueran recordadas. Sin duda alguna, el buen recuerdo ayudaría a que la transmisión futura de dichos o acciones fuera más fidedigna que el mal o débil recuerdo. Pero eso no significa en absoluto que tales recuerdos estuvieran destinados por parte de Jesús a formar una tradición para ser repetida y una vez por sus seguidores una vez muerto. No hay tal. El Jesús histórico no contemplaba esa posibilidad. Entre el virtuosismo real y efectivo de Jesús, como maestro de buenísima retórica, y la formación de una verdadera tradición media nada menos que la su desaparición por una muerte cruel e ignominiosa, el que no se hubiera encontrado su cadáver, y posteriormente la creencia firme en su resurrección y en las apariciones. En mi opinión, Jesús nunca tuvo intención de que sus palabras fueran recordadas como tal en el futuro, ya que –según su doctrina repetida una y otra vez– se habría implantado el reino de Dios a pesar de su previsible muerte, un reino el que –según los profetas– habrían cambiado los corazones de los israelitas. Todos, niños y mayores, cumplirían la ley de Dios de una manera casi espontánea debido a ese cambio mental producido por la llegada del Reino. Este panorama cambia radicalmente la necesidad del recuerdo. Insisto en que –en la perspectiva del Jesús histórico– ya no sería necesario en el reino de Dios ninguna admonición profética para obrar bien. Pero, tras morir Jesús y retrasarse su segunda venida y consecuentemente el Reino, al cambiar todo el panorama; el recuerdo de lo que hizo Jesús en su ministerio público se hace ya verdadera tradición para enseñar a generaciones futuras hasta que viniera realmente el reino de Dios. Y aquí conviene repetir que el recuerdo se hace selectivo, magnificante e idealizante porque el Maestro había muerto. Jesús resulta, pues, tras su muerte, idealizado y magnificado. Sus recuerdos se convierten en tradición solo después de su muerte y por e retraso de su segunda venida (parusía) y la consiguiente llegada del Reino. Solo digo esto, y ya es bastante. Creo que mi argumento es suficientemente sólido. Saludos cordiales de Antonio Piñero NOTA: un enlace: https://open.spotify.com/episode/4rj8nyEvpJGytM2IiVjzM6 Se trata de una entrevista sobre el tema “La creación desde la nada y la Biblia, que por el momento es un podcast disponible en Anchor, Spotify, Google Podcasts, Amazon Music y Apple Podcasts.
Martes, 2 de Mayo 2023
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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