CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

16-05-2023


“El Diablo en tierras de Canaán”
 
 
Escribe Antonio Piñero
 
Me propongo hacer una serie de unas 12 “postales” para desarrollar el tema de los diablos en la fe judeocristiana, sobre el que me han preguntado muchas veces.
 
El mundo cananeo, al que pertenecían los hebreos (aunque la Biblia diga que viniendo de lejos… zonas de Siria y Mesopotamia se asentaron en ella) hoy ocuparía grosso modo una buena parte de Palestina, Fenicia y parte de Siria. Este ámbito semítico creía firmemente en la existencia de demonios, y la prueba está en que los textos descubiertos durante el siglo XIX de Ugarit, en Canaán, que se van traduciendo poco a poco, nos hablan de multitud de prácticas mágicas muy desarrolladas para defenderse de ellos; es decir, había en Canaán (insisto: también es el mundo hebreo antiguo) un catálogo de exorcismos y conjuros contra los demonios maléficos.
 
Pero no conocemos bien los diablos del mundo cananeo. Sin embargo, pensamos, que se reflejan de algún modo en los seres maléficos del folclore hebreo antiguo que debió de asumirlos porque pertenecían a su cultura. En efecto, leyendo con cuidado la Biblia hebrea, y a pesar de que en el culto israelita no existía de modo oficial ninguna prescripción para defenderse de los demonios ni se habían compuesto oraciones para suplicar a Yahvé que protegiera al pueblo ante sus ataques, caemos en la cuenta de que los hebreos creían en la existencia de variados seres o genios maléficos.
 
En Levítico 17 se nos dice que los israelitas durante la travesía del desierto ofrecían sacrificios a los seirim ("los peludos"), una suerte de seres peligrosos que vivían entre las arenas o las ruinas.
 
También creían los primitivos judíos que por la noche circulaba una diablesa peligrosa, llamada Lilit, emparentada sin duda con el demonio babilónico Lilitu, el "Nocturno", dios también de las tormentas.
 
En Deuteronomio (en conjunto y eliminados los arreglos “modernos”, de los siglos VI y V a. C., quizás el más antiguo del Pentateuco = los 5 primeros libros de la Biblia)  32,17 prohíbe el legislador que los israelitas den culto a los shedim, vocablo que a falta de mayor precisión se traduce por "demonios" en general. Se piensa hoy que estos shedim serían en principio los ayudantes o el cortejo de dios secundario, porque el vocablo es el plural del dios Shedu del panteón babilónico, una especie de divinidad en forma de toro que unas veces aparece como genio benéfico y otras como maléfico. El nombre de shedu se relaciona con la raíz shud ‘ser fuerte’; pero como en hebreo el verbo shadad significa ‘devastar’, para los judíos los shedim serían “los espíritus ‘devastadores’ por antonomasia”.
 
También en los desiertos moraban otros genios maléficos, llamados iyyim o tsiyyim (“los sedientos”), que según la imaginación popular debían de tener forma de chacales o gatos salvajes.
 
Según Génesis 4,7 existía un demonio llamado robets (relacionado con el rabitsu babilonio "el agazapado") que atacaba a los hombres y que en concreto fue el que incitó a Caín a matar a su hermano.
 
Por Levítico 16,17s sabemos que todo el pueblo creía en la existencia de un demonio poderoso, llamado Azazel, que habitaba en el desierto, y al que eran enviados los pecados del pueblo el gran día de la purificación, pecados introducidos dentro del cuerpo de un macho cabrío gracias a un acto mágico, la imposición de las manos del Sumo Sacerdote.
 
Así que el mundo primitivo cananeo tenía multitud de demonios, pero en esos tiempos remotos no se veía una estructura organizada, ni un “jefe” que ejerciera el control sobre todos ellos.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com

NOTA:

Enlace a una larga entrevista, el canal "Fe  Hebrea" dividida en dos partes:
 
Santiago la iglesia de Jerusalén:
 
https://youtu.be/KKut5h60iVc
 
Los otros cristianismos:
 
https://youtu.be/OEzGxKE1YBs
 

Martes, 16 de Mayo 2023

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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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