CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
El libro del Génesis “liberado”
Escribe Antonio Piñero
 
La ficha completa del libro que deseo presentar hoy es: Editorial Blackie Books. 336 págs. 17X24; Cartoné, ISBN: 978-84-18733-38-3. Precio 27,90. Traductor y elección de comentarios: Javier Alonso López y el equipo editorial.
 
Me parece una idea muy buena de la Editorial Blackie Books publicar textos de gran impacto cultural, con una cuidada traducción por un especialista y con comentarios breves pero contundentes que ayudan muchísimo al encuadre sociológico e histórico de la época en la que se compuso el texto que se edita y que aclaran conceptos básicos desde el punto de vista de la crítica literaria e histórica. Las versiones se procuran fieles, las ilustraciones se seleccionan con gran cuidado y los comentarios son accesibles al público, claras y sencillas, pero puestas al día en cuanto a la investigación. En lo que respecta al Génesis esto es muy importante, porque la cantidad de versiones, estudios parciales o generales comentarios es absolutamente inmensa. La idea de ofrecer una versión liberada del Génesis, es muy buena.
 
El Génesis es probablemente el libro más editado, traducido y comentado de la Biblia, y probablemente, por ello de la humanidad. Su impacto ha sido enorme y lo sigue siendo, pues hay gentes que aún creen casi al pie de la letra que en ese libro se hallan las líneas maestras de la existencia de la divinidad, de la creación del universo y del ser humano como rey, dueño y señor de él. También es importante porque pone los cimientos del comportamiento sociológico negativo entre varón y mujer destacando con calidad la superioridad del varón sobre la fémina… pese lo que le pese a la inmensa mayoría de lectores hoy día.
 
Una lectura, por tanto, libre de pre-juicios de orden teológico es bienvenida. La publicidad de la Editorial afirma que la serie de clásicos que pretende traducir para liberarlos de ataduras sociológicas es muy grande, y sostiene que los comentarios que acompañan a los libros “liberados” –hago hincapié en ello– seguirán una línea que es válida para toda la serie. Los textos al margen o al final que acompañan al Génesis liberado, no son extractos que proceden voluntaria y libremente de manos distintas (con opiniones también distintas), sino que son textos escogidos, seleccionados cuidadosamente por el propio traductor y por el equipo que lo rodea con una intención didáctica clara. Bastantes de ellos son comentarios propios del traductor.
 
Estimo, pues, que la labor del traductor es, al menos en este libro, más amplia que la mera traducción. Por tanto, el lector debe tener en cuenta que todo el producto para la lectura que le ofrece este libro –aunque sea de autores diversos– procede también en último de su decisión que los incorpora a su comentario junto con otros propuestos por el equipo editorial que le rodea. No hay azar en la elección. Al asumir ideas ajenas, declarándolas como tales, se hacen propias en primer lugar del que hace la versión.
 
En el caso del Génesis los comentarios escogidos por el traductor, de índole filológica e histórica, están sobre todo al principio del libro, y son muy pertinentes. El traductor ha añadido también un índice personajes al final.  Por cierto: adoptaría la lectura Henoc para el personaje de Génesis 5,24, importantísimo para la cuestión posterior, judeocristiana del “Hijo del Hombre”. La transcripción con /h/ es más acorde con la tradición hispánica, no con la inglesa, in /h/ y con la del hebreo. De hecho la transcripción Henoc es la adoptada por la serie “Apócrifos del Antiguo Testamento”, la única que existe en español digna de ser considerada científica.
 
Una sugerencia: de acuerdo con el examen del vocablo hebreo baráh realizada por Gregorio del Olmo, palabra que normalmente se traduce por “creó (Dios)”, habría que corregir la idea de “creación” (griego epoíesen) introducida por la versión de los Setenta Intérpretes, y pensarla mejor como “dio forma”. Con otras palabras, si el sentido de baráh es “dar forma” y no “crear”, la divinidad no habría creado de la nada, sino que “solo” habría dado forma a una materia preexistente, pero que era un absoluto caos.  Por tanto, repito, si esta interpretación de Gregorio del Olmo fuera correcta, la idea de “creatio ex nihilo” (“creación a partir de la nada”) fue introducida por los judíos de lengua materna griega, que empezaron allá por el 270 a. C. a traducir al griego su libro más preciado el Génesis. De este modo los judíos helenísticos se oponían a la noción griega de que la materia es eterna, lo cual podría ser una competencia a la eternidad única y absoluta del Dios único.
 
Con esta interpretación del hebreo baráh, los judíos helenísticos quisieron acabar probablemente con una idea judía de la materia primordial que podría ser demasiado próxima, a su entender, a la de los griegos: la materia es eterna, pero caótica, la divinidad solo le otorga una forma que es productiva para generar el universo actual. Así pues, el pensamiento hebreo primitivo, alterado por la traducción al griego, no era la creación a partir de la nada, sino la mera “formación ordenante” de una materia, caótica, preexistente y eterna.
 
Y si fuera así, una concepción de la materia como eterna hubiese sido desde la antigüedad, por un lado, muy spinoziana y por otro, muy acorde con la interpretación del cosmos actual que tiene como trasfondo igualmente la idea de que la materia es eterna y subsistente. Ahora bien, al traducir el verbo hebreo baráh por “hizo” o “creó” los judíos helenísticos solo quisieron resaltar la omnipotencia del Dios único, que ya en el siglo III a. C. estaba muy bien formada en la mentalidad de los judíos piadosos. Fueron, pues, esos traductores quienes inventaron la “creación desde la nada”, no el pensamiento hebreo antiguo.
 
Debo insistir, volviendo a nuestro Génesis liberado en que los apuntes al margen y los textos al final ayudan a la comprensión de los lectores. En concreto, en el caso del Génesis, es fácil de imaginar que tales lectores han sentido inmensa curiosidad desde siempre por un texto que les lleva a los orígenes del mundo y de su especie. Por poner un ejemplo: les señala cómo la divinidad es compleja: el uso del plural Elohim, literalmente “dioses”, le revela cómo lo que se cuenta en los inicios del universo procede de una época muy, muy arcaica de la historia de Israel –una rama de los cananeos, semitas, que habitaban el Medio Oriente fértil desde el Mediterráneo hasta Mesopotamia– que participa también de otras culturas, como la sumeria.  
 
Otros comentarios –producto de esa actividad de equipo en la que participa también el traductor– destacan la claridad del texto genesíaco, la rapidez de la acción, el interés de las historias de los personajes principales, todo lo cual le conduce a leerlo compulsivamente. Las peripecias, crímenes y avatares de los actores de esa historia, el desarrollo de las diversas naciones, el relato de la elección en un pueblo entre otros es iluminadora del deseo de todo ser humano de ser él el propietario de todo. El Génesis es, pues, un libro inspirador, y su lectura proporciona una y otra vez un gran placer, aunque se sepa que el contenido es mítico, legendario.
 
Personalmente me han gustado tanto las ilustraciones como los comentarios y los textos elegidos, de uno u otro signo, para dar sentido a las cuestiones fundamentales que aborda el Génesis. Así que recomiendo la degustación de este, su lectura pausada y la contemplación de sus imágenes. El conjunto nos traslada desde el racionalismo y escepticismo de nuestro siglo XXI a un mundo más imaginativo y poético que si bien no nos ofrece soluciones a tenor de la ciencia de hoy día sí nos deleita con las perspectivas, ingenuas y cautivadoras de nuestros antepasados. Un viaje hacia atrás de –a menudo– unos tres mil años.
 
Enhorabuena a la editorial y al traductor / comentarista.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
https://www.trotta.es/   “Los libros del Nuevo Testamento”.
 

Jueves, 4 de Noviembre 2021

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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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