CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Friedrich Nietzsche y el Pablo de Tarso verdadero. “Compartir” (268) de 6 de septiembre 2018. Preguntas y respuestas.
Hoy escribe Antonio Piñero
  
Foto: Friedrich Nietzsche
 
 
PREGUNTA:
 
 Usted como conocedor de Pablo de Tarso y del cristianismo primitivo ¿Cómo considera la valoración que hace de él Friedrich Nietzsche, sobre todo a la luz de su obra "El Anticristo?
 
 
Esto lo pregunto porque estaba leyendo la obra de Hans Küng "Grandes Pensadores Cristianos" y él hace una contraposición entre lo que podríamos  llamar el verdadero Pablo de Tarso y la crítica que le hace Nietzsche. Pero desde luego, Küng, aunque muy encumbrado pensador, sigue siendo teólogo y esta situación podría, a mi parecer, sesgar de alguna manera su visión. Por eso me gustaría conocerla de usted que conoce a Pablo desde una visión histórico -crítico que no necesita preocuparse  en sostener  posiciones dogmáticas.
 
 
RESPUESTA:
 
 
Ante todo, y para que se enteren todos bien, transcribo los dos o tres párrafos en los que, si no me equivoco, Nietzsche critica expresamente a Pablo entre un magma grande de críticas a los evangelios y al cristianismo primitivo en general. Son los siguientes:
 
 
Cap. 42   
 
 
A la buena nueva siguió de cerca la pésima nueva: la de Pablo. En Pablo se encarna el tipo opuesto al de buen mensajero, el genio del odio, de la inexorable lógica del odio. ¿Qué ha sacrificado al odio este disangelista? Ante todo, el redentor: le clavó en la cruz. La vida, el ejemplo, la doctrina, la muerte, el sentido y el derecho de todo el Evangelio, nada existió ya cuando este monedero falso, movido por el odio, comprendió qué era lo que únicamente necesitaba. ¡No la realidad, no la verdad histórica! Y una vez más el instinto sacerdotal de los hebreos cometió el mismo gran delito contra la Historia: borró simplemente el ayer, el antes de ayer del cristianismo: inventó por si una historia del primer cristianismo. Aún más: fabricó una vez más la historia de Israel, para que apareciera como la prehistoria de su obra: todos los profetas pan hablado de ese redentor... La Iglesia falsificó más tarde hasta la historia de la Humanidad, haciendo de ella la prehistoria del cristianismo... El tipo del redentor, su doctrina, su práctica, su muerte, el sentido de la muerte, hasta lo que sucede después de la muerte, nada permaneció intacto, nada permaneció ni siquiera semejante a la realidad.
 
 
Lo que hizo Pablo fue simplemente transferir el centro de gravedad de toda aquella existencia detrás de tal existencia, en la mentira del Jesús resucitado. En el fondo, tuvo necesidad de la muerte en la Cruz y de algo más... Crecer sincero a Pablo, que tenía su patria en la sede principal de la luminosa filosofía estoica, cuando con una alucinación se dispone la prueba de la supervivencia del redentor, o bien prestar fe a su relación de haber él mismo tenido esta alucinación, sería, por parte de un filósofo, una verdadera necedad: Pablo quiere el fin, por consiguiente, quiere los medios... Lo que él mismo no creía, lo creyeron los idiotas entre los cuales sembró él su doctrina. Su necesidad era el poder: con Pablo, el sacerdote quiere una vez más el poder; sólo podía servirse de ideas, teorías, símbolos con los que se tiraniza a las masas y se forman los rebaños. ¿Qué es lo que Mahoma únicamente tomó a préstamo, más tarde, del cristianismo? La invención de Pablo, su medio para llegar a la tiranía del sacerdote: la creencia en la inmortalidad, o sea la doctrina del juicio... 
 
 
Cap. 43   
 
 
Si se coloca el centro de gravedad de la vida no en la vida, sino en el más allá – en la nada –, se ha arrebatado el centro de gravedad a la vida en general. La gran mentira de la inmortalidad personal destruye toda razón, toda naturaleza en el instinto; todo lo que en los instintos es benéfico, favorable a la vida; todo lo que garantiza el porvenir despierta desde entonces desconfianza. Vivir de modo que la vida no tenga ningún sentido, es ahora el sentido de la vida... ¿A qué fin solidaridad, a qué fin gratitud por el origen y por los antepasados, a que fin colaborar con confianza, promover y proponerse un bien común?... 
 
 
Cap. 47 
 
 
Lo que nos distingue no es el hecho de que no encontramos a Dios ni en la historia, ni en la naturaleza, ni detrás de la naturaleza, sino el hecho de que consideramos lo que se oculta bajo el nombre de Dios, no como divino, sino como miserable, absurdo, nocivo; no sólo como error, sino como delito contra la vida... Nosotros negamos a Dios en cuanto Dios... Si se nos demostrase este Dios de los cristianos, creeríamos aún menos en él. Para expresarnos con una fórmula: Deus, qualem Paulus creavit, dei negatio. Una religión como el cristianismo, que en ningún punto se encuentra en contacto con la realidad, que se quiebra en cuanto la verdad adquiere sus derechos aun en un solo punto, debe naturalmente ser enemiga mortal de la sabiduría del mundo, o sea de la ciencia; debe aprobar todos los medios con que la disciplina del espíritu, la pureza y la serenidad en los casos de conciencia del espíritu, la noble frialdad y libertad del espíritu pueden ser envenenadas, calumniadas, difamadas. La fe como imperativo es el veto contra la ciencia; en la práctica es la mentira a toda costa... Pablo comprendió que la mentira – que la fe – es necesaria; a su vez la Iglesia, más tarde, comprendió a Pablo. Aquel Dios que Pablo se inventó, un Dios que desacredita la sabiduría del mundo (o en sentido estricto, los dos grandes adversarios de toda superstición: la filología y la medicina), no es en realidad mas que la resuelta decisión de Pablo de llamar Dios a su propia voluntad, la Thora; esto es Judaico, Pablo quiere desacreditar la sabiduría del mundo: sus enemigos son los buenos filólogos y los médicos de la escuela alejandrina; a éstos les hace la guerra. En realidad, no se es filólogo y médico sin ser al mismo tiempo anticristiano. Porque en calidad de filólogos se mira detrás de los libros santos, y en calidad de médicos sé ve detrás del cristiano típico la degeneración psicológica. El médico dice: Incurable; el filólogo dice: Charlatanería.  
 
 
Cap. 62 
 
Con esto he llegado al fin y expreso mi juicio. Yo condeno el cristianismo, yo elevo contra la Iglesia cristiana la más terrible de todas las acusaciones que jamás lanzó un acusador. Para mi, es la más grande de todas las corrupciones imaginables, tuvo la voluntad de la última corrupción imaginable.    
 
 
Y ahora mi respuesta en sí
 
 
A la luz de estos textos, puedo ya responder:
 
 
A) Tiene razón Hans Küng que entre la intelección de Pablo por parte de Nietzsche, y algunos que otros miembros de la ilustración radical alemana, y la que tenemos hoy de este personaje, o incluso la que han mantenido grandes teólogos hasta 1970, hay un mundo. Se está en dos estratos muy deferentes de pensamiento, y apenas hay nivel igual para mantener una discusión: son intelecciones radicalmente distintas. Y Nietzsche no entiende  Pablo de una manera historicista, sino que hace sobre él una proyección del cristianismo en su conjunto.
 
 
 
B) Pero, además, como escribo en mi obra “Guía para entender a Pablo”, Trotta, Madrid 2015, desde más/menos 1970 se han renovado profundamente los estudios sobre Pablo, lo que supone que ahora lo vemos con mucho mayor claridad no como un pensador meramente “cristiano” (¡ni siquiera había cristianismo en el momento en el que escribe sus cartas!), sino con un pensador judío de su época. Además yo insisto continuamente y obtengo las consecuencias en que Pablo es un pensador judío, sí, pero a la vez profundamente helénico, cosa que olvidan algunos investigadores judíos sobre el Apóstol en la actualidad.
 
 
 
C) Ahora bien, Küng no está en está en la onda presente, sino que  critica a Nietzsche desde unas perspectivas que también están un tanto sobrepasadas por la investigación actual. Hay que repensar de nuevo el pensamiento de Pablo y consecuentemente criticar a Nietzsche desde otra perspectiva. Y eso no está hecho.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
 

Jueves, 6 de Septiembre 2018

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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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