Notas
Escribe Antonio Piñero
Como indica el título de esta postal, hay gentes que opinan que la tradición ha recogido en Evangelios datados en el siglo II por la inmensa mayoría de la investigación independiente como son el Evangelio gnóstico de Tomás o el Evangelio de María Magdalena (que no está entre los documentos de Nag Hammadi, pero que en la edición española se edita junto con estos ya que son te época y tenor muy parecidos En contra de lo que afirman diversas personas, probablemente con más afición que sustrato de largos años de estudio, que ninguna parte del Evangelio de María procede del siglo I. Y respecto al Evangelio de Tomás gnóstico, al estar formado prácticamente todo él de “dichos de Jesús”, he afirmado que la mayoría de la investigación independiente se inclina por considerar que puede tener reminiscencias de algún dicho de Jesús, transmitido por la tradición oral, y que no está recogido por los Evangelios canónicos. Pero nada más. Sin poder afirmar que sea anterior a los Sinópticos. En concreto el más probable de pertenecer a este grupo de posibles sentencias auténticas de Jesús de tradición no recogida en los Evangelios Sinópticos es el dicho 82 del Evangelio de Tomás: “Jesús dijo: El que está cerca de mí, está cerca del fuego y el que está lejos de mí, está lejos del Reino”. Podría ser auténtico. Y significaría que parte del mensaje de Jesús, actuando como fuego o como espada, produce división en las familias. Unos lo reciben y otros no. Ahora bien, creo que este dicho no añade nada sustancial a lo que sabemos ya del Jesús histórico por la vía del análisis crítico de los cuatro evangelios canónicos, a saber que el mensaje de Jesús es como un fuego que debe prender en toda la tierra, a pesar de que pueda ser un factor de división en el pueblo. Un pasaje parecido es el texto de Mateo 3,11: “Él (Jesús) os bautizará en espíritu santo y fuego”, puesto en boca de Juan Bautista es muy probablemente no atribuible históricamente a este. En el comentario a Mateo en Los Libros del Nuevo Testamento nada hay sobre esta sentencia, pero sí es comentada en Lucas 3,16: Jesús como juez escatológico, del final, bautizará en Espíritu Santo y fuego (3,16), es decir admitirá o no en su grupo a aquellos que estén purificados por la recepción del mensaje de Jesús a exhorta al arrepentimiento. En mi comentario a “con Espíritu Santo y fuego” en este pasaje del Evangelio de Lucas remito a Mc 1,8 (inmediatamente antes del bautizo de Jesús). Es posible que en esta parte del Nuevo Testamento no haya distinción alguna entre «espíritu» y «fuego». Así en Hechos 2,1-17 (efusión del Espíritu…, viento impetuoso…, lenguas de fuego sobre cada uno de los apóstoles). Quizás se refiera a esta efusión el Evangelio de Tomás gnóstico, dicho 82: «Jesús dijo: “Quien está cerca de mí está cerca del fuego. Y quien está lejos de mí está lejos del Reino”». El bautismo cristiano posterior tiene también el rito de la imposición de las manos como signo de la recepción del Espíritu. En Marcos 9,49-50 encontramos un dicho de Jesús relacionado con el fuego: “Pues todo será salado por el fuego. La sal es buena; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y vivid en paz entre vosotros”. Estimo que este sentencia proviene muy probablemente de Jesús, pero que es difícil de interpretar porque la sal significaba, en el judaísmo de su tiempo, vida (lo contrario a putrefacción) o sabiduría, o «chispa» y gracia humanas, mientras que el fuego es negativo, destructivo. Aclarar esta unión en el pensamiento de Jesús es puramente hipotético. La solución puede venir de la idea de que Jesús tuviera en mente Lv 2,13: «Sazonarás con sal toda oblación que ofrezcas», donde se supone que hay también fuego, como conviene a todo sacrificio. Y como los sacrificios iban destinados a la purificación del Templo (y solo indirectamente a la del pecador) por la mancha producida por el pecado, Jesús pudo pensar que toda mala acción de los justos (oblación unida a la sal) sería purificada por el fuego. Sería en este caso una purificación transitoria, ya fuera de los justos en la vida terrena, o en el más allá, como se opinaba en el judaísmo de la época, por ejemplo, en el «estadio intermedio» del que habla IV Esdras 7,75-126 (comentario mío en “Los Libros del Nuevo Testamento” en este pasaje. Así que en conclusión, sigo pensando que, en cualquier caso, en los dichos del Evangelio de Tomás subsistirá la duda de si transmite, deformándolo gnósticamente, alguna sentencia antigua, no recogida en los Evangelios canónico, o más bien se trata de un comentario gnóstico a esas sentencias que el autor de Tomás ya conoce por haber leído los Evangelios, o bien por la tradición oral sobre Jesús que seguía viva en el siglo II. Pero en ningún caso me atrevo a decir que el Evangelio de Tomás contiene partes originarias de del siglo I que se han trasmitido intocadas y no reinterpretadas por este “Evangelio”. Saludos de Antonio Piñero NOTA: Enlace a un programa (en You Tube) en el que se discute, entre otras cosas la validez histórica de la “Sábana Santa”: https://www.youtube.com/watch?
Miércoles, 20 de Abril 2022
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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