CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
La invención de Jesús de Nazaret. Historia, ficción, historiografía (16-11-2018) (1025)
Escribe Antonio Piñero
 
 
Comienzo hoy lo que supongo que será una serie larga de comentarios por mi parte al reciente libro del Dr. D. Fernando Bermejo Rubio, cuyo título encabeza esta postal, y cuya cubierta puede verse en la fotografía. Añado unos datos más: editado por una editorial de prestigio, Siglo XXI España, Madrid, 2018. 796 pp. ISBN: 978-84-323-1920-4. Bibliografía abundante y precisa. Índices de textos, bíblicos, autores antiguos, autores modernos citados, índice analítico, de materias. Precio: en torno a los 36 euros.
 
 
Puedo adelantar que el libro me parece excelente, muy oportuno y muy valiente. Espléndido, en una palabra y absolutamente necesario. Espero que pronto se traduzca al inglés y alcance la difusión que se merece, más allá de los lectores hispanos. Su lenguaje procura ser claro y ordenado. La argumentación en torno a cada tema es claramente lógica, rigurosa y apropiada. El autor pretende casi la exhaustividad en cuanto a los análisis que acompañan las razones para postular sus perspectivas o hipótesis.
 
 
No se trata de una suerte de “Vida de Jesús”, ni muchísimo menos, ni una exposición completa de todos los posibles rasgos históricos del personaje, sino de la exposición de una idea central: Jesús de Nazaret es personaje histórico de gran impacto en la humanidad, pero su figura y misión no ha sido expuesta –por lo general– a lo largo de los siglos desde la perspectiva de la historia científica, sino de la teología y de la fe. Esto ha llevado a una distorsión y magnificación de su realidad histórica, tal como puede reconstruirse con los instrumentos y métodos de la historia en general y de la historia antigua en particular. Ese proceso ha conducido a la divinización del personaje y a un culto y una adoración de os que él mismo se habría extrañado en extremo si hui era podido imaginarlo.
 
 
El libro tiene cuatro partes que, según el autor, podrían leerse por separado, pero que –arguye– es mejor leer secuencialmente, por orden, ya que cada parte sirve de apoyo para los desarrollos intelectuales de la parte siguiente.
 
 
La primera aborda la cuestión de cómo hay que impostar la investigación verdaderamente histórica de Jesús: las fuentes disponibles; la necesidad de plantearse la reiterada cuestión de si Jesús de Nazaret existió realmente o es un personaje de ficción, es decir, el mero producto de una tarea literaria de uno o varios autores que han construido un verdadero mito literario basándose en fuentes previas de muy diverso pelaje. La cuestión no es baladí ya que en 2014 se publicó el último ensayo serio, el de R. Carrer, que proporciona bases estadísticas para ordenar los argumentos de la existencia real de Jesús según sus probabilidades para concluir que lo más plausible es que Jesús no hubiese existido nunca.
 
 
Una vez admitido que los razonamientos e hipótesis tos de los negacionistas, o “mitistas” no son válidos, de modo que puede considerarse que Jesús de Nazaret existió realmente (otra cosa es que fuera idealizado; que eso es harina de otro costal), pasa a examinar el autor los métodos, criterios o indicios que el historiador tiene a su disposición para reconstruir al menos los rasgos esenciales que puedan definir al personaje de un modo comprensible y situable en el contexto histórico en el que vivió, a saber el Israel  del siglo I de la era común.
 
 
La segunda parte es el plato fuerte del libro: la reconstrucción histórica de la personalidad de Jesús., partiendo de un bosquejo histórico de la situación política y religiosa en Galilea y Judea en la primera mitad del siglo I. Bermejo toma pie del hecho con más posibilidades de historicidad de entre los datos evangélicos: la muerte de Jesús por crucifixión. Una vez estudiado el hecho y aplicados los indicios de historicidad, reflexiona sobre el núcleo histórico de lo sucedido en el Gólgota; se trató de una crucifixión colectiva: Jesús murió muy probablemente entre dos insurgentes contra el Imperio. A continuación estudia el autor las causas posibles de ese acontecimiento; el posible proyecto nacionaliza de Jesús en un mundo en el que la religión y la política estaban inextricablemente unidos.
 
 
Sigue –en esta segunda parte– un análisis del prendimiento de Jesús en Getsemaní: causas y autores de ese arresto. Y de ahí analiza el trayecto que va desde el Monte de los Olivos hasta la cruz: análisis del proceso judío; del interrogatorio ante Pilato; la muerte de Jesús; el titulus crucis, para llegar a la conclusión de que tal muerte revela que Jesús era un judío perfectamente clasificable dentro del ámbito judío de la época, perfectamente situable dentro igualmente de un claro esquema en el ámbito de la historia de las religiones. Nada hay de enigmático ni de singular en este suceso, ni el personaje que lo padeció. No hay enigmas, sino en todo caso ignorancia por nuestra parte debido a la escasez de la fuentes. Pero estas ofrecen al menos la interpretación correcta del personaje.
 
 
La tercera parte del libro desarrolla el tema del paso de Jesús de Nazaret al Cristo celestial, de la historia a la “ficción teológica”. Es importante esta amplia sección porque ofrece al lector las condiciones de inteligibilidad del proceso de divinización de Jesús: las disonancias cognitivas entre los seguidores del Nazoreo debidas al fracaso, al menos aparente, de la muerte en cruz; los procesos gracias a los cuales la sociología y la moderna psicología y psiquiatría explican cómo se supera esa disonancia cognitiva; los procesos de deshistorización de Jesús y las estrategias que en el mundo antiguo había de divinización de muy diversos personajes, entre los que se halla Jesús. Por último, aborda Bermejo el tema de la “consolidación moderna de la ficción (teológica), que lleva incluso a la secularización el  mito del Cristo celeste.
 
 
La cuarta parte es una interesante historia de la investigación acerca de Jesús desde los inicios en la Antigüedad misma hasta hoy día. Señala el autor las endebleces del esquema historiográfico de las denominadas “Tres búsquedas del Jesús histórico”; la agenda teológica oculta que mueve ese pésimo esquema de periodización; la inflexión que supuso la publicación de parte de la obra de Reimarus por G. E. Lessing, y sus consecuencias, para terminar proponiendo un nuevo esquema, o paradigma historiográfico, en el que es posible, y conveniente, clasificar la investigación sobre Jesús. Se trata de un paradigma que no depende de meros factores cronológicos, sino de los puntos de partida, de las premisas de la investigación, de la crítica y los métodos empleados, etc., de modo que se puedan clasificar inteligiblemente los diversos autores –sobre todo desde 1770 hasta hoy– que han analizado la figura y misión de Jesús.
 
 
Hay al final del libro unos cuantos apéndices, que me han parecido muy interesantes, sobre temas importantes, pero que quedaban un tanto al margen del hilo de la investigación propuesta. Estos son, entre otros, la ficción de que los discípulos de Jesús no lo entendieron; sobre si el Galileo redefinió o no el concepto de la realeza mesiánica; sobre cómo entendió Jesús la paternidad divina; la historicidad de los relatos de milagro y el “Jesús ario”, increíble ficción producto de los siglos XIX y XX sobre todo en la Alemania prenazi y nazi.
 
 
La conclusión del libro es un tanto triste para el autor, pues este tiene el convencimiento de que su obra o bien será preterida (un espeso manto de silencio, diría yo) por la investigación confesional, o bien el autor será atacado ad hominem sin tener en cuenta que su libro es un estudio lleno de análisis y razonamientos, no una diatriba movida por un presunto odio teológico a la fe o la Iglesia. Nada, absolutamente nada hay de eso.
 
 
Personalmente entiendo muy bien el desánimo del autor, pero no creo que el proyecto, y su realización sean en vano. Ni mucho menos. Poco a poco se va logrando un consenso en torno a Jesús, al menos en la investigación independiente. Y para calibrar el proceso, bastaría pensar cómo hace cien años era casi impensable formular la idea de que Jesús de Nazaret era un judío cabal y que jamás abandonó su religión y cómo la afirmación moderna, incluidos casi todos los estudiosos confesionales, que sostiene que la figura de Jesús no se entiende si no se parte del judaísmo. Es cierto que pocos son los estudiosos que obtienen las consecuencias pertinentes…, pero el avance es positivo y perceptible.
 
 
Por mi parte, felicito al autor por este libro impresionante y a la Editorial que ha asumido la tarea de imprimirlo y difundirlo, a pesar de su buen tamaño
 
 
Seguiremos.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html

Viernes, 16 de Noviembre 2018

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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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