Notas1254- 05/08/2022
Escribe Antonio Piñero
En mi “postal” del día 29/07/22 deseaba que la comunidad científica confesional fuera consecuente con la imagen que –debido al consenso general– propalan sobre Jesús, a saber que fue un judío íntegro, por lo que jamás quebrantó la Ley y no pretendió nunca fundar religión nueva alguna. Otra idea de la crítica neotestamentaria confesional respecto a Jesús que no me parece consecuente es mantener a la vez el judaísmo total de Jesús y defender que estableció o instituyó la eucaristía. Es bien sabido que el primer testimonio al respecto es el de Pablo en 1 Corintios 11,23-26: “23 Porque yo recibí del Señor lo que os transmití: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, 24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Éste es mi cuerpo por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» 25 Asimismo también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la nueva alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío.» 26 Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga”. En el v. 24 que el pan pueda entenderse como el cuerpo del mesías es bastante inverosímil desde el punto de vista histórico en un judío integral. Igualmente la idea paulina de un acto de comunión con la divinidad, o con el mesías es insólita dentro del judaísmo, aunque desde luego y también según Pablo, no hay que subentender ninguna idea de transubstanciación de las especies de pan y vino. Para Pablo también el pan y el vino simbolizan meramente el cuerpo de quien ha sido sacrificado o libado en honra de Dios. Por último, me parece inverosímil dentro del judaísmo de Jesús que la interpretación habitual de la última cena pueda ser achacada al Jesús histórico y no a Pablo mismo, pues roza continuamente el tabú judío de la ingestión de la sangre, aunque sea simbólicamente. Dentro del contexto judío palestinense no puede entenderse fácilmente –como sostiene la exégesis confesional– que Jesús instituyera una celebración repetida (“en memoria suya”) que aniquila una de las funciones principales del Templo, como lugar de la purificación de los pecados de Israel. Según los evangelio sinópticos Jesús acababa de presentarse triunfalmente en la capital como el mesías de Israel y había «purificado» a continuación el Templo, dando muestra sobrada, por un lado, de su interés político-religioso por Israel, y por otro, de que estimaba en extremo la función de la institución del Santuario dentro de su judaísmo, aunque de momento la considerara corrupta por el mal uso del Templo por los israelitas mismos. En síntesis, pues, no casa en absoluto con la imagen de un Jesús judío cabal la institución de la eucaristía como mantiene la exégesis tradicional católica: tal institución, de ser cierta, implicaría: A) Romper con el tabú de la ingestión de sangre aunque fuera simbólicamente; B) Daría por supuesta dentro del judaísmo una teología de comunión simbólica con el mesías, algo sumamente improbable; C) Aniquilaría la función expiatoria de los pecados por parte del Templo: de hecho acabaría con el santuario mismo; D) Supondría un cambio repentino de la mentalidad de Jesús: de ser el mesías del Israel al modo tradicional un domingo y de asumir la importancia del Templo purificándolo (un lunes, según Marcos), a destruir un jueves por la noche la función principal del Templo por medio del sacrificio redentor de su sangre; E) Supondría igual y finalmente que Jesús fue a Jerusalén no para triunfar, convencer a sus conciudadanos llevándolos al arrepentimiento, y esperar allí la venida del Reino, sino para aceptar fácticamente su muerte como designio misterioso divino, como sacrificio para le eliminación/perdón de los pecados potencialmente de la humanidad entera, no solo de los judíos. Creo que ninguno de estos supuestos se corresponde con la imagen de Jesús de Nazaret como judío que nunca abandonó su religión, idea abrazada también por quienes escribieron “¿Qué se sabe… de Jesús de Nazaret?” Saludos cordiales de Antonio Piñero www.antoniopinero.com
Viernes, 5 de Agosto 2022
Comentarios
Nuevo comentario:
|
Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
Secciones
Últimos apuntes
Archivo
Tendencias de las Religiones
|
Blog sobre la cristiandad de Tendencias21
Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850 |