CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Fernando Bermejo

La cuestión misma de si el evangelio de Lucas y el libro de los Hechos de los apóstoles salieron de la misma pluma –o cálamo– parecerá del todo superflua y ociosa a cualquier lector mínimamente familiarizado con la literatura exegética. La respuesta espontánea será: pues claro que lo son.

La comprensible reacción se explica por el hecho de que la idea está asentada en el ámbito académico. Basta coger cualquier introducción –buena, mala o regular– al Nuevo Testamento, para encontrarse con que allí se admitirá, a menudo sin discusión sino solo como presupuesto, que el evangelio fue compuesto por la misma mano que esa obra. La idea funciona casi como un dogma en el ámbito académico, y así se ha transmitido y divulgado.

Y lo cierto es que a esta visión no le faltan argumentos. Descansa, en efecto, al menos sobre tres pilares que parecen suficientemente sólidos. El primero es el prefacio de Lucas y el de Hechos, dedicados ambos al célebre Teófilo. Además, Hechos se refiere a “el primer libro”, que no puede ser otro que el evangelio de Lucas.

El segundo pilar es la colección de testimonios externos en la literatura cristiana antigua, y ante todo Ireneo de Lyón y el llamado “Canon de Muratori”. En este último escrito –una obra cuya datación oscila entre los siglos II y IV– ambas obras son adscritas a «Lucas» el médico, considerado un compañero de Pablo.

El tercer y más interesante pilar sobre el que descansa la hipótesis de una autoría compartida es el análisis interno. Como muchos estudiosos han puesto de relieve, existen llamativas semejanzas entre Lucas y Hechos en vocabulario, estilo, temas y teología.

Y sin embargo… como en otras ocasiones, hay razones para pensar que la idea recibida podría no estar todo lo justificada y firmemente fundamentada que se esperaría. Este escepticismo no es cosa de la tendencia a la duda metódica propia de quien esto firma, sino que viene de muy atrás, de hecho a más tardar de la Alemania del siglo XIX.

Uno de los representantes de la escuela de Tubinga, Ferdinand Christian Baur, argumentó que un seguidor de Pablo había escrito Hechos, pero no el evangelio de Lucas. Así lo hizo en su obra Paulus, der Apostel Jesu Christi, de 1845. Y también en el XIX, J. H. Scholten cuestionó la idea recibida en una obra escrita en holandés y publicada en Leiden en 1873: Is de derde evangelist de schrijver van het boek der Handelingen? Critisch onderzoek (¿Es el tercer evangelista el autor del libro de los Hechos? Investigación crítica).

El desafío continuó en el siglo XX. Albert C. Clark, en su edición crítica de Hechos (The Acts of the Apostles, publicada por Clarendon Press en Oxford, 1933) tiene un apéndice titulado “Autoría de Lucas y Hechos” en que reta el consenso afirmando que 1) las semejanzas entre Lucas y Hechos han sido exageradas; 2) las semejanzas entre Hechos y el epistolario paulino han sido subestimadas; 3) las diferencias entre Lucas y Hechos indican que son obra de autores diferentes. Clark afirmó que “la unidad de autor no puede ser demostrada, como suele afirmarse, por testimonios lingüísticos, los cuales, por el contrario, revelan diferencias muy considerables entre las obras”.

Otros autores desde entonces, como A. W. Argyle en un artículo publicado en New Testament Studies en 1974 sobre el griego de Lucas y Hechos, han seguido abundando en los problemas de la opinión mayoritaria. El caso más reciente e interesante es el de Patricia Walters, que ha dedicado una monografía al asunto: The Assumed Authorial Unity of Luke and Acts. A Reassessment of the Evidence, publicada por Cambridge University Press en 2009. Walters, en un estudio estilométrico de varios aspectos de estas dos obras, ha argumentado que las diferencias entre Lucas y Hechos no son explicables por la variación normal que se esperaría en el estilo de composición de prosa de un autor único, ni por un cambio de género literario ni suponiendo un lapso temporal en la composición de las dos obras. Ello lleva a concluir a esta autora, en consonancia con el trabajo efectuado por otros estudiosos anteriormente que han mostrado diferencias lingüísticas y teológicas entre los dos libros, que Lucas y Hechos son con toda probabilidad obra de dos manos diferentes.

Este es un asunto sobre el que es difícil obtener certeza, pues –repitámoslo– los paralelos y semejanzas entre Lucas y Hechos ciertamente existen, y no son menores. Sin embargo, las obras señaladas son un saludable recordatorio del carácter hipotético de la idea de una unidad de autor, y deberían hacernos más cautos a la hora de hablar del tema. Por el momento, yo prefiero referirme al autor de Hechos no como “Lucas”, sino –quizás más propiamente– como “el autor de Hechos”.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo

Miércoles, 27 de Enero 2016

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Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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