CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
“Vivir entre fronteras borrosas. Seguidores judíos de Jesús y cristianos observantes de la Ley en Palestina, Siria y Mesopotamia” (siglos V al X) (18-03-2021) (1168)
 
 
Escribe Antonio Piñero
 
El título de esta postal corresponde con bastante exactitud al título de un libro publicado hace muy poco tiempo por el Profesor de Lenguas Semíticas de la Universidad Central de Barcelona, Francisco del Río Sánchez, editado en inglés por UCO Press (Ediciones de la Universidad de Córdoba) en su serie “Semitica Antiqva” 5.
 
El título en inglés es “Living on Blurred Frontiers. Jewish Devotees of Jesus and Christian Observers of the Law in Palestine, Syria and Mesopotamia” (5th–10tf Centuries), ISBN 978-84-9927-585-7. 186 pp. Coeditor es la “Unidad cordobesa para la investigación del Oriente Próximo” (Cordoba Near Eastern Research Unit), junto con el DTR (Department of Theology and Religion) de la Universidad de Durham, Reino Unido. Los editores de la serie son Ignacio Márquez Rowe por parte española y Wilfred G. E. Watson, por la inglesa).
 
Es muy probable que al estar en inglés esta obra pase desapercibida a los interesados en  temas de religión de los antiguos judaísmo y cristianismo. Y precisamente por ello  quiero insistir  en este libro ya que toca (a base de la edición, traducción y anotaciones al pie de páginas de textos en latín, siríaco, hebreo, griego) en su inmensa mayoría desconocidos por los lectores españoles. Por otro lado, y ya que la obra es muy interesante por lo que diré, pregunto si sería posible que la UCO proporcionara en castellano una copia electrónica de la obra.
 
Con la publicación y explicación de siete textos antiguos (los libros que los editan y explican tardan mucho en “morir” ya que ofrecen herramientas básicas para la investigación) el autor quiere contribuir al estudio del judeocristianismo en el arco de poblaciones de lengua semítica desde Palestina hasta el próximo Oriente mesopotámico. Con ello logra hacer una estupenda contribución a dar consistencia a una idea doble que es poco común entre nosotros, incluso entre gente muy aficionada a la historia del cristianismo primitivo:
 
A. El judeocristianismo (gente que a Jesús como el último gran profeta y mesías, concediéndole a menudo casi un estatus divino, o semidivino…, pero al mismo tiempo permanecen como fieles observantes de la ley de Moisés) no feneció, ni mucho menos, después de las dos grandes catástrofes del pueblo judío como resultado de las tres grandes revueltas contra Roma.  Siguió viviendo, aunque con menor entidad.
 
Estas catástrofes que contribuyeron a la disminución del judeocristianismo en la historia fueron la primera Gran Guerra del 66-70; las revueltas en Chipre y el norte de África en tiempos de Trajano en el 114-116; la segunda Gran Guerra en tiempos del emperador Adriano, concluida en el 135, que casi aniquiló al judaísmo palestino y a muchos judeocristianos. Sin duda el golpe fue tan fuerte que los judíos superviviente de Palestina estuvieron en un exilio continuado hasta 1948.
 
B. Las fronteras entre judaísmo (religión hermana, no madre, del cristianismo, secta en sus inicios desgajada de una matriz común) y cristianismo no fueron en absoluto nítidas a finales del siglo III, hacia el año 200, cuando puede decirse que la secta disidente de seguidores de Jesús se había convertido casi en una religión nueva. Entre otras, quizás la razón principal de la división fue que la nueva secta había divinizado casi totalmente a Jesús (¡horror para los judíos!) y tenía un cuerpo de escritos sagrados propios, lo que luego se llamó el Nuevo Testamento.
 
Pero las fronteras entre judaísmo y cristianismo  no fueron nítidas durante decenios y decenios porque
 
1. Hasta bien entrado el siglo V coexistían con cierta paz ambas “confesiones” (judía y cristiana);
2. Siguieron existiendo fieles devotos de Jesús y a la vez de la Ley de Moisés completa y,
3. El tránsito desde un cristianismo rígido al judaísmo era relativamente fluido.
 
Alguien podría extrañarse de que la más contundente literatura judeocristiana e la época a la que nos estamos refiriendo, la “Novela de Clemente”, también llamada “Literatura Pseudoclementina”, haya florecido en Siria desde el siglo III hasta el V (desde una suerte de escrito básico de esa novela, hasta la escritura de tres recensiones, versiones bastante diferentes de ella en griego, latín y siríaco). El apóstol Pedro, el héroe de esta literatura afirma respecto a los judíos de Jerusalén: “Con frecuencia, enviándonos emisarios, rogaban que hablásemos con ellos de Jesús, si él era el profeta que Moisés predijo, el mesías eterno. Pues en esto solamente estriba la diferencia entre nosotros los que hemos creído en Jesús frente a los incrédulos judíos” (“Reconocimientos” I 43,1-2).
 
En España  se conocía ya la idea de las fronteras borrosas entre judaísmo y cristianismo durante los siglos II al V gracias a la estupenda traducción de Carlos A. Segovia –y a la editorial Trotta que la editó– de la importante obra de Daniel Boyarin, “Espacios fronterizos. Judaísmo y cristianismo en la Antigüedad Tardía” (“Border Lines. The Partition of Judaeo-Christianity”) en el 2013.
 
Es muy interesante lo que dice Boyarin en su Prefacio a este libro: “Sugiero que las fronteras entre judaísmo y cristianismo han sido históricamente construidas mediante actos de violencia discursiva (muchas veces real) dirigidos especialmente contra los herejes… que encarnan la inestabilidad” del judaísmo y el cristianismo.
 
Con otras palabras: fueron los dirigentes de los cristianos (los obispos) y los dirigentes de los judíos (los rabinos) los que en los siglos III al V construyeron artificialmente fronteras (ideológica-dogmáticas) para sentirse cómodos y mandar más seguramente en sus fieles respectivos. Más claro aún: para Boyarin fueron los obispos y los rabinos quienes crearon el judaísmo y el cristianismo a lo largo de esos siglos. Un poco  exagerada quizás, pero con su exageración ayuda muchísimo a comprender cómo fue realmente la separación de dos religiones hermanas.
 
El Libro de Francisco del Río va, pues, exactamente en esta dirección. Y amplía el espacio temporal que contemplaba D. Boyarin por medio del acopio de textos impactantes hasta el siglo X. No hay, pues, separación temprana de judaísmo y cristianismo… Hubo gente que cruzó tranquilamente la frontera hacia un lado y hacia el otro sin hacerse demasiados problemas… y siguió existiendo naturalmente el judeocristianismo que es una suerte de mezcla de las dos… hasta hoy día.
 
Escribe F. del Río:
 
“Mi intención en estas páginas es analizar con cierta extensión siete textos procedentes de los siglos V al X, en la que se hace referencia a ciertos grupos y personas que vivieron ciertamente en esas fronteras borrosas situadas entre esos polos extremos del judaísmo ortodoxo y el cristianismo. Ante la falta de detalles más precisos, el hecho más relevante vinculado con ellos es que su comportamiento diferente atrajeron ocasionalmente la atención, y causaron sorpresa e inquietud en sus correligionarios más ortodoxos” (p. 25).
 
Por último, como comentarista me ha sorprendido un tanto que –en la “Bibliografía” dividida en dos partes; la segunda es de autores “modernos”– entre las “Fuentes primarias” para comprender los textos Francisco del Río cita a “El Pastor” de Hermas (ciertamente un escrito que puede denominarse judeocristiano, ya que su autor era hermano de Pío, el obispo de Roma hacia el 150) pero de ningún modo alude a la Literatura Pseudoclementina, que abarca también el siglo V (lo que queda de la recensión siríaca es un manuscrito del 411, conservado en el British Museum), como  obra judeocristiana muy importante citada  o extractada por  Eusebio de Cesarea, Epifanio de Salamis, Juan Damasceno (estos últimos muy ampliamente).
 
Probablemente el autor dará cumplida respuesta a esta mi mínima crítica a su espléndida obra.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com

Jueves, 18 de Marzo 2021

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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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