DERECHOS HUMANOS: J. R. Blanco Aristín

La propaganda o desinformación.


La "propaganda" es una técnica de desinformación que ha sido usada habitualmente en estados totalitarios, países comunistas, y en todo tipo de situaciones de manipulación de la "verdad". Días atrás se publicó una fotografía que ha sido hoy retirada(23 de abril), después de conocer que se trataba de un fotografía tomada en una filmación de una película en 2003, según fuentes consultadas. Con ello, bien podemos recalcar, tal y como se sugiere en el artículo siguiente, la necesidad de no ponernos por empatía o simpatía al lado de un bando u otro, y sacar nuestras propias conclusiones.

En estos días se pueden encontrar diversos artículos o informaciones variadas, tanto en periódicos, foros, o blogs que en mi modesto parecer participan del género de "propagada política", pues pretenden justifican o reafirmar la "ocupación" china del Tibet (1959), o cualquier otra violación de derechos del Hombre; y también la versión opuesta. No está de más recordar que la normativa internacional del COI sobre celebración de Olimpiadas, prohíbe que en los recintos olímpicos -o sus proximidades- haya carteles, pintadas, concentraciones o reivindicaciones "políticas", más allá del fin deportivo o de una competición "fair play".


REFLEXIONES II

El derecho fundamental al desarrollo, la complejidad del fenómeno de la pobreza y su visón como la lesión de los derechos fundamentales: Una apuesta a favor de todos los seres humanos (chinos, tibetanos, etc.).

Con el fin de profundizar e intentar aportar una visión de comprensión o tolerancia histórica; desde una óptica evolutiva del Ser Humano, sería un buen ejercicio o propuesta reflexiva hacerse algunos de estos cuestionamientos:

-¿El pueblo chino, campesino, agrícola, subdesarrollado en términos de industrialización, está viviendo tal vez un proceso de modernización, industrialización u occidentalización,similar al que pasaron otras naciones y pueblos de occidente el siglo pasado o en otras fechas?

No está de más recordar que en China viven -o sobreviven en términos de bienestar- más de 1/5 de la población mundial, unos 1.300.000 millones de seres humanos, -todos ellos iguales en derechos, en valores, en dignidad o en esencia humana- que cualquiera de nosotros de los que nos proclamamos occidentales, demócratas, bienintencionados, y enarbolamos la bandera de los derechos humanos en el mundo. Tal vez podemos considerar -que una vez agotada la crítica- no tenemos una opción distinta que ofrecer frente a la pobreza material, la pobreza cultural y la pobreza espiritual en el mundo.

- ¿No son acaso todos los 1.300 millones de personas humanas nuestros semejantes, iguales, y están siendo víctimas de la opresión, de la pobreza, de la intolerancia y de la dictadura?

Se ha dicho que la pobreza mundial es un mal en si mismo, la hay con o sin dictaduras, con imposición por la simple "razón de nacimiento" en todo el mundo occidentalizado o no, pero no está de más preguntarnos ¿no es la pobreza una dictadura silenciosa; sin solución aparente o temprana?.

Encontré en un reciente texto legal español que configura y aprueba el nuevo Estatuto de la Agencia Española para la Cooperación y el Desarrollo (AECID), una definición muy ilustrativa, clara y adecuada de la pobreza como "una situación compleja", y como una "lesión de derechos humanos". Reproduzco alguno de sus párrafos para poner de manifiesto las muchas facetas de cualquier conflicto humano, ya sea territorial, político, ideológico, religioso, cultural, etc.

"Los nuevos retos que plantea la pobreza, subdesarrollo y la desigualdad en el mundo a comienzos del siglo XXI han sido objeto de análisis y reflexión en las grandes conferencias internacionales celebradas en los años 90 bajo los auspicios de Naciones Unidas, comprometidas en la búsqueda de soluciones a desafíos esenciales para la humanidad, como los relacionados con la infancia (Nueva York, 1990), la educación (Jomtien, 1990), el medio ambiente (Río de Janeiro, 1992), los derechos humanos (Viena, 1993), la población (El Cairo, 1994), el desarrollo social (Copenhague, 1995), la mujer (Pekín, 1995) o la alimentación (Roma, 1996). Esa puesta en común sobre los retos existentes al comenzar el siglo derivó en una apuesta inequívoca por parte de la comunidad internacional en favor de los Objetivos de Desarrollo del Milenio recogidos en la Declaración del Milenio aprobada en Nueva York en 2000. Posteriormente, otras conferencias celebradas en la década actual, como la dedicada al desarrollo sostenible en Johannesburgo o a la financiación para el desarrollo en Monterrey, permitieron profundizar en los compromisos necesarios para alcanzar esos objetivos. El gobierno español, que suscribe y apoya las declaraciones y compromisos aprobados por la comunidad internacional de la que forma parte y que, asimismo, ha suscrito las Declaraciones de Roma, en 2003, y de París, en 2005, sobre la eficacia de la ayuda, desea estar en primera línea entre los países desarrollados en la tarea ineludible de la lucha contra la pobreza y la promoción del desarrollo humano sostenible y, en consecuencia, hace una apuesta clara por el aumento de la cantidad y por la mejora de la calidad de la ayuda oficial al desarrollo, decidido a que sea de la mayor utilidad para aquellas personas, pueblos y países a los que debe servir.

La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), que estará adscrita al Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación a través de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional, es, como establece la Ley de Agencias Estatales para la mejora de los servicios públicos, el órgano de fomento, gestión y ejecución de la política española de Cooperación Internacional para el desarrollo (sin perjuicio de las competencias asignadas a otros departamentos ministeriales). Por tanto, sus objetivos, destinatarios y finalidad son los de la cooperación española: la lucha contra la pobreza y la promoción del desarrollo humano sostenible en los países en desarrollo, particularmente los recogidos en el Plan Director en vigor cada cuatro años.

Se trata sin duda de una misión compleja, en primer lugar, por las distintas dimensiones que engloba el desarrollo, relacionadas tanto con el acceso a recursos como con el diseño y aplicación de políticas públicas que promuevan el crecimiento económico, la equidad social, la sostenibilidad medioambiental, la libertad, la seguridad humana y la igualdad de género; y, todo ello, respetando la diversidad cultural de los pueblos. En segundo lugar, por el elevado número de países donde hay que actuar, muchos de ellos entre los más pobres o empobrecidos del planeta, teniendo en cuenta que es preciso adaptarse a las distintas realidades, necesidades y estrategias de desarrollo de cada uno de ellos. El Plan Director de la cooperación española actualmente en vigor reconoce veintitrés países prioritarios y otros treinta entre los preferentes y de atención especial.

Además de ser una tarea compleja, es también una tarea ineludible desde cualquier perspectiva que se contemple, que ha venido siendo abordada con creciente intensidad y que debe seguir impulsándose con las mayores garantías de éxito. Para ello, a juicio del Gobierno español, se deben tener en cuenta una serie de elementos entre los que destacan los siguientes:

En primer lugar, la comprensión del fenómeno de la pobreza como una lesión a los derechos humanos, concretamente al derecho al desarrollo de los pueblos reconocido por la comunidad internacional y como aquella situación de carencia no sólo de ingresos, sino también de oportunidades, capacidades y opciones para sostener un nivel de vida digno, lo que debe conducir a la cooperación española a atacar las causas de la pobreza y no sólo sus manifestaciones más lacerantes.

La finalidad de la actuación de la AECID estará orientada al pleno ejercicio del derecho al desarrollo. Desde este enfoque, el desarrollo, como derecho humano fundamental, en su doble vertiente de aumento de las capacidades individuales y colectivas, es el objetivo sustantivo de la cooperación para el desarrollo, siendo la lucha contra la pobreza parte del proceso de construcción de este derecho".


Esta nueva visión del derecho humano al desarrollo, con un nuevo enfoque, como derecho complejo, fundamental, que permite a mi juicio un entendimiento más amplio y global de los fenómenos y situaciones locales, concretas que se producen como violaciones de derechos humanos y libertades civiles esenciales como viene ocurriendo en China, o en el Tíbet.

RELEXIONES III

Por la paz real en el mundo: La celebración de la Olimpiadas en China (8 de agosto de 2008) como semilla, válvula o motor de la transformación social, política, democrática, y humana.

Es cierto que el Dalai Lama, ocupa un lugar temporal y espiritual en el gobierno del Tíbet en el exilio, ello era llamado Teocracia, en la que el poder temporal y espiritual no estaban separados. Sin embargo, amén de confesar mi mayor simpatía por el Dalai Lama, que por los representantes del gobierno Chino, creo que la cuestión debe apuntarse desde otras vías de comprensión y compasión.

La religión, la filosofía, el credo, o pensamiento no pueden entrar a mi modesto entender en cuestión o confrontación, la violencia exterior es reflejo de una violencia o conflicto interior, no es aquél hombre, aquél gobernante, aquél extranjero -esto es, un ser distinto a mí, el que está en conflicto-. Si hay un conflicto éste es de todos, y cada uno tiene una parte en él. La frase mientras todos los hombres no sean libres, ninguno es libre, bien puede apoyar esta reflexión.

Se cuenta que los métodos no violentos propugnados desde largo tiempo por la filosofía oriental, Ghandi, Dalai Lama, etc., no fueron suficientes para evitar los conflictos entre India (hinduista) y Pakistán (Musulmana). Los padres de la India bien sufrieron en sus carnes estos impulsos de revuelta, no obstante la protesta activa, el pacifismo no violento tiene que vehicularse a través de algún proceso exterior, externo.

El Bagavad Gita dice que mientras exista un cuerpo físico en el ser humano habrá miseria.

Si Occidente quiere comulgar con las ideas de una sociedad planetaria, una conciencia global democrática, mucho se debe aún de andar en el camino de la reflexión interna, de la escucha pacífica, y de la tolerancia a todo fenómeno exterior, o interno.

El ser humano viene desde hace miles de años cabalgando como viajero de las estrellas, y sin embargo, seguimos matando con la crítica, la palabra, el desprecio o la ignorancia, creyendo que es real aquello que leemos en periódicos y revistas, o vemos en la tele. Nos conformamos con hacer nuestro el juicio de otros, sin entrar o cuestionar el por qué de lo lejano, dejándonos arrastrar por la ira, la vehemencia, la cólera, o cualquier otra emoción, sin tal vez entender que estas respuestas internas, tan humanas o animales, según se quieran ver, no son distintas de las de otros seres. Algo nuevo, distinto, diferente sobre el conflicto China-Tíbet, es que pongamos nuestra vista en lo cercano, en lo que es un aquí y un ahora, y veamos que cualquier convulsión del mundo exterior, es convulsión en mi, en ti, o en él. La lucha por los derechos humanos, tal vez deba empezar a no creer o crear la falsa crítica de los derechos humanos a cargo de unos o de otros, pues es una gran desilusión y frustración para toda la Humanidad, que a estas alturas del milenio se sigan produciendo confrontaciones humanas.

Hace más de dos meses, me sorprendió mucho la diplomacia, elegancia y buen hacer de Amnistía Internacional -expertos mundiales en la denuncia de causas o violaciones de derechos humanos- pues no estaban intentado boicotear, ni presionar a China sobre las OLIMPIADAS, su sugerencia era que China asumiera el compromiso de que después de la celebración de las Olimpiadas se iniciara un proceso de dialogo con el Tíbet, y de respeto de los derechos humanos y libertades básicas en China.

No sé mucho sobre el conflicto Chino-Tibetano, pero si me surgen algunas preguntas o interrogantes. El Tíbet fue conquistado por China, una conquista militar, política, lingüística, cultural, económica, local, etc., en todos los ordenes. ¿Cómo puede hacerse una "desocupación" o si quiera un borrado del pasado en las familias chinas que habitan en el Tíbet, o en las tibetanas? ¿Es importante postular la democracia del bienestar en todo el mundo? ¿Se ha conquistado en occidente una paz, felicidad o bienestar, una armonía o fraternidad entre pueblos, gentes, familias y seres?, ¿No son las drogas, la delincuencia, los suburbios, la violencia de genero, las depresiones, el stress, la corrupción, la hipocresía una forma más actualizada de desequilibrio humano en occidente?

¿Ha devenido la cultura occidental un valuarte para la paz interior de sus gentes? Creo que todo un "allí y un antes" no son más que un reflejo del "aquí y el ahora". No puedo obtener más paz ahora después de conocer de la muerte de un grupo de seres humanos, enfrentados, o las detenciones masivas de activistas o defensores de los derechos humanos en el Tibet. ¿Cómo puedo contribuir a la quietud, la plenitud del ser humano ya desde una visión plural ya única- si no comprendo los procesos internos que un mero juicio mental puede producir en el mundo?

Sin tener ni poder ofrecer respuesta a ninguna de estas cuestiones, si me gustaría augurar que la celebración de las Olimpiadas como la mejor oportunidad que tiene el Mundo de celebrar el cambio de conciencia en China. La superpotencia china, en la economía mundial ha supuesto un desarrollo en la fabricación de tecnología a nivel mundial, un paso de la cultura agrícola a la industrialización. Por ello creo que el desarrollo y modernización en China hasta estos tiempos, bien puede culminar en un proceso de celebración de Olimpiadas. Allí, desde ahora y entonces, la energía de todo el planeta se volcará, millones de espectadores, en una competición pacífica, armónica y enriquecedora en todos sus puntos, que es lo que deseo.

Confió en el poder de trasformación que la celebración de unas Olimpiadas tiene a nivel social, cultural, económico, político, y en todos los demás estratos de la conciencia individual, global y planetaria.

¿Occidente, al medio día de la civilización mundial, tiene el deber de estar quieto, atento, y en celebración ante un evento mundial tan importante como las olimpiadas en China?. Confió en la trasformación internacional frente a la situación tan compleja que China representa en el mundo, un quinto o sexto de la población mundial es China, y el derecho de los pueblos a la transición pacífica es inviolable. La situación en España nos permite ofrecer un ejemplo de transición política (soberanía, democracia, derechos civiles, humanos), pero los derechos que ahora disfruta la población española, 30 años después de la instauración democrática de la Constitución Española, nos ponen un buen ejemplo que la conciencia, y la política necesitan de largos períodos de integración y transformación, y que las sociedades tienen sus fases y ciclos de peregrinación desde lo interior a lo exterior, y desde lo profundo a lo superficial. Los derechos humanos, la democracia son valores que solo brillan cuando es primavera en la sociedad (conciencia social en bienestar), pero en el invierno y el otoño sigue haciendo frío (sociedad en vías de desarrollo). Las necesidades, situaciones y conflictos sociales, familiares, laborales, económicos, culturales, políticos, etc. no son realidades o situaciones aisladas, sino que se desenvuelven en un conjunto unitario más bien en términos de civilización y desarrollo global.

Pondré un ejemplo, ¿si para expresar esta opinión sobre China, Tíbet, etc. fuera preciso que cada uno de los que lee o escribe sobre este tema, tuviera que hacer un donativo económico de 100 dólares para ayudar a la miseria de aquellas gentes, cuántos de nosotros daría una opinión?. Las opiniones no cuestan mucho, sin embargo los problemas materiales y de todo orden de las sociedades o naciones son mucho más complejos que las críticas desinformadas y descontextualizadas, o desconectadas de la vida cotidiana en China o el Tíbet, y requieren otras vías de solución.

Solo me guía la intención de que Occidente no use el argumento de los derechos humanos como antiguamente se hizo uso de la religión, para separar o subyugar, en lugar de unir y comprender. A mi modesto modo de entender, los derechos humanos son una lección pendiente hoy en día también para Occidente (como minimo en cooperación internacional), hasta que calen efectivamente en la conciencia individual, familiar, grupal y social de cada nación o estado, pues en términos globales creo humildemente que está asignatura no está suspensa, sino que no ha sido aún explicada, comprendida o asimilada.

Por todo ello solo creo que el proceso de pacificación o democratización en China, Tíbet, etc está en marcha.

Tíbet es hoy una provincia China, sin embargo la población tibetana no es una de las que se destaque especialmente en ningún deporte, por eso las Olimpiadas en China, no deben ser usadas de modo político o religioso como pretexto para denunciar una situación que al mundo no parece interesarle mucho en los últimos años.

REFLEXIONES IV

Duración, ciclo o proceso de cambio local, estatal o global

Con la expresión o titular conflicto del Tíbet-China creo que es una punta de flecha o indicador de una situación cambiante, tal vez emergente mayor, que enfoca hacia la democratización en Asia, con la búsqueda de una libertad individual y social como colorario o logro futuro, a través de la creación de recursos, riqueza y desarrollo.

La mera denuncia insistente o recurrente o la crítica pueden empeorar una situación coyuntural o concreta, por eso, la comprensión mayor, más reflexiva invita al entendimiento, a una la búsqueda de otros puntos de vista más amplios, distintos al fin de enfocar en otras perspectivas que promuevan el desbloqueo, la comprensión y el diálogo.

Abogo por tanto por la democratización pacifica, procesual o de transición de China, y del Tíbet, pues creo que la democracia no es un derecho de gobiernos, estados, oligarquías, o situaciones políticas, sino un valuarte de todos y cada uno de los seres humanos. No se postula con ello en modo alguno, la democratización u occidentalización global de mundo, sino la forma de convivencia pacifica, racional, individual y social de los pueblos, las sociedades y el Ser humano como un anhelo o un deseo de realidad.

Este proceso germinante que puede surgir ahora, necesitará de un tiempo o un desarrollo en 20, 30 o 50 años, que se extienden más allá de un ciclo o generación (está generación al menos de dos siguientes, hijos y nietos) tendrán mucho que hacer y decir en este proceso.

Otra información de interés:

Fuente:[http://www.europarl.europa.eu/news/expert/infopress_page/004-24808-086-03-13-901-20080326IPR24807-26-03-2008-2008-true/default_es.htm


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Editado por
Juan Ramón Blanco Aristín
Juan Ramón Blanco es Licenciado en Derecho y abogado en ejercicio. Es asimismo asesor jurídico de Tendencias21, Secretario General Técnico del Instituto Ciencia y Sociedad y socio fundador del Instituto de Derechos Humanos Sri Aurobindo.






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