Bitácora

Los comienzos de una empresa tecnológica

Redactado por Jesús Cardeñosa el Lunes, 3 de Junio 2013 a las 02:38

Describimos los momentos iniciales de la creación de una empresa tecnológica desde la Universidad


Bien, ya teníamos el premio y ¿ahora qué? Un curso a lo largo de 5 meses para entregar un plan de negocio de la empresa…había que definir un nombre, así que de momento le pusimos de nombre DAIL (Desarrollo de Aplicaciones de Ingeniería Lingüística). A mí no me acababa de gustar pero se le suponía provisional.

La Universidad nos adjudicó a cada proyecto de empresa un asesor que fue marcándonos un cierto ritmo en la preparación de documentos y borradores que serían revisados por él. Jessica se encargaría de asistir a la clase semanal de 4 horas los viernes por la tarde. Yo iría junto con ella preparando los distintos documentos de los que constaba el plan de negocio. Pero además había que comenzar a definir qué servicios podríamos prestar o que productos potenciales teníamos o tendríamos que desarrollar.

Esos momentos son muy importantes porque es cuando de verdad uno se pregunta si la actividad de tantos años nos había aportado algo más que el hecho de llevarla a cabo. Y de alguna manera pensar si estos trabajos de tantos años dentro de la universidad nos habían enseñado a hacer algo útil y con capacidad de ser difundido. Así que nos pusimos -sobretodo yo que tenía la perspectiva temporal de años atrás-, a pensar ¿qué teníamos?, ¿qué sabíamos hacer? y ¿qué posibles productos podríamos tener? Estaba claro que a nivel de producto no teníamos ninguno, pero ¿teníamos prototipos? Lo que llamamos prototipos funcionales, es decir sistemas que se pueden enseñar funcionando. Les falta el toque de producto, la terminación una validación y pruebas exhaustivos pero pueden verse y se puede uno hacer la idea del producto.

A eso nos ayudó mucho una simple consulta que nos hizo uno de los inversores asociados a la Universidad. Nos preguntó precisamente eso, es decir, ¿qué teníamos y qué sabíamos hace?. Parece ser que le había llamado la atención el tipo de empresa que planteábamos. Ingeniería lingüística, la base de una industria oculta, la que se encarga de manejar, elaborar, analizar textos. Hablaremos extensamente de esto más adelante. Me resultó un trabajo interesante y que pienso que deberían hacer con cierta periodicidad todos los grupos de investigación de la universidad (al menos los que tienen una orientación más aplicada). Y es que al menos en este país nuestro (España)se nos evalúa por los artículos que publicamos en revistas y congresos de prestigio. En ocasiones por patentes pero menos. Lo cierto es que además, los que estamos en el mundo del software donde no podemos patentar sino simplemente registrar lo cual tiene una protección real muy baja, tenemos sin duda un handicap. Pero lo cierto es que apenas nadie nos pregunta al final de un proyecto si hemos hecho algo que vaya más allá de las publicaciones o de algo colgado en una web que casi nadie lee. A estos prototipos funcionales, es decir, sistemas que demuestran que algo se puede hacer y donde el problema está completamente estudiado y analizado se les denomina de forma genérica prototipos de laboratorio. Y es lo que son. Estos prototipos una vez terminados los proyectos que los originaron, en raras ocasiones sirven después o se estudia su posibilidad de convertirlos en productos. Es una pena pero el sistema está hecho así.

Bueno, de las reflexiones para hacer ese inventario del que teníamos y qué sabíamos hacer les cuento el próximo día. 
Jesús Cardeñosa
| Comentarios | Lunes, 3 de Junio 2013