Dáesh. El porvenir de la amenaza yihadista

Domingo, 18 de Febrero 2018

Jesús A. Núñez Villaverde: Dáesh. El porvenir de la amenaza yihadista. Madrid: Los Libros de La Catarata, 2018 (128 páginas).
 
En su aproximación al fenómeno de la violencia yihadista, Jesús A. Núñez Villaverde parte de una perspectiva crítica sobre el diagnóstico de este tipo de terrorismo y, por extensión, muy en particular, de las políticas antiterroristas aplicadas hasta ahora respecto a organizaciones como Al Qaeda o Dáesh.
 
Considera especialmente relevante enmarcar la violencia terrorista en su justo contexto, ya sea la practicada por estos movimientos yihadistas u otros, con objeto de realizar un diagnóstico lo más ajustado a la realidad social, política y económica en la que emergen y se nutren dichos grupos para combatirlos de la manera más eficiente y tratar de erradicarlos.
 
De aquí que, lejos de una visión reduccionista, ya sea de signo culturalista o esencialista (que sitúa el núcleo del problema en la cultura y religión islámica) o bien militarista (que advierte la solución sólo o exclusivamente en la intervención militar), el autor abogue por una perspectiva más global y multidimensional,  que tome en consideración las diferentes causas y factores que propician el caldo de cultivo del terrorismo yihadista.
 
Semejante perspectiva no ignora la instrumentalización que realizan de la religión islámica ciertos regímenes de la región y, también, algunos movimientos extremadamente radicalizados. Pero de aquí no cabe inferir que el problema sea de orden cultural o religioso, por cuanto unos y otros usan las creencias religiosas con propósitos políticos para obtener una legitimidad de la que carecen, ya sea para mantenerse en el poder o bien para hacerse con el poder.
 
En esta misma línea, tampoco menosprecia el autor la importancia de combatir el terrorismo mediante la acción militar y policial.  Considera que es una herramienta necesaria, pero insuficiente si no se amplía su combate a la esfera política, económica y social (e incluso educativa). Por el contrario, como muestra tozudamente la experiencia, sólo se estaría atacando los síntomas de esta amenaza, pero no así sus causas. Por tanto, en ese caso, sería sólo cuestión de tiempo que el terrorismo yihadista reapareciera.
 
El ejemplo de Dáesh es bastante elocuente, por cuanto, como se explica a lo largo del texto, no sólo es un subproducto de Al Qaeda, sino también, y no precisamente menos, de la política antiterrorista o, igualmente, de la mal llamada “guerra contra el terrorismo” implementada a partir del 11-S. Algunas han sido tan contraproducentes que, como la intervención de Estados Unidos en Irak en 2003, en realidad no guardaban ninguna relación con la lucha contra el terrorismo; y, paradójicamente, en lugar de reducir la amenaza de su vertiente yihadista, sólo contribuyeron a incrementarla.
 
De ser cierta y eficaz la lógica militarista empleada en el combate del terrorismo, Oriente Medio sería una de las regiones más pacíficas y estables del mundo por el número y la intensidad de las intervenciones militares registradas bajo la controvertida denominación de “guerra contra el terrorismo”. Sin embargo, sucede justo todo lo contrario, nuevas intervenciones han incrementado de manera exponencial la violencia terrorista. Si bien a corto plazo parece que el fuego se ha sofocado, a medio y largo plazo ha vuelto a prender, incluso en ocasiones con mayor virulencia.
 
En este sentido, el texto de Núñez Villaverde no es un recuento más de los orígenes, evolución y naturaleza de Dáesh, sino una reflexión sobre cómo ha tomado cuerpo su emergencia en medio de políticas exteriores erróneas y reiteradas en el tiempo. Es como si no se hubiera extraído o, mejor, dicho de otro modo, no se quisiera extraer ninguna lección del pasado y de las alianzas contraproducentes que, antes o después, se cobran dividendos negativos.
 
No puede aducirse que toda manifestación del terrorismo yihadista sea una consecuencia imprevista de la acción, como se argumentó en el pasado respecto a la emergencia de Al Qaeda, cuando el objetivo prioritario era el imperio soviético y, en consecuencia, todas las fuerzas sumaban para otorgarle “su propio Vietnam en Afganistán” (Brzezinski dixit). Por la experiencia acumulada a lo largo del tiempo se sabe, al menos, lo que no hay que hacer y con qué alianzas no contar.
 
Pese a ello, recuerda el autor cómo durante la inacabada guerra en Siria se han establecido alianzas muy coyunturales e indirectas con grupos de obediencia yihadista, al menos en un primer momento, y tanto por parte de algunas potencias regionales como internacionales. De hecho, combatir a las fuerzas yihadistas no siempre ha sido una prioridad. Para unos porque su presencia contribuía a desgastar a las fuerzas gubernamentales o rivales, y para otros porque les permitía presentarse como “un mal menor” frente a otro mayor.
 
En conclusión del autor, “Dáesh ha sido más juguete de otros que dueño de su propia historia. En muchas ocasiones se ha magnificado su importancia para justificar errores propios (…) y para conseguir un apoyo externo a gobiernos locales escasamente recomendables”. Sin una revisión y modificación profunda de estas políticas, con una aproximación “multilateral y multidimensional” de la amenaza terrorista, difícilmente se pueda ir más allá del alcance de un cortafuego.
 
Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), Jesús A. Núñez Villaverde ha venido desarrollando esta perspectiva crítica sobre el terrorismo yihadista y las políticas antiterroristas en obras anteriores como Terrorismo internacional en África. La construcción de una amenaza en el Sahel (2009), de la que es coautor con Balder Hageraats y Malgorzata Kotomska; y Boko Haram (2015), ambas publicadas por Los Libros de La Catarata.
 
 
 
 
 
José Abu-Tarbush