El poder del lobby israelí en Estados Unidos

Lunes, 10 de Junio 2013

James Petras: El poder de Israel sobre Estados Unidos. Madrid: IEPALA, 2013 (188 páginas).

Uno de los temas más polémicos de la ―no menos controvertida― política exterior de Estados Unidos en Oriente Medio es su relación con Israel. Caracterizada por su apoyo incondicional y ciego, no son pocos los autores que se preguntan sobre quién ejerce realmente la influencia y, en definitiva, el poder: ¿la superpotencia mundial sobre la potencia regional o, por el contrario, la regional sobre la mundial?

En teoría, no cabría albergar dudas acerca de la evidente jerarquía de poder existente si no fuera porque no se ve reflejada en la práctica. En opinión de algunos analistas estadounidenses, incluso de aquellos que forman parte de su establishment,  la alianza estratégica entre Estados Unidos e Israel no implica que tengan intereses semejantes.

Por tanto, desde esta perspectiva, cuando emergen contradicciones entre ambos Estados deberían de primar los intereses globales de Washington por encima de los regionales de Tel Aviv.  Sin embargo, no es esto lo que sucede en la mayoría de los casos.

La intransigencia israelí, manifestada ―entre otros aspectos― en su creciente expansión colonial, contradice las líneas que, en teoría, mantiene la política exterior de Estados Unidos para la resolución del conflicto palestino-israelí.

A su vez, dada la centralidad de dicha controversia en el mundo árabe, no debe resultar extraño que la imagen de la política estadounidense en la región no goce precisamente de popularidad y, por el contrario, suscite una amplia antipatía y rechazo. Peor aún, retroalimenta las opciones más radicales y violentas.

De ahí que para los profesores John J. Mearsheimer y Stephen M.: Walt, autores de una obra muy recomendable (El lobby israelí y la política exterior de Estados Unidos. Madrid: Taurus, 2007), Israel ha pasado de ser un “activo estratégico” a ser “una carga estratégica” para la política y los intereses de Estados Unidos en Oriente Medio.

Una línea de opinión semejante es la que sostiene el sociólogo James Petras, que también centra buena parte de su texto en desentrañar la influencia y el poder que ejerce el lobby pro-israelí en Estados Unidos.

Obviamente, no todos los analistas estadounidenses comparten este punto de vista. Un sector es claramente partidario de dicha política, mientras otro, aunque rechaza su acción exterior, matiza los vínculos entre Estados Unidos e Israel en términos más clásicos, de relación entre Estado patrón y Estado cliente.

Incluso importantes figuras de la izquierda académica e intelectual estadounidense discrepan de la tesis sostenida por Petras y otros autores. El caso más notable es el de Noam Chomsky, que otorga mayor peso a Washington que a Tel Aviv en el diseño de la estrategia estadounidense en Oriente Medio.

Sobre esta polémica se pronuncia James Petras en las páginas finales del libro (Capítulo 12: “Noam Chomsky y el lobby pro-israelí: 15 tesis erróneas”). Sin duda, es una de las partes más vibrante de su obra, que enriquece un debate que es todo menos baladí.
José Abu-Tarbush