LA ODISEA DE SHACKLETON: Javier Cacho




Blog de Tendencias21 sobre su legendaria expedición a la Antártida

Nada tiene valor


Alexander V. O'Hara

11 de noviembre de 1915
A veces la vida nos lleva a una encrucijada donde es necesario decidir entre lo que es realmente importante y lo que es superfluo. Hoy, las palabras de Shackleton nos han enfrentado a esa realidad y nos ha señalado el camino a seguir.



Produce tristeza ver lo que le ha ocurrido a nuestro barco y a nuestros sueños
Produce tristeza ver lo que le ha ocurrido a nuestro barco y a nuestros sueños
Durante unos días estuvimos acercándonos al barco a rescatar todo aquello que pudiese sernos de utilidad. Fueron largas horas de mucha actividad pero, curiosamente, de muy pocas órdenes. Era como si todos supiéramos lo que teníamos que hacer… y lo hacíamos.

El plan de Shackleton era alcanzar isla Paulet donde había almacenado un importante depósito de víveres. Paradójicamente fue el mismo quien, años atrás había sugerido que se instalase allí ese depósito de comida y material. Pero eso es otra historia que ya contaré algún día. Ahora lo que importa es tratar de llegar a esa isla de la que nos separa la friolera de más de 600 kilómetros.

Sí, la distancia ya es de por sí enorme. Sin embargo, esa no era nuestra única dificultad, teníamos otras si cabe todavía mayores. Los trineos cargados con los botes deben de pesar una tonelada cada uno. Por si esto fuera poco, la superficie del mar congelado no es plana, sino que está llena de amontonamientos de bloques de hielo, algunos de una altura próxima a la de una casa de dos pisos.

Si, así expuesto parece una locura, pero después de habernos pasado 9 meses sin hacer nada dentro del barco, simplemente esperando que algo ocurriera, el tener ahora un objetivo claro nos anima a afrontar lo que haga falta, por muy descabellado que pueda parecer.

Nada tiene valor
El día de antes de salir Shackleton nos reunió a todos delante del círculo que formaban las tiendas. Tenía un aspecto grave. Nos empezó hablando de su experiencia en expediciones pasadas, de lo que supone tener que tirar de un trineo cargado de cosas innecesarias.

Le escuchábamos en un silencio expectante. Nos habló con una convicción que no podía ser fingida, que le salía del interior de su ser. Nos explicó que ningún objeto, hasta el de mayor precio tiene el menor valor cuando está en juego la supervivencia.

Entonces, nos fijamos que mientras hablaba buscaba algo entre su ropa. Al final lo encontró y lo sacó. Era su pitillera de oro. Con un gesto teatral, pero sincero, la tiró al suelo helado, mientras me pareció entender que decía: Nada tiene valor.

Todavía estábamos mirando el contraste del brillo del oro con el suelo helado cuando volvió a arrojar unas guineas de oro. Aquello era una fortuna. Otra vez me pareció volverle a escuchar decir: Nada tiene valor.

Pero nuestra sorpresa no había terminado puesto que en aquel momento sacó la Biblia que le había regalado la reina Alejandra para la expedición. Sin titubeos arrancó la página donde la reina madre había escrito unas palabras, luego buscó un par de pasajes, los arrancó también y arrojó el resto de la Biblia al hielo.

Sólo un kilo por persona
Luego, explicó que para reducir el peso al mínimo nadie podría llevar más que un kilo de objetos personales. La ropa de repuesto se reduciría a unos guantes, calcetines y botas. Sin poderlo evitar todos pensamos en las fotos de los seres queridos y en aquellos objetos que para nosotros tenían un valor sentimental.

Según pasaron las horas, el lugar donde Shackleton había arrojado la pitillera, las guineas y la Biblia se convirtió en un montón donde asomaban todo tipo de cosas, algunas objetivamente valiosas. Sólo admitió como caso excepcionales las medicinas a los médicos, el banjo a Hussey, y los diarios de todos aquellos que los escribían.

Tengo que reconocer que no me costó “demasiado” tirar un montón de cosas que llevaban mi maleta cuando me embarque, incluso muchas de las que pensaba que nunca podría separarme de ellas, como mi máquina de escribir, que me había costado una fortuna.. Es verdad, cuando lo que está en juego es la supervivencia, todo lo demás es superfluo.

Y si me permitís que comparta con vosotros mis sentimientos, os diré que después de librarme de ese montón de cosas, prácticamente de casi todo, me sentía mejor. Hasta físicamente me encontro más preparado para afrontar el desafío que nos espera.



Editor del Blog
Javier Cacho
Eduardo Martínez de la Fe
Javier Cacho es científico y escritor especializado en historia de la exploración polar.
Fue miembro de la Primera Expedición Científica Española a la Antártida, a donde regresó en otras cinco ocasiones, las últimas como jefe de la base antártica Juan Carlos I. Recientemente ha publicado “Amundsen-Scott, duelo en la Antártida” (2011), y “Shackleton, el indomable” (2013). En el blog, recrea la expedición de Shackleton a través de un periodista imaginario, Alexander Vera O’Hara.


La obra definitiva sobre la odisea de Shackleton. No te la pierdas.


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