Sí no puedes sortear las dificultades…rodéalas.


Alexander V. O'Hara

8 de enero de 1915
La banquisa no presenta vías para penetrarla por lo que Shackleton ha decidido seguir el color del cielo. Eso nos ha obligado a dar un buen rodeo, pero confiamos en lo que hace.



Esta es la filosofía que estamos siguiendo en las últimas 24 horas y que nos ha llevado a hacer más de cien kilómetros hacia el noreste, es decir aparentemente alejándonos de nuestro objetivo.

Ayer mismo me decía Shackleton que las placas de hielo son “como un gigantesco e interminable rompecabezas inventado por la naturaleza”, por lo que decidió modificar su estrategia y tratar de rodearlas en lugar de enfrentarte con ellas en una lucha desigual que cansa a los hombres y agota las reservas de carbón.

Así que, puesto que hacia el Este el cielo tiene un color oscuro, señal de que por debajo las aguas están libres de hielo (en todas las otras direcciones el cielo es mucho más pálido, dado que refleja el color blanco de la banquisa) ha decidido dirigirse en esa dirección.

Aunque la idea parece descabellada, todos confiamos en su intuición y conocimientos, puesto que no es la primera vez que se enfrenta a la banquisa. Lo hizo en 1901 como tercer oficial de la expedición del Discovery, dirigida por Sott y luego unos años después en la suya del Nimrod. Y aunque ambas se desarrollaron en el mar de Ross, el efecto óptico que cambia el color de cielo es el mismo. Luego, bien sabe lo que se hace.