LA ODISEA DE SHACKLETON: Javier Cacho




Blog de Tendencias21 sobre su legendaria expedición a la Antártida

14 de febrero 1916
Un tranquilo y aparentemente inofensivo paseo por los alrededores del campamento estuvo a punto de convertirse para uno de nosotros en una trampa mortal


La foca leopardo está dotada de unos dientes terribles
La foca leopardo está dotada de unos dientes terribles
Posiblemente ustedes piensen que vivimos en un entorno tranquilo y pacífico, donde es posible salir a dar un paseo sin el más mínimo peligro. Y si piensan en una posible amenaza, seguro que piensan en que se separen los hielos y nos caigamos al agua.

Es verdad que eso puede pasar, pero solemos caminar muy pendiente de por dónde pisamos y, además, ya hemos aprendido a estimar el espesor del hielo por el ruido que hacen nuestras pisadas. Luego el peligro no nos suele acechar por ahí.

No todas las focas son iguales
Si ustedes piensan que las focas son animales pacíficos a los que les damos caza sin el menor peligro se equivocan. Efectivamente eso ocurre con la mayoría de las focas, que son las más abundantes y la que no nosotros cazamos, pero hay una que es un terrible y astuto cazador: la foca leopardo.

Esta foca es un terrible depredador de pingüinos. De hecho lo pingüinos, cuando están en un témpano, no se lanzan al agua hasta asegurarse de que no hay ninguna foca nadando por los alrededores.

Aunque éstas suelen ser muy astutas y se ocultan debajo de los témpanos, donde han visto que hay pingüinos, hasta que alguno de estos se confía y salta al agua. No hace falta que les cuente más. Si los pingüinos son grandes nadadores estas focas lo son más y en el agua sus víctimas están sentenciadas a muerte.

Bueno, en el agua y fuera de ella, como le pasó a uno de nosotros

Un susto mayúsculo
Solemos salir en parejas para cazar. Y uno de esos días mientras volvían Orde-lees y Wild de una de esas infructuosas partidas de caza, Orde-Lees, que iba esquiando, se adelantó. El hielo estaba muy quebradizo y había abundantes grietas, por lo que tenía que ir con cuidado.

De repente vio entre dos bloques de hielo vio la cabeza de una foca leopardo fuera del agua observándole. Como les pasa a los pingüinos, las focas tienen la vista adaptada al medio marino y al mirar fuera del agua, suelen verlo todo muy distorsionado.

Puede que esto hiciera que le confundiese con un pingüino, un poco raro, pero era evidente que olía a comida y decidió aprovecharla. De un salto salió fuera del agua y comenzó a dar una especie de saltos en su dirección.

Orde-Lees no se lo pensó dos veces, se dio la vuelta y comenzó a huir, mientras gritaba para llamar la atención de Wild que era quien llevaba la escopeta.

No había hecho más que dar unos cuantos saltos cuando la foca paró de perseguirlo y se lanzó al agua. Nuestro compañero que todavía estaba asustado por haber sido perseguido por un animal de más de tres metros de largo, 500 kgs de peso y con una dentadura terrible, siguió buscando la protección del rifle de Wild, al que no veía por ninguna parte.

De repente, se le heló la sangre en las venas, la foca de un fuerte salto salió del agua y se movió a gran rapidez hacia él. Había nadado bajo el hielo, siguiéndole por la sombra que proyectaba en el hielo y había salido justo delante de él. Cortándole el paso.

Si siempre es difícil retroceder, cuando se llevan esquíes el giro es todavía más complicado y nuestro compañero se hubiera visto en un compromiso, que podría haber sido mortal, de no ser porque Wild ya había llegado.

Apoyó una rodilla en el hielo y apuntó a la foca. Tuvo que hacer varios disparos hasta conseguir matarla. Verdaderamente se había salvado por los pelos.

Alexander V. O'Hara

3 de febrero de 1916
Han sido días difíciles donde Shackleton ha tomado decisiones que muchos de los que le rodeamos no entendemos. Una de ellas ha sido sacrificar a los perros. Una tarea ingrata para quien la ha realizado, que nos ha dejado a todos muy tristes. Lo único optimista es que una ventisca nos ha empujado más de 100 kms hacia el Norte.


Uno de perros, con los que tanto hemos jugado.
Uno de perros, con los que tanto hemos jugado.
Es verdad que los perros no nos sirven para tirar de los trineos. Ya todos hemos comprendido la inutilidad de tratar de avanzar por esta superficie de nieve empapada de agua. No tenemos más posibilidad que dejarnos llevar por los vientos y las corrientes hasta que los hielos se abran en amplios canales donde navegar con nuestros dos botes.

Pero que los perros no sirvan para tirar de los trineos no significan que no sirvan para nada. He visto la forma en que la mayoría de estos rudos marinos tratan a sus perros y puedo decir que me ha emocionado.

Estamos muy solos, alejados de las personas que queremos, y necesitamos exteriorizar nuestra ternura. Los perros pueden ser unos diablos y comportarse entre ellos como auténticos lobos, pero con nosotros su comportamiento no puede ser más leal y afectivo.

Falta comida
El argumento que ha esgrimido Shackelton es que son muchas bocas a alimentar. Así dicho podría parecer que tenía razón, pero –y  siento tener que expresar una crítica– si estamos mal de alimentos es porque él ha querido que fuera así.

Hace unos días, cazamos cuatro grandes focas y mientras estábamos trayéndolas al campamento, Orde-Lees llegó diciendo que había cazado otras tres más. Sorprendentemente Shackleton dijo que no fuésemos a por ellas, que ya teníamos bastante comida.

Se pueden imaginar cómo nos quedamos todos. Si ya estaban muertas, para qué dejar que se perdiera esa carne, podría servirnos para el futuro. No hubo manera de convencerle.

Su indomable confianza
Shacketon es un optimista y tiene una confianza ciega en su estrella, aunque muchos piensan que en los últimos tiempos se ha “estrellado” algunas veces. Él está convencido que cuando necesite más comida la va a encontrar. No le cabe la menor duda.

Esto en parte es bueno. Como dice uno de los médicos, es tal la seguridad en sí mismo y en que las cosas saldrán bien que la irradia a su alrededor. Sólo por ponerte delante del Jefe te invade la confianza de que así será. Esto es lo que hace de Shackleton un líder.

Sin embargo, tiene también su parte negativa. No ve las cosas con objetividad y, sobre todo, no puede admitir que alguien sea precavido, que para él es sinónimo de derrotismo. Bueno, como ya he dicho alguna otra vez: NADIE ES PERFECTO.

La puerta de la antártida
No todo son malas noticias. Hemos estado varios días soportamos una furiosa tempestad. El viento, que llegó a alcanzar rachas superiores a los 100 kilómetros por hora, soplaba en nuestro favor y nos propulsaba como una bala en dirección Norte.

Cuando la tempestad pasó, Worsley midió con el sextante nuestra latitud. En unos pocos días nos habíamos movido casi 150 kilómetros en dirección Norte y, además, habíamos sobrepasado por varias decenas de kilómetros el Círculo Polar Antártico.

Algunos tuvimos la sensación de que habíamos pasado la puerta de la Antártida. Incluso de que todavía era posible que nos salvásemos.

Y no les cuento cómo sacrificamos a los perros, porque es muy triste, demasiado triste.

Editor del Blog
Javier Cacho
Eduardo Martínez de la Fe
Javier Cacho es científico y escritor especializado en historia de la exploración polar.
Fue miembro de la Primera Expedición Científica Española a la Antártida, a donde regresó en otras cinco ocasiones, las últimas como jefe de la base antártica Juan Carlos I. Recientemente ha publicado “Amundsen-Scott, duelo en la Antártida” (2011), y “Shackleton, el indomable” (2013). En el blog, recrea la expedición de Shackleton a través de un periodista imaginario, Alexander Vera O’Hara.


La obra definitiva sobre la odisea de Shackleton. No te la pierdas.


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