Las discrepancias en las posiciones respecto al enfrentamiento entre Israel y el grupo palestino Hamás impidieron ningún tipo de acuerdo. Los participantes coincidieron en la necesidad de reactivar una solución política que pasa por la coexistencia de dos estados (en línea con las resoluciones de la ONU), proteger a la población civil y asegurar el envío de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza de forma continuada, evitando, en todo caso, la amenaza de ampliar el conflicto árabe-israelí.
En síntesis, de nuevo estamos ante una amenaza a la seguridad global, con conflictos armados, incremento de la violencia, del crimen organizado y de las acciones de radicales independientes, con las graves consecuencias que provocan sus impactos (crisis humanitarias, refugiados, carencia de bienes básicos, miseria, desesperación, etc.).
La guerra entre Israel y Hamás reaviva el fantasma de la yihad en Europa. Así, a la hora en que se escribe esta crónica, apenas han pasado 48 horas desde que un tunecino matara a tiros en Bruselas a dos suecos aficionados al fútbol. También se han producido más de 70 amenazas de bomba y evacuaciones de grupos de viajeros en diez aeropuertos franceses, así como la evacuación y cierre temporal del Palacio de Versalles y del Museo del Louvre en París por equivalentes amenazas de bomba.
En sólo unos días, tras el comienzo de la violencia, se puso a circular de nuevo por Europa el espectro de la Yihad. Sin embargo, transcurrido ya más de medio mes de renovada tensión bélica en Oriente Medio, y pese a que el doble asesinato lo ha reivindicado Isis, nadie puede sostener aún que ese estallido esté implicando un renacimiento de ese movimiento o de Al Qaeda.
No obstante, la UE teme que el conflicto entre Israel y Hamás provoque una escalada regional pues, siempre que se han desarrollado conflictos en Oriente Medio en los que Occidente ha intervenido, se han sucedido después ataques terroristas en Europa o América.
Los Ministros de Interior de la Unión Europea han debatido sobre las acciones que se deben implementar tras los atentados y amenazas terroristas acaecidas en Europa en solo una semana, y prometen mayor cooperación ante la amenaza terrorista.
España no ha aumentado su nivel de alerta antiterrorista -que se mantiene en el nivel 4 desde el año 2015-, aunque sí ha reforzado la seguridad en entornos significativos e infraestructuras críticas, y ordenado medidas complementarias de seguridad dentro del nivel 4 que implican implantar una serie de acciones estrictas de refuerzo de los dispositivos de seguridad y de las capacidades de control y seguimiento por parte de todos los organismos implicados en garantizar la seguridad.
Así, el Ministerio del Interior intensifica las medidas por conflicto en Oriente Medio, “Se refuerzan las medidas de protección en legaciones diplomáticas y las actividades de los países con mayor nivel de amenaza, a raíz del ataque terrorista de Hamás a Israel y las operaciones de respuesta de Israel ante esa agresión”.
Entre otras actuaciones, se activan determinadas unidades especiales, se refuerzan los dispositivos de protección, se incrementan las medidas de vigilancia sobre las infraestructuras críticas, se coordinan las actuaciones de cibervigilancia y se realizan evaluaciones periódicas sobre todas estas medidas. Especial hincapié se hace sobre medidas de carácter complementario referidas a la utilización de las nuevas tecnologías informáticas.
En este sentido, nuevas exigencias y retos de seguridad se ponen de manifiesto, y el aumento de riesgos y amenazas no tradicionales, especialmente el terrorismo internacional y los ciberataques, han tenido como objetivos principales tanto a los individuos como a las infraestructuras esenciales, incrementando la vulnerabilidad de éstas y produciendo graves perturbaciones en el normal funcionamiento de la sociedad.
Por todo ello, la Gestión Integral del Riesgo es el principal objetivo pues, según la Estrategia de Seguridad Nacional, “Los ciberdelitos y ciberespionaje, el hacktivismo, y la vulnerabilidad en infraestructuras críticas y servicios, son los riesgos principales a los que se enfrenta España”. Si tenemos en cuenta que pone éstos al mismo nivel que el terrorismo y las crisis migratorias, se hace patente que la seguridad en infraestructuras críticas es algo a tener en muy en cuenta ante una amenaza terrorista.
Seguridad Global, Integral e Integrada
Hay que destacar que el nivel 4 sobre 5, además de que implica una serie de medidas especiales pone de manifiesto la necesidad de aplicar y gestionar el concepto de seguridad global, que se viene configurado como una prioridad fundamental para España y, retos como la lucha contra el terrorismo y contra la delincuencia organizada o la agresión a la ciberseguridad resultan primordiales dentro de nuestra política interior y exterior.
Hemos de aplicar herramientas de gestión del riesgo y activar el enfoque de una seguridad, integral e integrada que permitan el abordaje de todos los aspectos que afectan al ámbito de la prevención y protección, y que deben contar, al menos, con las siguientes características:
Nuevas bases. Planes de Seguridad
En España se viene estableciendo planes de seguridad, generales y sectoriales que pueden considerarse modelos de éxito para garantizar la seguridad, principalmente en infraestructuras críticas y estratégicas, tanto en el ámbito público como en el privado.
Modelos basados en la colaboración público-privada, con los que las organizaciones y sus directivos de seguridad son conscientes de que la prevención y la protección garantizan los servicios esenciales para la sociedad, sus usuarios, clientes, intermediarios y colaboradores, así como el funcionamiento de todas las actividades y operaciones con plenas garantías y confianza.
Las infraestructuras en general, y las críticas y estratégicas en particular, necesitan herramientas de gestión que sean transversales en relación a la protección de las instalaciones, teniendo en cuenta las principales áreas afectadas por la seguridad, sobre todo a nivel de indicadores críticos.
En este sentido, la evolución de los sistemas de seguridad y sus nuevas aplicaciones, son una especial base para garantizar la continuidad del funcionamiento ante la amenaza terrorista, así como la convergencia entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y las empresas de seguridad privada.
Esta convergencia entre distintos entes/ámbitos está avanzando en un nuevo modelo, más allá de la colaboración, hacia una integración operativa público-privada, que permite tomar una mayor conciencia y corresponsabilidad en las decisiones a adoptar.
Sectores de Infraestructuras Críticas. Áreas prioritarias
La Seguridad Nacional y las Infraestructuras Críticas pueden considerarse un objetivo global muy especial para el terrorismo, y la prevención y la protección se ha de abordar a nivel institucional, siguiendo políticas nacionales, además de un enfoque internacional.
Por definición, las infraestructuras críticas son vitales para el funcionamiento de la sociedad. Sin suministros confiables de energía o transporte o el seguro funcionamiento de sus estructuras esenciales (sanitarias, financieras, suministros, etc.), nuestra forma de vida actual no sería posible.
Contra la amenaza terrorista hemos de pensar en global, pero hemos de actuar en local, en nuestra dimensión ciudadana, pues la fragilidad y las vulnerabilidades se ponen de manifiesto y, para abordar la seguridad de las Infraestructuras Críticas y Estratégicas, resulta imprescindible disponer de una visión integral del entorno, interno y externo, que tenga en cuenta todos los aspectos de la actividad y sus objetivos, con una perspectiva panorámica, identificando todos los riesgos, amenazas y vulnerabilidades de la organización ante cualquier amenaza, especialmente la que puede planear en tiempos convulsos.
En definitiva, se trata de establecer una metodología que permita transformar los datos en información y éstos en inteligencia. Aunque, en un contexto global, estas herramientas sean una pequeña parte de la seguridad, en el singular campo de las Infraestructuras Críticas, sin duda ayuda de forma significativa a afrontar las amenazas previsibles, identificadas dentro de un campo de probabilidades ya estudiado.
Por todo ello, es fundamental disponer de métodos de análisis para su procesamiento, a fin de poder transformar el conjunto de los datos en inteligencia que permita conocer tendencias, tomar decisiones y optimizar recursos acordes con esa escala de cinco niveles, complementarios y asociados a los niveles de alerta del Plan de Prevención y Protección Antiterrorista.
Igualmente, "dados los violentos hechos ocurridos en Washington, y el creciente riesgo de mayores daños”, Twitter llegó a suspender más de 70.000 cuentas dedicadas principalmente a difundir contenidos conspirativos. Según la CNN, la insurrección en el Capitolio fue alimentada por grupos conspirativos, extremistas y movimientos marginales vinculados a QAnon y los Proud Boys, dos facciones de extrema derecha que el presidente Donald Trump se negó repetidamente a condenar durante su campaña electoral el año pasado.
El Pentágono también analizó amenazas terroristas antes o durante la investidura de Joe Biden y el FBI alertó del peligro de protestas armadas y de un "levantamiento" en EE.UU. y advirtió a las agencias policiales sobre la posibilidad de que ultraderechistas se hicieran pasar por miembros de la Guardia Nacional.
En los mismos foros se ha hablado también durante semanas de organizar protestas masivas que culminaran en lo que se bautizó como la “Marcha del Millón de Milicias”, el mismo 20 de enero, en la explanada del Capitolio donde serían investidos el presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris.
Por todo ello, tras una evaluación conjunta realizada por las distintas agencias y por el Departamento de Seguridad Nacional, se justificó el aumento de medidas para evitar ataques de terroristas internos que “suponen la amenaza más probable” a la toma de posesión.
El FBI ha estado una semana investigando a los 25.000 miembros de la Guardia Nacional que protegieron el acto para extremar todas las precauciones, incrementando el grado de ansiedad y preocupación por la seguridad del presidente electo y de todos los asistentes a la toma de posesión generando una gran alarma social ante el acto que se produciría solo dos semanas después del asalto contra el Capitolio.
No ha sido fácil investigar a más de 25.000 personas en tan corto espacio de tiempo, pero es mucho lo que estaba en juego. En una toma de posesión normal, no después del ataque contra el Capitolio del pasado 6 de enero, el despliegue hubiera sido muy inferior (entre 8.000 y 10.000 efectivos).
Desde el 11-S se da prioridad al terrorismo dentro de las fronteras estadounidenses porque, en muchos casos, los individuos se radicalizan en EE.UU. y se unen a Al Qaeda, el Estado Islámico o a grupos semejantes. Pero la amenaza que pendía sobre Biden en el día de su toma de posesión era de otro signo, y ha sido alimentada y reforzada por fanáticos como los supremacistas blancos, la extrema derecha y otros grupos radicales que han hecho bandera del fraude electoral.
Así el secretario del Ejército, Ryan McCarthy, aseguró además que al menos 25 casos de terrorismo nacional se han abierto a raíz de la sublevación.
Medidas de seguridad
Normalmente, las autoridades dedican meses a preparar un exhaustivo plan de seguridad para la toma de posesión presidencial, que suele ser un día de festividades. Pero, como se ha visto, en esta ocasión las medidas han sido inéditas e intensas, ante la amenaza de nuevos ataques organizados por grupos de extrema derecha, lo que ha provocado un “exceso de cautela”. La Policía del Capitolio se cubría y alertaba sobre una “amenaza externa para la seguridad”.
Así, en los días previos a la ceremonia, han sido cerradas carreteras y grandes sectores de la ciudad, líneas de metro, establecidos controles de vehículos, desplegados tanques y camiones militares, dispuestas sólidas vallas fijas y bloques de cemento para cercar la Casa Blanca y el Capitolio, además del despliegue de los más de 25.000 efectivos de seguridad.
Como es habitual, el Servicio Secreto ha tomado el mando de los planes de seguridad, respaldado por la Guardia Nacional y la Policía. El agente Matt Miller, quien lidera el esfuerzo de seguridad en nombre del Servicio Secreto, ya indicó que la planificación del evento ha estado en marcha durante más de un año.
Como se ha dicho, unos 25.000 efectivos de la Guardia Nacional y miles de policías de todo el país han sido desplegados para la ceremonia de investidura de Joe Biden y, por primera vez en 150 años, el presidente saliente Donald Trump, tras perder las elecciones y no admitir su derrota, se ha negado a estar presente en las ceremonias protocolarias.
La toma de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos ha tenido lugar en medio de un gran nerviosismo e intensas medidas de seguridad y las autoridades han temido, no sólo la posibilidad de un ataque de una persona común, sino incluso por los propios guardias y pilotos asignados a proteger la ceremonia.
La capital del país ha aparecido estos días como una fortaleza bajo estado de sitio. El National Mall -el parque de monumentos nacionales de la capital estadounidense- estuvo cerrado y enormes barreras rodearon los edificios del entorno del Capitolio.
Finalmente, doce efectivos de la Guardia Nacional fueron excluidos del operativo de seguridad debido a sus lazos con grupos de extrema derecha que habían colocado mensajes en Internet con retórica incendiaria sobre la investidura de Biden. El Pentágono se negó a divulgar los contenidos de estos mensajes. Las fuentes pidieron no ser identificadas porque no estaban autorizadas para hablar con la prensa.
El general Daniel Hokanson, comandante de la Guardia Nacional, confirmó qué efectivos fueron excluidos de la protección de la investidura, pero aclaró que sólo dos de ellos enviaron mensajes por Internet o textos por teléfono inapropiados. Los otros 10, afirmó, fueron expulsados debido a temas que podrían estar relacionados con antecedentes penales o actividades no directamente relacionadas con la transmisión de poder y subrayó que no se encontraron evidencia alguna sobre un plan concreto de atacar la ceremonia.
Por otra parte, el traspaso de la llamada "caja negra" o "maletín nuclear" (una valija reforzada con metal que acompaña a todas partes al presidente de EE.UU. “por si hubiera necesidad de lanzar un ataque atómico estando lejos de la Casa Blanca”), es uno de los momentos menos publicados pero de los más simbólicos e importantes de todo cambio presidencial desde hace casi seis décadas. Durante la toma de posesión del nuevo mandatario estuvo en manos de dos militares con uniformes de gala, que esperaron detrás de unos pilares el momento de la juramentación. Uno de ellos, que generalmente ha acompañado al presidente saliente en la mayoría de sus viajes, llevaba consigo el pesado maletín negro que, cuando el reloj marcó el mediodía, lo entregó al otro oficial que se encargará desde entonces de custodiarlo para el nuevo comandante en jefe.
La seguridad del presidente de los Estados Unidos depende del Servicio Secreto pero, en la toma de posesión también participan el Departamento de Seguridad Nacional, el de Protección Federal, las Fuerzas Armadas, la Policía del Capitolio, la de Parques de los Estados Unidos y la Metropolitana del Distrito de Columbia.
A todo lo anterior, se suman los medios de protección como el vehículo blindado, llamado “La Bestia” para la protección del presidente y sus ocupantes que, entre otras características, usa una combinación de armaduras de acero, aluminio, titanio y cerámica, cada una enfocada a un tipo diferente de amenaza. El vehículo está totalmente sellado por lo que soporta ataques químicos, biológicos y atómicos. Las paredes tienen un espesor de 12 cm. Cuenta con vidrios multicapa de cinco pulgadas antibala. Cuenta con equipo médico incluyendo sangre del presidente, que puede ser usada ante cualquier emergencia. Y un equipo de comunicaciones que está directamente vinculado a un satélite militar. Su peso ronda las nueve toneladas y es una especie de bunker móvil con capacidad para 7 ocupantes.
Y hasta se ha comentado que, el presidente electo Joe Biden posee una bicicleta estática de la marca Pelotón, que podría haber sido objeto de un serio análisis ante el día de su mudanza a la Casa Blanca. Este tipo de bicicletas vienen equipadas con cámaras y micrófonos conectados a Internet, por lo que supone también una amenaza a la ciberseguridad.
A modo de resumen
El tamaño de la celebración ha sido “extremadamente limitado” este año. Bajo esta premisa, tanto la toma de posesión de Joe Biden, como el dispositivo de seguridad, han sido muy diferentes, algo comprensible en parte debido a los miedos, amenazas y riesgos que se asumían.
A la previsión normal, se le han sumado tres circunstancias adicionales: La pandemia, que registra su momento más severo en Estados Unidos, con cifras récord de nuevos contagios confirmados y de muertes; la crisis política desatada tras el asalto al Capitolio realizado el 6 de enero por partidarios del presidente Donald Trump (quien ahora debe enfrentar un juicio político por esos hechos y aún se niega a reconocer los resultados de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre); y la alerta de los cuerpos de seguridad ante la potencial amenaza de que se produjeran protestas o graves actos de violencia, no solamente en Washington DC sino también en los distintos Estados.
Así, 200.000 banderas de Estados Unidos adornaron la explanada del Capitolio para la toma de posesión de Joe Biden y Kamala Harris instaladas en el National Mall representaron a otros tantos ciudadanos, no compatible con el despliegue de 25.000 miembros de la Guardia Nacional, además de distintos cuerpos policiales y el blindaje de una ciudad y evento sin asistentes.
En temas de seguridad y defensa, una acción importante tras sucesos como los previamente acaecidos es la de enviar un mensaje correcto y dimensionado que tranquilice a la población. No se ha entendido así lo que han hecho ante una situación de amenaza o peligro que se ha mostrado sin tapujos. Tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, la estrategia fue retomar las actividades normales a los pocos días, como los eventos deportivos y culturales, actividades financieras y educativas. El mensaje era claro: Estados Unidos no tenía miedo. Sin embargo, después de que una turba entrara a la sede del Capitolio el 6 de enero, las fuertes medidas de seguridad para la toma de posesión de Joe Biden han enviado un mensaje confuso y no adecuadamente dimensionado, reflejando mayor temor a los seguidores de Trump, a los grupos radicales de extrema derecha y a los pequeños grupos de desadaptados, que a las mayores organizaciones terroristas de la actualidad.
Estos miedos, sustos y seguridad extrema han estado hasta en los ensayos de los actos de toma de posesión del presidente electo, que fueron interrumpidos después de que se desatara un incendio en las inmediaciones del Capitolio. La falsa alarma escenificó las tensiones que reinaban en torno a la seguridad de la atípica ceremonia.
Washington ha sido una ciudad sitiada, en la que sus ciudadanos, cada uno de estos días, han amanecido con imágenes y titulares de lo que podría haber sido una masacre en el Capitolio el día 6 de enero, alertando de lo siguiente que podría pasar y llegando los ánimos al rango de psicosis.
Estados Unidos, país presuntamente ejemplo de seguridades, ha mantenido y mantiene una situación de alarma que ha generado más miedos, amenazas y vulnerabilidades, que calma y sensación de control entre sus ciudadanos.
Este panorama, se presenta dentro de un globalizado y amplio marco de actividades de sectores así clasificados, que son definidos como “Aquellas instalaciones, redes, servicios y equipos físicos y de tecnología de la información cuya interrupción o destrucción produciría un impacto mayor en la salud, la seguridad o el bienestar económico de los ciudadanos o en el eficaz funcionamiento de la Administración”.
Se conocen como infraestructuras “estratégicas” “...aquellas sobre las que descansa el funcionamiento de los servicios esenciales”, alcanzando el grado de “críticas” “...cuando su funcionamiento es indispensable y no permite soluciones alternativas”.
Todas ellas presentan nuevos retos y exigencias de cara al cumplimiento de la legislación y normativa vigente y, para su mejor protección y gestión preventiva de los riesgos y amenazas inherentes, son necesarios nuevos planteamientos y soluciones que, irreversiblemente, han de enfocar de forma prioritaria la convergencia de la seguridad física y la lógica, así como la integración y gestión de todos los sistemas.
En este sentido, las nuevas soluciones, innovadoras y personalizadas que estamos propiciando desde CÍRCULO de SEGURIDAD de GET (Grupo Estudios Técnicos) están basadas en el
El valor compartido aplicado al amplio sector de las seguridades es una idea innovadora que surge como alternativa a los obsoletos métodos de trabajo de las empresas estancadas en el pasado que no ofrecen soluciones a los nuevos retos y exigencias de seguridad.
La creación de valor compartido es una propuesta basada en la teoría de Michael Porter, mediante la cual se motiva al mundo empresarial de la seguridad a renovar sus procesos, productos y servicios. “Las empresas crean valor compartido, reconcibiendo productos y mercados; redefiniendo la productividad en la cadena de valor y construyendo clusters de apoyo para el sector en torno a las instalaciones de la empresa”. (Galvis, 2013)
La aplicación del concepto de valor compartido crea nuevas oportunidades para las empresas, las organizaciones de la sociedad civil y los gobiernos, a fin de aprovechar el poder de la competencia basada en el mercado para poder hacer frente a los problemas sociales o estructurales.
CÍRCULO de SEGURIDAD conjuga una nueva visión empresarial que ofrece un selectivo catálogo de soluciones innovadoras de alto valor estratégico y operativo en el mercado globalizado de la seguridad de alto riesgo y, en especial, para los sectores de actividad estratégicos y críticos, refrescando el sector empresarial de la seguridad y contribuyendo al progreso con respuestas adecuadas a las nuevas demandas y nuevos retos.
GET ofrece desarrollos holísticos de cara a la Gestión del Riesgo de las Infraestructuras Estratégicas y Críticas que, sin duda, requieren productos y servicios de seguridad adecuados a sus específicos riesgos, amenazas y vulnerabilidades.
En resumen, el valor compartido es una nueva visión, que surge como alternativa a los métodos de estudio y análisis de las empresas estancadas en el pasado, y todo lo que esto supone. Con ello, no sólo se pretende aumentar la eficiencia de la seguridad y el control de las infraestructuras a medio y largo plazo, sino garantizar una gestión orgánica, y por lo tanto viva, lo que conlleva, además, unas inversiones eficaces.
CÍRCULO de SEGURIDAD es un referente en el cambio de paradigma de la seguridad y de sus directivos, basado en nuevos planes de inteligencia estratégica:
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SISTEMAS DE GRC (GOBERNANZA, RIESGOS Y COMPLIANCE) que garanticen la adecuación constante al marco normativo actual y futuro que afecte al operador crítico, que contemple un sistema de evaluación de riesgos y que permita realizar el seguimiento de mejora continua.
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SISTEMAS DE IMPLANTACIÓN Y MANTENIMIENTO mediante plataformas de control de la seguridad de la información y las comunicaciones, con la necesaria realización de auditorías y desarrollo previo de políticas y procedimientos, para el mantenimiento permanente del nivel o grado de seguridad determinado.
En el desarrollo de nuestras actividades cotidianas, vivimos rodeados de un amplio catálogo de riesgos potenciales, amenazas reales y notables vulnerabilidades, cada vez más sofisticadas y evidentes, pero son de manera especial la delincuencia organizada y sobre todo el terrorismo, los que están haciendo mella cada vez más cerca del ciudadano. Una situación en permanente evolución y cambio rápido, en un mundo, ya globalizado y, por ello, conectado, pequeño y sensible al impacto mediático del miedo y el terror.
Sin duda, ese es el actual objetivo del terrorismo yihadista que, especialmente en Europa, y de forma directa en España, se ha visto evolucionar del 11M (fatídico atentado con 193 muertos y 1.858 heridos en Madrid en 2004) al 17A (reciente atentado con 16 muertos y más de 100 heridos en Barcelona).
Los atentados cometidos en los últimos tiempos en París (6 militares heridos por atropello), Londres (5 muertos y decenas de heridos en dos atropellos), Berlín (12 personas muertas atropelladas en un mercado), Niza (84 muertos y 300 heridos por un camión), Bruselas (32 muertos y 300 heridos) o París (130 muertos en sala de fiesta y 12 muertos en el ataque a la revista Charlie Hebdo), sumado a los ataques con cuchillos, machetes y más atropellos en distintos puntos del continente europeo, no solo reflejan que los terroristas mantienen e intensifican sus objetivos, sino que recurren a métodos cada vez más básicos, crueles y letales como los ataques directos con camiones y furgonetas.
Este nuevo modelo de ofensiva terrorista presenta además el perfil de un agresor más autónomo, que solo de forma ideológica y no logística pertenece a una organización tan etérea como la yihadista que fomenta un adoctrinamiento rápido y facilitado por las redes.
Los yihadistas vienen adaptando su modus operandi ante las nuevas condiciones de seguridad de los países en los que actúan. Una muestra de adaptación es el uso de vehículos o armas y menos explosivos, pues a menudo es complicado para ellos acceder a los ingredientes para hacer bombas sofisticadas y, como se ha visto en el último atentando de Cataluña, tienden a utilizar explosivos de elaboración casera.
Las características de los terroristas que intervienen en los atentados se mantienen y consolidan. Son realizados por personas muy jóvenes, que viven y trabajan entre nosotros, que son captados y desarraigados de una sociedad integradora y tolerante como la española por fanáticos líderes del terror, para ser abducidos y utilizados en células radicalizadas muy adaptadas a la convivencia.
Corremos el riesgo de familiarizarnos y asumir cierta resignación ante esta amenaza que se está volviendo un cáncer social con el que convivir, pero no hemos de bajar la guardia en ningún aspecto, sino abordar el problema colectivo como un reto colaborativo.
Es el momento inaplazable de acometer el desafío que esta situación presenta, unidos y motivados hacia soluciones globales, muy especialmente, en lo que se refiere a la protección de nuestras infraestructuras estratégicas y críticas, donde son más notables nuestras vulnerabilidades, pero, en las que el ciudadano cuenta con la eficacia de su funcionamiento silencioso, y en cuya seguridad confía como substrato de su bienestar y libertad.
Con ese objetivo, hemos de revisar y consolidar nuestros conceptos de seguridad más básicos, a fin de no pisar en falso ni dar un paso atrás Se impone exigirnos esa visión holística, analítica e integradora del problema y sus soluciones ante una situación tendente a seguir evolucionando en la radicalización.
Es preciso aspirar a una especial altura de miras para consolidar el avance del modelo español hacia esa “Seguridad Única” (pública y privada, integral e integrada) basada en la transparencia y la ética, la confianza y la colaboración real de todas las partes implicadas, en la que ya no sean posibles errores de coordinación como los vividos, utilizando estrategias eficientes y valores añadidos a los ya demostrados por nuestros profesionales, a fin de avanzar en la implantación del pensamiento exponencial y no lineal.
En este avanzar hacia soluciones globales, debemos potenciar la inteligencia aplicada, inherente a todo planteamiento de respuesta sólida e imaginativa, y que ha de ser el referente transversal en toda gestión exigente -hoy en tiempo real-, para asegurar la eficiencia en los procesos, aprovechando las plataformas de control online que la innovación tecnológica actual nos permite y facilita.
Todo ello apoyado en la reputación y prestigio que en general tienen nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, con el apoyo y colaboración igualmente necesaria e irreversible que presta el sector de la Seguridad Privada.
Sin embargo, cabe destacar que la eficacia y la eficiencia potencial hacia esas soluciones no llegarán a su aplicación en tiempo y forma sin la propia exigencia de seguridad por parte de la sociedad, licita aspiración y esperable demanda en el ejercicio de sus derechos y libertades.
En resumen, tenemos enfrente un enemigo difuso y confuso que sigue avanzando en estrategias y recursos, y que requiere de nuevas soluciones y procedimientos por nuestra parte, que en muchos casos ya conocemos o están a nuestro alcance, y que fundamentalmente pasan por una coordinación integral e integrada de fuerzas aplicadas en esta guerra desigual contra el terrorismo y el crimen organizado.
Nuevos retos y nuevas respuestas globales que hacen precisa la preparación adecuada de cada vez más profesionales ejecutivos y operativos, que han de acreditar una formación y capacitación especializada no lineal, basada en estrategias y pensamientos exponenciales abiertos y flexibles que les convierta en los lideres de la seguridad del Siglo XXI.
La conferencia, ha sido dictada dentro del marco de "Paz y Seguridad" en el posconflicto colombiano, partiendo de la identificación, análisis y evaluación de los riesgos, amenazas y vulnerabilidades de las Infraestructuras Críticas que son aquellas instalaciones, redes, servicios y equipos físicos y de tecnología de la información cuya interrupción o destrucción tendría un impacto mayor en la salud, la seguridad o el bienestar económico de los ciudadanos o en el eficaz funcionamiento de las instituciones del Estado, donde hemos de desarrollar los nuevos modelos de Gestión del Riesgo y los Planes de Protección y Operativos para garantizar el funcionamiento de las mismas y la confianza de la ciudadanía en el Estado para enfrentarse a este tipo de amenazas. En este sentido, el concepto de seguridad interior y exterior, se transforma en un nuevo paradigma como nueva función del Estado para la defensa de su soberanía y la protección de sus infraestructuras estratégicas, como derecho de sus ciudadanos frente las amenazas emergentes en el nuevo escenario de paz y seguridad en el posconflicto colombiano.
Esta Conferencia ha sido publicada dentro del libro Escenarios de inseguridad en América Latina y los actuales retos en Colombia, editado por el Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado de Investigación sobre la Paz, la Seguridad y la Defensa.Puedes descargar la Conferencia completa pinchando aquí