Hoy parece existir una nueva realidad para la mujer que se describe como más oportunidades, menos frenos a su desarrollo, más independencia económica... Sin embargo, si bien estas puertas que se han abierto le hablan de aspectos del despertar a una conciencia de dignidad, no propician el mejor conocimiento de sí misma, saber en profundidad cómo es.
El modelo es masculino, el reto es demostrar que se es tan capaz como un hombre en el mundo en el que él se mueve, y de esta manera llegar a tener una vida igual. Esto, a la mujer, no le satisface del todo, le aleja de sus anhelos internos, se los duerme, le plantea una vida llena de exigencias que le angustian: ¿cómo ser una eficaz profesional, cómo llevar a buen puerto una empresa y además cómo, simultáneamente, cuidar del bebé cuando está malito, por ejemplo.
Muchas veces aplaudimos logros de las mujeres como logros de lo femenino: en realidad lo que estamos aplaudiendo es el reconocimiento en nosotras de cualidades masculinas. Sin darnos cuenta nos introducimos en una loca carrera para competir y nos alejamos cada vez más de nuestro “sentir”. La mujer de antes y la mujer de ahora son mujeres domesticadas, solo que cada una en un entorno cultural diferente. “La mujer salvaje” (1) es la llave para desbloquear el ser esencial de mujer. La mujer salvaje es la fuente de la renovación.
¿Cómo soy yo, si me despojo de las proyecciones y expectativas de los demás que condicionan mis actuaciones e impregnan mi personalidad? ¿En qué momento comenzó la influencia invisible de la cultura centrada en lo masculino a imprimirse en mí, frenando la evolución natural de lo femenino?
El modelo es masculino, el reto es demostrar que se es tan capaz como un hombre en el mundo en el que él se mueve, y de esta manera llegar a tener una vida igual. Esto, a la mujer, no le satisface del todo, le aleja de sus anhelos internos, se los duerme, le plantea una vida llena de exigencias que le angustian: ¿cómo ser una eficaz profesional, cómo llevar a buen puerto una empresa y además cómo, simultáneamente, cuidar del bebé cuando está malito, por ejemplo.
Muchas veces aplaudimos logros de las mujeres como logros de lo femenino: en realidad lo que estamos aplaudiendo es el reconocimiento en nosotras de cualidades masculinas. Sin darnos cuenta nos introducimos en una loca carrera para competir y nos alejamos cada vez más de nuestro “sentir”. La mujer de antes y la mujer de ahora son mujeres domesticadas, solo que cada una en un entorno cultural diferente. “La mujer salvaje” (1) es la llave para desbloquear el ser esencial de mujer. La mujer salvaje es la fuente de la renovación.
¿Cómo soy yo, si me despojo de las proyecciones y expectativas de los demás que condicionan mis actuaciones e impregnan mi personalidad? ¿En qué momento comenzó la influencia invisible de la cultura centrada en lo masculino a imprimirse en mí, frenando la evolución natural de lo femenino?
Difícil despertar
Es muy difícil el despertar porque no hay modelos anteriores. No podemos seguir la huella de nuestras abuelas o de nuestras madres porque sus circunstancias fueron otras, pero sí podemos tomar de ellas, y de todas las mujeres que han precedido nuestras vidas, su alma grande, aquella que les dio el poder para no sucumbir, que mantuvo la dignidad de sus vidas, su cabeza alta y su determinación clara.
El camino de búsqueda es hacia el interior. Es un camino lleno de preguntas sobre la historia personal. ¿Cuál ha sido el momento de mi vida en que me he sentido plenamente yo? ¿Reconozco aquellos en los que me he sentido obligada a renunciar a mi misma? ¿De qué manera se me fueron imponiendo los patrones que me diferenciaban de los niños (en mi casa, en la escuela, en la religión…) pero que no me llevaban a mi verdadera identidad?: ¿se es mujer porque no se es hombre?…
¿Cómo era de niña, en mi etapa escolar, en mi adolescencia? ¿Dónde estaba, cuál era mi entorno, cuáles eran mis sueños? ¿A qué juego, con quién, qué imagino sobre mi futuro? ¿Cómo se despierta mi sexualidad, cuáles fueron los tabúes sobre mi naturaleza de mujer? ¿Cuáles eran mis lecturas preferidas?
Me voy haciendo mayor y asumo responsabilidades ¿Tengo identidad propia en mi vida social, laboral, en mi matrimonio, con mis hijos…? ¿Cómo determinan mi vida personal mis relaciones con todos los que me rodean? ¿Qué pasaría si mañana decidiera hacer algo que no estuviera previsto? ¿Quién soy cuando me escapo de lo que está programado, fijado, ordenado? ¿Qué emoción me produce sentir que vuelo, salto, corro, me escondo, me disfrazo, desaparezco?
Es muy difícil el despertar porque no hay modelos anteriores. No podemos seguir la huella de nuestras abuelas o de nuestras madres porque sus circunstancias fueron otras, pero sí podemos tomar de ellas, y de todas las mujeres que han precedido nuestras vidas, su alma grande, aquella que les dio el poder para no sucumbir, que mantuvo la dignidad de sus vidas, su cabeza alta y su determinación clara.
El camino de búsqueda es hacia el interior. Es un camino lleno de preguntas sobre la historia personal. ¿Cuál ha sido el momento de mi vida en que me he sentido plenamente yo? ¿Reconozco aquellos en los que me he sentido obligada a renunciar a mi misma? ¿De qué manera se me fueron imponiendo los patrones que me diferenciaban de los niños (en mi casa, en la escuela, en la religión…) pero que no me llevaban a mi verdadera identidad?: ¿se es mujer porque no se es hombre?…
¿Cómo era de niña, en mi etapa escolar, en mi adolescencia? ¿Dónde estaba, cuál era mi entorno, cuáles eran mis sueños? ¿A qué juego, con quién, qué imagino sobre mi futuro? ¿Cómo se despierta mi sexualidad, cuáles fueron los tabúes sobre mi naturaleza de mujer? ¿Cuáles eran mis lecturas preferidas?
Me voy haciendo mayor y asumo responsabilidades ¿Tengo identidad propia en mi vida social, laboral, en mi matrimonio, con mis hijos…? ¿Cómo determinan mi vida personal mis relaciones con todos los que me rodean? ¿Qué pasaría si mañana decidiera hacer algo que no estuviera previsto? ¿Quién soy cuando me escapo de lo que está programado, fijado, ordenado? ¿Qué emoción me produce sentir que vuelo, salto, corro, me escondo, me disfrazo, desaparezco?
La conexión
Emily Hancock (2) afirma que: “Sólo cuando casamos la autonomía de la niña con la fecundidad de la mujer y reconocemos la conexión entre la semilla y el suelo, restauramos nuestra creatividad como cultura, prosperamos y florecemos.
En la alianza entre la niña que posee la iniciativa y la mujer que conoce su potencialidad de generar, dice, reside la fuerza creativa que necesitamos para llegar a ser nosotras mismas, y para hacer de esta cultura lo que tan desesperadamente necesita”.
Detrás de esa unión está la impronta de la mujer salvaje que alienta el proceso de la vida. La mejor aventura es la búsqueda de su voz en nuestro interior, una voz que nos habla de libertad, ella es la que dará las respuestas más convincentes y apagará, sin violencia, el desasosiego.
(1) Clarissa Pinkola Estés. “Mujeres que corren con los lobos”. 2001
(2) Emily Hancock. La niña interior piedra de toque de la identidad femenina. ”Ser mujer”. 1993
Emily Hancock (2) afirma que: “Sólo cuando casamos la autonomía de la niña con la fecundidad de la mujer y reconocemos la conexión entre la semilla y el suelo, restauramos nuestra creatividad como cultura, prosperamos y florecemos.
En la alianza entre la niña que posee la iniciativa y la mujer que conoce su potencialidad de generar, dice, reside la fuerza creativa que necesitamos para llegar a ser nosotras mismas, y para hacer de esta cultura lo que tan desesperadamente necesita”.
Detrás de esa unión está la impronta de la mujer salvaje que alienta el proceso de la vida. La mejor aventura es la búsqueda de su voz en nuestro interior, una voz que nos habla de libertad, ella es la que dará las respuestas más convincentes y apagará, sin violencia, el desasosiego.
(1) Clarissa Pinkola Estés. “Mujeres que corren con los lobos”. 2001
(2) Emily Hancock. La niña interior piedra de toque de la identidad femenina. ”Ser mujer”. 1993