Bitácora

Es el tiempo de la caída de la máscara

Redactado por Alicia Montesdeoca el Martes, 19 de Febrero 2013 a las 10:40



| Martes, 19 de Febrero 2013

La propia realidad creada les desenmascara. Fuente: djspectro-blogspot.com
Vivimos una época en la que las personas que están al frente de las instituciones construyen normas de funcionamiento que olvidan y obligan a olvidar aquellos logros alcanzados por los avances en el conocimiento científico, económico, social, político y espiritual en todas sus acepciones.

Si la humanidad atesora hoy un patrimonio de conocimiento, jamás alcanzado en etapas humanas anteriores, nunca ha existido, también, tanta capacidad tecnológica de manipulación puesta al servicio del olvido y de la negación de los logros humanos para imponer, en esta ocasión si armas de fuego, la destrucción masiva de lo logrado: los mensajes repetidos hasta la saciedad pretenden hacer de las falsas proposiciones principios de funcionamientos “justos” y “posibles”, para que callen y se domestiquen los que no están en el poder de usar los medios de “destrucción informativa” en beneficio propio.

Sin embargo, lo que pudo ser en el pasado un mecanismo eficaz, usado siempre desde las posiciones de poder para domeñar a los que carecen de él, en nombre de Dios o de los auto nominados sus representantes en la Tierra, ha dejado de tener el efecto perseguido y se convierte en perversión de los que abusan de su uso, estimulados por un afán inagotable de acaparamiento del poder que les lleva a la ceguera absoluta de lo real y a la caída en sus propias trampas.

Nunca como en la actualidad se ha podido ver, también, como se desenmascaran los engaños, las trampas, los discursos manipuladores. La puesta en evidencia de que lo que se defendía con retóricas sin contenido alguno, ocultaba, en realidad, la más baja ambición: la de poseer con usura, aprovechando los puestos de información privilegiados, aunque con ello se destruyera las bases sociales que tratan de hacer que la justicia sea igual para todos y que los bienes de todos estén al servicio del bien común.

Hasta ahora, la grosería con la que sus actuaciones se han dotado les ha puesto en evidencia. Las consecuencias son la crisis, con sus miles de perversas expresiones, y la toma de la calle y las plazas por los que, con tanta ignorante audacia, se pretendían acallar. Los de la calle, los nuevos ciudadanos de las Plazas, han convertido cada propuesta alternativa en un acto cargado de conciencia global.

Lo que sirvió en el pasado para asegurar privilegios de unos pocos se ha convertido, en el presente, en el recurso principal para vincular consciencia individuales y para avanzar hacia el diseño de un modelo distinto de sociedad donde lo que le sucede al “otro” (da igual la distancia que medie) me sucede a mí. Los avances en el conocimiento científico y en los medios tecnológicos van parejos con el desarrollo de un nuevo sentido de solidaridad y de cooperación de importante trascendencia espiritual.


Alicia Montesdeoca