Bitácora

La inocencia la arrebató la noche

Redactado por Alicia Montesdeoca el Miércoles, 6 de Marzo 2013 a las 11:22



| Miércoles, 6 de Marzo 2013

¿La vida es un juego que soñamos? Fuente: taringa.net
Mientras dormía la noche se llevó la infancia. El caso es que no sabemos si se la llevó a otro sueño. Creíamos que todos estábamos en el mismo juego y que nuestras leyes para jugar eran las mismas; al despertar comprobamos que cada uno pone en juego aquellas normas que cree que le llevarán a alcanzar los resultados que persigue.

No sabemos de antemano, o no podemos saber, cuál es el objeto del jugar; lo cierto es que las personas nos entregamos a los objetivos a ciegas, cada una convencida de que los verdaderos son los suyos.

Además, nuestra oscuridad y la de los otros no tienen la misma intensidad, es imposible encontrarnos si no encaramos y, sinceramente, aceptamos su existencia tratando de llegar al interruptor que nos va a permitir descubrir las leyes que rigen la interrelación de los jugadores.

¿Qué hacer?, nos preguntamos ¿Rompemos los juegos? Romper supone dejar de crear, supone permitir que la oscura noche permanezca, que nadie se encuentre, que la soledad nos invada, que lo logrado se deteriore, que la búsqueda se convierta en apatía, resentimiento, desesperanza y olvido de aquellos otros que sí nos han acompañado y nos han permitido seguir avanzando.

Abandonar supone renunciar al encuentro con posibles respuestas, con compañeros y compañeras de viaje, aquellos y aquellas cuyos corazones laten al mismo compás que el nuestro y que nos hacen sentir que el andar –tanteando para encontrar- ha tenido sentido.

Es de madrugada. El Sol por algún lugar ya emergió, estamos a la espera de que nos alumbre y haga huir la noche que aún nos envuelve. Todo ello mientras comprendemos que el Universo también está sometido a las mismas leyes que condicionan nuestro juego humano.

Tantos y tantos eones de tiempo ocupados en encontrar la luz mientras ésta hace de las tinieblas su material para crear formas, para experimentar con la aparente nada, sin prisas, sin apuros, pacientemente, usando con generosidad los elementos que parecen estar esperando la oportunidad de su propia materialización.

No cabe pataleta alguna ante la frustración que procede del no ver. Se impone un recuperar el buen sendero que nos da la seguridad que necesitamos. Aquel camino construido poco a poco y que abandonamos en cada intento nuevo, impulsados por el afán de seguir andando. De esta manera nos creamos a nosotros mismos. De esta manera una identidad emerge consolidando el impulso creador que late en el corazón de cada existencia, alumbrada en no se sabe qué tiempo ni por quién.
Alicia Montesdeoca