Fuente: neorrabioso.blogspot.com
Día a día se agota enero, el tiempo pasa y los acontecimientos se superponen unos sobre los otros, las acciones se contestan, las decisiones no proponen consenso, a cada imposición le sigue una protesta (3.419 en 2012, un 74,2% más que en 2011).
Lo viejo se incinera en su propia ceguera, lo que se le contrapone no encuentra cauce en las vías institucionalizadas. Siguen las manifestaciones en las calles. Los gritos, que no logran enmudecer los aplausos, interrumpen a los oradores de lo viejo. La confusión se alimenta para justificar los enfrentamientos. Se usa la fuerza pública y se deteriora el prestigio de los que la dirigen porque sobrepasan su papel constitucional.
El orden ya no es argumento, encierra la injusticia, el sin sentido, la opción por el privilegio de los que han sido siempre privilegiados. Las oportunidades de las que gozan los de siempre se desenmascaran y se vuelven hacia sus beneficiados como expresiones de muerte. Los argumentos de defensa despliegan discursos vacíos, en bocas de los que nunca les importó usar las normas y las leyes para beneficiarse. Ahora sus palabras caen al suelo y se confunden con el polvo que pisan los pies de los que siempre se han sentido desprotegidos y engañados.
La marea avanza, ya las calles no acogen sólo a los descamisados, las voces son de los que conocen los argumentos esgrimidos hasta hoy para sostener lo insostenible, de los que tienen la información, la inteligencia, la razón con corazón; de los que renuncian a las migajas para que tengan voz los que no tienen ni eso.
Al modelo se le cae, en forma de harapos, los lujosos vestidos que cubrieron las miserias y las mentiras de los que se sintieron eternamente seguros con el poder de decidir, de hacer, de manipular, sin importarles las consecuencias que tenían sus acciones para la mayoría invisible… Asistimos al deterioro galopante de lo viejo y a la emergencia de nuevas expresiones sociales, hasta ahora dormidas o postergadas en donde se guardan los anhelos, y que buscan nuevas maneras de hacer y de construir sociedad.
Todo lo que está emergiendo tiene intención y voluntad de crecer y quedarse, como muestra de una consciencia que se expande. Si esto es el despertar hay que aprender a estar despiertos permanentemente. Quedan, pues, muchos acontecimientos en el porvenir. La conciencia de cada individuo se despereza, abre los ojos, descubre lo dormida que ha estado y, en cada paso de ese amanecer, siente que el sueño ha sido largo y profundo, que ha de retomar lo olvidado y que el día va a ser largo pero que lo que suceda va a ser irreversible, la vigilia que se inicia obliga a estar ¡En pie!
Lo viejo se incinera en su propia ceguera, lo que se le contrapone no encuentra cauce en las vías institucionalizadas. Siguen las manifestaciones en las calles. Los gritos, que no logran enmudecer los aplausos, interrumpen a los oradores de lo viejo. La confusión se alimenta para justificar los enfrentamientos. Se usa la fuerza pública y se deteriora el prestigio de los que la dirigen porque sobrepasan su papel constitucional.
El orden ya no es argumento, encierra la injusticia, el sin sentido, la opción por el privilegio de los que han sido siempre privilegiados. Las oportunidades de las que gozan los de siempre se desenmascaran y se vuelven hacia sus beneficiados como expresiones de muerte. Los argumentos de defensa despliegan discursos vacíos, en bocas de los que nunca les importó usar las normas y las leyes para beneficiarse. Ahora sus palabras caen al suelo y se confunden con el polvo que pisan los pies de los que siempre se han sentido desprotegidos y engañados.
La marea avanza, ya las calles no acogen sólo a los descamisados, las voces son de los que conocen los argumentos esgrimidos hasta hoy para sostener lo insostenible, de los que tienen la información, la inteligencia, la razón con corazón; de los que renuncian a las migajas para que tengan voz los que no tienen ni eso.
Al modelo se le cae, en forma de harapos, los lujosos vestidos que cubrieron las miserias y las mentiras de los que se sintieron eternamente seguros con el poder de decidir, de hacer, de manipular, sin importarles las consecuencias que tenían sus acciones para la mayoría invisible… Asistimos al deterioro galopante de lo viejo y a la emergencia de nuevas expresiones sociales, hasta ahora dormidas o postergadas en donde se guardan los anhelos, y que buscan nuevas maneras de hacer y de construir sociedad.
Todo lo que está emergiendo tiene intención y voluntad de crecer y quedarse, como muestra de una consciencia que se expande. Si esto es el despertar hay que aprender a estar despiertos permanentemente. Quedan, pues, muchos acontecimientos en el porvenir. La conciencia de cada individuo se despereza, abre los ojos, descubre lo dormida que ha estado y, en cada paso de ese amanecer, siente que el sueño ha sido largo y profundo, que ha de retomar lo olvidado y que el día va a ser largo pero que lo que suceda va a ser irreversible, la vigilia que se inicia obliga a estar ¡En pie!