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La Felicidad nacional bruta no depende de la productividad económica

Expertos en la ONU sugieren medidas políticas gubernamentales destinadas a incentivar el bienestar de los ciudadanos, independientemente del PIB


A principios de abril, cientos de representantes de distintos gobiernos, investigadores y organizaciones de la sociedad civil se reunieron en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York para hablar del “Índice nacional bruto de felicidad”, un concepto que mide el bienestar de los ciudadanos por naciones. En el encuentro, los expertos lanzaron sugerencias a los Gobiernos para aumentar la satisfacción vital de sus conciudadanos, como cubrir las necesidades básicas de la población, reforzar los sistemas sociales, implementar las políticas activas de trabajo, mejorar los servicios de salud mental; promover la compasión, el altruismo y la honestidad; y ayudar a la gente a resistir el exceso de mercantilismo. Por Yaiza Martínez.


11/04/2012

“La Felicidad nacional bruta es más importante que el Producto nacional bruto”, reza este eslogan de la Escuela de Artes y Oficios de Thimphu, en Bután. Fuente: Wikimedia Commons.
“La Felicidad nacional bruta es más importante que el Producto nacional bruto”, reza este eslogan de la Escuela de Artes y Oficios de Thimphu, en Bután. Fuente: Wikimedia Commons.
A principios de abril, cientos de representantes de distintos gobiernos, investigadores y organizaciones de la sociedad civil se reunieron en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York para hablar del “Índice nacional bruto de felicidad”, un concepto centrado en la creencia de que el bienestar de un país puede y debe medirse más allá de ciertos indicadores tradicionales, como la productividad económica.

Organizado por el Gobierno de Bután país creador del “Índice nacional bruto de felicidad” (que incluye la medición de los niveles de salud pública, la estabilidad laboral, la calidad del medio ambiente, y el goce pleno de los derechos humanos) en el encuentro de la ONU, el Secretario General, Ban Ki-moon, habló sobre cómo los países han avanzado en esta nueva perspectiva, así como de la importancia de establecer un Índice del Desarrollo Sostenible para asegurar la felicidad de los habitantes de las naciones, publica las Naciones Unidas en un comunicado.

«Necesitamos un nuevo paradigma económico que reconozca la paridad entre los tres pilares del desarrollo sostenible. El bienestar económico, el social y el medioambiental son indivisibles. Juntos definen la cantidad global de la felicidad”, afirmó Ki-moon.

Sugerencias para promover la felicidad de los ciudadanos

Otro de los participantes en el encuentro, Jeffery Sachs, destacado economista de la Universidad de Columbia de Nueva York y editor (junto a John Helliwell y Richard Layard) del “World Hapiness Report”, un informe elaborado para ser presentado en la Conferencia, afirmó que la felicidad puede ser alcanzada independientemente de la riqueza de cada país, en términos de Producto Interior Bruto o PIB.

Sachs aseguró que: “El PIB por sí mismo no promueve la felicidad. Estados Unidos ha incrementado en tres veces su PIB por cápita desde 1960, pero sus medidas de felicidad no se han modificado”. En cambio, otros países que han aplicado determinadas políticas sí que han alcanzado grandes beneficios para su felicidad, incluso a niveles mucho más bajos de ingresos per cápita

Según publica la revista Time, aunque naciones ricas como Dinamarca, Noruega, Finlandia o los Países Bajos encabecen el ranking de los países más felices, mientras que las naciones más pobres, como Togo, Benin o Sierra Leona, se encuentren entre las menos felices, el informe de Sachs y sus colaboradores sugiere que factores sociales, como la fortaleza del apoyo social, la ausencia de corrupción y el grado de libertad personal en realidad son más importantes para la felicidad de la población que la riqueza.

En este sentido, el informe lanza una serie de sugerencias prácticas para los Gobiernos, destinadas a promover la felicidad de los ciudadanos. Entre ellas: cubrir las necesidades básicas de la población, reforzar los sistemas sociales, implementar las políticas activas de trabajo, mejorar los servicios de salud mental; promover la compasión, el altruismo y la honestidad; y ayudar a la gente a resistir el exceso de mercantilismo.

La Paradoja de la felicidad

En el transcurso de la Conferencia, el viceministro de Asuntos Exteriores japonés, Joe Nakano, incidió por su parte en la misma idea, al señalar que diversos estudios recientes han demostrado que, en muchos países desarrollados, entre ellos Japón, la felicidad no es proporcional a la riqueza económica.

Este fenómeno, bautizado como la “Paradoja de la felicidad o Paradoja de Easterlin”, ha dado lugar a un debate internacional sobre cómo aumentar el bienestar de los individuos a través de políticas gubernamentales.

Postulada por el economista Richard Easterlin en 1974, la “Paradoja de la felicidad” señala que aunque, en cualquier país, la gente con mayores ingresos tiene una mayor tendencia a afirmar que es más feliz, cuando se comparan los resultados de varios países, el nivel medio de felicidad que los sujetos dicen poseer no varía apenas, al menos en los países en los que las necesidades básicas están cubiertas en la mayor parte de la población.

En lo que respecta a las políticas gubernamentales, esta teoría sugiere que, una vez que las necesidades primarias están cubiertas, las medidas políticas deberían centrarse en aumentar la satisfacción de los individuos, actuando sobre la Felicidad Interna Bruta, y no en el crecimiento económico, medido por el Producto Interno Bruto.

Acciones de este tipo son las que han hecho que Costa Rica sea considerado actualmente el país más feliz del mundo, según se desprende de las palabras de su presidenta, Laura Chinchilla, en la Conferencia de la ONU.

Según Chinchilla, su país estaría en primer lugar de la lista de la felicidad gracias a que “desde nuestra independencia en 1821, los costarricenses comenzamos a construir una nación basada en la democracia, la solidaridad, la libertad, el culto a la paz y el respeto a la naturaleza. En la búsqueda de esos propósitos nuestro esfuerzo ha sido constante. A lo largo del trayecto hemos tenido contradicciones, también retrocesos, pero no hemos perdido nunca nuestro norte”.

La felicidad como objetivo político

De un tiempo a esta parte, se han ido desarrollando técnicas para medir la felicidad, y actualmente existe un número importante de investigadores efectuando contribuciones sobre el tema.

Es el caso, por ejemplo, del consultor argentino Pablo Tigani, presidente del Grupo Hacer, de cuyas investigaciones habló Sergio Manut en Tendencias21 hace un tiempo. Tigani afirmó entonces al respecto que “un país tendrá mayor nivel de felicidad media en términos económicos, cuanto más equitativa sea la distribución del ingreso”.

El PIB, por su parte, sólo sirve para dar una idea del poder adquisitivo promedio de los habitantes de un país, y no de su felicidad. De hecho, el PIB per cápita y las condiciones laborales han progresado en los países poderosos, “pero sin embargo la familia, la sociedad y los valores, se han estropeado constantemente”, aseguró el investigador.

Tagani destacó, por último, que la felicidad debería convertirse en un objetivo político, y que el progreso de la felicidad nacional debería medirse y analizarse tan estrechamente como el crecimiento del PIB.



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1.Publicado por Esalvador el 11/04/2012 16:52
Este y otros temas relacionados también se tratan en el blog otraspoliticas

www.otraspoliticas.com

2.Publicado por AlbertoB el 13/04/2012 12:20
Bien, pero no puede ser equitativa la repartición del ingreso, como se sugiere, si no todo el mundo arrima el hombro o aporta lo mismo.
Por ejemplo, en mi empresa, aparentemente todos trabajan bien, pero instalamos un programa,Workmeter, que nos ayuda a medir la productividad cuando trabajan con ordenador. Ahí te das cuenta de que el que está más horas, no es el que más trabaja, lógicamente, no debería tener la misma compensación económica, porque sino el infeliz será el que se carga la faena para ver que luego no es recompensado.

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