Según el modelo económico neoclásico, el crecimiento sostenible no puede estar únicamente basado en la acumulación del ahorro, el capital y la inversión, ya que si no lo sustentamos por un cambio tecnológico que permita superar los rendimientos decrecientes de la economía, terminaríamos reduciendo la productividad y la renta per cápita.
El mantenimiento de la competitividad de un país, dependería así de un elemento tan difuso como es el cambio tecnológico aunque en definitiva, los países no son los que compiten, sino sus empresas. La innovación aparece, así como uno de los factores clave para generar estas ganancias de productividad.
Diferenciar los conceptos de crecimiento, competitividad, productividad e innovación resulta esencial a la hora de analizar la Estrategia de Lisboa que pretende posicionar a Europa en la vanguardia tecnológica mundial.
Entender la innovación como el catalizador de la productividad y ésta como el motor de la competitividad y del crecimiento a largo plazo es algo más que un simple juego de palabras.
Una de las principales fuentes de innovación en la actualidad, la constituye el uso intensivo y el grado de penetración de las TIC, que son causa principal de la diferencia entre la tasa de crecimiento de los EE UU y Europa. De ahí la importancia de una adecuada regulación de este estratégico sector.
Tras el inicio del proceso de revisión del marco regulador europeo bajo el título de “Redes y Servicios de las Comunicaciones Electrónicas” y transcurridos ocho años desde que se inició el proceso de la liberalización de las telecomunicaciones en España, nos encontramos ante una nueva oportunidad de debate sobre la política europea de telecomunicaciones para adaptarlo al entorno convergente en el que estamos inmersos.
De nuevo aquí, las definiciones son importantes y nos remitimos a la adoptada por Enter en su reciente informe “Convergencia Digital”, al considerar la convergencia como un conjunto de procesos de transformación que el fenómeno de la digitalización está haciendo posible. Estos procesos impacta tanto a nivel de: La tecnología por ser el origen de la digitalización; de la economía, si la entendemos como integradora de los mercados; de la sociología, por la interacción que existe entre la tecnología y la economía y por último, de la regulación, como generador de los nuevos entornos competitivos.
En definitiva, la nueva regulación europea que se implante, va a condicionar el comportamiento de todos los agentes del sector, condicionando el proceso de innovación, en la que está basada la economía del conocimiento.
La convergencia en el ámbito fijo-móvil y la integración de los sectores TIC y audiovisual, deberían desembocar en las redes de nueva generación.
Estas nuevas infraestructuras, dan soporte a los servicios de la Sociedad de la Información, que conducirán irremediablemente a la creación de un mercado único a nivel europeo que garantice a todos los ciudadanos, el disponer de las mismas facilidades en condiciones similares a no ser que llevara razón Abba Evans- el histórico ministro israelí- cuando decía que las naciones y sus gobiernos, hacen las cosas de forma adecuada, cuando se han agotado todas las demás!