TRABAJO Y EMPLEO

Bitácora

23/11/2010

Les presento hoy unas reflexiones expuestas como colofón del XI ENCUENTRO AHCIET DE CIUDADES DIGITALES, celebrado en Medellín, Colombia, los días 18 y 19 noviembre pasados, en las que se expone una especie de estado del arte sobre la sociedad de la información.


A modo de recapitulación

Me toca la tarea de presentarles unas impresiones sobre lo que ha sido el encuentro. Y digo impresiones porque sería pretencioso tratar de efectuar un resumen de lo que se ha tratado en el evento, con casi un centenar de intervenciones.

Se celebra este evento en esta ciudad de Medellín que viene mostrando una acertada visión en las actividades emprendidas de un tiempo a esta parte para acercar a los ciudadanos las ventajas de la sociedad de la información. Una sociedad de la información que cuenta ya con más de 30 años. Y me van a permitir la licencia de comentarles que fui la primera persona en escribir sobre esta sociedad de la información en lengua española, si no me desmienten las hemerotecas y bibliotecas. Fue allá por 1976, en un diario, y en el año 80 publiqué el primer libro en español con ese título.

Viene esto a cuento porque esta larga experiencia nos ha permitido comprobar que en este evento se ha puesto plenamente de manifiesto algo que ya veníamos atisbando quienes nos dedicamos a este tipo de estudios: que nos encontramos inmersos en lo que podríamos denominar punto de inflexión en las incorporaciones de ciudadanos y sociedades a esta sociedad de la información.

Pero no adelantemos contenidos. Sigamos con las impresiones de lo acontecido durante estos dos días de trabajo llenos de aciertos por parte de los organizadores.

El primer acierto de todos es la acogida que hemos encontrado todos los participantes. Una preciosa y dinámica ciudad que disfruta de primavera perpetua y con las personas más predispuestas a hacer agradable la vida a todos cuanto la visitan.

El segundo acierto es la eficacia en la organización. No es fácil “embutir” tanta cantidad de contenido y conseguir que todo se haya transcurrido con el mayor orden y eficacia. Mis felicitaciones a todos los que han intervenido.

El tercer acierto es el nivel de los conferenciantes. Y al hablar de ello hemos de comenzar por congratularnos de la intervención del señor Ministro de Telecomunicaciones, don Diego Molano, que presentó un Plan de actuaciones tan ambicioso como bien concebido, a nuestro modesto entender. Quienes le conocemos, sabemos que cree firmemente en todo lo que nos expuso y que ama a Colombia lo suficiente como para que no dudemos de que va a poner todo el empeño en sacar adelante tan ambiciosa visión de convertir a su país en un referente por su política en el sector. Y estoy seguro de que todos los colombianos van a sentir los favorables efectos de esa ambiciosa política.

Tanto lo expresado por el señor ministro como por las autoridades locales que nos han dirigido la palabra ponen de manifiesto que Colombia ha entrado en una espiral positiva, en un círculo virtuoso que dará sus frutos mediante la consecución de los objetivos que expusieron: lucha contra la pobreza, creación de puestos de trabajo, desarrollo del país. Debemos felicitarnos por esta constatación de que toda una entrañable sociedad camina por las mejores vías de futuro.

Y después han de destacarse las sugerentes intervenciones de representantes de empresas punteras del sector, que nos han puesto en perspectiva lo que ocurre en el mundo de la sociedad de la información y, en un plano distinto, de multitud de intervinientes que nos han expuesto proyectos, programas y realizaciones concretos.

Una vez comentado todo esto, que podríamos considerar como los aspectos externos del evento, vayamos a lo que creemos que ha constituido la principal aportación, en cuanto a contenidos.

Como señalábamos al principio de estas impresiones a vuela pluma, estamos viviendo momentos de inflexión en la marcha de esa sociedad de la información.

Y esto es muy importante, porque quizás para muchos aspectos de esta sociedad de la información nos encontremos en un momento en que ya podemos hacer balance de lo sucedido hasta aquí.

Desde el mismo momento del nacimiento de esa sociedad de la información o, mejor dicho, de las aspiraciones a la misma, se han producido varios momentos claves, ligados fundamentalmente a la evolución de la tecnología, provocando grandes saltos cuantitativos y cualitativos. Pensemos, por ejemplo, en la trascendental unión de las telecomunicaciones con la computación (la telemática), en el nacimiento del PC, en la digitalización de todos los contenidos, que permite almacenar, manipular y recibir cualquier tipo de sonido, escritura, imagen en un formato común. En el nacimiento de internet, en la tecnología celular, que libera de la esclavitud al lugar, cuando ya se nos había liberado de la esclavitud al tiempo.

Pues bien, ¿en qué consiste ahora este momento que llamaría de “inflexión y reflexión” y que, repito, a mi modesto entender, se ha puesto de manifiesto en este evento?

Para mí, en algo muy importante: primero, que la evolución, de un tiempo a esta parte, se debe más a la sociedad que a la tecnología, o al menos no solo a la tecnología. Y, segundo, que ya estamos pudiendo ver en perspectiva los resultados de muchas de las aplicaciones de las tecnologías a individuos, a sectores de actividad económica y social, a los países.

Y, en consecuencia, a que ya podemos comenzar a tomar medidas para insistir en unas aplicaciones, actividades y, lo más importante, búsquedas de soluciones. Y a que podemos rectificar o, sencillamente, abandonar en aquellos campos en que la aplicación de las tecnologías no solamente no haya dado frutos positivos, sino que incluso haya dado efectos negativos.

Por eso, cuando por una parte se nos ha hablado de futuro, por otra se nos han puesto de manifiesto señales no diría yo que de alarma, pero sí de atención. “Cuidado, señores, cuidado, prescriptores, cuidado, empresas, cuidado, autoridades, que no todos los caminos llevan a donde pretendían ustedes que llevaran”. O, también: “cuidado, que no se han realizado tales y tales actividades que podrían satisfacer unas necesidades manifiestas”.

Por ejemplo: no todas las actividades de aplicación de las TIC a la enseñanza han conseguido integrar a determinados colectivos o han conseguido reducir las brechas entre distintos niveles socioeconómicos. O peor aún: cuidado, porque esas brechas se están haciendo más manifiestas.

Moraleja: hay que rectificar ciertas políticas, hay que emprender otras, ahora que tenemos ya suficientes recursos para acudir a sectores, colectivos y lugares donde aún no se había podido llegar por distintas causas: falta de recursos económicos, carencia de personas preparadas, ausencia de contenidos aplicables.

Es decir, ya tenemos la suficiente perspectiva como para conocer qué es lo que las TIC, o las políticas con que se aplican, hacen bien, lo que hacen mal, lo que no hacen y lo que tendrán que hacer.

Recomendación que puede salir de este evento, por tanto: hay que estudiar en profundidad y con la mayor seriedad y solvencia los resultados conseguidos con las aplicaciones de las TIC, fomentando iniciativas académicas serias y solventes en este sentido.

Y obrar en consecuencia.

La segunda e importantísima lección que se deriva de todo esto, y que se puede considerar como otro fruto de este evento: es imprescindible abordar todas las políticas de incorporación a la sociedad de la información de manera transversal.

Ya lo señaló el ministro Molano, al hablar de la implicación de todos los ministerios del gobierno del presidente Santos en el plan que nos presentó.

Quiere ello decir que las TIC no se pueden considerar aisladamente. Tenemos por delante unos avances de magnitud sobrecogedora, como nos expusieron algunos de los conferenciantes: las enormes perspectivas que se abren a la evolución del hardware y del software, la evolución de internet, de las comunicaciones móviles, de las redes sociales, las posibilidades de la computación en la nube, la colaboración de actores distantes entre sí para lograr un fin determinado, etc.

Pero las TIC no son autónomas y se ha visto que no cabe ya aplicar la política del despotismo ilustrado: “todo para el pueblo, pero sin so pueblo”. Hoy sabemos que hay que contar en todo momento con el usuario, el consumidor cuya realimentación influye decisivamente en la evolución de tecnologías y programas. Lo que se llama prosumidor. Y lo que no tiene por qué constituir una sorpresa porque este fenómeno ya se ha dado en muchos otros sectores y actividades. Ya no vale todo, como cuando nada se tiene. Ahora hay que realizar las cosas “a medida”.

Es así como nos encontramos con que una aplicación de las TIC no se demuestra mejor en un sentido que en otro no previsto. Un ejemplo que puede considerarse ya con entidad de categoría: no son los mayores quienes tienen más capacidad para enseñar, en algunas circunstancias, sino los niños y jóvenes. Y esto es, en sí, una revolución. Las relaciones de los niños y jóvenes con los mayores van a cambiar, seguramente para mejor, cuando se modifiquen los roles protagónicos.

Resumamos, pues, estas impresiones a vuela pluma, para finalizar:

En el evento se han confirmado unas tendencias que se venían anunciando de un tiempo a esta parte: nos encontramos en un momento que suscita reflexión, motivado por la perspectiva de lo ya realizado, y de lo que falta por realizar, por una parte, y por la visión de futuro que las tecnologías y sus programadores nos anuncian.

Y se demuestra que no se puede formular políticas de aplicación de TIC sin considerarlas de forma transversal, es decir, teniendo en cuenta todos los factores que inciden en la potencialidad de esas políticas. Lo resumiría con una frase quizás no del todo justa, pero bastante gráfica: “no más agendas digitales in vitro”.

Francisco Ortiz Chaparro


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