Mundo clásico
 

¿Cómo se ha transmitido la historia del feroz Catilina a través de siglos de cultura europea? ¿Qué formas han ido tomando los textos de Salustio y Cicerón a medida que avanzaba la imprenta? ¿A manos de qué emperadores y tiranos fueron a parar estas obras? Lo que quizás creáis que es mera circunstancia, se convierte, de la mano de la historia cultural del latín, en un estudio apasionante. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO


UN LIBRO DE SALUSTIO PUBLICADO EN TIEMPOS DE NAPOLEÓN. HISTORIA CULTURAL
Catilina, ya lo sabemos, ha sido un personaje controvertido. Audaz como pocos, aprovecha la ambición y el resentimiento de los otros para intentar cambiar -a su favor- un régimen. Cicerón lo impide con sus implacables discursos, las Catilinarias. No es una historia de buenos y malos, no es tan sencillo. En todo caso, el personaje no puede desvincularse de su narrador, el historiador Salustio, que ha logrado gracias a la Conjuración de Catilina lo que sin exagerar puede calificarse como un best seller de todos los tiempos. Releer a Salustio (recordar sus buscados arcaísmos, su narración viva, su inolvidable retrato de Catilina, o el comienzo de la obra, que deberían leer y aprender aún hoy los niños) me ha reportado a tiempos pasados, pero no me ha decepcionado. Hoy quería recordar una particular edición del autor latino. Traducido por Lebrun, es una edición publicada en París hace casi doscientos años, en 1809, y está repartido en dos tomos encuadernados en piel. Se dice por escrito, asimismo, que un ejemplar ha sido depositado en la Biblioteca Imperial, de reminiscencias napoleónicas. Es la época de Charles Nodier, Leopardi y Stendhal, entre otros autores que soñaron y a menudo se estremecieron ante los nuevos tiempos que corrían. Adquirí este Salustio en uno de los puestos de libros que hay a lo largo de Sena, una mañana, una reluciente mañana de mayo, muy cerca del Instituto de Francia. Como los libros de esta época, marca una transición entre la edición dieciochesca y la romántica. Cambios a menudo imperceptibles van alterando, al tiempo que los libros, la propia concepción del mundo. No puedo dejar de pensar que esta edición vio la luz en los tiempos de Napoleón, que no hubiera sido imposible que el mismo ejemplar que ahora tengo en mis manos lo hubiera tenido él también en las suyas. No he me resisto tampoco a comparar la admiración crítica que Salustio siente por Catilina con la "admirada decepción" que Madame de Staël siente por Napoleón Bonaparte en su libro titulado Diez años de destierro. Ha salido publicado en español hace poco, gracias a la editorial Lumen, a cargo de Laia Quílez y Julieta Yelin. Parece que los grandes hombres llevan consigo una aureola de expectativas que termina casi siempre en una profunda decepción. Saber distinguir entre la grandeza y lo ruin, sobre todo cuando se dan cita en una misma persona, es una tarea delicada que a menudo conlleva sentimientos contradictorios. Catilina y Napoleón son personajes de este tipo, contradictorios y difíciles. Impregnan sus épocas respectivas y viven ya para siempre, como ejemplos o contraejemplos, en nuestra memoria. FRANCISCO GARCÍA JURADO

Jueves, 15 de Julio 2010
Redactado por Antonio Guzmán el Jueves, 15 de Julio 2010 a las 08:50