El impacto que ha provocado la Administración Trump en la comunidad científica ha provocado una reflexión sobre el comportamiento de los científicos con relación a la sociedad.
Un artículo publicado en la revista Nature pone el dedo en la llaga al decir que la verdadera cuestión no es descalificar las veleidades oratorias del polémico presidente, sino descubrir qué ha influido en la sociedad para que Trump llegara a la Casa Blanca.
También señala que el problema de fondo radica en que la ciencia no siempre ha servido a la sociedad. Y pone como ejemplos los medicamentos que mucha gente no puede pagar, o que el proyecto Genoma Humano haya aumentado la brecha social. Nosotros podemos añadir otro ejemplo: el abandono que sufren las investigaciones sobre las enfermedades raras porque, al padecerlas pocas personas, no ofrecen un mercado significativo para nuevos medicamentos.
Concluye Nature que la ciencia debe comprometerse más directamente con los problemas de la sociedad, investigando cosas que la gente pida en un diálogo directo de los científicos con comunidades locales. Hay que salir de los laboratorios.
Reactivo social
Esta reflexión emanada de la comunidad científica es un ejemplo más de cómo las reacciones sociales que, tanto en Estados Unidos como en otros países, está despertando la presidencia Trump, se convierten en un movimiento social que nos saca de un letargo de costumbres y creencias que arrastramos de los buenos años vividos el siglo pasado.
Nature destaca al respecto que la comunidad científica no puede seguir esperando la comprensión y el apoyo social por el mero hecho de “contribuir al desarrollo del conocimiento y el bienestar social”. Hay que ir más allá en el discurso y las actitudes. La burbuja científica se ha roto. Lo último que querría Trump.
Es hora por tanto de revisar comportamientos y actitudes que debemos relegar a los archivos de la historia porque, sencillamente, ha pasado su momento. Y esto es especialmente válido tanto para los grupos de investigación como para las empresas de base tecnológica surgidas de las universidades.
También es válido para nosotros, que llevamos 30 años acercando el conocimiento a la sociedad. Todo lo que nuestros colaboradores, lectores y seguidores en redes sociales quieran decirnos para que en Tendencias21 superemos también viejas inercias, las acogeremos de todo corazón. Dejadnos vuestros comentarios. Como siempre, sólo queremos ayudar a que ciencia y sociedad se encuentren.
Un artículo publicado en la revista Nature pone el dedo en la llaga al decir que la verdadera cuestión no es descalificar las veleidades oratorias del polémico presidente, sino descubrir qué ha influido en la sociedad para que Trump llegara a la Casa Blanca.
También señala que el problema de fondo radica en que la ciencia no siempre ha servido a la sociedad. Y pone como ejemplos los medicamentos que mucha gente no puede pagar, o que el proyecto Genoma Humano haya aumentado la brecha social. Nosotros podemos añadir otro ejemplo: el abandono que sufren las investigaciones sobre las enfermedades raras porque, al padecerlas pocas personas, no ofrecen un mercado significativo para nuevos medicamentos.
Concluye Nature que la ciencia debe comprometerse más directamente con los problemas de la sociedad, investigando cosas que la gente pida en un diálogo directo de los científicos con comunidades locales. Hay que salir de los laboratorios.
Reactivo social
Esta reflexión emanada de la comunidad científica es un ejemplo más de cómo las reacciones sociales que, tanto en Estados Unidos como en otros países, está despertando la presidencia Trump, se convierten en un movimiento social que nos saca de un letargo de costumbres y creencias que arrastramos de los buenos años vividos el siglo pasado.
Nature destaca al respecto que la comunidad científica no puede seguir esperando la comprensión y el apoyo social por el mero hecho de “contribuir al desarrollo del conocimiento y el bienestar social”. Hay que ir más allá en el discurso y las actitudes. La burbuja científica se ha roto. Lo último que querría Trump.
Es hora por tanto de revisar comportamientos y actitudes que debemos relegar a los archivos de la historia porque, sencillamente, ha pasado su momento. Y esto es especialmente válido tanto para los grupos de investigación como para las empresas de base tecnológica surgidas de las universidades.
También es válido para nosotros, que llevamos 30 años acercando el conocimiento a la sociedad. Todo lo que nuestros colaboradores, lectores y seguidores en redes sociales quieran decirnos para que en Tendencias21 superemos también viejas inercias, las acogeremos de todo corazón. Dejadnos vuestros comentarios. Como siempre, sólo queremos ayudar a que ciencia y sociedad se encuentren.