Mundo clásico
 

Ha pasado ya un tiempo desde que traduje una parte de las Noches Áticas de Aulo Gelio. De aquella experiencia intensa y grata recuerdo días memorables teñidos del aroma de esas mismas noches áticas, pues lo más genial de este título siempre me ha parecido que era, precisamente, su capacidad de teñir un tiempo preciso con el aroma de un lugar. El título es una lograda metáfora de la erudición y, sobre todo, un indicio de felicidad que después volví a encontrar en el humanista Michel de Montaigne. REDACTADO POR FRANCISCO GARCÍA JURADO


AULO GELIO Y MONTAIGNE: LIBROS PARA LA FELICIDAD
También guardo de aquellos días el pequeño tesoro de varias ediciones de Gelio, antiguas y modernas, que explican por sí mismas diferentes etapas de la comprensión y estudio del propio su texto. De Montaigne también tengo algunas ediciones, sobre todo modernas, especialmente la joya de la colección La Plèiade. El caso es que hace unos meses, en la ya extinta sección de ofertas de Espasa Calpe, me encontré un reclamo escandaloso: una edición parcial de los Ensayos de Montaigne ilustrada por Salvador Dalí. Conocía la preciosa edición de bibliófilo que se hizo con litografías numeradas del pintor catalán, naturalmente vedada a mi bolsillo, y por eso no dudé en llevarme este magnífico sucedáneo o facsímil de la edición preparada por la Editorial Planeta y la Fundació Gala-Salvador-Dalí. La combinación del lenguaje pictórico de Dalí con el texto de Montaigne supone una inolvidable experiencia visual y lectora. En este juego entre antiguos y modernos, Montaigne, naturalmente, me devolvió a Gelio, en quien el autor francés no pudo dejar de pensar a la hora de escribir sus Ensayos, en particular debido a los preciosos datos que el autor latino le reportaba sobre la vida de Plutarco, tan admirado por Montaigne.

Son tantos y tan buenos los recuerdos de aquella experiencia intelectual y vital que vuelvo a sentir el deseo de volver ("revisitar", como dicen los ingleses) a la miscelánea de Aulo Gelio, precisamente desde el punto de vista de las nuevas aproximaciones teóricas al ensayo y la miscelánea. En este sentido, además de recoger el espíritu hoy vigente de que la miscelánea no es una mera acumulación de datos, y aquellos estudios que desde René Marache, reconocido especialista en Gelio, manejan la idea de un "humanismo geliano", quiero aproximarme a la obra de Gelio desde sus visiones posteriores, es decir, como obra precursora a la luz de ese futuro que Gelio no pudo conocer. Y digo bien "precursora", pues no pretendo abordar el tema desde los manidos presupuestos positivos del método de la tradición clásica (es decir, desde presupuestos causales como los de "influencia" e "imitación"), sino desde posturas más audaces, propias de la teoría literaria del siglo XX (Eliot, Borges...) que verían en las obras posteriores la capacidad de releer las precedentes y de elegirlas como una forma de tradición consciente, a veces no señalada por la crítica. No se trataría, pues, de ver cómo ha podido "influir" Gelio en autores como Montaigne o Antonio de Guevara (o sobre escritores del siglo XX, según señalo en mi introducción a Aulo Gelio de Alianza Editorial). Más bien, vería el asunto desde la propia conciencia que autores que desarrollan una idea moderna del yo y de nuevas formas narrativas habrían de tener sobre Aulo Gelio como elección junto a otros posibles candidatos, a saber, autores como Séneca o Plutarco. En este sentido, es muy ilustrativo de lo que digo comprobar cómo un autor francés de finales del siglo XIX, Marcel Schwob, reelabora algunos textos de Gelio para convertirlos en lecturas propias de un relato fantástico. La prosa miscelánea de un Francisco Ayala, de un Joan Perucho, o la estructura intencionadamente abierta de la novela Rayuela, de Julio Cortázar, encuentran en Aulo Gelio uno de los resortes más universales del saber: el aprendizaje relajado y en libertad. Quién da más.

Francisco García Jurado
Universidad Complutense

Viernes, 13 de Noviembre 2009
Redactado por Antonio Guzmán el Viernes, 13 de Noviembre 2009 a las 23:40

Comentarios

1.Publicado por Ex-Alumno el 16/11/2009 22:26
Oiga, don Antonio y amigos: que los profesores de clásicas nos morimos. Eso que ponen en este blog y otros más va a quedar como un cementerio abandonao. Que la universidad española no ayuda, vamos. ¿A qué esperan?

2.Publicado por Beatriz Basenji el 17/11/2009 17:53
Tuve la suerte de conocer a Montaigne muy joven, de modo que muchas de sus páginas inolvidables se grabaron para siempre en mi memoria. Y es que Montaigne ha ido ganando siglo tras siglo su merecida gloria. Le diré que con los años, más le admiro. No puedo pasar una semana sin detenerme en cualquiera de sus páginas. Igual que con Homero. Son acaso estas proximidades lo que nos hace abordarlos con mayor plenitud y gozar realmente con cuanto nos legaron.
Cordiales saludos.

3.Publicado por Francisco García Jurado el 18/11/2009 10:39
Como autor material de este último blog sobre Aulo Gelio y Montaigne, me ha alegrado mucho ver los dos comentarios. Cuando los lectores dan señales de vida es cuando tenemos la sensación de que lo que escribimos no es un mero fuego fatuo. Quería comentar a Ex-alumno (¿de Antonio, mío, de ambos quizá?) que mi mujer es profesora de griego, latín y cultura clásica desde el decenio de los noventa, y ha visto cambiar muchas cosas, casi siempre a peor. Gracias a ella, por cierto, que avisó a la SEEC, el año pasado se pudo corregir en la Comunidad de Madrid el terrible asunto de que las asignaturas de clásicas no se pudieran impartir con tres alumnos. Yo me decido a estudiar la relación entre la humanidades clásicas y la historia de España, y lo que es realmente milagroso es que todavía siga habiendo personas con curiosidad para aprender, ya no digo latín o griego, sino algo. Confío aún en la capacidad de regeneración del ser humano.
A nuestra amiga argentina, autora, por cierto, de un blog interesantísimo, le quiero recordar que Aulo Gelio y Montainge son autores consustanciales para entender, por ejemplo, a grandes autores argentinos como Bioy Casares. Dentro de nada van a publicar en la revista Argos, auspiciada por la Sociedad Argentina de Estudios Clásicos, un trabajo mío sobre Gelio y la moderna literatura argentina. FRANCISCO GARCÍA JURADO

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