NEGOCIACIÓN: Blas Lara

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La Ficción es, junto con la Fuerza y la Inteligencia, una de las tres Bases Estratégicas de la Negociación. Da lugar a elaboración de estrategias y tácticas en el arte del amor, en el de la guerra, en el comercio y en cualquier otra forma de relación humana.



Desarrollaremos el tema en tres partes:

I. La Ficción se apoya en fundamentos filosóficos, y más concretamente epistemológicos.
II. Y como siempre, el trasfondo resulta menos opaco cuando lo iluminan las neurociencias.
III. Eficacia de la Ficción para negociar.

I. ¿DONDE ESTA LA VERDAD?

Un nada de filosofía

El hombre es un animal capaz de soñar un mundo en su cerebro y de vivir en ese mundo soñado superponiéndolo al real. Es un animal con capacidad de imaginación, o más precisamente con capacidad de fabricar representaciones virtuales de la realidad en las que él mismo puede alojarse y vivir como si se tratase de la realidad misma. Quizás la realidad sea demasiado lisa, plana y monótona para que aceptemos vivirla tal como nos es dada.

La locura no es sino una extrapolación de las divergencias de nuestras representaciones con relación a la realidad. En cierto modo, soltar los frenos.

En términos simples, el hombre es un animal capaz de soñar despierto, de jugar roles que él mismo se ha asignado en el comercio con otros seres humanos. Así es como se embarca en representar roles en el Gran Teatro del Mundo.

El cazador y el comediante que somos se asocian en la vida ordinaria haciendo que el mundo se convierta en un Gran Teatro, un Carnaval de Venecia y al mismo tiempo en una Gran Batalla en la que hormiguean los seres humanos entre asesinándose como en los cuadros de Pieter Bruegel el Viejo.

Juegos de roles: el Gran Teatro del mundo

El lobo humano tiene una particularidad que lo distingue absolutamente de otros animales depredadores. Me refiero a su pulsión fundamental por construir mundos imaginarios, deslizarse subrepticiamente en ellos y vivir en sus propios constructos. Y eso de muchas maneras.

La más remarcable es la de vivir jugando un papel - o varios papeles alternativos- en el teatro de la vida. El juego dramático de cada vida (un juego infinito, porque sin límites ni encuadramiento) tiene todas las características de una representación teatral. Hay roles que nosotros mismos nos atribuimos de manera consciente o inconsciente y roles que las instituciones sociales nos asignan.

No hay error más frecuente y más estúpido que el de “creernos” e identificarnos a fondo con el rol que el azar ciego nos ha atribuido a cada uno. (El juez, el militar, el dirigente político, el manager, el profesor). Asumir el rol hasta el punto de dejarse totalmente embeber por él, constituye un ridículo “travestimento metafísico” que oscurece nuestra última vaciedad e insignificancia. Es confundir o intercambiar la máscara con la persona real. (Dejemos esta confusión a los espíritus mediocres en su trato con sus subordinados o, inversamente, con sus superiores en la sociedad).

La representación teatral de cada vida humana es una variante sofisticada teñida de frivolidad, de la lucha y el juego. Es un juego, una manera de saciar las ansias de autoafirmación en el Gran Teatro del mundo.

Vivimos en constante interacción con los demás. Son los trances y percances de la vida misma.

Evidentemente, las situaciones concretas de interacción intensa se dan en número casi infinito en la vida real y no es fácil enumerarlas ni clasificarlas dada su gran diversidad.

Cada negociación y cada interacción particular con otras personas no es sino un episodio más de la cadena del juego infinito esencial y originario que cada protagonista despliega en su vida personal.
El juego de roles bien jugado nos conduce a vivir en un carnaval de Venecia cotidiano. Para cubrir un Yo múltiple, extraño, indefinido, utilizamos en nuestro carnaval personal una colección de máscaras que representan nuestra múltiple naturaleza.

Máscaras que van cayendo sucesivamente a medida que la relación entre dos seres se hace más íntima y profunda, hasta la desnudez completa en el amor físico, cuando el juego se sublima o desaparece bajo la forma más estrecha de la relación con el Otro, que es el amor.

Blas Lara Viernes, 18 de Abril 2008 - 18:28



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Blas Lara
Blas Lara
Actividades profesionales ejercidas: Catedrático de la universidad de Lausanne, Jefe del departamento de Informática, Investigación Operativa y Estadística de Nestlé (Vevey). Libros principales: The boundaries of Machine Intelligence; La decisión, un problema contemporáneo; Negociar y gestionar conflictos.

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