NEUROCIENCIAS: F.J. Rubia

Bitácora

Miércoles, 5 de Mayo 2010
Mario Beauregard es un joven investigador de los departamentos de radiología y psicología de la universidad de Montreal que ha publicado un libro titulado “The Spiritual Brain: A neuroscientist’s case for the Existence of the Soul”. El libro, que poseo, lo ha escrito con una apologeta del ‘diseño inteligente’ que es periodista “freelance”. La revista ‘The Global Spiral’ ha publicado una reseña de ese libro, tal y como reza en Tendencias de las Religiones de Tendencias 21.

El título del artículo en Tendencias 21: “La neurociencia cuestiona el materialismo imperante” es un título, a mi juicio, tendencioso. En primer lugar porque la neurociencia no es Mario Beauregard, sino también muchos otros neurocientíficos que no pensamos de la misma manera. Y en segundo lugar porque, como he manifestado en otro lugar, si el cerebro genera espiritualidad, como algunos experimentos muestran, llamar ‘materia’ al cerebro no sería correcto, por lo que he propuesto la palabra ‘espiriteria’ para nuestro órgano maestro.

La mayoría de neurocientíficos acepta que la mente no es otra cosa que el producto de la actividad cerebral, por lo que decir: “Si se puede demostrar que la mente gobierna al cerebro, es que existe una realidad no material” resulta ser una petición de principio, porque se asume de entrada que mente y cerebro son cosas diferentes para afirmar que existe una realidad no material, volviendo a un dualismo cartesiano que entiendo superado en neurociencia, e incluso por muchos filósofos.

He sostenido que, gracias a esa superación del dualismo, la neurociencia está tratando temas como la realidad exterior, la consciencia, la libertad o la espiritualidad desde el punto de vista neurocientífico, cosa que antes se consideraba inútil, dado el carácter inmaterial de las facultades mentales, antes llamadas ‘anímicas’.

El problema del dualismo radica en que desde Descartes hasta la fecha ha sido incapaz de mostrar cómo un ente inmaterial, que carece de energía, es capaz de interaccionar con la materia, lo que violaría las leyes de la termodinámica. Además, tanto lo que se llama ‘postura materialista’ como ‘postura no-materialista’ adolecen de un ‘dualismo cojo’, según el cual de la, a mi juicio, falsa antinomia materia-espíritu escogen sólo una parte.

Se dice que los experimentos de Beauregard “demuestran empíricamente que la mente puede gobernar y transformar el cerebro”, como si eso no se supiese ya, pero es que de esa manera se insiste en partir de algo que se quiere demostrar, a saber que la mente y el cerebro son dos cosas distintas.

Que Dios no puede convertirse en objeto de estudio es afirmado sin más. Yo añadiría que, si seguimos a Karl Popper, Dios, como el alma, no son hipótesis científicas porque no son ni demostrables ni falsables. También podría decirse, desde otra perspectiva, que la ciencia no es una creencia religiosa.

En mi libro La conexión divina he sostenido que las experiencias místicas o religiosas no son fruto de una actividad cerebral anómala, aunque puedan producirse en casos patológicos, como en la epilepsia del lóbulo temporal. Pero que el sujeto que experimenta esa vivencia se sienta unido a Dios, la Naturaleza, el Vacío o el Nirvana, no significa necesariamente que se demuestre la existencia de estos conceptos. La cuestión que en estas experiencias místicas queda sin responder es por qué cuando en estas experiencias los sujetos ven o hablan con seres espirituales estos son siempre de la religión que profesan los propios sujetos, lo que hace pensar que la ‘religión verdadera’ es siempre aquella en la que creen los que tienen estas experiencias.

El contexto racionalista y científico, se afirma en el artículo, pretende cuestionar las ideas religiosas y exiliar a Dios de la cultura humana y las posturas ‘materialistas’ trivializan los valores morales. Nada de esto lo considero cierto. Las creencias en seres sobrenaturales son algo perteneciente a la intimidad de las personas y es una opción personal como cualquier otra, en la que la ciencia no creo que pretenda entrar. Más bien ocurre lo contrario: que algunos religiosos sí que pretenden mostrar que la ciencia está equivocada cuando no considera entes espirituales como hipótesis científicas. Respecto a la moral tengo entendido que ahora se está incluso planteando la existencia de una predisposición genética para ella, independiente de las reglas morales que en cada sociedad existan y que son asumidas mediante el aprendizaje en la respectiva cultura.

Beauregard y O’Leary defienden que nuestro cerebro está estructurado para la religión. Aquí se confunde religión con espiritualidad, lo que ocurre muy a menudo. La espiritualidad parece ser algo inherente al ser humano desde que se pueden provocar experiencias espirituales o místicas estimulando determinadas regiones cerebrales. Pero la religión es una construcción social frente a esa experiencia individual. Si es cierto que no existe religión sin espiritualidad, sí existe, por lo contrario, espiritualidad sin religión.

Asistimos de nuevo a algo ya conocido, a saber que todo aquello que la ciencia aún no puede explicar se envuelve en una nube de sobrenaturalidad. Por eso se menciona la intuición, el efecto placebo, la ‘voluntad’, (algo que hoy se considera que puede ser una ilusión), o las experiencias cercanas a la muerte, sin duda también fruto de la actividad cerebral. Como la actividad científica es la única actividad humana que acumula conocimiento, estoy convencido que todos estos ‘reductos’ se irán reduciendo con el tiempo.

Como en el artículo al que me refiero habla de otro publicado en la página del Instituto Metanexus titulada “The Global Spiral”, la he consultado para comprobar lo que en el artículo en cuestión se dice. El artículo que reseña el libro de Beauregard y O’Leary lo escribe un tal Ryan McIlhenny, hijo de un sacerdote de la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa. En él critica a los autores del libro por su resistencia a relacionar la actividad cerebral con los estados místicos o trascendentes. McIlhenny denuncia asimismo que los autores están más interesados en desmontar la visión materialista que dicta los parámetros de la neurociencia, preguntándose por qué los procesos naturales tienen que excluir lo sobrenatural.

McIlhenny cita al filósofo cristiano Alvin Plantinga, profesor de la Universidad de Notre Dame en Michigan, que no critica la posibilidad de que el cerebro produzca experiencias espirituales, argumentando que es posible que gracias a esos procesos podamos llegar a conocer la divinidad, argumento que en La conexión divina yo he propuesto como explicación posible desde el punto de vista de los creyentes. Plantinga considera que el aspecto más controvertido del libro de Beauregard y O’Leary es el argumento que separa el cerebro de la mente.

Finalmente, Plantinga echa de menos que Beauregard y O’Leary no cumplan la promesa implícita en el título del último capítulo del libro titulado: “¿Creó Dios el cerebro, o creó el cerebro Dios?”, pregunta que queda sin respuesta. Si los autores no confundiesen los argumentos religiosos con los científicos, seguramente no se hubiesen planteado esa cuestión.





Francisco J. Rubia | Comentarios

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Comentarios

1.Publicado por Carlos Freites el 06/05/2010 09:01
Lo felicito no solo por el contenido sino por el tratamiento equilibrado. Me gustó sobremanera su comentario. Siendo no creyente creo que la opinión publica esta haciendo de la ciencia una religión. Acotaciones como estas contribuyen a poner claramente de manifiesto que la ciencia tiene limites, que existen cosas que están mas allá de su ámbito.

Por otra parte me permito sugerirle que comentara los problemas que enfrenta los argumentos como el suyo en relación al mal de alzheimer. Es decir, que un deterioro de origen material vaya "secando" tan lentamente atributos espirituales como alma, conciencia y yo, es algo que me gustaría saber. ¿Como encaja este hecho en su punto de vista en torno a la relación materia-espíritu?

Muchas, gracias

Carlos Freites

2.Publicado por Antonio el 31/05/2010 22:47
Saludos.

Estoy de acuerdo con sus comentarios. Apuntaría que cualquier concepto, idea o proposición es en principio testeable científico-empíricamente, siendo irrelevante que sus contenidos lingüísticos declaren que «no son testeables científicamente». De modo absoluto e inevitable, todo concepto que caiga en la categoría «sobrenatural» hace referencia a algo que interactúa del alguna u otra manera con el mundo natural-físico (p.ej. los fantasmas se comunican con las personas, los dioses intervienen en la naturaleza, los duendes raptan niños, los demonios invaden cuerpos, etc.), y esto no es pues una petitio materialista si no que es así como efectivamente se comporta lo «sobrenatural» de acuerdo a las propias afirmaciones de quienes sostienen su existencia como algo separado de la naturaleza. Todas las religiones describen así la conducta de los entes «inmateriales». Así que, desde que los fantasmas hablan con los mediums o desde que Dios se le «aparece» a una monja en un éxtasis místico, es decir, en tanto que un agente sobrenatural tiene necesariamente que interactuar con la materia (físicalistamente tangible), es entonces del todo accesible científico-empíricamente.

Bueno pues, de acuerdo al data acumulado al día de hoy, la neurociencia cognitiva como ninguna otra rama de la ciencia no ha obtenido evidencia de que tales agentes existan realmente fuera del cerebro (y no me refiero a la simbología religiosa que sí está fuera del cerebro y que de hecho dispara inferencias e ideaciones sobrenaturalistas). Toda la evidencia disponible combinando psicología, neurociencia y antropología, más bien muestra que esos seres son invenciones de la materia neural, tal y como lo son las palabras, la poesía y los números. La hipótesis de que la agencia sobrenatural es un subproducto de la natural atribución de animación (parte fundamental de la cognición social) es bastante consistente.

Decir que el «alma» no puede ser tratada como una hipótesis científica es precisamente una petición de principio, un mero concepto que no es el reflejo de un hecho empírico sino que es simplemente una afirmación puramente gramatical, no factual.

Un abrazo

3.Publicado por Jesús el 19/06/2010 10:16
Hola.
Un buen descubrimiento el que he hecho hoy localizando este blog.
Ya había leído algún artículo suyo y siempre me ha parecido muy coincidente con mis ideas.
Creo que me va a tener como asiduo lector durante por lo menos algún tiempo, así como que CREO más en la materia que en lo espiritual.
Saludos

4.Publicado por Juan Martín Otálora el 13/09/2010 22:55
Ud. cita a Karl Pooper Dios, como el alma, no son hipótesis científicas porque no son ni demostrables ni falsables. Esto me dice q ue su posición personal es el agnosticismo ?
Personalmente considero la palabra Dios como un concepto surgido por demas en todas las culturasy en todas las épocas. También es un concepto un dragon en mi garaje de Carl Sagan.
Cosas sobrenaturales lo serán o no a medida que el conocimiento científico avanza. Los conceptos religiosos que pretenden sostener la idea de dios van quedando atrás ya que van cayendo los mitos por ellos pregonados.
Eso que llamamos alma no es mas que el resultado de la actividad eléctrica y bioquímica de nuestras neuronas accesible al estudio y a la comprensión humanas.

5.Publicado por Francisco J. Rubia el 20/09/2010 11:11
RESPUESTA A JUAN MARTÍN OTÁLORA

Mi postura personal no creo que interese a nadie. Desde el punto de vista neurocientífico, no existen ningunos datos que hagan sospechar la existencia del alma como ente inmaterial que controle la materia que es el cerebro. De ahí que las 'facultades anímicas', o mentales como hoy se dice, parecen surgir de la actividad cerebral. Para ello sí existen datos suficientes para afirmarlo.
Respecto al concepto de Dios, Darwin afirmaba que no existía en todas las culturas, pero sí la creencia en seres sobrenaturales (Ver 'El origen del hombre'). Considero que para la espritualidad es muy posible que el ser humano posea una predisposición genética, de ahí que ciertas estimulaciones cerebrales produzcan experiencias espirituales y místicas. La religión es otra cosa, de origen o construcción social, aunque esté basada, sin duda, en experiencias de tipo espiritual o místico.

6.Publicado por Luis el 11/11/2010 16:20
Estimado Prof. Rubia:

Tengo la oportunidad de preguntarle y quisiera que me contestara o en el blog o personalmente, si necesita más extensión. Gracias de antemano.

Como científico, me preocupa que pretenda reducir toda la argumentación de Beauregard a decir que es una petición de principios porque se insiste en algo que ya se quiere probar.

Me preocupa en primer término porque decir lo contrario, a saber:mente y cerebro son lo mismo, es también una petición de principios. En estas circunstancias pareciera que llegamos a un punto de desencuentro en el que no cabe la discusión porque el comienzo de la misma es una petición de principios por ambas partes y ninguna quiere dar su brazo a torcer.

Sin embrago, esto es sólo un espejismo (de nuestro cerebro dualista, quizá) porque es perfectamente posible preguntarse si existe o no una estructura consciente inmaterial (alma, mente o lo que sea) que maneja en algún término parte de la estructura material cerebral, regulándola en algún modo. Aquí caben ambas peticiones (o ninguna, según se mire) y se puede comenzar la discusión. Y en este sentido el autor de "The Spiritual Brain" sostiene que hay algunos fenómenos en los que el individuo auto-regula sus actividad cerebral (y pone varios ejemplos entre ellos el placebo) o incluso tiene experiencias sin actividad cerebral. Según él esto es suficiente para probar que el individuo es algo más que su cerebro, en lo que a consciencia se refiere. Es decir que frente a la dicotomía, responde con argumentos y datos.

Tendrá usted que alegar algo a esto si quiere contestar al Beauregard, en esa dicotomía inicial que se le presenta sobre si existe o no, en lugar de cerrarse en banda diciendo que es una petición de principios, pues más bien es una respuesta a la pregunta con aportaciones empíricas.

Por otro lado quería preguntarle acerca de eso que usted llama "espiriteia", porque la verdad es que me sorprende de nuevo que alguien que pretende ser muy científico en todo lo que dice, hable de una nueva sustancia que, digo yo, tendrá nuevas propiedades físicas (los físicos desconocemos que sean nuevas...) bien concretas y comprobadas.

Finalmente quería advertirle, para que no se dé a equivocación, que desde el momento en que uno deja de dar datos y de hablar de experimentos e hipótesis, para ponerse a hablar de Kant y de Descartes y de los dualismos y las categorías, deja de hablar como científico y empieza a hacerlo como filósofo (o pseudo-filósofo, dependiendo de si ha estudiado o no del tema). Por eso no entiendo sus pretensiones de ciencia si el 95% de lo que dice son sus reflexiones personales meta-científicas sobre los estudios científicos que, estos sí sin duda, usted conoce y entiende muy bien. Es una interesante cosmovisión del mundo, pero no es ciencia, la ciencia quedó ya muy atrás en estas reflexiones que otros científicos, haciendo meta-ciencia concluyen de manera distinta a la suya.

Finalmente, me preocupa que esté tan preocupado con el tema del dualismo cartesiano, y permanentemente alegando que la neurociencia lo ha superado. Y esto me preocupa, porque la filosofía y la teología ya lo han superado hace siglos, la neurociencia no ha sido necesaria para superar a Descartes. Por otro lado pretender quedarse ahí en la historia del pensamiento es un poco temerario ¿no cree? hay mucho más que Descartes y que Kant, que por cierto también ha sido ya muy superado epistemológicamente. En este sentido, lo de las categorías que propone usted, yo lo olvidaría, la Relatividad Especial, ya revolucionó los conceptos de Espacio y Tiempo y las categorías de Kant quedaron más refutadas. Hasta el propio Einstein tomó parte en el debate epistemológico (no sólo en el científico). Lo digo porque da la sensación de que es usted idealista al separar el mundo real el percibido y le recuerdo que dado que ambos somos científicos y ambos hacemos ciencia, debe existir una muy buena coincidencia entre el mundo real y el percibido, si no no podríamos hacer predicciones y describir fenómenos naturales.

Atentamente,

Luis

7.Publicado por Francisco J. Rubia el 12/11/2010 12:46
Respuesta a Luis Aparicio

Estimado amigo:

Considerar que la mente es producto de la actividad cerebral (no que la mente y el cerebro sean lo mismo) es algo que la mayoría de los neurocientíficos hoy asume. Y más que una petición de principio lo considero una hipótesis de trabajo que es y ha sido fecunda en el sentido de poder estudiar las facultades mentales (antes ‘anímicas’) sin prejuicios metafísicos. No creo que pueda hoy dudarse de sus resultados.

Dice que es “perfectamente posible preguntarse si existe o no una estructura consciente inmaterial que maneja en algún término parte de la estructura material cerebral, regulándola en algún modo”. Por supuesto que todo el mundo es libre de pensar como quiera. Precisamente a esa manera de pensar se la ha llamado siempre ‘dualista’, dualismo cartesiano, sustancial o metafísico por postular dos sustancias completamente distintas, lo que ha hecho imposible en la práctica estudiar la mente con el método científico-experimental. Estos son hechos.

El problema es que esa interacción que el dualismo plantea nunca pudo ser explicada satisfactoriamente desde Descartes hasta nuestros días. Los intentos de Sir John Eccles, con quien colaboré en la Universidad del Estado de Nueva York en Buffalo en su último periodo de laboratorio, nunca fueron aceptados por neurocientíficos de prestigio. Sigo pensando que es la superación de esa forma de pensar la que ha permitido estudiar las facultades mentales mediante experimentos. Desde luego estoy siempre dispuesto a aceptar cualquier explicación de esa interacción cuerpo/alma o mente/cerebro que nos satisfaga completamente y que el dualismo nunca pudo aportar.

Respecto al término “espiriteria” nunca he pensado que se interpretase como “una nueva sustancia”, es simplemente una contracción de espíritu y materia en el sentido tradicional de estos dos términos. En realidad se trata de una denominación que pretende llamar la atención sobre un hecho que se suele pasar por alto, como es que la estimulación de ciertas regiones cerebrales produzca experiencias espirituales. De ahí que, a mi juicio, los términos espíritu y materia para mí en este contexto resulten obsoletos. Desde luego, llamar al cerebro materia en el sentido tradicional así me lo parece.

Me llama la atención que pretenda que los científicos sólo se ocupen de ciencia. Es como la frase vulgar: “zapatero a tus zapatos” que fomenta los compartimientos estancos tan comunes en nuestro país. Y desde luego no pretendo pontificar con ninguna ‘cosmovisión’ que, por definición, ningún científico debería tener, si por ello se entiende una visión cerrada del mundo. La ciencia, a mi entender, es justo lo contrario, tiene que estar siempre abierta a cualquier modificación de sus hipótesis.

Llama la atención que critique la ocupación por científicos de temas que no son científicos estrictamente y, sin embargo, cite luego la participación de Einstein en el debate epistemológico.

Tampoco entiendo que la filosofía y la teología hayan superado el dualismo hace siglos. ¿Es que ha renunciado, especialmente la teología, al concepto de alma inmortal? ¿No ha dicho anteriormente que es perfectamente posible suponerla? ¿Cómo se puede hablar de “la filosofía” en singular? Por supuesto que existen neurocientíficos que comparten su opinión sobre estos temas, la única diferencia es que aceptando ese tipo de dualismo la neurociencia se verá incapaz de estudiar las facultades mentales.

Me han llamado de todo, pero hasta ahora nunca de ‘idealista’. En el artículo sobre Beauregard ya dije que es como llamarme ‘dualista cojo’, es decir que ante la antinomia materialista/idealista me deja sólo con una parte.

Respecto a ello, permítame que le diga que no sabemos lo que el mundo real es, ya que siempre estará filtrado por nuestra “mente-cerebro”, o como quiera llamarle, algo que ya Kant sabía. Supongo que la explicación de por qué podemos hacer predicciones y describir fenómenos naturales pertenece a aquellos que se preocupen de algo más que de la física, o sea, que se ocupen de la meta-física.

Finalmente quisiera decir que las propiedades emergentes de un órgano tan complejo como el cerebro pueden interpretarse como pertenecientes a un ente inmaterial mientras no seamos capaces aún de explicar su surgimiento. En este sentido, los fenómenos que Beauregard describe para cimentar su ideología no me parecen concluyentes. Las experiencias fuera del cuerpo (autoscopia), por ejemplo, que se han descrito y utilizado como argumento para la existencia del alma, hoy pueden ser provocadas por estimulación del giro angular del cerebro. Evidentemente, este fenómeno tiene que ver con el funcionamiento de esa región cerebral y con el esquema corporal que el cerebro posee.

Sirva este ejemplo para suponer que con el tiempo todos esos fenómenos tendrán una explicación científica, aunque hoy sólo sirvan para seguir manteniendo una postura que no fomenta el progreso de la neurociencia, sino que pretende paralizarlo. En resumen: la existencia o no del alma no es una hipótesis científica.


8.Publicado por jesús el 12/11/2010 22:58
Hola.
Al final me decido a hacer otro comentario.
Algo de temor si tengo cuando pienso que estoy opinando en medio de opiniones científicas.
-Yo, un sencillo humano con limitados conocimientos.-
Opino bajo mis creencias y reflexiones, ninguna experiencia científica, solamente mis conocimientos, la observación de mi mismo y lo que me rodea.

Comparto la mayor parte de las exposiciones de Francisco J. Rubia. Y me pregunto: ¿Por qué comparto lo que expone?
Algunas explicaciones que he encontrado a mi pregunta son: -Lo que dice me parece coherente, transparente, racional, valiente, maduro, sano, que se aproxima a mi interpretación de la realidad, abierto al cambio, liberador, libre de...., y sigo buscando contestaciones a mi pregunta.

A mi si me interesa su postura personal Sr Rubia, además de todos los conocimientos y opiniones que quiera compartir.
Gracias

9.Publicado por SIul el 23/11/2010 16:23
Prof. Rubia:

Debo proseguir en este interesante intercambio de ideas, no sin antes agradecerle su tiempo para contestarme.

En primer lugar me gustaría que precisara a qué se refiere exactamente cuando dice que la mente es el resultado de la actividad cerebral. ¿Se refiere a que ese ánima-mente-espíritu o lo que fuere existe, pero lo hace como producto de la actividad bioquímica y eléctrica (es decir de lo material se genera algo inmaterial)?¿o se refiere a que tal espíritu no existe y que todas las facultades son meramente cadenas causales bioquímicas iniciadas por casualidad? me resultaría curioso poder entender la Teoría Cuántica de Campos (y ver que funciona en sus predicciones) e interpretar tal hecho no como un acto de creatividad y de entendimiento sino como algo que no puedo elegir y diré más, aún más curioso me resultaría poder comunicárselo a otros sin posibilidad de elegirlo, es decir, sin auto-regular cierta parte de mis moléculas y de mis corrientes para realizarlo. Me gustaría una explicación netamente científica (sin ir más allá) y mire que he rebuscado en artículos de investigación, pero no...

Por otro lado menciona que el avance de la neurociencia se debe a haber prescindido de prejuicios metafísicos que asignaban ciertas capacidades a facultades anímicas. Seamos honestos, la mayoría de los científicos (desgraciadamente) no saben nada de metafísica ni les interesa (haga una encuesta a su alrededor), y por otro lado ya no existe ningún tipo de tribunal de la Inquisición que vete ninguna investigación de manera efectiva respecto al. tema. Por otro lado hay neurocientíficos que, como usted dice, comparten la idea de la existencia de una parte espiritual y que investigan igual de bien que los que no lo piensan. Luego, el avance de la neurociencia no se debe a ninguna imposición filosófica ( o liberación de la misma), sino al trabajo de muchos científicos que van dando luz respecto al tema y sobre todo a que ahora se tienen instrumentos para ello (no así antes y de ahí la imposibilidad), de modo que en absoluto coincido con usted en esa explicación histórica.

Permanentemente alude usted a que la postura (filosófica) de mente-cerebro, espíritu-cuerpo, es dualista porque habla de dos substancias distintas. Esto es un error de enorme magnitud, Aristóteles no habla de dos sustancias sino de una sola e identifica el espíritu con la "forma" que adopta la materia. Junto a él hay toda una larga tradición de filósofos denominados realistas que llegan a la actualidad a través de la fenomenología y el personalismo (por citar dos casos de actualidad) que no hablan de dos sustancias distintas y estáticas sino del dinamismo propio de la persona que viene generado en su espíritu, pero en ambas cuerpo y mente conforman una misma realidad indisoluble y no dos sustancias. Por eso le decía que me resulta extraño que algunos neurocientíficos se han quedado en Descartes y no han leído más ni hacia atrás ni hacia adelante. En conclusión a este respecto, debo decir que no es lo mismo señalar una dualidad que sostener una tesis dualista; las dualidades forman parte del día a día en la ciencia y en el conocimiento de lo cotidiano y del arte y eso no implica ningún cartesianismo y mucho menos como supuesta categoría albergada en el cerebro sin ninguna prueba empírica de ello.

Respecto al que afirma de Eccles, me parece una visión sesgada, hay muchos científicos de renombre en el ámbito de la neurología que comparten sus tesis y que investigan sin prejuicios de ninguna clase. Lo que sucede es que hay quién interpreta que señalar una dualidad (que no dualismo) como mente-cerebro es entrar en un ámbito que escapa a la ciencia y se temen que se verían obligados a usar términos que no dominan y que no son medibles. En cierto modo llevan razón, pero sólo en cierto y es más un prejuicio que otra cosa. Las facultades del hombre se albergan en el cerebro pero entender la consciencia que las une y da una dirección supone una interdisciplinareidad que alguno no están dispuestos a emprender porque piensan que solamente ellos tienen algo que decir (no hablo de su caso, estimado Prof. Rubia). Es por tanto, que no se trata de ver la interacción mente-cerebro como si se tratara de dos sustancias distintas y aisladas (o aislables) que interactúan y observarlo en un experimento puesto que ambas son la misma sustancia, substancia que es a la vez espiritual y material, y por ello, tal pretendida observación jamás sucederá, de donde no se deduce que haya que negar la doble característica.

Quizá en este sentido el término "espiriteia" se acerque algo a lo que le expongo aunque hay muchas salvedades puesto que en su caso la naturaleza espiritual-mental emerge de la material y en lo que yo le expongo una no procede de la otra (insisto en remitirme a la actualidad de Aristóteles en este sentido), pero tal y como ya le comenté en mi anterior argumentación, esto es antropología y no pura neurociencia.

Hace usted referencia a que yo le deniego a los científicos la posibilidad de filosofar. Nada más lejos y la prueba es este comentario y el anterior. Lo que sí afirmo (y puede comprobarlo en el séptimo párrafo) es que para filosofar sin decir sinsentidos, no basta con ponerse a contar la meta-ciencia (metafísica o meta-neurología, tanto da) que uno extrae de sus investigaciones sino que hay que estudiar y leer en profundidad a los pensadores que han filosofado con profundidad ( a todos). De este modo una evita quedarse en Descartes y Kant y asociar dualismo con dualidad o reducir una cierta visión a lo que Descartes dice o deja de decir. Por tanto, en ningún caso critico a los científicos que hablan de temas que no son estrictamente científicos porque entre otras cosas, me estaría lanzando piedras a mi propio tejado, y porque desde el momento en que no hablan (hablamos) de datos e hipótesis, dejamos de hablar como científicos y lo hacemos como filósofos. Sin embargo todo aquél que hable sobre un cierto tema, debe dominarlo hasta cierto punto si quiere decir algo con sentido, y esto afecta a los científicos que quieren hacer filosofía sin saber y también a los filósofos que se meten a hacer pretendidas hipótesis científicas (véase negar la posibilidad de estudiar las funciones del cerebro). Es por tanto que queda perfectamente justificada mi alusión a Einstein tanto científicamente como epistemológicamente.

Por otro lado y en relación a lo anterior, creo que hay que extremar el cuidado de no equivocarse y de no equivocar a otros, haciendo entender que la cosmovisión personal que uno tiene, fruto de sus especulaciones metacientíficas (muy legítimas e interesantes ¿porqué no?) es lo que dice la ciencia. Yo entiendo, créame, que divulgar es difícil y que tratar de trasmitir algo sobre Mecánica Cuántica, por ejemplo, a un no entendido en la materia implica buscar símiles que pueden hacer que esa persona y uno mismo especule sacando los pies del tiesto. Este tipo de especulaciones, si me lo permite, es algo que vengo observando en algunos puntos de sus libros y conferencias (pero no se ofenda, por favor).

Cuando le digo que cae usted en el idealismo epistemológico, no lo hago como un ataque, sino que me remito a que usted considera y utiliza términos que le pertenecen, como categorías, y lo que le repito es que dado que todas ellas están basadas en las categorías espacio-temporales kantianas y éstas ya fueron refutadas por la Relatividad Especial, este idealismo ha quedado obsoleto gnoseológicamente hablando. Por otro lado, no existe ninguna antinomia idealista/materialista en ámbito del conocimiento, esto no tiene sentido y mantenerse en el dualismo cartesiano mucho menos.

No hace falta acudir a Kant para darse cuenta que lo que percibimos está filtrado por nuestra mente-cerebro como dice usted, la subjetividad entra en juego en la modernidad y ni mucho menos es Kant el primero que habla de ello, lo que sucede es que Kant divide el mundo en fenómeno y noúmeno sin ningún tipo de posibilidad de comunión y eso (aparte de la refutación de sus categorías) para un científico es inaceptable, porque no habría posibilidad de hacer ciencia y resulta que de hecho la hay. En esta línea cabría preguntarse por el hecho de que exista esa subjetividad que nos distingue a unos de otros, teniendo en cuenta que si sólo hay cerebro cómo es posible que nuestra intimidad sea tan distinta en unos y otros, deberíamos ser todos iguales a la hora de pensar, amar, elegir etc dado que el cerebro es muy parecido y sus partes diferenciables son en cualquier caso, las mismas.

No creo que sea serio querer entender la postura "realista" (siguiendo a Aristóteles y a la escuela de la fenomenología) respecto a la dualidad mente-cerebro (que no dualismo, insisto) como una especie de tapa agujeros sobre lo que se desconoce aún en neurociencia. Atender a una naturaleza espiritual de la persona y entender los fenómenos que sobre ella se investigan y que no son meramente el albergue cerebral de facultades mentales ha sido y sigue siendo objeto de reflexión en el ámbito de la antropología filosófica que sin duda debe caminar iluminada por la neurociencia. Pero en ningún caso es una escapatoria para justificar observaciones y en ese sentido estoy de acuerdo con usted (Beauregard era sólo una escusa para preguntarle).

Ahora bien, decidir que hay ciertas experiencias que se han efectuado a individuos y que en ellas tenían sensación de pérdida del sentido espacial y temporal y concluir de ahí que eso son experiencias místicas es hacer meta-ciencia. He oído a mucha gente hablar de cómo hacen oración y lo que sienten o si están "secos" y es obvio que nada tiene que ver con lo que usted define como experiencia mística. Sería muy interesante que profundizara en este aspecto porque desde luego no está en absoluto concluido y deja muy sesgada esa definición de experiencia religiosa en la que sin duda, también participará el cerebro en algún modo.

Sirva esto de ejemplo sobre algo que es metacientífico y se explica con pretensiones de conclusión científica. Una cosa son las experiencias recogidas y otra concluir que eso son experiencias místicas indefectiblemente.

Finalmente, estoy de acuerdo en su resumen: la existencia o no del alma no es una hipótesis científica, eso ya lo sabíamos ambos desde el inicio. Lo que me sorprende es que en sus primeros párrafos de la contestación hable de el alma-mente-espíritu (llámese como se quiera) como algo que no existe en sí sino como emergente del cerebro y diga que eso es una hipótesis científica aceptada por muchos neurocientíficos o en sus últimos párrafos lo relegue a algo que se irá retirando a medida que la ciencia avance (y por tanto se descartará en un cierto momento). Entonces ¿en qué quedamos?

Atentamente,

Luis

10.Publicado por Francisco J. Rubia el 28/02/2011 19:49
Respuesta a Luis o Slul
Cuando digo que la mente es el resultado de la actividad cerebral quiero decir eso exactamente; lo que significa dos cosas: la primera, que pienso que no es necesaria la hipótesis o creencia de un ente espiritual para explicarla, y segundo, que puede considerarse como propiedad emergente de la materia cerebral. Dado que hoy podemos provocar experiencias espirituales estimulando determinadas regiones cerebrales, le he llamado al cerebro “espiriteria”, o sea, la contracción de espíritu y materia. Desde luego, el cerebro no es materia en el sentido que tradicionalmente se le da a ese término, por lo que la dicotomía materia-espíritu pierde sentido.
Cierto es que hay neurocientíficos que pensaron, como John Eccles, que existe un ente inmaterial que interacciona con el cerebro. Esa afirmación no puede ni probarse ni falsearse, por lo que Karl Popper no la consideraría científica. Precisamente Eccles escribía ese libro cuando estábamos trabajando en Buffalo en 1975 y conozco muy bien su génesis, tema en el que no voy aquí a entrar.
Los científicos que siguen creyendo en la existencia del alma parece que viven dos vidas paralelas: la científica propiamente dicha en la que los entes inmateriales o seres sobrenaturales no tienen cabida como hipótesis, y la personal en la que pueden tener creencias en esos entes.
Cuando hablo de dualismo no me refiero a Aristóteles, sino al que está considerado padre de la ciencia y la filosofía moderna, que sostiene un dualismo que se le ha llamado metafísico o ‘sustancial’. Me refiero a Descartes. Respecto al pensamiento dualista, en otro lugar ya he indicado que lo considero como probablemente innato, por lo que es difícil librarse de él. Eso no impide que advierta que ese pensamiento, que en época cartesiana supuso un avance para la anatomía y fisiología, al poder ocuparse del cuerpo sin entrar en conflicto con la iglesia, durante siglos ha impedido estudiar con el método científico-natural las facultades antes llamadas ‘anímicas’ y hoy mentales. Es lo que está precisamente haciendo la neurociencia actualmente. Pero para ello ha tenido que rechazar que esas facultades provienen de un ente inmaterial.
Por cierto, me puede llamar ‘idealista epistemológico’ o cualquier otra cosa, aunque las etiquetas no suelen captar el conjunto de un pensamiento. Yo sólo pretendo explicar que la neurociencia está abriendo caminos que antes estaban vedados y que sus resultados van a revolucionar nuestra forma de pensar sobre el hombre y sobre el mundo que le rodea.
No creo haber dicho que ‘alma-mente-espíritu’, como algo emergente del cerebro, sea una hipótesis científica. Lo que sí sé es que considerarlo así permite estudiar el fenómeno experimentalmente. Considerarlo como ente inmaterial lo hace imposible.

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Francisco J. Rubia
Ardiel Martinez
Francisco J. Rubia Vila es Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, y también lo fue de la Universidad Ludwig Maximillian de Munich, así como Consejero Científico de dicha Universidad. Estudió Medicina en las Universidades Complutense y Düsseldorf de Alemania. Ha sido Subdirector del Hospital Ramón y Cajal y Director de su Departamento de Investigación, Vicerrector de Investigación de la Universidad Complutense de Madrid y Director General de Investigación de la Comunidad de Madrid. Durante varios años fue miembro del Comité Ejecutivo del European Medical Research Council. Su especialidad es la Fisiología del Sistema Nervioso, campo en el que ha trabajado durante más de 40 años, y en el que tiene más de doscientas publicaciones. Es Director del Instituto Pluridisciplinar de la Universidad Complutense de Madrid. Es miembro numerario de la Real Academia Nacional de Medicina (sillón nº 2), Vicepresidente de la Academia Europea de Ciencias y Artes con Sede en Salzburgo, así como de su Delegación Española. Ha participado en numerosas ponencias y comunicaciones científicas, y es autor de los libros: “Manual de Neurociencia”, “El Cerebro nos Engaña”, “Percepción Social de la Ciencia”, “La Conexión Divina”, “¿Qué sabes de tu cerebro? 60 respuestas a 60 preguntas” y “El sexo del cerebro. La diferencia fundamental entre hombres y mujeres”.



El impacto de la neurociencia. Curso del profesor Francisco J. Rubia. Octubre noviembre 2013.

Facultades mentales del cerebro
Curso presencial del profesor Rubia en el Colegio Libre de Eméritos

Temas actuales en neurociencia. Conferencias del profesor Rubia pronunciadas en el Colegio Libre de Eméritos (2011)

Cerebro, mente y conciencia: nuevas orientaciones en neurociencia. Conferencias del profesor Rubia pronunciadas en el Colegio Libre de Eméritos (2010)

Número especial de la Revista de Occidente sobre Libertad y Cerebro. Artículos coordinados por Francisco J. Rubia. Enero 2011.



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