La vitamina E natural, el más importante de los antioxidantes protectores del corazón, hace descender el colesterol malo (L.D.L), fijándose encima y protegiéndole de la acción de los radicales libres.
Al mismo tiempo, aumenta el bueno, (H.D.L), y actúa sobre la agregación plaquetaria.
Niveles bajos de vitamina E son un factor predictivo de riesgos cardiovasculares.
Un estudio realizado en Estados Unidos muestra una reducción a la mitad de los accidentes cardiacos, gracias a la simple prescripción de 100 Unidades Internaciones de vitamina E diaria, durante dos años.
La vitamina E se encuentra principalmente en el germen de trigo, en los aceites de girasol, de oliva, de maíz y de colza, en la mantequilla, la margarina, los frutos secos oleaginosos (Almendra, avellana, nuez, pistacho), los pescados grasos y las verduras de hojas verdes.
La vitamina C juega el mismo papel, impidiendo la oxidación de las grasas y las proteínas que las transportan. Lo hace junto con la vitamina E y otros antioxidantes como los carotenos. Además, recicla la vitamina E y refuerza su acción.
La vitamina C se encuentra principalmente en las frutas ácidas (Limón, naranja, pomelo), las verduras verdes (Apio, repollo, berro, acelga, perejil,), en frutas como el arándano y el kiwi, y en las frutas rojas como la fresa, frambuesa y la grosella; también en la patata, el pimiento y el tomate.
Los carotenos demuestran ser cada día más eficaces en la prevención cardiovascular, siendo probablemente el licopeno el más eficaz de todos.
Encontramos principalmente el betacaroteno en frutas y verduras como el albaricoque, mango, melón, pomelo, papaya, arándano, batata, brécol, zanahoria, repollo, espinaca, lechuga, pimiento rojo y tomate.
En cuanto a las antocianas, flavonoides que se extraen principalmente de la uva, parece que posean una actividad muy superior a las vitaminas E y C para neutralizar los radicales libres.
Al mismo tiempo, aumenta el bueno, (H.D.L), y actúa sobre la agregación plaquetaria.
Niveles bajos de vitamina E son un factor predictivo de riesgos cardiovasculares.
Un estudio realizado en Estados Unidos muestra una reducción a la mitad de los accidentes cardiacos, gracias a la simple prescripción de 100 Unidades Internaciones de vitamina E diaria, durante dos años.
La vitamina E se encuentra principalmente en el germen de trigo, en los aceites de girasol, de oliva, de maíz y de colza, en la mantequilla, la margarina, los frutos secos oleaginosos (Almendra, avellana, nuez, pistacho), los pescados grasos y las verduras de hojas verdes.
La vitamina C juega el mismo papel, impidiendo la oxidación de las grasas y las proteínas que las transportan. Lo hace junto con la vitamina E y otros antioxidantes como los carotenos. Además, recicla la vitamina E y refuerza su acción.
La vitamina C se encuentra principalmente en las frutas ácidas (Limón, naranja, pomelo), las verduras verdes (Apio, repollo, berro, acelga, perejil,), en frutas como el arándano y el kiwi, y en las frutas rojas como la fresa, frambuesa y la grosella; también en la patata, el pimiento y el tomate.
Los carotenos demuestran ser cada día más eficaces en la prevención cardiovascular, siendo probablemente el licopeno el más eficaz de todos.
Encontramos principalmente el betacaroteno en frutas y verduras como el albaricoque, mango, melón, pomelo, papaya, arándano, batata, brécol, zanahoria, repollo, espinaca, lechuga, pimiento rojo y tomate.
En cuanto a las antocianas, flavonoides que se extraen principalmente de la uva, parece que posean una actividad muy superior a las vitaminas E y C para neutralizar los radicales libres.