¿De dónde han de nacer los cambios en una sociedad? Los cambios no los dan los programas económicos, ni las reformas políticas, ni el desarrollo tecnológico. Los cambios de verdad, los que transforman el paso, el sentido, la orientación de una sociedad, son los que emergen de la voluntad de una consciencia plena, una consciencia que está en armonía con las leyes que rigen la vida, la vida de la especie humana y de las demás especies. El orden humano y el orden de las estrellas.

Poseer consciencia es saberse formando parte de todos y de todo, es ser capaz por un instante de mirar desde lo alto, sin desvincularse de lo que se contempla, los resultados del existir, reconociendo con paz lo logrado y las nuevas metas que hay que proponerse.

De esta manera el conocimiento es humilde, las tecnologías se supeditan a las necesidades, la convivencia es solidaria, la creatividad no tiene fronteras, y la diversidad corresponde a cada individuo y está representada por cada individuo.

Así, la conciencia que avanza es la de la necesidad de profundizar en el conocimiento de uno mismo, para alcanzar la percepción de la pertenencia a algo más grande: el conocimiento pleno de pertenencia es el del estado místico puro, sin intermediarios ni interpretadores, entre la conciencia individual y la inalcanzable consciencia absoluta.

El otro soy yo y Dios no es objeto de especulación, ya no es necesario empeño alguno para sentir que la conciencia de unidad cósmica nos coloca al instante en la trascendencia que tanto buscábamos fuera poniéndole nombres varios.