El ser humano emerge desde un sueño creador. Abre sus sentidos y conecta con el entorno. Busca desde dentro de sí mismo el reconocimiento de lo que percibe con sus facultades sensibles. Crea explicaciones a partir de sus cualidades y de sus límites. Se adapta al medio y trata de servirse de los recursos externos para sacian sus necesidades básicas.
Esta relación es el origen de un profundo y largo aprendizaje de adaptación y transformación. Con ella, descubre fuerzas y leyes que están fuera de sí mismo y que están dentro de sí, a su vez. En ese balanceo se afianza, se reconoce y se acostumbra a medirse y a ir a los límites de sí mismo y de su entorno.
Al principio va y viene, se aleja y retorna. Busca la seguridad en lo que reconoce más poderoso. En ese proceso se suceden miles de años. El alejamiento se hace cada vez mayor y le obliga a hacer noche en la distancia. Entonces, la soledad y la falta de referencias le construyen nuevas metas, también le despiertan nuevas emociones… De esta manera, poco a poco, deja de añorar el lugar de donde procede y se siente con la capacidad para sustituirlo por lo logrado.
Sus creaciones necesitan, entonces, de un mayor esfuerzo, de mayores resistencias. Es su forma de encontrar que pertenece a algo sin límites. También es el espejismo que le lleva a olvidar su temporalidad; aunque ella está ahí, pues el supuesto olvido de la misma le lleva a violentar los entornos para conseguir sus metas y a violentarse a sí mismo, pagando con su vida el precio de su eternidad.
Los límites están en lo físico, la eternidad en lo espiritual; en el individuo lo temporal, en la especie lo eterno.
Esta relación es el origen de un profundo y largo aprendizaje de adaptación y transformación. Con ella, descubre fuerzas y leyes que están fuera de sí mismo y que están dentro de sí, a su vez. En ese balanceo se afianza, se reconoce y se acostumbra a medirse y a ir a los límites de sí mismo y de su entorno.
Al principio va y viene, se aleja y retorna. Busca la seguridad en lo que reconoce más poderoso. En ese proceso se suceden miles de años. El alejamiento se hace cada vez mayor y le obliga a hacer noche en la distancia. Entonces, la soledad y la falta de referencias le construyen nuevas metas, también le despiertan nuevas emociones… De esta manera, poco a poco, deja de añorar el lugar de donde procede y se siente con la capacidad para sustituirlo por lo logrado.
Sus creaciones necesitan, entonces, de un mayor esfuerzo, de mayores resistencias. Es su forma de encontrar que pertenece a algo sin límites. También es el espejismo que le lleva a olvidar su temporalidad; aunque ella está ahí, pues el supuesto olvido de la misma le lleva a violentar los entornos para conseguir sus metas y a violentarse a sí mismo, pagando con su vida el precio de su eternidad.
Los límites están en lo físico, la eternidad en lo espiritual; en el individuo lo temporal, en la especie lo eterno.
Alicia Montesdeoca
Editado por
Alicia Montesdeoca
Licenciada en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, Alicia Montesdeoca es consultora e investigadora, así como periodista científico. Coeditora de Tendencias21, es responsable asimismo de la sección "La Razón Sensible" de Tendencias21.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
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