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El gasto en I+D aumenta en España un 9% respecto a 2005

Optimismo sobre la evolución del sistema español de innovación


El Informe COTEC 2006 sobre tecnología e innovación en España refleja una positiva evolución del sistema español de innovación, a pesar de lo cual todavía el esfuerzo español en I+D es la mitad del de países como Alemania o Francia. Persisten los problemas estructurales en el sistema de innovación español, que impiden a España acercarse en sus indicadores de I+D+i a la media de los países de la UE-25. La solución: Hay que gastar más en I+D. Por Rubén Lafuente.


Rubén Lafuente
22/06/2006

Momento de la presentación del informe
Momento de la presentación del informe
Los últimos datos recogidos en el “Informe Cotec 2006 sobre Tecnología e Innovación en España” reflejan una positiva evolución del sistema español de innovación, con un aumento del 9% en el gasto en I+D con respecto al año anterior que sitúa el esfuerzo español en el 1,07% del PIB, que se ve reforzada por el optimismo de los expertos consultados por Cotec para la elaboración de su “Índice de opinión sobre tendencias”, que perciben una evolución positiva tanto en el entorno, como en las empresas y especialmente en las Administraciones Públicas.

Sin embargo, a pesar de que desde 1995 el esfuerzo español en I+D ha seguido una trayectoria de convergencia con los cuatro grandes países de Europa, todavía es la mitad del de países como Alemania o Francia.

Estas son algunas de las conclusiones del Informe, en el que se recoge un completo análisis de los principales indicadores de I+D e innovación en España, a escala nacional y por Comunidades Autónomas, y su comparación con otros países.

Persiste la distancia

La evolución de los principales indicadores de actividades de I+D elaborados por el INE en el período 1988-2004, permite observar el importante esfuerzo realizado por España. En 1988 los gastos de I+D representaban el 0,72% del PIB español, mientras que este porcentaje alcanzó el 1,07% en 2004. Este crecimiento se debe, por una parte, al crecimiento del gasto en I+D ejecutado en el sector público, que ha pasado del 0,31% del PIB en 1988 al 0,49% en 2004 y, por otra, al crecimiento experimentado en el gasto ejecutado en las empresas, en porcentaje del PIB, que ha pasado del 0,41% en 1988 al 0,58% en 2004.

Sin embargo, esta evolución sigue sin ser suficiente para que España se acerque significativamente a la media de la UE-25 y de la OCDE, ya que según los últimos datos de la OCDE el esfuerzo total en I+D (gasto interno total en I+D en porcentaje del PIB) en España se situó en el año 2003 en el 58% del de la UE-25 (1,05% frente al 1,82%) y muy por debajo de la media de la propia OCDE (2,26%).

El esfuerzo en I+D de las empresas presenta también diferencias importantes con respecto a la media de la UE-25 (0,57% en España y 1,3% en la UE-25) y se sitúa un poco por encima de un tercio del esfuerzo realizado en el conjunto de los países de la OCDE (1,53%). Además, los gastos empresariales en porcentaje del gasto total en I+D en España para ese mismo año (54,1%) siguen estando por debajo de la media de la UE-25 (63,3%) y de la OCDE (67,7%), lo que sin duda repercute negativamente en la tasa de cobertura de la balanza comercial de los sectores manufactureros de alta tecnología, aunque es oportuno señalar la tasa de crecimiento de las exportaciones españolas de productos de alta tecnología, que ha sido del 8,5% anual entre 1996 y 2004. Asimismo, el esfuerzo en I+D en el sector público español (0,48%) se encuentra por debajo del observado en la UE-25 (0,64%) y en la OCDE (0,67%), aunque con menor diferencia.

El Director General de Cotec, Juan Mulet, señala al respecto que “el punto más débil del necesario proceso de convergencia europea que persigue España, sigue siendo el retraso relativo de la participación de las empresas en el sistema de I+D+i. Un año más, el Informe acumula evidencias de esta diferencia estructural, y también, del esfuerzo que se está haciendo en el sector empresarial para corregirla. En la I+D, por ejemplo, el gasto empresarial en España, que ha crecido un año más por encima del 9,5%, todavía representa sólo el 0,6% del PIB frente a una media europea del 1,3%, y en la lista de las 700 empresas que más recursos dedican a la investigación en la UE, la primera empresa española ocupa el puesto 40. Esta insuficiencia del gasto en investigación es uno de los factores que explican por qué solamente el 11% de las exportaciones españolas tiene un alto nivel tecnológico, frente al 22% de la media de las exportaciones europeas”.

“Esta aparente fragilidad tecnológica de la empresa española –añade- tiene probablemente mucho que ver con su escasa confianza en su capacidad de gestionar directamente el trabajo de investigación. Sobre el total de los investigadores de cada país, en España el 31,7% realiza sus investigaciones en las empresas; en la Unión Europea el 48,4%, y en los Estados Unidos el 81,5%. Un número tan reducido de investigadores empresariales hace muy difícil que nuestro sistema público de investigación tenga un papel activo en la economía de nuestro país. Y esto es un verdadero problema para nuestro sistema de innovación, que debe ser tomado muy en serio por las empresas y las administraciones, porque los datos indican que hay potencial para ello, ya que, por una parte, la producción científica española sigue creciendo, y representa ya el 3,2% de las publicaciones mundiales de calidad, y por otra parte, el porcentaje de titulados en ciencia y tecnología de nuestras universidades es actualmente el 28,1% del total de graduados, cuatro puntos superior a la media europea, y según los últimos datos conocidos, referidos al período 1998-2003, ha tenido la mayor tasa de crecimiento de Europa”.

Persisten las diferencias regionales

La diferencia en el esfuerzo en I+D entre las regiones españolas es particularmente importante y muy significativa para la mayoría de las regiones con menor renta per cápita ya que, según los últimos datos del INE, en 1996 el esfuerzo en I+D de las regiones Objetivo 1 era del 0,53%, menos de la mitad del esfuerzo del resto de las regiones (1,13%). Si bien en 2004 el esfuerzo en I+D de las regiones Objetivo 1 era del 0,80%, más de la mitad del esfuerzo del resto de regiones (1,43%), lo que demuestra que en los últimos años se ha producido una progresión significativa del esfuerzo tecnológico en muchas regiones Objetivo 1 aunque todavía muestren un retraso importante en comparación con las regiones que mayor esfuerzo realizan en esta materia.

Entre 1996 y 2004 el aumento del esfuerzo en I+D ha sido significativo en regiones como Andalucía, Cataluña, Murcia y Aragón y, sobre todo, ha sido muy importante en Navarra, La Rioja, Castilla y León, Comunidad Valenciana y Galicia. Por el contrario, Madrid, Asturias, Castilla-La Mancha, Extremadura y Baleares registran en 2004 un esfuerzo en I+D similar o sólo un poco mayor al de hace unos diez años.

Los valores medios del esfuerzo español en actividades de I+D se deben al nivel proporcionalmente elevado de Madrid y Cataluña y, en menor medida, del País Vasco, ya que en 2004 estas tres regiones asumieron en total el 59,7% de los gastos de I+D nacionales, mientras que las nueve regiones Objetivo 1 gastaron el 33,9% del total nacional, si bien este porcentaje ha aumentado desde 1994 (29,9%). Además, sólo dos regiones concentran la mitad del gasto de las regiones Objetivo 1: Andalucía con el 29,1% y la Comunidad Valenciana con el 24,1%.

De esta forma, las cinco comunidades autónomas con mayor participación en el gasto total en I+D concentraron el 77,7% del gasto interno nacional en I+D en 2004, frente al 65,6% del PIB español y este desequilibrio se ha venido observando sin cambios a lo largo de los últimos años. Esta diferencia por regiones también se observa al analizar el gasto en I+D por habitante que, a nivel autonómico, es mucho más elevado en Navarra (433 euros), Madrid (410 euros), País Vasco (366 euros) y Cataluña (301 euros) que en el resto de comunidades autónomas, en particular Extremadura (52 euros), Baleares (56 euros), Castilla-La Mancha (62 euros) y Cantabria (82 euros), siendo la media nacional de 203 euros en 2004 (168 euros en 2002).

Más personal dedicado a I+D

Según los datos de la OCDE, en 2003 la actividad de I+D en España daba trabajo a 151.487 personas, de las cuales 92.523 eran investigadores, es decir, el 61%, lo que supone que el empleo en I+D en nuestro país era ese año un 117% superior a lo que era en 1990. Durante el mismo período, el número de investigadores aumentó en 54.847 personas, es decir, un 146%, lo que implica que la proporción de investigadores en relación con el total del personal empleado en actividades de I+D, que ya era excepcionalmente elevada en España, sigue aumentando. Sin embargo, el gasto medio por investigador en España en 2003 era de 119.700 $PPC, muy por debajo del gasto observado en países como Italia (248.400 $PPC), Alemania (213.900 $PPC) o Francia (197.900 $PPC), un gasto que en nuestro país sólo ha experimentado un aumento del 7,5% desde 1991.

La distribución del número de investigadores por sector de ejecución en España difiere de la observada en los cuatro grandes países europeos, y en especial con respecto a Alemania, Francia y Reino Unido, países en los que el sector de ejecución que cuenta con mayor número de investigadores es el de las empresas, mientras que en España e Italia es el de la enseñanza superior. El porcentaje de investigadores pertenecientes a la Administración Pública es similar en Alemania, Francia y España, superior en Italia e inferior en el Reino Unido. En 2004, más de la mitad de los investigadores en España correspondían al sector de la enseñanza superior (51,1%), mientras que el sector privado empleaba al 31,9% de los investigadores y el resto pertenecían a la Administración Pública (17%), una distribución que no ha registrado cambios significativos desde 1998.

La evolución del porcentaje de investigadores sobre el total de personal empleado en actividades de I+D en España ha mantenido una tendencia creciente, ya que en 1990 el 54,1% del personal en I+D eran investigadores, mientras que en 2004 esta cifra se ha situado en el 62,4%, principalmente como resultado del gran peso de la universidad en el conjunto de los investigadores, sector caracterizado por una escasa presencia de otro personal de I+D (en 2004 el 81,5% del personal de las universidades eran investigadores). El personal empleado en I+D ha seguido también una tendencia creciente en todos los sectores de ejecución en la última década, destacando el gran crecimiento del sector privado (empresas e IPSFL), que ha pasado de 28.860 empleados en actividades de I+D en 1990 a 71.436 en 2004.

Por comunidades autónomas se observan importantes diferencias en cuanto a los recursos humanos dedicados a I+D, ya que gran parte del personal empleado en I+D se concentra en Madrid y Cataluña, si bien el peso conjunto de estas dos regiones ha disminuido en los últimos diez años, pasando de representar el 54% del total nacional en 1993 al 47,1% en 2004, debido principalmente a la reducción del peso relativo de Madrid que ha pasado del 35,3% en 1993 al 24,4% en 2004. Andalucía (10,5%), Comunidad Valenciana (9,3%) y el País Vasco (7,7%) también concentran una parte significativa del personal empleado en I+D en España.

Optimismo sobre innovación

A partir de la encuesta que Cotec viene realizando anualmente a un amplio panel de expertos para conocer la percepción que tienen sobre la evolución del sistema español de innovación, se ha elaborado este año un índice de opinión sobre tendencias que arroja resultados esperanzadores ya que este índice ha crecido un 6,1%, pasando del 1,009 el año pasado a un 1,071 en 2005, el valor más alto desde 1999.

Los expertos perciben esta mejora especialmente en los aspectos relacionados con las administraciones públicas, cuyo indicador de tendencia crece un 10%, pero también es visible en el indicador de tendencia del sector de las empresas, que sube un 5%.

Problemas estructurales

A la distancia que todavía separa a España en sus indicadores de I+D e innovación de la media de los países de su entorno y a las posibles soluciones para acortarla, se refiere el Presidente de Cotec, José Angel Sánchez Asiaín:

“En Cotec hemos tratado este año de entender y profundizar en las razones que justifican esa gran distancia que todavía nos separa de los principales países de nuestro entorno construyendo un modelo de economía desarrollada, una especie de economía virtual, con la que comparar nuestra situación real. El modelo representa a la economía media de los seis países más desarrollados de la OCDE entre 1993 y 2002, último año para el que hay datos internacionales desagregados, y sobre él ha sido posible conocer detalles del comportamiento tecnológico de los sectores del modelo al que nos gustaría parecernos.

Pues bien, entre otras cosas, se deducen “dos peculiaridades” de nuestro sistema, las dos negativas, que explican esa distancia tan grande que nos separa. Una es que nuestros sectores dedican mucho menos esfuerzo a I+D que sus homólogos del modelo, cosa que ya sabíamos. Y hemos comprobado, que si nuestro sistema se comportara igual que el del modelo, nuestro gasto en I+D en términos de valor Añadido Bruto sería el 1,1%, y no el 0,56% actual. Y este es nuestro primer problema. Hay que gastar más en I+D.

La otra razón es estructural, porque en nuestro sistema productivo, el peso de las empresas de los sectores tradicionales es todavía demasiado grande, es decir, hay pocas que ofrecen productos de tecnología avanzada. Y esto es lo que justifica que ese 1,1% que nos gustaría alcanzar, diste todavía medio punto de la intensidad de I+D de la economía modelo. De aquí, que si nuestro tejido productivo no se desplaza hacia sectores de mayor contenido tecnológico y más creadores de valor añadido, sus indicadores no alcanzarán nunca los valores que tienen en las economías desarrolladas. Y éste es nuestro segundo gran problema.

En todo caso, y según lo que hemos aprendido, debemos aumentar de forma explosiva la innovación tecnológica de nuestro país. Y esto pasa necesariamente por un fortísimo crecimiento del número de las empresas innovadoras. Es decir, aquellas que optan decididamente por estrategias tecnológicas para aumentar su competitividad. Y si somos persistentes en ello, alcanzaríamos un gasto equivalente al 1,1% del Valor Añadido Bruto, y se habría resuelto el primer problema, concluye Sánchez Asiaín.




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