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La "Vida de Galileo" como gran ceremonia teatral

La obra de Bertolt Brecht, en versión de Ernesto Caballero, se representa hasta el 20 de marzo en el Teatro Valle Inclán de Madrid


Ernesto Caballero da vida una vez más a la tragedia de Galileo según la mirada de Bertolt Brecht en la obra “Vida de Galileo”, que estos días se representa en el Teatro Valle Inclán de Madrid. La denuncia frente a la irracionalidad que Brecht propugna es grandiosa, y los actores son, en general, estupendos. Sin llegar a ser un espectáculo redondo, lo cierto es esta es una función altamente recomendable. Vale la pena pasarse por Lavapiés y asistir a esta gran ceremonia teatral. Por Ángel García Galiano.




Cartel de la obra. Fuente: Centro Dramático Nacional.
Cartel de la obra. Fuente: Centro Dramático Nacional.
Ernesto Caballero, que ya se atreviera hace dos años con Las comedias Bárbaras de Valle, en su Montenegro, ahora, en magnífica traducción de Miguel Sáez, da vida una vez más a la tragedia de Galileo según la mirada de Bertolt Brecht (revolucionario en el teatro como el científico italiano en la astronomía) a partir de este presupuesto básico, ¡tan razonable!: “yo, al contrario que Giordano Bruno (quemado vivo por la inquisición en Roma en 1600), puedo demostrar lo que digo ante los doctores de la Iglesia, solo necesito que miren por el telescopio para que se convenzan de mis hipótesis y las asuman”.

En una de las mejores escenas de esta impresionante obra, Galileo asiste, perplejo, desquiciado, a cómo los filósofos y científicos que lo juzgan se niegan a mirar por su telescopio, alegando que la verdad (es decir, que la Tierra es el centro del universo, tal y como sostienen las sagradas escrituras) no puede ser refutada por un hecho empírico banal como unos espejuelos recién inventados apuntando hacia la luna.

La tragedia, pues, de Galileo, no es que, por miedo al dolor físico, se retractara y aceptara vivir recluido en su casa hasta el final de sus vidas, bien calladito, sino asistir al espectáculo fascinante de cómo una ideología, asistida por un enorme poder y un ingente mecanismo de seducción, se puede imponer a la verdad empírica y constatable.

En este sentido es excelente y modélica la escena en que se enfrentan el científico y el monje (un soberbio Roberto Mori, en la cima de su madurez teatral) y éste le recrimina, con sincera retórica de creyente, que se atreva a desventrar el universo de seguridades poéticas que ofrece la Biblia a partir del mero brillo soberbio de unos azogues y su tozudez matemática. ¡Inmenso Brecht!

Denuncia de la irracionalidad

La puesta en escena nos ofrece música en directo (que disuena y despista, no aporta nada al texto ni al gran equipo actoral que da vida a la tragedia) y un escenario circular y giratorio, colocado en el centro del patio de butacas.

El vestuario y la iluminación, lúgubre, apuntalan el mundo de creencias que intenta combatir Galileo, las escenas (muy pedagógicas, pura épica brechtiana) se suceden con eficacia de la mano de un gran Ramón Fontseré (que representa tanto al dramaturgo alemán como al astrónomo italiano), secundado magistralmente en las réplicas (durante toda la primera parte) por Ione Irazabal en el papel de ama y madre de ese muchacho y casi segundo hijo a quien Galileo informa entusiasmado de sus sucesivos hallazgos.

Venecia, Padua, Florencia, Roma… Al final, como sabemos, y a pesar de que eppur si muove!, el maestro se retracta de “todos sus errores”. Casi cuatro siglos después del “caso Galileo”, un papa pidió perdón por el proceso llevado a cabo en Roma.

La denuncia frente a la irracionalidad que Brecht propugna es grandiosa, los actores son, en general, estupendos, las transiciones impecables; falla la música y cierta sensación de estancamiento en la segunda parte.

Es bien sabido, empero, que se trata de una obra dialéctica, pedagógica, y se echa en falta una mayor acción dramática que se ha sustituido por unos cantos carnavalescos con pandereta que no aportan nada a la obra y la alargan innecesariamente.

Con todo, sin pensar que se trata de un espectáculo redondo (que sin duda se irá perfilando en sucesivas representaciones), lo cierto es que se trata de una función altamente recomendable, uno de los grandes textos del siglo XX. Un clásico contemporáneo. Vale la pena pasarse por Lavapiés y asistir a esta gran ceremonia teatral.

Referencia:

Obra: Vida de Galileo.
Autor: Bertolt Brecht.
Versión y dirección: Ernesto Caballero.
Reparto: Chema Adeva, Paco Deniz, Ramon Fontseré, y Ione Irazabal, Borja Luna, Roberto Mori, Paco Ochoa, Macarena Sanz, Alfonso Torregrosa, Pepa Zaragoza.
Próximas representaciones: Hasta el 20 de marzo de 2016 en el Teatro Valle-Inclán de Madrid.
 


Jueves, 11 de Febrero 2016
Ángel García Galiano
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