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La autoconsistencia matemática, posible indicio de la existencia de Dios

Sigue impulsando la imaginación filosófica del creyente científico


Importantes autores como Alfred N. Whitehead, Roger Penrose y, con mayor actualidad, el último Premio Templeton 2008, el profesor polaco Michael Heller, han replanteado el eterno problema platónico del estatus ontológico de las esencias matemáticas. Whitehead consideró el papel de los “objetos eternos” en la esencia divina y Heller ha presentado una cosmología teísta en torno a la racionalidad matemática del universo. La autoconsistencia del universo matemático sigue impulsando la imaginación filosófica del creyente científico, que puede verosímilmente entenderla como una manifestación o epifanía de la esencia divina. Por Gabriel Llorente.


Gabriel Lorente
06/10/2008

La autoconsistencia matemática, posible indicio de la existencia de Dios
Alentado por el eterno problema platónico de las esencias y por autores como Whitehead, Penrose o Michael Heller quiero plantear mis reflexiones sobre la autoconsistencia matemática y mi modo de entenderla como epifanía de la esencia divina.

Evidentemente no se trata de ninguna “prueba” de la existencia de Dios, ni nada parecido, sino sólo de una “iluminación” sobre el universo matemático para quien ya está en la creencia y ve todo el universo como una manifestación de la ontología divina. Expongo mis reflexiones como sugerencia, sin tener la seguridad de hallarme plenamente en posesión de la verdad. Me parece que son reflexiones originales y abrigo la esperanza de que puedan ofrecer nuevas, sugestivas y quizás convincentes respuestas a viejos interrogantes.

Al reflexionar sobre las entidades matemáticas nos encontramos con algunas que podemos calificar como estructuras o entidades matemáticas autónomas (o autoconsistentes). Algunos ejemplos: el valor del numero" pi". El hecho de que determinados números enteros sean primos y tengan determinadas propiedades. La existencia de cinco poliedros regulares y solo cinco.

Encontramos entidades o estructuras autónomas en las Matemáticas, en la Física en la cristalografía y en otras ciencias. A todas, en lo sucesivo, para simplificar, denominaré estructuras o entidades o realidades matemáticas. Llamaré universo matemático a la globalidad de las entidades matemáticas autónomas.

Llamo autónomas a las entidades matemáticas (como las de los ejemplos citados) que no deben su naturaleza ni sus características a ninguna decisión de una entidad externa a ellas y que no pueden ser modificadas por una voluntad exterior. Como un explorador encuentra una flor exótica, el intelecto humano en sus reflexiones localiza o encuentra estas entidades autónomas, no las crea.

Las entidades matemáticas autónomas han de ser diferenciadas de las herramientas y artificios mentales inventados o construidos por el hombre para transitar con mayor comodidad por el universo matemático (por ejemplo, el cálculo vectorial infinitesimal) Estas entidades matemáticas autónomas, por consiguiente, reúnen las características que los filósofos asignan a los entes necesarios los cuales son como son por si mismos, nunca fueron de una manera distinta ni nunca serán diferentes. Según Francisco Suárez (1569-1624) son necesarios los entes que no pueden dejar de ser como son. De modo indirecto lo proclama cuando afirma: "Quod potest non esse necessarium non est" (Disputationes Metaphysicae XXXV, 55)

No existen porque haya un ser pensante que los albergue en su mente. Su existencia es anterior a la existencia de la raza humana. Cuando aun no había ningún ejemplar de homo sapiens merodeando por las selvas los poliedros regulares eran cinco y solo cinco.

Las modernas concepciones de física corroboran la realidad y la existencia de las estructuras matemáticas autónomas. En efecto el principio de la dualidad entre ondas y corpúsculos formulado por el físico Louis de Broglie y la mecánica cuántica señalan que el cosmos físico, cuya existencia constatamos, no es sino la cara perceptible de entidades matemáticas necesarias.

Dios y las esencias matemáticas

El universo de las entidades matemáticas en definitiva es necesario, existe y no puede ser modificado por ninguna causa exterior. Dios por tanto no es superior a él, lo que solo es admisible si este universo matemático coincide con la esencia divina o participa de ella. Así pues, al identificar entidades matemáticas necesarias hemos constatado la existencia de un Ente necesario. Me estremece expresarlo: en algún modo hemos visto a Dios.

El ser necesario que hemos divisado, por sus atributos de necesidad e infinitud ha de ser necesario e infinito. Del hecho de ser necesario e infinito se desprende que ha de estar también adornado de las prerrogativas de omnipresencia, omnipotencia, omnisciencia y cuantas perfecciones puedan adornarle, bien es cierto que entendidas en forma análoga a la que adoptan cuando se predican de los seres creados. En los maestros de la Teodicea como Suárez se encuentra esta deducción.

La aceptación de mis reflexiones no implica automáticamente la presentación de la imagen de Dios tal y como nos la ofrece la revelación cristiana. Pero puede ser un primer paso para que un humano acepte en etapas posteriores una imagen de Dios más vivencial y existencial.

A quien atentamente escudriña los secretos del universo matemático y físico se hace presente una Epifanía de Dios, es decir su presencia perceptible. Es el propósito de estas reflexiones, permítaseme insistir, señalar un camino que conduce a la atalaya desde la que con humildad y admiración puede contemplarse el esplendor de esta Epifanía en una de sus facetas: el universo matemático.

Mi intención no es, pues, construir una nueva "demostración" de la existencia de Dios, sino tímidamente sugerir una forma de enfocar nuestra visión intelectual, desde la creencia, que permita en alguna medida "constatar o percibir" directamente la existencia de Dios. Discurren estas reflexiones en ese territorio en que la Filosofía tiene fronteras con las Matemáticas y la Física. No aporto nuevas teorías físicas o matemáticas, si bien aventuro algunas formas nuevas de dar sentido a concepciones científicas tradicionales desde el punto de vista de los creyentes.

En cuanto a la filiación filosófica y teológica de mi trabajo tengo que aclarar que me sitúo en la rama del saber usualmente denominada Teodicea, ciencia que -sin rechazar explícitamente otras vías de conocimiento - discurre sobre Dios con las herramientas de la razón. Grandes teólogos (vg. Francisco Suárez en sus "Disputationes Metaphysicae") han consagrado a la Teodicea una parte importante de sus desvelos. En nuestro caso, hablamos de cuestiones referentes a Dios, pero bajo la iluminación de los resultados de la matemática y de la ciencia física.

Hallazgo y descripción de las estructuras matemáticas autónomas

El pilar fundamental de mi propuesta filosófica es la constatación de que la reflexión sobre el universo de las Matemáticas, de la Física, de la Química y de otras ramas de la ciencia (en lo sucesivo unificadas en el término" matemáticas") nos permite identificar determinadas y “singulares realidades" que a continuación describiremos, para las que hemos adoptado las denominaciones de estructuras, formas o entidades autónomas o autoconsistentes por ser su autonomía su principal especificidad .

En la teoría de los números, en la geometría métrica (transmitida sin alteración desde hace varios milenios), en los estudios sobre grupos finitos o infinitos, en la configuración de los campos físicos de fuerzas, en las leyes cosmológicas, por solo citar algunas áreas, se localizan ejemplos de estructuras matemáticas autónomas o autoconsistentes.

En relación con las propiedades de los números cabe recordar que ya los pensadores griegos reconocían que en los números enteros hay algo trascendente, excepcional y quizás divino cuando proclamaban "Dios hace aritmética" o "Dios se ocupa de los números" o “Dios está en los números" (he traducido libremente el aforismo griego O Theos arithmetidsei)

Estas estructuras o entes, a las que me refiero, han sido halladas o encontradas o descubiertas por el ser pensante al deambular por el mundo matemático del mismo modo que un atento astrónomo, al observar el firmamento encuentra una estrella (que él no crea).

Ni el filosofo erudito ni el matemático laborioso las ha inventado o construido ni las pueden modificar. Por ello, estas estructuras han de diferenciarse cuidadosamente de los artefactos, algoritmos, nomenclaturas y otras herramientas matemáticas que el saber humano ha diseñado o construido para facilitar el discurso matemático.

Un ejemplo de esta diferenciación puede encontrarse confrontando la Ley de Coulomb, que es una estructura matemática autónoma con el artefacto matemático que la formula (que es la primera ecuación de Maxwell) y que se expresa recurriendo al cálculo vectorial infinitesimal que es una herramienta creada por el hombre.

Autonomía v necesidad

Señalamos a continuación cuales han de ser algunos de los atributos o prerrogativas de las que gozan las estructuras de las que nos ocupamos para que puedan ser consideradas autoconsistentes o autónomas.

La característica más definitoria es que no dimanen de ningún ente exterior a ellas. Que ningún agente exterior haya determinado libremente su configuración, esencia y que así mismo no haya ninguna entidad exterior a ellas que pueda modificarlas, alterarlas o cancelar su vigencia. En el territorio de la geometría euclidiana aparecen muchas entidades de tales características.

Con Francisco Suárez, podemos llamarlas necesarias porque no pueden dejar de ser ni pueden ser de otra manera distinta a la que las define y caracteriza. No hay para ellas hora cero ni tienen fecha de caducidad.

Como necesarias son eternas, en cuanto a su existencia y en cuanto a su misma estructura (o esencia) ya que no se da un "antes" o un "después" en que carezcan de existencia o tengan una forma diferente. En otros términos no hay un tiempo anterior a ellas en que no tuvieran vigencia ni otro posterior a ellas en el que carezcan de su conformación.

Es cierto que en algunas estructuras matemáticas autoconsistentes (particularmente en las relacionadas con la Física) aparece el tiempo como característica de la estructura, pero también en este caso la estructuración espacio-temporal es autónoma o autoconsistente. En este supuesto podrían suscitarse dudas sobre la autonomía y la autoconsistencia ya que no se daría en ellas inmutabilidad.

Me interesa estudiar con mayor detenimiento, e invito a hacerlo, la existencia de estructuras autoconsistentes con parámetros temporales. Como solución de urgencia sugiero que, en este supuesto, la autoconsistencia consiste en que la sucesión de configuraciones no puede producirse mas que de una manera.

Particularizando estas consideraciones y refiriéndolas a las cuatro ecuaciones de Maxwell me parece patente que la primera de ellas (en que no figura el tiempo) es autoconsistente y autónoma. Abrigo la fundada convicción de que lo son las dos ultimas, en que figura el tiempo. Pero entiendo que serán necesarias ulteriores indagaciones para confirmarlo.

De todas maneras para la eficacia de mi teoría basta con que se identifiquen algunas estructuras matemáticas autoconsistentes de las que no contienen en su configuración el hecho temporal.

Multiplicidad y unidad

La contemplación del universo o mundo matemático nos permite, como ya se ha indicado, espigar algunas estructuras autoconsistentes. Denomino universo o mundo matemático a la totalidad ilimitada e infinita de las entidades matemáticas autónomas y autoconsistentes. Su consideración global nos enseña que el Ser es múltiple.

Conocer su totalidad es un empeño imposible para la limitada capacidad humana. Su totalidad constituye una realidad ilimitada e infinita que pertenece a la entidad total que denominamos el Ser o participa de la esencia del Ser.

Una aporía que queda por dilucidar es si la esencia del Ser es mas amplia que la totalidad de las estructuras matemáticas autoconsistentes. Aceptando mis teorías se eluden las presentaciones esfumadas del Ser frecuentes en tratados filosóficos que dan una idea del ser como una especie de burbuja vaporosa, sin rostro ni contornos ni características del que solo se predica su existencia.

La riqueza y multiplicidad del Ser que en nuestra teoría se muestra no rechaza su unidad. Las estructuras o entidades matemáticas autónomas, participantes del Ser, no están desvinculadas unas de otras Su estudio nos revela que hay entre ellas singulares vínculos, ensambladuras, coincidencias y pasadizos que las unen en virtud de los cuales el universo matemático aun siendo múltiple se nos presenta unificado. Rico en diversidad pero interconectado en una armonización unitaria. Como ejemplo anecdótico vale citar el hecho de que determinadas propiedades de los números que forman la conocida serie de Fibonaci muestran conexiones con la relación áurea.

Otra consolidación de la unidad: en razón de las interacciones gravitatorias y electromagnéticas todos los seres que pueblan el universo en un instante dado están conectados entre sí. Cada partícula del universo atrae y es atraída por todas las demás por muy lejanas que se encuentren.. Sostengo personalmente la tesis de que también interactúan con las que existieron antes y con las que existirán después (véase mi artículo: "La interacción con el futuro; una hipótesis cosmológica generalizadora de las interacciones físicas", publicado en la revista Anthropos, en diciembre de 1988)

Metafóricamente hablando el Ser es un edificio de una polivalente, infinita y maravillosa arquitectura. No es un montón de materiales apilados al azar. Es un edificio de armonica arquitectura. En conclusión nuestra teoría descubre que el Ser, totalidad de las estructuras autoconsistentes goza de una perfecta unidad, como han proclamado todos los metafísicos y muy en particular los escolásticos

Seria una interesante tarea matemática construir al menos parcialmente el mapa u organigrama o de las estructuras matemáticas autoconsistentes. En que aparecieran las conexiones, las coincidencias, otros parentescos y filiaciones que las relacionan. Dicho de otra forma elaborar el árbol generalógico de todas las estructuras matemáticas autoconsistentes partiendo de sus raíces hasta llegar a sus ultimas ramificaciones.

Es cierto que nuestra mente limitada nunca podría alcanzar esa meta plenamente. Pero si lograse algún resultado parcial con ello una visión mas completa de la riqueza y unidad del universo matemático que contemplamos. Resultado de indudable interés científico y tal vez también filosófico y teológico.

Un objetivo utópico seria construir un mapa ramificado o árbol genealógico de las estructuras autoconsistentes que partiendo de la raíz que es lo uno llegara a lo múltiple y se extendiera hasta los últimos confines de la estructura del Ser. Aunque el objetivo es inalcanzable, un resultado parcial ofrecería importantes conclusiones.

Matemáticas y Dios.
Matemáticas y Dios.
Existencia de las estructuras autoconsistentes

En mi propuesta tiene máxima importancia reconocer que las estructuras matemáticas autónomas son, existen, tienen existencialidad. Utilizando terminologías tradicionales procede afirmar que no son entidades del plano lógico o noético sino del ontológico o propio de la realidad. Tienen existencia por si mismas no porque haya un ser humano que piense sobre ellas.

Una vía que conduce a esta conclusión es precisamente la constatación de que no son una construcción mental o si se quiere un "constructo" (ahora esta de moda el uso de este termino temeroso mas propio de las obras públicas que de la Filosofía) de la mente humana y de que su vigencia no esta condicionada al hecho de que haya seres pensantes que las conozcan. Las estructuras geométricas autónomas estaban vigentes antes de que Euclides escribiera su obra inmortal.

Ninguna mente o voluntad puede diseñadas a su capricho ni las puede alterar. Antes de que el primer homo sapiens merodeara por las selvas ya se cumplía la ley de la gravedad. Por ello las estructuras autonoconsistentes gozan de una realidad ontológica autónoma.

Las estructuras o diseños autónomos poseen un grado de realidad y de existencia que les diferencia del no ser. Las hipotéticas estructuras contradictorias están en un nivel negativo en la escala del ser y del existir. Un poliedro regular cuyas caras fueran octógonos pertenece a la categoría del no ser.

Solo una concepción ingenuamente materialista del Ser puede exigir que para que exista la entidad entidad matemática autónoma que es el dodecaedro sea necesaria su materialización en piedra o en madera. O al menos en metacrilato.

Otra vía para corroborar la existencialidad de las estructuras autoconsistentes es la atenta contemplación del cosmos físico, realizada bajo el prisma de la aceptación del principio de la dualidad onto-cósmica (neologismo del cual me hago responsable) hoy generalmente admitido por los científicos como mas adelante declaro. Este principio no es sino una generalización para toda la realidad cósmica del principio o de la dualidad onda-corpúsculo establecida por el físico francés Luis de Broglie en 1909. En formulación simplificada este dualismo implica que el cosmos que percibimos es la cara perceptible o fenoménica del cúmulo de estructuras matemáticas autoconsistentes que constituyen su ser.

En conclusión, como percibimos la existencia de la cara sensorial o fenoménica del cosmos, inferimos la existencia de la cara óntica o sea las estructuras matemáticas.

La presencia v la esencia de Dios

Todo el que se ejercita en la indagación intelectual de que nos ocupamos, al constatar la existencia de estructuras matemáticas autónomas, se pregunta de inmediato si Dios podría anularlas o alterarlas. La respuesta ha de ser evidentemente negativa. Dios no puede anular ni alterar lo que necesariamente existe. Ahora bien que Dios no pueda anular determinadas estructuras impone una limitación al Ser Supremo, limitación incompatible con la misma esencia del Ser Supremo que esta por encima de todo ser.

Por ello es me gusta concluir que las estructuras autoconsistentes se identifican con la esencia divina o pertenecen a ella. Son como un reflejo del Ser dado en Dios; algo que le pertenece ontológicamente, sin constituir una dimensión real ajena a la divinidad. Al contemplar el universo de estructuras matemáticas autónomas contemplamos en alguna manera la esencia de Dios o, en términos poéticos, asistimos asombrados a una Epifanía de la esencia Divina.

La esencia divina se manifiesta en la creación, pero también se manfiesta en el universo de las entidades matemáticas autónomas, e incluso en aquellas creadas por la mente humana. Son formas diferentes de manifestación que el creyente constata que cabe distinguir por sí mismas. Y una de estas manifestaciones es la de las esencias matemáticas autónomas: aquellas que conocemos ya y otras muchas que probablemente no conocemos. Esta es la conclusión esencial que trato de explicar.

Mis reflexiones no tienen como objeto formular una argumentación para demostrar la existencia de Dios sino que se proponen señalar con reverencia y admiración que en el universo de las estructuras matemáticas de alguna manera se nos manifiesta su presencia.

Este reconocimiento se produce en el ámbito de la creencia. En la contemplación de este infinito universo (matemático y cósmico) se nos han abierto los cielos y entre jirones de nubes hemos asistido con asombro a la aparición de la Gloria de Dios.

Ofrece ciertas dificultades -hay que reconocerlo- eludir el panteísmo en esta concepción. Pero no parece mayor esta dificultad en esta teoría que en otras reflexiones de la Teodicea. Siempre es difícil armonizar el principio de la infinitud de Dios con su plena diferenciación de las criaturas, ya que esta plena diferenciación le restaría infinitud. Pero en realidad el pensamiento cristiano no puede prescindir de dimensiones holísticas que son exigidas por entender que el universo está en Dios y nace de la ontología divina.

Me remito a las respuestas dadas por los maestros de Teodicea a esta objeción. Me atrevo sugerir una solución tomada de las concepciones matemáticas. En los sistemas matemáticos se dan entidades singulares o singularidades (puntos singulares de una función, curvas singulares de una familia de curvas...). Los entes creados, englobados en el Ser pero dotados de diferenciación, serían singularidades en el universo matemático total.

También podría objetarse a nuestra propuesta el hecho de que no define a Dios con los atributos de inteligencia, voluntad, libertad, bondad, espíritu paternal, omnipotencia, omnisciencia, providencia y otros que tradicionalmente se Le reconocen. Esta objeción puede lógicamente surgir en quienes están felizmente imbuidos de una profunda vivencia religiosa y que perciben a Dios existencialmente como una presencia viva, personal y amorosa, adornada de todas las prerrogativas positivas que puedan concebirse.

Según nuestro planteamiento una vez conocido que Dios existe, que es necesario, infinito y Supremo, puede llegarse por sencillos razonamientos a la conclusión de que posee todas las maravillosas prerrogativas que hemos enunciado y cualquier otra que incluya perfección. Estas deducciones filosóficas pueden encontrarse en los tratadistas de Teodicea como el citado Francisco Suárez en sus Disputationes Metaphysicae.

Al atribuir a Dios prerrogativas como las mencionadas (bondad, inteligencia., libertad, etc.) no se ha de olvidar que los atributos que se predican de una criatura se predican o atribuyen a Dios de manera analógica. Del mismo modo que la iconografía religiosa recurre a antropomoformismos para definir prerrogativas divinas (recuérdese la imagen del Padre eterno como venerable anciano en la representación de la Santísima Trinidad de Velázquez) también el lenguaje acude a terminología antropomórfica y metafórica para expresar atributos divinos (como puede ser referirse al entrañable amor paternal de Dios). Cuanto de positivo tiene la virtud de la ternura paternal la tiene Dios en grado sumo pero de manera analógica, no formalmente idéntica a la ternura paternal humana.

La existencia de las estructuras matemáticas corroborada por la ciencia

Retorno a comentar reflexiones ya esbozadas que corroboran, apoyándose en teorías científicas consolidadas, la existencia de las estructuras matemáticas. Para mi propuesta es indispensable reconocer esta existencialidad.

La teoría de de Broglie acerca de la dualidad onda-corpúsculo establece que una radiación luminosa es a la vez, y según se mire (valga la expresión familiar), una onda y una partícula. La radiación luminosa (es decir la onda electromagnética) del binomio onda-partícula (en la luz) ha de ser incluida en el capítulo de estructuras matemáticas autoconsistentes. Reitero aquí una afirmación anterior: si se analiza detenidamente la configuración de las ondas electromagnéticas y la naturaleza de las ecuaciones de Maxwell (que son su forma estructural esencial) puede concluirse que tal consideración esta justificada.

Reproduzco, por su importancia al respecto, afirmaciones de Richard Feynman, premio Nóbel de Física, contenidas en la obra "The Feynman lectures of Physics". Dice en el Volumen 1, pag 2-7 : “There is no distinction between a wave and a particle." ....."So quantum mechanics unifies the idea of the fields and its waves and the particles: all into one" (No hay distinción entre una onda y una partícula … De esta manera la mecánica quántica unifica las ideas sobre los campos y sus ondas con las ideas sobre las partículas: todo es lo mismo). Traducido a mi lenguaje: El universo de las estructuras matemáticas y el universo material son la misma cosa.

Y mas adelante en el mismo Volumen, paginas 10-9, asegura "The fact that the electromagnetic field posess momentum and energy makes the fiel very real" (El hecho de que el campo electromagnético tenga momento cinético le hace ser una entidad real). Las traducciones son libres y ad sensum.

(Ampliando referencias a esta teoría me permito recordar que actualmente se considera una interpretación ingenua y poco rigurosa de la realidad describir un átomo como un sistema planetario en el que el núcleo hace el papel del Sol y los electrones circundantes el papel de cometas. Se considera más exacto entender que el núcleo atómico esta rodeado de realidades ondulatorias (estructuras matemáticas) concéntricas con el átomo).

El dualismo onda-partícula establecido por de Broglie y consolidado por la mecánica quántica ha quedado pues extendido al cosmos o universo en su totalidad. Se puede pues afirmar que ha quedado establecido el principio general de la dualidad ontocósmica. Según este principio el universo entero no es en definitiva sino un inmenso conglomerado de estructuras matemáticas autónomas que son la cara estructural y necesaria de una realidad que tiene también una cara sensorial o perceptible. A los humanos sólo nos resulta perceptible la faz material de dicho conglomerado.

Pues bien si nos consta la existencia de la faz sensorial del universo, obtenemos también la seguridad de la existencia de la faz estructural del binomio onto-cósmico. Ya que ambas son facetas de la misma realidad. Por mi parte me atrevo a sostener que en esta dualidad es el aspecto estructural (la faceta ondulatoria) el que posee fundamentalmente la existencia.

(Aporto como prueba sencilla que en numerosos supuestos consta la existencia de la faceta estructural sin manifestaciones de la cara sensorial. Una onda electromagnética que nos transmite mensajes desde un satélite tiene realidad en grandes espacios vacíos sin manifestaciones sensoriales o materiales. En una descripción hecha con trazo grueso califico a esta onda como una arruga o pliegue del vacío o de la nada. Es una estructura no materializada, cuya existencia esta fuera de duda. Conclusión: las estructuras matemáticas existen y se manifiestan de extraña manera en la realidad fenoménica).

Consiguientemente el cosmos que contemplamos no es sino la parte fenoménica de las estructuras matemáticas autónomas. Puesto que tenemos certeza de la existencia del cosmos por nuestra capacidad de percibir su cara fenoménica, tenemos también la certeza de que existe el universo de las estructuras matemáticas autoconsistentes que la ciencia postula con argumentos y que nosotros, como creyentes, hemos identificado verosímilmente como integradas en la esencia del ser necesario, causa ontológica y creadora de toda la realidad.

Por ello, al contemplar el Universo constatamos que existe el universo de las estructuras matemáticas necesarias y asistimos por ellas a una de las facetas de la Epifanía de Dios.

Observaciones finales

A partir de lo expuesto se pueden añadir algunas reflexiones finales. Me limito a dos.

El principio de la dualidad onto-cósmica, como ya he indicado, difumina las fronteras entre lo inmaterial y lo material: entre lo que también podría denominarse lo espiritual y lo material. Esta ausencia de fronteras podría facilitar la aceptación de la presencia de "el espíritu" y de "lo espiritual" a la que hace apelación la religión, todo ello dentro de una visión unitaria y holística del universo en Dios.

Otra consideración es que aun aceptando el principio de la dualidad ontocósmica (que nos permite de algún modo “sentir” a Dios en el mundo) hay que reconocer que no es plena ni absoluta la identificación entre la cara estructural y la cara fenoménica de esa única realidad. Esa diferenciación compatible con una gran identificación, abre la puerta para aceptar que, en algún modo, se ha producido un hecho por el cual Dios ha creado el mundo como algo diferenciado, tal como enseña la religión. En otros términos para reconocer que Dios es Creador.

Este hecho creativo –implicado en ese matiz diferenciador señalable en la dualidad onto-cósmica– no tendría que entenderse como la actividad material de un artífice que fabrica un producto a partir de algo. Los teólogos y comentaristas actuales de la Biblia, en efecto, no interpretan de modo literal la descripción del origen del primer hombre formulada como el modelado de una figura humana, a partir de un trozo de barro. El universo, en sentido cristiano, ha sido creado ex nihilo, presuponiendo sólo la unitaria y absoluta ontología previa del Ser Divino.



Gabriel Lorente, doctor en ciencias físicas, Facultad de Física en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid.



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1.Publicado por Pepe el 06/10/2008 16:18
Después de leer el artículo, no hay que olvidar que el autor indica varias veces que; las explicaciones y deducciones de la exposición son desde el punto de vista del creyente en Dios. Por lo tanto, existen un condicionamiento que tienden a interpretar hechos, cualquieran que sean, como precursores de una idea preconcevida.

Desde el punto de vista del no creyente, supongo que sería igual de maravilloso comprender hasta que punto éstas Entidades Matematicas son singulares y, únicas en género y, se pierde su principio fuera del raciocinio humano antes de su existencia, como indica el artículo, lo cual es natural, ya que ningún ser, hasta el humano, logró interpretarlas. La explicación del espiritud y la materia, es una conclusión basada en la misma prerrogativa; si existen una dualidad onda-corpúsculo..., por qué no ha de existir la dualida materia-espiritud (entendido siempre el espiritud como entidad sobrenatural). El discurso es; sí ... entonces ....

En definitiva, me parece una adaptación a la realidad científica actual, lo cual ha sido una constante en distintas comunidades de creyentes a lo largo de los tiempos, cuando los avances cientificos no daban lugar a interpretaciones de lo que se entendía hasta el momento, desde el punto de vista onto-teológico y, el pensamiento diferenciado que nace de la teología e interpretación de la biblia.

Lo que en realidad debemos preguntar, es: ¿Por qué buscar la existencia de Dios en deprimento de la existencia Humana?


2.Publicado por Centinela el 07/10/2008 15:02
Interesante artículo. Pero yo entiendo que las entidades matemáticas y, por ende, el universo, no son así porque fueron "creadas" de una forma consciente para que lo que conocemos exista como tal, sino que existimos gracias a que las condiciones necesarias (de entre todas las posibles) aparecieron en la generación del universo. Es decir, la masa del electrón podría ser más grande o más pequeña que la que es, pero entonces no habría átomos como los conocemos, con lo que no estaríamos aquí haciéndonos la pregunta de porqué el electrón pesa lo que pesa.
Lo mismo con las entidades matemáticas: ¿Funciona pi en un universo de 7 dimensiones? ¿Los números primos tienen razón de ser en un universo simétrico?.
No soy físico ni matemático, así que disculpen este razonamiento un tanto simplista, pero espero que haya sabido transmitir mi opinión.

3.Publicado por Antonio Márquez Martínez el 07/10/2008 15:31
Me reafirmo en el comentario anterior, sólo desde la convicción profunda de la existencia de Dios, se pueden hacer estas afirmaciones. Pero hay otras ideas, en el otro sentido, que voy a tratar de resumir.
La existencia de estructuras matemáticas autoconsistentes como son los 5 poliedros regulares, como lo es el mismísimo Universo en sí, no están aquí desde siempre. El universo nació de una singularidad que devino en el " Big Bang" y después de un periodo inflacionario ultrarápido quedaron las constantes físicas y matemáticas tal como las percibimos ahora. Pero pudiera ser que hubiesen otros Universos, tambíen nacidos de singularidades con otras constantes físicas y matemáticas diferentes, con estructuras autoconsistentes diferentes a las que percibimos en la actualidad.
De otra parte, qué sucederá cuando el Universo acabe, suponiendo que sólo exista un sólo Universo burbuja como el nuestro. Según la ciencia actual, el segundo principio de la termodinámica establece, entre otras cosas, que la "muerte térmica del Universo" ocurrirá de una forma asintótica cuando exista un máximio de entrópía y un mínimo de entalpía, y esto supone el cero absoluto, es decir la nada; y entonces no habrá ni radiación electrómagnética, ni leyes, ni estrucuras matemáticas, ni nada.
En el primer tercio del siglo XX, se produjo una rivalidad entre dos corrientes científicas antagónicas. Por una parte "los positivistas" representados fundamentalmente por Ernst Mach, pensaban que debajo de toda teoría, existía una realidad subyacente que explicaba todas las cosas. Por otra parte los partidarios de la "incertidumbre" representados principalmente por Werner Heisenber y Ludwig Boltzman, creían y así lo demostraron, que la incertidumbre y la aleatoriedad presidían toda la realidad, y que a lo máximo que podiamos llegar es a conjeturar ciertas probabilidades estadísticas de un hecho físico.
Por eso yo me pregunto, por que empeñarse en demostrar la existencia de Dios. ¿ Es que acaso si llegaramos a demostrarla, acabaríamos con el hambre, las enfermedades, el analfabetismo, la guerra, etc? Preocupémonos en la "existencia del hombre" y en elevar todas sus potencialidades para acabar con todas las miserias a las que antes me refería.





4.Publicado por Gonzalez, Cornelio el 08/10/2008 03:29
Trascribo estos tres parágrafos de este excelente artículo de Gabriel Lorente, donde el autor pone especial énfasis en la dualidad onda-corpúsculo (que no es otra cosa que la dualidad: bosón ‹--› par mutuamente especular: fermión-antifermión) como un especialísimo y muy importante caso de lo que él, con mucho acierto, denomina: “estructuras matemáticas autoconsistentes”. Lo resaltado en mayúsculas es mío:

“De esta manera la mecánica quántica unifica las ideas sobre los campos y sus ondas con las ideas sobre las partículas: todo es lo mismo). Traducido a mi lenguaje: El universo de LAS ESTRUCTURAS MATEMATICAS Y EL UNIVERSO REAL SON UNA * Y LA MISMA COSA”.

“Otra vía para corroborar la existencialidad de las estructuras autoconsistentes es la atenta contemplación del cosmos físico, realizada bajo el prisma de la aceptación del principio de la dualidad onto-cósmica (neologismo del cual me hago responsable) hoy generalmente admitido por los científicos como mas adelante declaro. Este principio no es sino una generalización para toda la realidad cósmica del principio o de la dualidad onda-corpúsculo establecida por el físico francés Luis de Broglie en 1909. En formulación simplificada este dualismo implica que el cosmos que percibimos es la cara perceptible o fenoménica del cúmulo de estructuras matemáticas autoconsistentes que constituyen su ser”.

Y corta y brillantemente, resume su idea:

“EN CONCLUSIÓN: COMO PERCIBIMOS LA EXISTENCIA DE LA CARA SENSORIAL O FENOMÉNICA, INFERIMOS LA EXISTENCIA DE LA CARA ÓNTICA O SEA LAS ESTRUCTURAS MATEMATICAS”

Si el lector exige un poco su intelecto puede percibir, como trasfondo físico-lógico-ontológico de estos tres parágrafos, a una obligada silueta: el componente electromagnético del sistema nervioso del HOMBRE – especialmente su cerebro – en tanto que el “...sublime espejo cerebral, donde aquella, la Naturaleza, adquiere consciencia de si misma...”, según reza esta bella y penetrante frase de Santiago Ramón y Cajal. Dicho de otro modo: es el UNITARIO (luego matemáticamente autoconsistente) modus operandi del campo electromagnético inherente a la dualidad onda-corpúsculo pero entendida y analizada como la RESONANCIA UNITARIAMENTE ARMONICA **, intrínseca a la dinámica de la dualidad:

Continuo-simétrica ondulatoriedad del bosón ‹--› discontinuo-asimétrica corpuscularidad de cada uno de los dos componentes del par mutuamente especular: fermión-antifermión,

la responsable de generar y soportar a un vital-consciente y campal sistema electromagnético TOTALIZADO en su propia UNIDAD, y el cual, en tanto que HOMBRE(s), nos puede llegar a constituir, si nos lo proponemos con tesón y constancia.

No se halla el apóstol Pablo muy lejos de las ideas aquí expresadas, si a Dios se lo entiende e identifica como la necesidad de una UNIDAD que gobierne, dé estructura y dinámica a la TOTALIDAD del Mundo (y por ende al HOMBRE), cuando en Hechos 17, 26 a 28, nos dice:

“Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres para que habiten sobre la faz de la tierra, y les ha prefijado el orden de los tiempos y los límites de su habitación, para que busquen a Dios, para que de alguna manera, palpando, puedan hallarle, AUNQUE CIERTAMENTE NO ESTA LEJOS DE CADA UNO DE NOSOTROS PORQUE EN EL VIVIMOS, NOS MOVEMOS Y SOMOS, como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: "porque linaje suyo somos".

............................................................

* Y es esta UNIDAD la que, desde un eterno presente, describe lo que muy bien podría denominarse: “Intrínseca Teoría UNITARIA de los Números del Sistema de Numeración Decimal” y que parece dar REALIDAD física, lógica y ontológica al Mundo y en consecuencia, al HOMBRE.

** Ver GONZÁLEZ VALDENEBRO, C., "Human Evolution: in Search of Our Anthropic Roots", Part I , especialmente página 3 y siguientes


5.Publicado por Blas Lara el 10/10/2008 02:08
Le pregunto sobre tres líneas de pensamiento ...
1) Y si finalmente toda la autoconsistencia de las matemáticas se redujese al principio de indentidad y al de no contradicción? Todo el resto son construcciones en el interior de sistemas axiomáticos ...
2) Y si el cerebro pensante estuviese condicionado por sus propias modalidades de funcionamiento - un sistema cerrado - sin salida gödeliana ? De él no pueden escapar las construcciones del propio cerebro ... Hasta los dos principios lógicos independientes evocados en 1)
3) Deus sive Natura, spinoziano
Podemos hablar. Estoy en bf.lara@hispeed.ch

6.Publicado por Jaime Barrera Morales el 15/10/2008 17:53
Como queda visto hasta acá, partíamos de los sentidos, entrábamos en el plano de la Mente, concebíamos el Pensamiento, lo ordenábamos en el plano de la inteligencia, y nos identificábamos en un Ego Falso. Aquí voy a pasar, seguidamente al plano posterior, el del Espíritu, considerando que he dejado suficientemente claro, por lo menos elementalmente, nuestro planteamiento y la forma ordenadora u ordenada, de abordar este análisis y este proceso de conceptualización y de percepción de nuestra naturaleza; para poder seguir ahondando en esta visión antropofórmica, o en esta visión, planteada como un proyecto de antropofórma, que permita, como se dice al comienzo, crear un sistema de medición y de comprobación, para garantizar un orden y todo lo que ello deriva, en esta búsqueda hacia la definición y vivenciación del concepto de El Conocimiento Trascendente.

Continuando pues este planteamiento antropofórmico, nos adentramos en un sexto plano, de pronto muy delicado en cuanto que la sola enunciación del plano en si mismo puede suscitar prevenciones y alertas en la mente, en el pensamiento, en la inteligencia y aún en el ego de las personas, sobretodo cuando no necesariamente la enunciación del concepto Espíritu, presupone una aceptación de dicho concepto, por todo lector. Digamos que hoy por hoy en casi todos los quehaceres del ser humano, religiosa, filosófica e ideológicamente, se concibe y se acepta este concepto (el del Espíritu), pero otra cosa muy distinta es la explicación teológica, o natural o ideológica, que se dé a este concepto. Pero como esta planteado, el propósito no es crear polémicas o discusiones innecesarias, especialmente en los tres últimos aspectos, que entro a enunciar subsecuentemente, ahora, y de los cuales el concepto Espíritu hace parte, y constituye realmente es el plano sexto del proceso antropofórmico que estoy tratando de definir y configurar, para poder trabajar sobre él. Por tanto, para nosotros, este aspecto del Espíritu, configura un plano, digámoslo, un plano más sutil que el Ego Falso, para seguir teniendo esa misma estructuración material, de los sentidos, la mente, el pensamiento, etc. hasta llegar al Espíritu. Aquí podemos hacer una digresión en el sentido que si bien es cada vez más sutil el proceso, en su ordenamiento y en su expresión, podemos concebir que siendo nosotros una “unidad” en el proceso de la creación o en la totalidad de ella, podemos subsistir en un plano netamente sutil, sin que llegásemos a configurar necesariamente una manifestación material como tal, entendida como una identidad que nos da forma, que nos genera una naturaleza, que tradicionalmente, por decirlo de alguna manera, se reconoce como material, y todo lo que ello conlleva, al ser nosotros concientes de nosotros mismos, inclusive, hasta poder llegar a tener unos sentidos que nos permitan relacionarnos o interrelacionarnos con la misma naturaleza, o con el mismo medio, simplemente. Vemos entonces que el Espíritu, siendo el plano sexto de nuestra antropofórma, en su orden constitutivo o material, nos adentra en “aquello que es, sin necesidad de ser”. Dicho de otra forma, es el plano que se puede construir, aunque no se construya; el plano que podría ser aunque no lo sea, pero que en nuestro caso debemos entender sobre la base de que somos porque existe ese plan, plano o proyección, cada vez más sutil, que nos da forma e identidad. Es importante por tanto, tener claro, que estamos adentrándonos en aspectos muy delicados o difíciles, no por el concepto en sí mismo, sino porque al tratar de definir el aspecto del Espíritu, dentro del concepto del Conocimiento Trascendente, puede suscitar alguna reacción o choque, frente a ideas ya establecidas. Pero más allá de lo anterior, esto no implica una posibilidad de no poder abordar este plano, del Espíritu, y los aspectos subsiguientes que están planteados.
-Aparte de el libro El Conocimiento Trascendente (2007) de J.B.M.

Este artículo me lleva a recordar -como el comentarista que cita a San Pablo- como algunas escuelas esotéricas ubican la esencia material de lo existente en cinco elementos a saber: aire, fuego, agua, tierra y eter. Todas las formas existentes, según ellas, son manifestaciones de estos aspectos y su interacción entre ellos. Hoy se cuestiona el concepto Eter pero el principio de acción presupones que debe existir un campo estable donde otras manifestaciones se realicen: Espíritu? Vacío? Espacio-Tiempo? (¿Religión, Esoterismo, Fisica?). Estas ideas surgen necesariamente en el que hacer humano místico o científico.

Existen unos concepto esotéricos, también, de como el universo es solo una manifestación múltiple (y única) de formas. Para éllos las Matemáticas solo tienen el propósito de ser un lenguaje que pueda describir cada forma y en general el universo todo, como forma única. De ahí que muchos de los interrogantes planteados por el articulista solo son producto del ejercicio (del lenguaje) matemático. La Astronomía y la Física Teórica basadas en las matemáticas, ya han demostrado mediante hipótesis, comprobadas posteriormente, como pueden existir formas estables (dentro de la relatividad del universo). Planetas o astros orbitales por ejemplo, o partículas y comportamientos específicos en el conocimiento atómico. Que decir de la Tabla Periódica y de los elementos nuevos adicionados a ella, de laboratorio? Y en general el mismo concepto aplicado a los demás campos científicos, aun las ciencias sociales y las humanas.

El llegar a comprobar esas teorías o el haber llegado a esos conocimientos no presupone que la "realidad" no existiera ya como forma. Pero aún así por más estabilidad que se le atribuya a esas formas, todo termina siendo sometido al factor último, por lo menos aceptado científicamente y racionalmente, que todo termina siendo ondas... que no son otra cosa que "otras formas" más de Ser el universo. Aún en la posibilidad de la expansión constante (por ahora) del universo, en una conciencia superior, lo que consideramos como sistemas galácticos por ejemplo, solo terminarían siendo ondas también.

Lo que quiero expresar, para no extenderme ni canzar, es que al indagar en cualquier sentido, micro o macro, interno o externo, conciente o inconciente, intelectual o físico, religioso o científico, siempre nos encontraremos con "formas estables" que si bien son parte de otras formas, no necesariamente son el principio de esa forma, aun que si hacen que esas formas elementales puedan parecer la causa de ellas...

Cordialmente les invito a visitar la página www.uctrascendente.es.tl y conocer el Mapa Antropomórfico de el Conocimiento Trascendente, donde los interrogantes de nuestra dualidad existencial, mística y científica, se concilian.
Conózcanla, Disfrútenla y Compártanla.

7.Publicado por Gonzalez, Cornelio el 18/10/2008 14:30
Apreciado Jaime Barrera Morales:

En el penúltimo parágrafo de su anterior comentario y como resumen del mismo manifiesta usted:

“...Lo que quiero expresar, para no extenderme ni cansar, es que al indagar en cualquier sentido, micro o macro, interno o externo, conciente o inconciente, intelectual o físico, religioso o científico, siempre nos encontraremos con "formas estables" que si bien son parte de otras formas, no necesariamente son el principio de esa forma, aun que si hacen que esas formas elementales puedan parecer la causa de ellas...”

Le pregunto: ¿como interpretaría y soportaría usted dentro de un lenguaje lógicamente autoconsistente, el hecho de que esas “formas estables” – tales como los procesos ondulatorios, tan ampliamente manifiestos y utilizados por la Naturaleza – formas las cuales, “...como parte de otras formas, NO NECESARIAMENTE SON EL PRINCIPIO DE ESA FORMA, aunque si hacen que esas formas elementales puedan PARECER la causa de ellas...”?




8.Publicado por Jaime Barrera Morales el 12/11/2008 19:13
Cornelio, gracias por tu inquietud. Me permito adicionar un aparte más de mi libro El Conocimiento Trascendente, como preámbulo a una corta reflexión sobre tu pregunta. Me gustaría que tuvieras a mano el Mapa de El Conocimiento Trascendente.

'Por tanto el Espíritu es aquello que tiene forma, pero no es formal. Es lo que contiene la naturaleza de lo que se manifiesta, aunque no se manifieste o se realice en sí mismo. Explico: no necesariamente lo que nosotros no veamos o no entendamos, o no esté dentro de nuestro campo perceptual, en nuestra propia dimensión o dimensiones en que nos movemos, como el espacio, el tiempo, etc., el Espíritu por sí mismo puede trascender inclusive el aspecto real, o de realidad, de la misma naturaleza. Esto abre la perspectiva, para comprender mejor las ideas, sin necesidad de entrar en debates de discusión ideológica, que si bien nosotros nos manifestamos o somos en unos planos dimensiónales aceptados, aún en la relatividad misma de ellos, esto quiere decir que realmente el Espíritu puede manifestarse en otros planos y dimensiones distintas a la nuestra, o contenedoras de la nuestra, también, pero sin que esta afirmación implique el conocerlas o haber sido aceptadas ya. De aquí que el aspecto Espíritu lo configuré en su posición sexta, de esta visión antropofórmica, a partir de los sentidos, etc., pero que repito nuevamente, porque ya hemos avanzado bastante y es necesario tener muy claro el nivel de configuración general que ocupa el concepto del Espíritu. Este, siendo continuación o secuencia del ordenamiento a partir de los Sentidos, la Mente, el Pensamiento, la Inteligencia y el Ego Falso, configura por si mismo un registro de todo lo anterior, quedando planteada la posibilidad, entonces, de que el Espíritu puede existir por sí mismo, ya sea por un origen teológico o de una fuente simplemente, o también como una creación de la misma naturaleza material. Para mayor claridad podría entenderse como aquello que realiza el ser humano en todo su proceso de vida -ojo, esto entendido únicamente, a nivel del ser humano individualmente, más no de la especie humana, porque precisamente para la especie en general el registro sería universal-. Por ejemplo, un artista o un ideólogo plasma su obra, o traza su obra y aún, así él muera después, lo que él creó, concibió, o determinó como parámetros de acción, de formación, de realización y de manifestación, sigue teniendo una vigencia real, inclusive dentro de la cual se pueden mover las demás manifestaciones y realizaciones de su misma naturaleza. Por ejemplo, un planteamiento o una tesis de un científico, puede ser asumida posteriormente por otro, y ampliada o desarrollada o rebatida inclusive.

Lo anterior, nos lleva a entender que existe un plano cada vez más sutil, y al que le atribuimos, cada vez más poder, más capacidad y mas sentido por si solo, aunque no está desligado en ninguna circunstancia de nuestra visión, o nuestra concepción real de nuestro Ser. Aquí puede aflorar un plano ideológico dualista, que es bueno dilucidar un poco, para poder profundizar mejor en los planos séptimos y octavo de esta antropofórma misma. Habiendo dicho ya que el Espíritu puede ser también, algo creado por el ser humano, pero no por ello menos trascendente, menos poderoso o menos real, (al margen de la misma naturaleza humana), digamos que lo que existe también puede verse a la inversa, o sea que existe por razón de ese mismo Espíritu, o sea, asumiendo que hubiese una fuente de la cual emanara su naturaleza y su claridad. Si se acepta la teoría materialista, según la cual la materia evoluciona y puede llegar a crear el Espíritu, o su inversa, según la cual es Espíritu es el que evoluciona al punto de poder crear la materia, siendo objetivos frente a estas teorías, lo que estamos es frente a un punto medio o equilibrante, que nos lleva a desalojar este tipo de discusión por lo menos por ahora, para no pretender dogmatizar o cerrar puertas y compuertas de la discusión y del conocimiento humanos. ¿Por qué? Si tomamos en cuenta que si hubiese únicamente un planteamiento de orden materialista, a partir de la energía pura, como manifestación formal del universo, y del Ser, al margen de si fuese creada o no esa energía, y la cual haya evolucionado hacia un proceso trascendente de ella misma, que se llamaría Espíritu, también es cierto que mirándolo de la otra forma, o sea viniendo de un plano creador, llamémoslo Dios, o fuente universal de la cual el Espíritu trajese por sí mismo y en sí mismo un plano o proyecto, ese registro ya descrito, y que contiene la misma realidad del Ser, ya sea para nosotros o para el resto de la naturaleza, estas dos posiciones solo nos lleva a un punto de confluencia a la cual se llegaría precisamente en el punto medio, donde si aceptamos únicamente la materia al punto de tener un sentido de identidad de nosotros mismos (a partir de los Sentidos...la Mente...el Pensamiento, la Inteligencia, hasta el Ego falso), a partir de aquí estaríamos creando ese plano trascendente llamado Espíritu, y viéndolo en el otro sentido, si el Espíritu viniese de una fuente creadora (llamémosla Dios para facilitar el lenguaje y la idea), al venir el Espíritu de un origen de voluntad o volutívo, hacia una manifestación ordenadora y ordenada de la creación, expresada ella misma en ese plano o proyecto (del Espíritu), aquí se equilibra el proceso de discusión y como dije anteriormente,(sin querer cerrar la discusión), no me detengo más aquí, para no confundirnos, de pronto, más en aspectos relativos a los métodos y sistemas discusión, como puede ser la duda, o el sistema dual, etc., y busco más bien continuar dentro de esta visión antropofórmica y de hecho enmarcada en el concepto de El Conocimiento Trascendente, cuya definición es el propósito real de todo este planteamiento.

Existiendo, entonces, ese sexto plano llamado Espíritu, puedo llamarlo “la manifestación creadora de Dios”. Para mejor comprensión asimilémoslo a un plano sicológico humano. Digamos que es el deseo, pero no en el plano del mero deseo, sino en el plano del deseo ya objetivado, en el punto de ir a hacerse realidad lo que queremos. Muy distinto es, por ejemplo, decir “deseo comer”, a estar una posición que permita decir también, cuento con tantos recursos, estoy en determinadas condiciones o me hallo en tal posición, que me permiten realmente ejecutar ese deseo, (así nunca se ejecute), pero por sí mismo ese deseo puede contener todo el proceso lógico, ordenado para que se haga realidad, o mejor, para que tenga un “ego”, o que sea una verdad por sí mismo. No sé si el ejemplo anterior sea el mejor, pero cabe la posibilidad de entender a través de él, mejor, la condición del Espíritu.

Continuando en esta secuencia ordenada y ordenadora de las ideas, para poder profundizar nuestro propósito del Conocimiento Trascendente, el plano séptimo lo constituye una manifestación ordenada y ordenadora que he denominado Dios Creador. ¿Por qué la he denominado Dios Creador? Recordemos que dentro de toda la propuesta original, existe un octavo plano que he denominado Dios Total, y he concebido este aspecto del Dios Creador sobre la base de que si es cierto que hay un Dios Total, el solo aspecto Creador de Dios no es la totalidad de El mismo. Entonces esto nos lleva a entender, que solamente es un aspecto de esa concepción de Dios, lo que realmente es manifestado en nosotros. En el ejemplo anterior del deseo, o de lo que puede ser a partir de nuestra propia naturaleza, ese ejemplo de lo que puede llegar a tener el valor real de poderse realizar, con el que trataba e definir mejor lo que es el Espíritu, también es cierto que esa persona que crea o en la que está ese deseo, en función de sus mismas necesidades (alimenticias,...por procesos aprehendidos por razón de cultura, etc.),el proceso por el cual se configura un sentido de identidad hacia un ordenamiento de sí para sí (conducente a suplir el deseo), el ser humano que tiene ese deseo, únicamente es él, más no necesariamente toda la especie humana. En este plano, siendo ese ser una realidad o una verdad que lo puede llevar a manifestar el aspecto creador de su deseo, no por ello compromete la totalidad o la generalidad de la especie humana. Ni siquiera simultáneamente (aunque puede haber simultaneidad de deseo), por que no todo el mundo tiene el mismo deseo a la misma hora, ni mucho menos hay identidad universal en los deseos. -Lo que para la cultura o un ser en determinadas circunstancias puede ser un deseo correcto, por el contrario para otros en otras circunstancias distintas, puede ser algo absurdo, ese mismo deseo-. Sin que se excluya por tanto, la condición humana de los que no piensan igual.

Mirando hacia el aspecto general y total de estas ideas, existiría realmente una manifestación creadora, dentro de la misma naturaleza del todo, más esa manifestación creadora no es el todo. Siendo, entonces, el Espíritu la manifestación creadora de ese Dios Creador, es bueno entender aquí como este séptimo plano aparece como una realidad, cada vez más sutil y como la misma idea lo prescribe, más general. Ya hasta aquí es permitido visualizar, dentro de todo el planteamiento que he hecho, que si bien nosotros partimos de los Sentidos, o sea la parte más limitada del ser humano para identificarse y expresarse, o relacionarse, el solo ejercicio de los sentidos por lo menos en su entorno más próximo,(el sonido más cercano, las sensaciones mas cercanas, el clima más inmediato, etc.), reconociendo que nuestros sentidos están adaptados únicamente para ciertos niveles de manifestación, sin olvidar que existen frecuencias de luz, sonido, forma, y en general de manifestaciones de la naturaleza, y de las que algunas personas puedan tener más o menos percepción de ellas, existe un campo fenoménico real. Un invento como el de la cámara Kirlian solo está comprobando que si existen niveles energéticos, que por lo menos un ojo normal no ve, sin descartar la “visión mística” por la que muchas personas pueden ver lo que dicha cámara capta, y así con los demás sentidos, lo cual prueba que si hay formas de energía reales pero sutiles, fuera de las limitaciones de los sentidos para captar únicamente ciertos rangos de frecuencia o manifestación. Nosotros, el ser humano, estamos realizados de alguna manera, en un punto o plano, medio, en el compendio de la creación. Aplicando valores analíticos a nuestra percepción, encontramos que frente a la dimensión de la creación, nosotros no somos ni tan grandes como toda la creación, ni tan pequeños como la más pequeña manifestación de esa creación, aún en los planos atómicos y sub-atómicos. Al estar en un plano medio, podemos mirar muchas cosas hacia arriba, hacia la percepción externa y total, y también hacia la parte más inferior de nuestra esencia y de la creación, no solo los campos de la microscopia, incluyendo en ellas no solo las formas vivas, sino también las formas físicas y electrofísicas, etc., o materiales, en otras palabras.

Esa posición “media”, nuestra, es una garantía de poder realizar una naturaleza creativa de conocimiento, o un punto de irradiación medio, desde el cual tratar de comprender los planos más universales, como también los planos más individuales. Los más universales por que contienen el todo, y los individuales, aún en su misma dimensión, porque son los que conforman el todo. Como ejemplo, cuando alguien observa el espacio interestelar, al citarnos el concepto de galaxia, en el incluye millones de planetas, soles, asteroides, astros, etc. que están comprendidos de ese concepto galáctico. Sin embargo siendo este concepto aceptado, el de galaxia, por lo menos en la generalidad a casi nadie le interesa indagar sobre las leyes que determinan la interacción de las galaxias mismas, pero nadie excluye el que se sigan buscando los niveles más sutiles inclusive, de las formas materiales; neutrinos, protones, electrones, mús, etc. y demás formas de materia, son conceptos que pueden ser manejados dentro de la Mente y dentro del aspecto del conocimiento humano, pero al margen que puedan ser conjugados los conceptos universales totales con los conceptos individuales (pero universales también), de las formas más pequeñas; como en aquella teoría que dice “Lo que es arriba es abajo”; [Nota 13: Todas las Escuelas esotéricas y religiosas como fin último del ser proponen la cesación de todo sentido del Yo (o del Ego), representado en la dualidad de la mente, ó por lo menos en la aceptación conciente de la integridad de la cual se participa. Los budistas definen esto como alcanzar el Nirvana] al margen de esas discusiones de orden ideológico que caben dentro del plano esotérico, lo cierto es que nosotros conformamos un centro, que nos permite enfocarnos, digámoslo así, hacia arriba y hacia abajo; hacia el todo y hacia la parte; hacia la totalidad y hacia la individualidad; siempre comprendiendo que todo es una sola cosa, o unidad. -Hallándonos asentados en una verdad que se llama mundo, es que podemos pretender analizar una planta, por ejemplo; más esa misma planta también es lógico comprenderla en el plano de la totalidad de su medio, que termina siendo universal, también y que es lo que le permite tener realidad o ser una verdad-.' (Hasta aquí la cita)

Cornelio. Existen dos vertientes de pensamiento en la humanidad que se puede decir dominan el campo ideológico: la creacionista que asume la presencia de un Dios manifiesto o por lo menos reconocible, y la materialista que asume nuestro origen en un inicio de una gran expansión (explosión), de la energía misma. Dentro de un lenguaje auto-consistente, como lo pides, me hago estas reflexiones: ¿Donde estaban las condiciones y los componentes (la energía) comprimida que dio origen a la expansión? Se auto-creo? ¿Es eterna? ¿Es infinita? ¿Esta toda contenida en este plano relativo? ¿Por qué la Quántica explica que la energía se manifiesta como paquetes (aparece)? Si todo el universo relativo, nuestro, lo podemos conocer como Ondas, que se manifiestan en un espacio-tiempo, con sus propiedades físicas (estables e inestables) incluidas las ondas mismas, (y es lo que hace suponer a los físicos que existen otros universos, estables también, con propiedades propias, valga la redundancia, teoría que concuerda con el ejercicio matemático también, y con la Religión), quedan preguntas aún, como ¿en que momento emergió la energía a este plano (existencial)?, ¿que le permitió explotar? Venía de otro plano y cambio a este sus propiedades? ¿A existido únicamente en este plano y periódicamente se expande y luego se contrae? (destruyéndose lo visible mas no ella misma o sea recreándose?).

Pero curiosamente estamos ante la otra cara de la moneda, la creacionista, que dice que nosotros somos producto de una Conciencia (Dios), que está precisamente en otro plano u otros planos, distinto a este en el cual nos movemos, (los llaman planos espirituales). Algunos dicen que somos producto laborado manualmente (¿?) por esa Conciencia, otros dicen que somos precisamente sus pensamientos (y hasta en sueños de ella), y otros dicen simplemente que somos esa Conciencia y la razón de ella, o sea que está en este plano y en todos los posibles en los que quiera estar (y no estar). No falta quien dice que nuestra mente (maravillosa por cierto) es la creadora realmente, de todo este interrogante científico, y el religioso también. O sea que no somos distintos de esa Conciencia única. Pero aquí, también, diciéndonos que esto desaparece (destrucción) en algún momento, mas no nuestra esencia. (Dicen que los espíritus se salvan, todos en un mismo plano para algunos, y para otros en dos: cielos e infiernos).

En síntesis, si las Ondas (físicas) o los Principios Concientes (Espíritu) son nuestro origen, realmente estamos viendo simplemente un solo aspecto de lo posible: movimientos (karmas) generados necesariamente en otros planos, aún mas sutiles que estos visibles (por la Ciencia hasta ahora) y de los que falta para la Ciencia encontrar más respuestas, y para la Religión concordar más, como explicación Teológica.

Como conclusión me permito aclarar que mi propósito no es darle la razón a ninguna corriente de pensamiento, si no crear un medio de reflexión humana, coherente, metódica y ordenada como deben ser las cosas científicas y las religiosas, expresadas por el Ser Humano.

Hasta otra oportunidad.


9.Publicado por Beatriz Basenji el 13/06/2010 00:34
En principio queria dejarle al Dr. GABRIEL LORENTE un agradecido saludo por la claridad de su exposición.Me ha despertado tanto entusiasmo, que no he llegado a terminar su artículo,dado que me ha hecho recordar una experiencia que tiene que ver con "la sección áurea" o las divinas proporciones. Vivo en una ciudad que posee dos edificios de aspecto exterior idéntico,muy importantes, que fueron construídos obedeciendo a esas leyes . Hace unos años soliamos frecuentar uno de ellos, en cuyo primer piso funcionaba una confitería de planta circular. Le puedo asegurar que es una vivencia única la que uno experimenta .Si todas las personas tuviésemos la oportunidad de vivir en casas construidas en base a estas divinas proporciones, nuestras consciencias y nuestras percepciones nos permitirían una mayor comprensión del Universo que habitamos.
Nosotros - me refiero a la Humanidad - somos el aspecto humano de la Divinidad. Hay, como Ud. bien lo dice - en otro lenguaje - señales muy claras y evidentes en todo sitio y lugar. Cordiales saludos.

10.Publicado por ROSHBALAM CHILAM el 25/06/2010 17:17
Pensamientos de Teodicea extraordinarios. La Humanidad actual, tiene, en la mística Flor del Tepeyac, la Guadalupana, o FLORMARÍA....un ejemplo claro de la "proporción áurea"...como de las "entidades numérias autónomas".
Sus teorías son abundantemente iluminadoras. Las contemplo con gran deleite mental y espiritual.

Mis sinceras felicitaciones.

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