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MANIFIESTO: EUROPA, POTENCIA CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA

Por un mundo multipolar representativo de las diferentes perspectivas con las que pueden abordarse los más acuciantes problemas internacionales


La revista Autómatas Inteligentes y la Fundación PanEuropa Francia han elaborado un Manifiesto que preconiza la independencia científica tecnológica de Europa, como única forma de construir un mundo multipolar que sea representativo de las diferentes perspectivas con las que pueden abordarse los más acuciantes problemas internacionales. Aunque la iniciativa ha surgido en Francia, su vocación es convertir el Manifiesto en un proyecto europeo que impulse a las sociedades y los gobiernos del Viejo Continente a comprometerse en una nueva dimensión del proyecto europeo que sea continuación de los pasos que ya se han dado en esa dirección: nueva moneda, nuevas fronteras, esbozo de una política exterior continental, de un embrión de defensa común, y próximamente de una Constitución. La revista Tendencias Científicas invita a sus lectores a engrosar las filas de las personas e instituciones que han suscrito este Manifiesto, expresando así su opción por un mayor protagonismo de la ciencia y la tecnología de vanguardia en el diseño de la Europa del Siglo XXI.


Automates Intelligents
03/04/2004

MANIFIESTO: EUROPA, POTENCIA CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA
Los gobiernos y las sociedades no parece que hayan comprendido todavía que Europa no será en los próximos años una potencia autónoma si no se dota a sí misma de programas científicos y de equipos, civiles y militares, sobre los que Estados Unidos fundó su propia potencia hace mucho tiempo.

Algunos e importantes campos de investigación emergentes necesitan mayores inversiones y recursos que los que actualmente son dedicados por los países europeos, ya sean solos o en el marco de la Unión. Se trata de la informática y de las redes de los próximos decenios, de biotecnologías, de nanotecnologías, de robótica inteligente y de las ciencias cognitivas.

En Estados Unidos, estos campos de investigación, paralelamente a otros campos más clásicos relacionados con la defensa, el espacio o la energía, se benefician de créditos públicos muy importantes y de un seguimiento que permite al sector privado obtener importantes beneficios.

Con frecuencia, los europeos ignoran todavía los retos que se esconden detrás de estos campos emergentes o no están dispuestos a hacer sacrificios para que Europa se ponga al día de su retraso. Es más, y quizás todavía más grave, da la impresión de que, manteniéndose fieles a una desfasada concepción histórica de la Alianza Atlántica, los europeos no se atreven a afirmar la necesidad de asegurar por ellos mismos el dominio de las tecnologías de soberanía que garantizan el desarrollo económico, el progreso social y el mantenimiento de la diversidad cultural.

Este manifiesto lanza por primera vez un cierto número de iniciativas a través de las cuales, sus autores esperan contribuir a sensibilizar a la opinión sobre la necesidad de frenar el mecanismo de decadencia en el que hemos entrado desde hace bastante tiempo. Es muy urgente definir políticas científicas y tecnológicas ambiciosas. Estas políticas interesarán al conjunto de los 25 miembros de la Unión y contarán con el apoyo y cooperación de otros países que deseen participar en la construcción de un mundo multipolar.

MANIFIESTO: EUROPA, POTENCIA CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA
Manifiesto por una Europa tecnológicamente independiente

Provista de una nueva moneda, de nuevas fronteras, de un esbozo de política exterior, de un embrión de defensa común, y próximamente de una Constitución, la Unión Europea, cincuenta años después de su nacimiento, está dotándose de los principales instrumentos que le permitan fundar su propia soberanía política.

Sin embargo, al mismo tiempo, los europeos todavía no se han decidido a acometer programas de investigación científica y de desarrollo tecnológico que constituirán las claves de la soberanía, la cual modela el mundo y puede cambiar radicalmente su porvenir.

La mayor parte de los científicos, de todas las disciplinas, lo constatan cada día con un desánimo creciente. Ven como los jóvenes investigadores, formados no sin pocos inconvenientes en nuestras universidades, se van a países como Estados Unidos, Japón, China e incluso a los países asiáticos. Lo mismo ocurre con los industriales, por lo menos con aquellos que pretenden conservar en Europa centros de toma de decisión y laboratorios de investigación avanzada.

Los incontestables logros obtenidos por las políticas tradicionales industriales y científicas todavía son un motivo de ilusión para todos ellos. Nos podemos felicitar justamente por el Airbus, por el TGV, por nuestras competencias en materia de ciencias de la vida y de investigación médica, así como por nuestros grandes equipamientos como el CERN o los observatorios astronómicos.

Pero todo esto ciega a la opinión pública, que no percibe que la guerra se está librando en la actualidad en otros terrenos, en los cuales nuestros competidores han decidido tener un dominio absoluto, lo que por definición excluye la cooperación dentro de un marco de igualdad.


Ciencias emergentes y convergentes

Estos terrenos son aquellos que la National Science Foundation americana denominó en 2002, en un informe que constituyó un verdadero acto de fe en el futuro, "ciencias emergentes y convergentes".

El término ciencias emergentes se comprende en sí mismo, si bien hay que matizar que Estados Unidos lleva emergiendo desde hace más de 15 años. El de ciencias convergentes traduce un fenómeno nuevo: las ciencias que se engendran las unas a las otras creando una riqueza excepcional.

¿De qué se trata exactamente? Primeramente de super-calculadores y de super-redes inteligentes que constituyen los instrumentos de base, no únicamente de todas las investigaciones, sino también de la guerra de la información (information war) que aspira, en beneficio de la potencia dominante, a hacerse con los recursos científicos, industriales y culturales del resto del mundo.

Después vienen las biotecnologías, fuente de prácticamente todas las investigaciones en materia de salud humana, de biología y de explotación - conservación de los medios naturales. Las nanotecnologías, que cooperan de forma muy estrecha con las biotecnologías, desembocan en la ingeniería, es decir, en la modificación de las moléculas y muy pronto de los átomos, abriendo a la práctica industrial el vasto campo de lo cuántico (que nos hace pensar en el ordenador cuántico).

La robótica evolutiva, dícese también de las máquinas pensantes, se encarga por su parte de realizar entes artificiales que serán ayudantes o incluso precursores del hombre, en todos los campos donde los medios físicos y las capacidades de reacción intelectual humanas encuentren su límite, como por ejemplo lo relativo a la exploración planetaria

En fin, las ciencias del conocimiento y del aprendizaje, estudian la forma de potenciar el cerebro humano asociado a redes, especialmente en el plano de la invención individual y colectiva ( en el seno de organizaciones denominadas evolutivas o "smart"). Trabajan de forma muy estrecha con las neurociencias, las cuales van a explorar en lo sucesivo de forma sistemática este "continente" que es el cerebro humano.


Programas duales

Para apoyar las investigaciones necesarias que se realizan sobre estas ciencias, los Estados Unidos han preparado un programa a 20 años de grandes equipamientos (utilities) que abastecerán de recursos tanto al cálculo y a la experimentación, como a la puesta en red de los conocimientos, dentro de una perspectiva de convergencia. Podemos encontrar la lista en el Informe al Presidente realizado por el Secretario de Comercio a finales de 2003.

En la mayor parte de los casos, se trata de ciencias y tecnologías duales, es decir, que se pueden utilizar tanto en el terreno civil como el militar. Sin mencionar aquí todo lo que es objeto de una importante difusión, especialmente por Internet.

Contrariamente, y de forma paralela, existen programas bajo el control del Pentágono, encubiertos por el secreto (classified), que están encaminados a hacer realidad los sistemas de armas del futuro. Actualmente sospechamos de la existencia de un programa de estas características en el terreno de los ensambladores moleculares, capaces de generar entidades físicas nanométricas dotadas de una forma de vida próxima a la de los virus, y potencialmente mucho más agresivas.

En todas estas investigaciones, el trabajo de los científicos está íntimamente ligado al de los industriales, quienes se encargan de realizar y poner en marcha, en cortos espacios de tiempo, productos y saber - hacer y que tienen varios años de adelanto con respecto a nosotros. No vamos a relatar la lista aquí. Todas las industrias y servicios están prácticamente implicados.

Lo que es necesario destacar es que estos progresos son siempre poco productivos en términos de beneficios a corto plazo. Las empresas no serán las que realicen el grueso de las inversiones, aunque sea de su interés contribuir a medio y largo plazo. Las inversiones sólo serán realizadas en el marco de una voluntad geopolítica, militar y también eminentemente civil, impulsada y financiada por los Estados y por la Unión Europea.

Es necesario, por tanto, hacer una llamada a las inversiones públicas que prevean el largo, y en ocasiones, el muy largo plazo, sin perspectiva de retorno directo inmediato. Esta es la posición de Estados Unidos que, enfrentados al resto del mundo, se encuentran así constantemente reforzados, lo que les permite seguir haciéndose con la materia gris y el valor añadido producido en otros continentes.

¿Es consciente Europa de todo esto? ¿Tiene una perspectiva de futuro o simplemente ofrece una perspectiva colectiva en este tipo de temas?


Dos obstáculos

Se puede decir que Europa se encuentra con dos obstáculos importantes:

El primer obstáculo es la falta de sensibilidad científica por parte de las personalidades políticas y de los que toman las decisiones en materia económica, que repercute sobre los ciudadanos y de forma especial sobre los contribuyentes. Por lo general ni siquiera se comprende lo que significan las ciencias y tecnologías emergentes a las que venimos haciendo alusión.

Cuando algunos tienen una vaga intuición al respecto, lo único de lo que hablan es de los posibles peligros que pueden existir, exasperando el principio inevitable de precaución que sirve principalmente de excusa para no plantearse nada. Los nuevos miembros que se van a incorporar a la Europa de los 25, paradójicamente están mejor informados de lo que está en juego. Pero como nuestros laboratorios e industrias de los países de Europa Occidental no les ofrecen ningún tipo de perspectivas, se dirigen cada vez más hacia el otro lado del Atlántico.

El segundo obstáculo es de distinto orden y sin duda más grave: los dirigentes y las sociedades europeas todavía no han comprendido que es necesario replantearse la facilidad de la subordinación que en la práctica ha sido la base de la Alianza Atlántica durante 50 años.

Frente a los peligros procedentes de la antigua Unión Soviética, el paraguas americano era, efectivamente, indispensable. Pero es necesario que este mensaje sea bien entendido. No se trata de cuestionar la alianza histórica entre Europa y Estados Unidos, y todavía menos de reprochar a este país los considerables y legítimos esfuerzos realizados para estar entre los mejores.


Mundo diferente

Pero el mundo ahora es diferente. Han aparecido nuevos peligros, resultado sobre todo de la degradación de los entornos y del crecimiento de las desigualdades, de las que el terrorismo no es más que un sub-producto. De forma paralela, se pueden explorar nuevos lazos de unión, con Rusia y con los países asiáticos en particular, así como con todos los países del Tercer Mundo.

Si Europa renuncia a gestionar de forma autónoma los riesgos y las oportunidades existentes, permitiendo que los Estados Unidos defiendan ellos solos los valores comunes, los europeos dejaremos de existir para el resto del mundo. Todavía peor, convertidos en la marioneta de Occidente, seremos los primeros en sufrir las reacciones a los abusos de posición dominante de aquel país.

Por tanto, ninguna decadencia es irreversible, si se le trata a tiempo. En el terreno de las ciencias, las técnicas y la industria, Europa todavía está a tiempo de salir de la dependencia atlántica, y afirmarse como potencia autónoma. No se trata, como ya hemos dicho anteriormente, de oponerse a los americanos, sino de no dejarles conservar durante más tiempo, y en todos los temas estratégicos, un adelanto tal con respecto a nosotros que sea imposible cualquier forma equilibrada de cooperación.

Potencia e independencia científicas serán el abono que alimentará mañana, si así lo comprenden las generaciones del siglo XXI, la energía indispensable para movilizar la esperanza europea. Pero la potencia y la independencia no se decretan. Se construyen.


Manifiesto diferente

Este manifiesto, contrariamente a lo que se pudiera pensar, en primer lugar no es una llamada más para aumentar los créditos destinados a la investigación, ya sea a nivel nacional como europeo. Es evidente que se impone este aumento de inversión, pero por sí mismo no podrá asegurar el despegue definitivo. Incluso produciría un nuevo derroche de recursos como el que ya estamos sufriendo desde hace treinta años. Europa debe adoptar principios de desarrollo radicalmente diferentes, que tengan en cuenta la variedad de sus recursos intelectuales y humanos.

Basándose en el modelo de lo que ya están haciendo por cuenta propia los Estados Unidos, y a través de grandes programas científicos, apoyados con grandes equipamientos, se podrá demostrar que Europa todavía quiere tener un sitio en el mundo del mañana.

Estos programas deberán explotar sistemáticamente las posibilidades de la inteligencia internacional en red, dentro de un plan intereuropeo que abarque también a los países vecinos de Europa y los del Tercer Mundo, en un marco transatlántico bien entendido que se fundamente sobre la base de un auténtico partenariado.

Es dentro de este espíritu de cooperación que se han obtenido los éxitos de la industria aerospacial y de satélites, o los de la física de las altas energías. Este es el espíritu que debe presidir los grandes programas del siglo XXI, la puesta al día de las energías de fusión, la reconquista en el terreno de los super-calculadores y la puesta a punto del ordenador cuántico, el envío a la Luna y a Marte de misiones humanas europeas, la realización de la máquina pensante, la perseverancia en el inventario del genoma y de los protomas, el gran Atlas del cerebro humano, - y al mismo tiempo una mejor comprensión de lo que significa la vida sobre la Tierra y la necesidad de su conservación.

¿Cómo proceder en adelante? Las dificultades que actualmente está encontrando el programa ITER son significativas de lo que no hace falta hacer, puesto que Europa por ella misma no se puede imponer frente a Estados Unidos, ya que este país ha decidido que el ITER no se le podía escapar.

Pero Europa, como Rusia, no pueden renunciar a las excelentes habilidades adquiridas durante treinta años, ni aceptar recaídas más que esperadas. Sería viable una solución distribuida internacionalmente (como lo demuestra en otro terreno la fabricación de aviones Airbus).


Movilización de recursos

Cada uno de los conjuntos geopolíticos o de los países que quieran participar en el proyecto tendría que movilizar sus recursos, dentro del marco de un programa repartido por el mundo entero. Los polos de competencia regional que resultarían en Europa, Rusia, Asia y Estados Unidos, mantendrían a la vez relaciones de competencia y de cooperación que son indispensables para los descubrimientos que interesan a toda la humanidad. Si no es posible a nivel mundial, es necesario hacerlo, por lo menos, a escala europea.

En lo que respecta a Europa, será necesario decidirse a invertir en los campos hasta ahora olvidados. También será necesario aprender a colaborar internamente, para evitar perder años en negociaciones interminables, como fue el caso del lanzamiento del programa de posicionamiento de satélites Galileo, destinado a no permitir el monopolio de los Estados Unidos de los GPS en un campo con numerosas repercusiones (algo que todavía hoy contestan los Estados Unidos).

Se puede pensar que los instrumentos de cooperación europea, aunque sean bien diferentes según cada caso, podrían estar inspirados en el modelo de estas dos agencias cuya reputación de excelencia ya está demostrada: el Centro Europeo de Investigación Nuclear o la Agencia Espacial Europea. Otras agencias se están poniendo en marcha en la actualidad o se van a lanzar muy rápidamente: para armamento, para investigación científica fundamental, para protección del medio ambiente.... Además, los éxitos obtenidos en la cooperación industrial, como el EADS, Airbus precipitado o Arianespace también hay que tenerlos en cuenta, en especial cuando se trate de diseñar los grandes programas militares necesarios para la independencia de Europa.

Ciertas voces pueden reprocharnos el no mencionar aquí la grave crisis de vocaciones científicas entre los jóvenes europeos, y la falta de estructuras de formación universitaria. Se trata de un problema muy importante que merecería un segundo manifiesto. Sin embargo, nosotros pensamos que este problema se podrá resolver, al menos en parte, si se dota a Europa de grandes programas de investigación y desarrollo con inversiones adecuadas. Podrían ponerse en marcha plataformas internacionales de excelencia, basadas en el modelo preconizado por el Comisario de Investigación Busquin, donde investigadores, industriales y estudiantes de diferentes orígenes aprenderían a trabajar juntos.

Nos gustaría con este Manifiesto comenzar a crear un movimiento de opinión, que podría apoyarse en proposiciones y en informes capaces de demostrar a todos la posibilidad real y el interés de crear una política de potencia europea en los campos científico, tecnológico e industrial.



(Versión de 14 de febrero de 2004)

Traducido del francés por Marta Torres Herrero.

MANIFIESTO: EUROPA, POTENCIA CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA
Invitación a la firma

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1.Publicado por ajcapellino@arnet .com.ar el 19/05/2004 00:00
Creo que la soberanía de los pueblos tiene hoy su talón de Aquiles no solamente en el atraso del SABER, sino sobre todo en el descuido del QUERER, como valor espiritual. Es así que el principio político de la "FRATERNIDAD" no ha ocupado aún el lugar estratégico que le compete, y esto desde el mismo día en que hace tres siglos fuera enarbolado por los franceses. La Unión Europea va a poder recuperar el terreno perdido frente al Imperio solamente cuando privilegie la verdadera UNION COMUNITARIA, por encima de los egoísmos individuales.
Y en esto cada uno se está jugando personalmente el futuro propio y ajeno de Igualdad y Libertad cada vez que elude su compromiso fraternal con el que tiene cerca, y desde allí, con la sociedad y la nación.

2.Publicado por Fabian Gutierrez el 22/07/2005 08:00
No se podría llamar simplemente manifiesto de la promoción tecnológica?