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“Madre Coraje” y sus hijos: una despiadada metáfora del mercado en que vivimos

La compañía Atalaya vapulea conciencias adormecidas con la obra de Bertold Brecht


Los pasados días 16 y 17 de noviembre, el Teatro Alhambra de Granada acogió la representación de la obra “Madre Coraje”, de Bertold Brecht, de la mano de la compañía de teatro Atalaya. El tándem formado por la actriz Carmen Gallardo y el director Ricardo Iniesta volvió a vapulear las conciencias adormecidas haciendo alarde de una calidad fuera de toda discusión. Por gärt.




Momento de la representación de "Madre Coraje". Imagen cortesía del Teatro Alhambra de Granada.
Momento de la representación de "Madre Coraje". Imagen cortesía del Teatro Alhambra de Granada.
Medea y yo

Estamos en guerra. Eso al menos piensa mi amiga Medea. Y con esa expresión no hace referencia a la conflagración que tuvo lugar en Europa a principios del siglo XVII. No: la guerra de la que habla Medea es la que se libra ahora mismo, día tras día, hora tras hora, en el campo de batalla de los mercados. Un campo de batalla que se extiende por toda la superficie de la tierra, e incluso bajo el mismísimo suelo.

En esta guerra participamos todos. Nadie está a salvo de la más cruel de las batallas. Unos creen contemplar la historia desde sus cómodos asientos, y sin embargo participan de forma activa en las peores fechorías imaginables.

Cuando compramos o vendemos estamos colaborando con el más pérfido de los enemigos del ser humano. Es aquello que nos cosifica, lo que nos convierte en objeto de compra y venta, lo que aplasta la dignidad de la persona y la convierte en cliente: el mercado.

Yo pienso que esta Madrecoraje de Bertold Brecht‎ es el último eslabón de nuestra forma de vida. Ella arrastra su codicia en medio de las batallas, aprovechando la desgracia de quienes las padecen. Madrecoraje menudea con los despojos que van dejando atrás las carnicerías bélicas.

Medea se arriesga en la metáfora que nos presenta Brecht y me lanza este órdago: al igual que sucede en esta crisis -en este sistema- siempre habrá quienes obtengan buenos réditos de la desgracia ajena. No olvidemos que, ahora mismo, mientras usted lee esta extravagante crítica, hay unos cuantos españoles que se están convirtiendo en millonarios. Puede parecer extravagante, pero es lo que hay.

Yo no llegaría tan lejos. Y mucho menos en el caso de Madrecoraje. Ella es una superviviente -digo- una buscavidas que se desenvuelve como águila pescadora en las revueltas aguas de occidente. De hecho, su codicia, su afán de sacar tajada de todas las situaciones, provoca la muerte de sus tres hijos. La mayoría de las veces, el mundo de los negocios, hace pagar un precio muy alto a quien se deja llevar por el deseo de tener más.

Una Metáfora -insiste Medea- nada tiene que ver con la lectura al pie de la letra. Madrecoraje no es una víctima de este zoco global donde todo tiene precio. Ella participa en la burbuja especulativa al igual que han participado esas decenas de miles de pequeños especuladores que compraban pisitos para revenderlos a mejor precio. Madrecoraje lo pierde todo por ansiarlo todo, y muchos mercaderes del ladrillo se tuvieron que tragar sus pisitos con patatas fritas.

La guerra -dijo Bertold Brecht- no es más que la continuación de los negocios con otros medios. La guerra, con sus invasiones, sus masacres, sus violaciones y sus devaluaciones sociales, está ganando batallas en medio de esta crisis presuntamente económica.

Aunque pudiera parecer una divagación, le recuerdo a Medea que la espoleta de aquella "Guerra de los Treinta Años" (1618-1648), en la que perdieron la vida más de cinco millones de seres humanos sólo en Alemania, comenzó en 1618 con la célebre "defenestración de Praga". Un curioso acontecimiento que tuvo lugar en el no menos famoso castillo de la capital bohemia, cuando los notables calvinistas de la ciudad arrojaron por la ventana a tres emisarios del emperador católico de turno.

Curiosamente aquellos tres dignatarios enviados por Fernando II de Habsburgo cayeron sobre una montaña de estiércol que había bajo las ventanas. En otros términos; que los lanzaron directamente a la mierda. El hecho de que los consejeros católicos no sufrieran lesiones en aquel curioso espectáculo, no fue óbice para que se iniciara una guerra entre católicos y protestantes que acabó arrasando buena parte de Centroeuropa. Cualquier excusa -digo- es buena para montar una bonita carnicería. Los negocios -añade Medea- son los negocios.

Atalaya y el tiempo del tercer teatro

Hay algo en lo que Medea y yo no encontramos filón para el debate. La calidad del conjunto de actores, técnicos, músicos y director (Ricardo Iniesta)‎ de la compañía Atalaya‎ está fuera de toda discusión.

Frente al imperio de la pantalla y sus influencias en todos los ámbitos artísticos, Atalaya nos brinda una oportunidad de participar en la liturgia del llamado "Tercer Teatro". El concepto de Ricardo Iniesta, sustraído hace años del estilo naturalista y el menosprecio a la capacidad imaginativa del espectador, es un regalo para el sentimiento y los sentidos.

Los actores, o mejor dicho, los performers de Atalaya son el resultado de treinta años de investigación y formación. Por muchas funciones que uno haya compartido con este equipo, nunca dejará de llevarse agradables sorpresas.

Desde la fantástica creación de Carmen Gallardo en La Celestina, el conjunto de Atalaya ha iniciado una nueva etapa de madurez escénica. Hoy por hoy, lo que hace este grupo andaluz está fuera de toda comparación. El teatro de Atalaya no es equiparable a nada de lo que podamos encontrar en los escenarios españoles.

Los cuerpos de los actores, máquinas vivas de la sugestión, ejecutan una danza en cada frase del texto. El movimiento desafía el sentido de las palabras y eleva el lenguaje hablado hacia regiones mágicas sometidas a una intensidad extenuante. La capacidad de domar sus voces, hacerlas mutarse para cambiar de personaje y romperlas en el visceral ejercicio del canto, multiplica las posibilidades escénicas.

Un sólo actor de Atalaya va más allá de esa dialéctica en la que solemos enzarzarnos mi amiga Medea y yo, después de cada función. Tal vez porque nosotros somos dos, mientras uno cualquiera de ellos podría multiplicarse por mil.

Referencia:

Espectáculo: Madre Coraje.
Compañía: Atalaya.
Actores: Carmen Gallardo, Lidia Mauduit, Rul Vera, Silvia Garzón, Manuel Asensio, Jerónimo Arenal, María Sanz.
Música: Paul Dessau.
Teatro Alhambra: 15 y 16 de noviembre de 2013.


Lunes, 18 de Noviembre 2013
gärt
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