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Urge un Consejo Europeo de Jefes de Estado para el Espacio

Un centenar de expertos reunidos en Toulouse reclaman la recuperación de la ambición espacial europea


Francia, Alemania, Italia, España, Bélgica y Luxemburgo deberían tomar la iniciativa europea en el tema espacial, que corre el riesgo de convertir a la Unión en un « enano geopolítico », y promover la creación de un Consejo Europeo de Jefes de Estado para el Espacio que impulse y amplíe los programas espaciales actuales y ponga las condiciones para que Europa llegue a la Luna y a Marte. Estas son las principales conclusiones del coloquio Política Espacial y Soberanía Europea que, organizado por PanEurope France, se desarrolló en Toulouse el pasado 17 de noviembre, en el marco del movimiento por la soberanía tecnológica de Europa, con la participación de un centenar de expertos.


Jean-Paul Baquiast
03/01/2007

Urge un Consejo Europeo de Jefes de Estado para el Espacio
Toulouse (Francia). Jean-Paul Baquiast.
Europa es todavía una potencia espacial, ya que se beneficia de inversiones decididas en los últimos decenios. Francia ha sido el principal motor de la política espacial europea, seguida de lejos por Italia y Alemania. La participación individual de los otros países europeos permanece simbólica. Se expresa colectivamente en el seno de la Agencia Espacial Europea (ESA) y de los fondos asignados al espacio por la Unión Europea.

Las decisiones presupuestarias de los ministros europeos del espacio, en preparación para 2007/2008, corren el peligro de permitir, como mucho, la reconducción de las acciones en marcha, sin garantías de continuidad más allá de los próximos cuatro o cinco años. Pero no avanzar significa retroceder.

Sin embargo, la dimensión estratégica de las políticas espaciales ha cambiado considerablemente desde hace años. La política espacial se ha convertido en un componente esencial del futuro de las civilizaciones en tres aspectos prioritarios inseparables: la seguridad y la defensa, la protección contra las crisis ambientales, el suministro de nuevos servicios a las actividades humanas.

Las políticas espaciales tienen por tanto un efecto motor cada vez mayor sobre la investigación científica, la innovación tecnológica e, incluso, sobre la dinamización de la imaginación colectiva. Los programas de exploración del espacio y de los planetas, robotizados y después realizados por humanos, desempeñan un papel decisivo en este sentido.

Se puede afirmar por lo tanto que sin una política espacial ambiciosa, no puede existir una gran potencia geopolítica, sino más bien “enanos geopolíticos”.

Derechos sobre el espacio

Esto es lo que ha comprendido desde siempre Estados Unidos. Las últimas decisiones políticas de la Casa Blanca afirman más que nunca el derecho de Estados Unidos al dominio del espacio y su derecho a eliminar a todos los que supongan una amenaza o meramente una competencia en este campo.

Pero en esta voluntad de dominio, las potencias emergentes, China y La India, han decidido no dejar ningún monopolio a Estados Unidos. Japón y Rusia, por su parte, reactivan sus políticas espaciales tradicionales.

Únicamente Europa, tanto a nivel de los Estados como de las instituciones comunitarias, no ha tomado conciencia de estos nuevos desafíos. Va camino de convertirse en uno de los « enanos geopolíticos » evocados, por no haber sabido dotarse de las ambiciones espaciales necesarias para estar a la altura de las exigencias de su supervivencia.

Por lo que respecta a Francia, en vez de continuar desempeñando en el seno de Europa el papel de líder reconocido y aceptado que ha tenido en el pasado, parece dudar. Los recientes gobiernos de la República no han dado al espacio la prioridad que se requería.

Tampoco han sabido convencer a la sociedad de la necesidad de hacerlo. Ni siquiera estos gobiernos han estado convencidos de esta necesidad. El período electoral que se vive ahora en Francia podría representar una oportunidad, pero al mismo tiempo marcar el entierro definitivo de las ambiciones espaciales francesas.

Sin embargo, Francia no puede seguir sola durante mucho tiempo. La hibernación del proyecto de Constitución ha privado a Europa de los órganos políticos necesarios para acometer, por encima de las exigencias de la unanimidad, una estrategia espacial coherente, financiada con medios suficientes.

Estrategia espacial de soberanía europea

Pero no es necesario esperar una nueva Constitución. En Europa y en Francia, las fuerzas políticas que desean mantener el desarrollo de una estrategia espacial de soberanía europea, deben extenderse para conducir políticas ambiciosas comunes bajo la forma de la cooperación reforzada. Eso supondrá que puedan apoyarse sobre las agencias existentes (ESA y la Agencia Europea de Defensa EDA).

En consecuencia, deberán aumentar los presupuestos de estas agencias sin recurrir al presupuesto comunitario. Eso permitirá en primer lugar el aumento de los créditos otorgados a los programas en curso, particularmente Galileo y GMES. Asimismo, permitirá poner en marcha nuevos programas capaces de desempeñar el papel de locomotoras del sector espacial europeo.

Estos programas deberán explotar la dimensión dual (defensa y seguridad militar y civil) que caracteriza a todos los programas espaciales en el mundo. No se trata únicamente de hacer economías, sino de alcanzar un nivel global de eficacia.

Uno de estos programas debería centrarse, en el marco de la EDA, sobre la alerta avanzada y la protección del espacio espacial europeo, así como de los intereses vitales de Europa en lo espacial. A medio plazo, debería acometerse el equivalente al programa norteamericano « Regreso a la Luna », con importantes inversiones en lanzadores, orbitadores y aterrizadores, estaciones de suelo, informática avanzada y robótica que ello supone.

Destino : la Luna y Marte

Colaboraciones internacionales para alcanzar estos objetivos pueden desarrollarse, pero no deberían afectar a los segmentos esenciales, de los que Europa se vería privada en caso de retirada de sus socios. A más largo plazo, el programa europeo « Destino: la Luna» debería ser el banco de ensayo de un programa de exploración robótica más humana en la perspectiva del planeta Marte.

Todo ello implica instancias políticas fuertes que todavía no existen. En Francia, debería crearse un Consejo del Espacio presidido por el Presidente de la República. En Europa sería necesario, en el campo de las cooperaciones reforzadas, un Consejo Europeo de Jefes de Estado para el Espacio, que agrupe a los países decididos a invertir (más allá del espíritu del « justo retorno ») en proporción a sus posibilidades. Se trataría en principio de Francia, Alemania, Italia, España, Bélgica y Luxemburgo.

Las sucesivas presidencias de la Unión, aseguradas por Alemania y después por Francia en 2007, deberían permitir concretar estas ambiciones y adoptar las medidas necesarias.

Las agencias, particularmente la ESA, han decidido ya adaptarse a las nuevas situaciones tecnológicas y estratéticas. Estas reformas deberían ser apoyadas por los países europeos líderes en el espacio.



Jean-Paul Baquiast, miembro directivo de PanEurope France y editor de la revista electrónica Automates Intelligents, es el autor del resumen provisional de conclusiones del Coloquio de Toulouse. Este resumen fue publicado originalmente por Automates Intelligents. Se reproduce con autorización. Traducción del francés : Eduardo Martínez.



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