FILOSOFIA: Javier del Arco
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El Tesoro de la alfombra mágica

El mundo en el que hoy vivimos se caracteriza por sus interconexiones a un nivel global en el que los fenómenos físicos, biológicos, psicológicos, sociales y ambientales, son todos recíprocamente interdependientes. Está emergiendo un nuevo paradigma que afecta a todas las áreas del conocimiento. Es de esperar que el nuevo paradigma emergente sea el que nos permita entrar en una ciencia más universal e integradora, en una ciencia verdaderamente interdisciplinaria. Evidentemente, estos cambios en los supuestos básicos, filosóficos y metodológicos de las ciencias, guiarán inevitablemente hacia otros cambios en las ciencias mismas: el emplazamiento relativo de los holones no cambia el sentido de superior e inferior en el nuevo esquema. Lo inferior establece las posibilidades o el marco de referencia dentro del que tendrá que operar lo superior, pero tal marco no es limitante ni condicional.


Ilya Prigogine
Ilya Prigogine
Releyendo el último artículo, veo que se me quedó en el tintero una idea importante que es aquella que sostiene que en todos los niveles de la organización holística se observa con carácter general el siguiente fenómeno: En las holarquías normales, el nuevo patrón o totalidad puede hasta cierto grado organizar la libertad o limitar la indeterminación de los holones menores porque los trasciende e incluye.

Puede establecerse que los procesos de la evolución cósmica hacen surgir una gran variedad de sistemas materia-energía; estos sistemas definen la gama de restricciones y el campo de posibilidades dentro de los que pueden evolucionar los sistemas superiores. Los sistemas de los agrupamientos inferiores permiten la evolución, pero nunca pueden determinar la naturaleza de los sistemas en los agrupamientos superiores.

La evolución de los sistemas físicos de materia-energía, establece el escenario y especifica las reglas del juego para la evolución de las especies biológicas y ésta última establece el escenario y especifica las reglas del juego para unos sistemas que son probabilísticos.

Esto quiere decir que lo inferior establece las posibilidades o el marco de referencia dentro del que tendrá que operar lo superior, pero tal marco no es limitante ni condicional. No hay nada en las leyes que gobiernan las partículas físicas que puedan predecir la emergencia del reloj de pulsera, pero no hay nada en este, que viole las leyes de la física.

El heterodoxo Sheldrake, cuya mera alusión puede ser tomada por algunos como una provocación, establece en su libro Una nueva ciencia para la vida que lo superior restringe la probabilidad de lo inferior diciendo que los campos de holones son probabilísticos y los procesos materiales dentro del holón ocurren más bien al azar, son indeterminados.

Los campos superiores pueden actuar sobre los holones inferiores de forma que sus estructuras de probabilidad se modifiquen. Puede decirse que estamos ante una restricción de su indeterminismo: De los muchos patrones de sucesos que pudieran haber ocurrido, algunos son ahora mucho más probables como resultado del orden impuesto por el campo superior. Este campo organiza y estructura el indeterminismo que mostraría si permaneciesen aislados.

Dentro de una holarquía, un nivel puede ser establecido según diversos criterios objetivos:

-Por una emergencia cualitativa (Popper).

-Por asimetría o rupturas asimétricas (Prigogine y Jantsch).

-Por un principio inclusivo: lo superior incluye a lo inferior, pero no al revés (Aristóteles).

-Por una lógica evolutiva en lo que lo superior preserva y niega lo inferior, pero no al revés (Hegel).

-Por un indicador cronológico ya que lo superior viene cronológicamente después de lo inferior, pero no todo lo posterior es superior (Saint Gregory).

Emergencias y anomalías

La realidad es el punto crítico de todo conocimiento, en el sentido de lo dado o de lo construido y es, además, el límite virtual de nuestros problemas científicos-epistemológicos. Es el problema más amplio y relevante de las filosofías de las ciencias es aquel que se refiere a la verdad, a los principios del conocimiento científico, a los tipos de explicación científica y a la naturaleza de las ciencias.

Las ciencias se inician a partir de un sentido a-crítico de lo real y avanzan hacia un sentido crítico de lo verdadero. Se desplazan progresivamente los límites históricos de la realidad dada gratuitamente a nuestros sentidos -fase descriptiva de las ciencias por evidencia directa- hacia una concepción de la realidad construida y dependiente de teorías.

Para Popper y Bachelard, entre otros, el conocimiento es teóricamente dependiente, en la descripción y la explicación.

En el estado actual de las ciencias éstas se confunden en el fenómeno (E. Nicol), el sujeto con el objeto de conocimiento, siendo imposible indicar o mostrar una suerte de realidad externa que sea el correlato específico de nuestro conocimiento.
La ciencia es eminentemente eidética y su búsqueda comprensiva de lo real está indisolublemente ligada a la teoría.

Así, para M. Bunge las teorías científicas esbozan objetos modélicos, muy simples y relevantes y que ulteriormente, con el desarrollo de la disciplina, se tornan más complejos. Tales modelos son una abstracción de la realidad.

Los nexos entre teoría y realidad en las ciencias son establecidos por conceptos abstractos que tienen una función integradora. Son así unidades descriptivas y explicativas, que hacen posibles las relaciones de identidad y diferencia como la base de toda sistemática. Las unidades integradoras en las ciencias biológicas Vg.: célula, evolución, especie, molécula o gen, tienen una relación histórica interna primordial con la disciplina y a veces también una relación extradisciplinaria.

Especie y lucha por la existencia

Desde el desarrollo de una investigación se postulan o construyen estas unidades que se relacionan lógicamente unas con otras. Por otra parte, importantes conceptos, originalmente al menos, no aluden a un fundamento ontológico de lo real. Como ejemplo, los conceptos de especie y lucha por la existencia, definidos por Charles Darwin, son notables en este sentido.

"(...) considero el término de especie como un término dado arbitrariamente, por razón de conveniencia, a un grupo de individuos muy semejantes entre sí, y que no difiere esencialmente del término variedad, que se da a formas menos precisas y más fluctuantes."

"La expresión ‘lucha por la existencia’ se usa en un sentido amplio. Debo hacer constar que empleo esta expresión en un sentido amplio y metafórico, que incluye la dependencia de un ser respecto de otro, y -lo que es más importante- incluye no sólo la vida del individuo, sino también el éxito al dejar descendencia."

La formulación histórica de los conceptos integradores deviene desde la filosofía presocrática con el postulado de un principio de unidad de la materia: átomo, agua, fuego, cambio, logos... Pareciera ser que esto es una constante en el desarrollo de las ciencias como una condición lógica y necesaria para el conocimiento.

Si la diversidad del universo debe tener un orden, tal orden se establece epistemológicamente por unidades que hagan posible la integración y la inteligibilidad de las cosas en los fenómenos. De tal forma, las ciencias no son pasivas, sino constructivas de un universo para lograr su comprensión. Explican lo real (o lo aparente) apelando conjeturalmente a otra realidad que no es evidente en principio. Son conjeturas acerca del mundo invisible para explicar lo visible.

Naturaleza ontológica

¿Cuál es la naturaleza ontológica de estas unidades?, ¿Han tenido que asumir las ciencias posturas ontológicas derivadas de su propio desarrollo teórico aproximándose a la filosofía en una relación más intima? Estas interrogantes nos impelen a revisar las bases ontológicas de las ciencias en un sentido originario, a saber cuando el grado de distinción o demarcación entre ciencia y filosofía se hace sutil y prácticamente imperceptible.

Tal es la fuerza de integración de estas unidades que no sólo hacen posible, en algún grado, la comprensión en su propio ámbito de análisis, sino además, sobre pasan sus propios límites virtuales de realidad, integrando las ciencias a un universo más amplio y complejo del saber y del hacer. Así, objetos y fenómenos configurados por conceptos teóricamente independientes son el límite hipotético de nuestro saber actual, pero no el límite ontológico de lo real.

"A nuestro conocimiento no se ofrece jamás el mundo cerrado como una unidad, sino más bien dividido, desgarrado. La investigación está orientada por las ideas de unidad, válidas en determinados ámbitos del mundo; pero hasta ahora no hay ninguna idea de unidad que pueda ser científicamente fructífera aplicándola a la totalidad del mundo."

El objeto no es el límite de las ciencias, quizá lo es en el orden de la acción práctica, pero no lo es en el orden del saber. Pues, una vez configurado su objeto, el mismo hecho de su configuración promueve, por decirlo así, otros requerimientos comprensivos o explicativos que no se resuelve en el saber acumulado sino en el saber de lo desconocido una vez más.

Las unidades no son inteligibles por sí mismas y una vez que se las demuestra en algún grado, surge el requerimiento lógico de conjeturar otras unidades (concretas o abstractas) en el universo invisible y oscuro a nuestra experiencia: unidades cada vez mayores en la dirección del integracionismo y unidades menores en la dirección del reduccionismo.

Lo conocido del mundo no es autárquico, porque la inteligibilidad de la realidad es en alguna medida una compleja ilusión simbólica, puesto que no resuelve el saber en el límite de su pregunta; al contrario, la inteligibilidad de lo real amplifica el límite de la pregunta en su dimensión ontológica y esto a su vez amplifica la inquietud en su dimensión racional.

Metabiología

La investigación biológica debería definir el reduccionismo de modo metodológico y no ontológico, porque de cualquier forma la noción de organismo (concepto de uso ineludible por los reduccionistas) es más integradora y, además, en el contexto de la evolución, las unidades menores de los niveles microfísicos son también unidades evolucionadas en relación íntima con el proceso global del organismo.

Este proceso al parecer es multidireccional bajo la perspectiva de la causalidad o causación descendente, que establece que el efecto repercute sobre su causa modificándola en algún sentido. Tal proceso hace posible las emergencias, las novedades biológicas.

La causalidad ascendente y descendente del proceso es interna al organismo o a la especie y externa al medio ambiente. Ambos, organismo y medio, poseen a su vez autonomías relativas que posibilitan cambios en el organismo en el transcurso su desarrollo evolutivo –adaptación- y cambian posteriormente el propio medio, lo que se denomina influencia efectiva de los organismos en el medio, principalmente la causada por la especie humana.

Se establecen pues relaciones de influencia dinámicas entre medio interno y externo, hasta el punto que la separación entre ambos es tan sólo virtual. Cualquier cambio de la relación sin valor adaptativo puede tener una profunda incidencia en la persistencia de especies.

A partir del equilibrio de la relación que no es estable en el tiempo, se definen las diferencias cualitativas entre diversas especies; unas se extinguen por selección natural y, por la misma causa, otras evolucionan. Ahora, las leyes de selección natural y adaptación al medio ya no operan en el mismo sentido.

Distorsión humana de las leyes

La intervención humana, cada vez más masiva y cualitativamente efectiva, distorsiona tales leyes de manera que “emergen” nuevas leyes de selección artificial y adaptación al medio artificial. Si el medio es artificial, ya no podemos considerar las leyes adaptativas.

Las restricciones espaciales del hábitat natural y las alteraciones de los ecosistemas producen la necesidad, en aquellos casos en los que tal hecho es posible, de la “domesticación” parcial de especies. Un nuevo zoológico para la preservación.

Así, las leyes fundamentales de la teoría de la evolución no siempre se cumplen, o no lo hacen según el patrón no-teleológico que, en principio las gobierna. La evolución no tiene telos, es cierto; pero las transformaciones de la naturaleza son tan profundas que han promovido un cambio conceptual y epistemológico sustantivo en el curso de la ciencia y de la técnica actual, en la medida que muchos de los cambios generados en nuestro medio ambiente son estimados como irreversibles y están fuera de toda posibilidad de corrección por las leyes naturales de la evolución.

Aún más, las investigaciones biotecnológicas han podido intervenir, y de hecho esto ha ocurrido, las estructuras más íntimas de los seres vivos, su código genético; estructuras que contienen la identidad evolutiva de cada especie, de la compleja organización vital, cobijando y preservando su estabilidad.

No cabe duda, por lo tanto, que las modificaciones a nivel del código genético pueden generar imprevistas anomalías morfológicas y funcionales, alterando el equilibrio adaptativo natural con repercusiones incalculables en los sistemas bióticos involucrados para cada individuo.

Esto es una intervención drástica en un delicado proceso de ajustes de la naturaleza por ensayo y error, que le llevó un tiempo enorme, difícilmente estimable, para lograr producirlo.

Dinámica compleja

No podemos imaginarnos la compleja dinámica de las ilimitadas acciones y reacciones que han quedado sumidas en la historia de cada individuo. Sin embargo, sí tenemos la experiencia de algunas consecuencias significativas inmediatas de nuestra intervención y, a mayor abundamiento, la incógnita queda abierta para el futuro, en tanto que estos cambios son hereditarios y perfectamente reproducibles fuera de toda posibilidad de control científico-técnico.

Ante la emergencia del mundo 3 de Popper, el mundo de todas nuestras creaciones culturales, descubrimientos científicos y aportes filosóficos y artísticos, es al parecer necesario destacar una nueva emergencia, de un mundo 4. En la medida que hemos constatado objetivamente que el avance científico y técnico tiene un efecto real y concreto sobre el curso de las leyes de la naturaleza, el mundo 4 es la resultante de la evaluación objetiva de las consecuencias que nuestro conocimiento ha introducido directa o indirectamente como cambios radicales en nuestro hábitat y particularmente en la intimidad genética de los organismos. El mundo 4 representa el impacto sustantivo en la existencia y , por lo tanto, constituye un dilema ético de primer orden. Es el punto crítico del debate de la sustentabilidad, la conservación, la preservación y previsión de futuro.

La ciencia y la técnica han provocado y son parte de un profundo giro epistemológico-ético. Queda en evidencia que es imposible la neutralidad ética en todo universo gnoseológico y epistémico.

Orden y anomalías

Ahora, el conocimiento e investigación de la ciencia y técnica contemporáneas tienen como preocupación preferente no el estado natural de las cosas; las leyes o mecanismos que regulan o hacen posible tal estado de equilibrio o homeostasis... La ciencia, al contrario, ha orientado su preocupación hacia el estado de las situaciones anómalas.

Es un giro sustantivo de la epistemología del orden de lo natural a una epistemología de lo alterado, de lo patológico, de lo anómalo respecto del orden descubierto o modelado de lo real. A partir del propósito de inteligibilidad originario del mundo, se suscita hoy un urgente reconocimiento de los cambios inespecíficos, atípicos, generados en la naturaleza de las cosas.

Esta nueva condición lleva, por una parte, a comprender el antiguo estado natural (inexistente), así como la patología en la medicina permite comprender el estado de normalidad fisiológica u orgánica. Así, entonces, esta alteridad de los procesos sugiere también otra forma de organización inédita en la naturaleza ‘normal’ como consecuencia de la intervención humana.

De alguna forma, la naturaleza alterada abre un universo de problemas inéditos en el orden normal de las cosas y que promueve otros niveles de comprensión e inteligibilidad de organizaciones extrasistémicas en un curso evolutivo desconocido. Es posible quizá procurar sólo equilibrios locales y no sistémicos.

Donde la lógica del programa viviente cambia de curso, pierde su sentido originario para generar, sobre el recuerdo o resonancia de su pasado, otras formas lógicas de programación, ante el cambio que nunca se contempló en el curso del orden primario. Esto, visto así, es original, nuevo y diferente; sin embargo, es a su vez de alto riesgo si no logra obtener un equilibrio sistémico mínimo en el tiempo para su propia autocorrección y reproducción.

Enorme diversificación

Si bien la naturaleza biológica contempla el error o el fallo dentro de los cánones de su propio ensayo, no parece que puede asimilar los fallos o alteraciones producto del artificio inteligente del ser humano, que tecnifica instrumentalmente los procesos biológicos para procurar efectos inesperados para la propia naturaleza de la vida.

En este sentido, son aberraciones y anomalías que luego son traducidas al interior del programa como condición normal de los procesos. Esto es la maximización de una razón instrumental que no tiene límites en éste juego del experimento científico.

Con los experimentos genéticos que crean nuevas especies se abre la posibilidad de una enorme diversificación que altera la organización taxonómica del orden primario, en cuanto no encajan en el sistema tradicional de la organización natural de las cosas, del orden establecido.

Las anomalías presentan tres orígenes generales de producción:

a.- La intervención humana que agota los recursos y es desequilibrante en la relación de producción y consumo.

b.- La aplicación de tecnologías que hacen más eficiente la explotación de los recursos a escalas de velocidad incompatibles con la regeneración y sustitución.

c.- La investigación científica que ensaya nuevos conocimientos y técnicas para ampliar los usos y eficiencia de los recursos.

Ciencia extraña y ajena

La investigación científica actual se debate por un lado entre el descubrimiento y explicación de un estado supuestamente natural y, por el otro, con la corrección de las anomalías que se incrementan en un volumen descontrolado y aleatorio.

En estas condiciones, la ciencia y la técnica son para el hombre y la mujer comunes sumamente extraños y ajenos. Queda excluido y marginado de toda posible comprensión epistemológica de un universo que le era familiar en alguna medida e indeterminado en sus posibilidades creadoras, emergentes. Ahora, se trata, de un saber que afectando su propia realidad existencial no participa de su albedrío, de su conciencia personal.

Los saberes cada vez más específicos, sumamente especializados en su lenguaje (metalenguaje) y técnicamente crípticos son intraducibles para el hombre y la mujer comunes, para los cuales no tienen código de equivalencia. Sin embargo, estos saberes deciden prácticamente sobre la existencia humana y los demás seres vivos.

El nuevo giro hacia la epistemología de las anomalías es la opción más honesta del racionalismo crítico contra la racionalidad instrumental, en la medida que comprende y asume la responsabilidad ética en torno a la existencia. Asume los problemas que emergen del propio desarrollo y crecimiento global y del impacto del saber en el curso de las acciones.

Es el intento, al menos, por el reencantamiento del mundo a través de la restauración, preservación y protección de una naturaleza, a pesar de todo, ignota y misteriosa. Esta nueva epistemología de las anomalías puede ser la base ético-filosófica para un nuevo y profundo programa de la investigación científico-técnica del futuro que ha sobrepasado la metáfora de lo real.

Asimetría y rupturas asimétricas

Algunos sistemas muestran en condiciones muy alejadas del equilibrio, un comportamiento particular: dan lugar a la aparición de estructuras macroscópicas, regularidades, periodicidad espacial y/o temporal, es decir ruptura de la homogeneidad característica de los estados de equilibrio.

Se trata de un comportamiento coherente de gran número de elementos del sistema, concordancia que la "ley de los grandes números" prohibiría en condiciones de equilibrio. Hay situaciones de este tipo en física, química y biología.

El análisis de estos fenómenos y los modelos matemáticos desarrollados permiten extraer varias conclusiones:

- Estas transformaciones ocurren en sistemas no aislados, con intercambio de materia y energía con el medio circundante, justificando la denominación de estructuras disipativas.

- Las estructuras ordenadas surgen como amplificación de fluctuaciones en el sistema. Fluctuaciones que predominan y dan una nueva organización al mismo. Por esta razón se llama orden por fluctuaciones al proceso que conduce a este cambio.

- Las estructuras se forman en presencia de fuerzas de largo alcance o de mediadores químicos que comunican a los elementos a distancias de orden de magnitud mayor a los elementos del sistema.

- Para la amplificación de las fluctuaciones hasta el punto de que éstas dominen el sistema, es necesaria la existencia de mecanismos moleculares que la refuercen, oponiéndose a los procesos de difusión que, a través del medio, tienden a la restauración del estado de equilibrio, a la anulación de las diferencias, que son predominantes en situaciones cercanas al equilibrio.

- La competencia entre ambos procesos impone un límite, una dimensión crítica a partir de la cual las fluctuaciones pueden estabilizarse como norma, ya que los mecanismos que se oponen a la fluctuación actúan en el borde de la zona, desde el exterior, mientras que los procesos que realimentan la estructura diferenciada actúan desde el interior.

Es de remarcar el papel dual del medio en relación con la estructura en formación: ésta solo existe merced al intercambio de materia y energía con el medio circundante, pero debe desarrollarse contra la acción del mismo medio que intenta oponerse a toda variación.

Cuestiones nuevas

Las estructuras disipativas plantean cuestiones nuevas a la investigación científica. Una de ellas es la redefinición del mismo sistema, que ahora debe ser descrito en términos de nuevos elementos, que tienen que ser identificados, delimitados y estudiados en sus interacciones. Digamos también que en los sistemas biológicos, otro tipo de acontecimientos, las mutaciones generan nuevos modos de funcionamiento en el sistema y provocan la inestabilidad del mismo.

El desarrollo de las ciencias naturales en los tres siglos siguientes a su fundación por Galileo, Newton, Leibnitz y Descartes fue guiado por la búsqueda de principios fundamentales y eternos, esquemas globales en los que todo lo existente apareciera relacionado lógica y causalmente; en los que cualquier cosa que ocurriera fuera, al menos en principio, explicable racionalmente en término de leyes generales inmutables.

La ciencia clásica sólo queda satisfecha cuando consigue reducir una novedad a simple apariencia, retrotrayéndola a principios de un nivel más; triunfo de esta ciencia es la reducción de la diversidad cualitativa al análisis cuantitativo, es el devenir convertido en apariencia. Aún hoy muchos científicos mantienen esta pretensión, pero paulatinamente se extiende la sensación de que tal reducción no es posible.
La vida, ¿un accidente único?

La materia muestra su capacidad de autoorganización espontánea, ya no sólo de soporte pasivo de las leyes dinámicas. Los niveles superiores de organización surgen como creación desde los niveles más bajos.

La reciente discusión sobre posible evidencia de vida en Marte tiene un trasfondo muy ligado a esto: se trata de elucidar si la vida es un accidente único, producto de un encuentro fortuito infinitamente improbable de unas cuantas moléculas, o por el contrario aparece casi necesariamente cuando se dan ciertas condiciones químicas y ambientales.

Es de esperar, especula Prigogine, que el concepto de evolución sea aplicable al universo todo. Así lo sugieren hallazgos como la inestabilidad de las partículas elementales y la radiación residual del cuerpo negro, producto de la explosión que dio origen al mundo que indicaría que la materia no fue siempre tal como la conocemos, y que las pocas partículas a las que pretendíamos reducir la materia son en realidad estructuras complejas.

Horizonte finito

El dilema que se presenta es cómo afirmar el principio creador del universo sin renunciar al concepto de causalidad que es lo que nos permite comprender. Hay que admitir que la predictibilidad de la evolución de los sistemas reales tiene un horizonte finito. Esta limitación es intrínseca a los sistemas materiales.

No se trata de deficientes medios técnicos, ni de insuficiente conocimiento de las condiciones iniciales de un sistema. Las limitaciones están expresadas en leyes como la cuántica, con la constante de Planck; la relatividad, con la velocidad máxima de propagación de las interacciones; el Segundo Principio de la termodinámica y el aumento constante de entropía.

Por otro lado, los modelos matemáticos muestran que en determinadas situaciones los estados posibles dejan de ser únicos: aparecen dos o más configuraciones accesibles al sistema que son compatibles con los parámetros que lo caracterizan; aquí interviene el azar para decidir cual de ellas se presentará en la realidad.

Al surgir la teoría cuántica se especuló con que la incertidumbre introducida por la constante de Planck podría generar el elemento aleatorio que actuara en la selección de una u otra configuración. No es necesario recurrir a ella, sin embargo, dado que en problemas de física clásica como la gravitación de tres cuerpos aparecen también multiplicidad de soluciones posibles.

Es posible imaginar un observador externo al universo, con un conocimiento infinito e instantáneo de todo, a la manera de un dios, y suponer que tal observador no estuviera sujeto a las leyes naturales.

Tal observador podría calcular exactamente la evolución del mundo para cualquier instante posterior, y en tal sentido afirmar la hipótesis determinista absoluta. Esta suposición sin embargo no sirve. La ciencia es una construcción de los hombres para los hombres y sólo una descripción que acepte las limitaciones del orden natural tiene sentido para nosotros.

Modelos sociales y naturales

No es nuevo el empleo en ciencias sociales de modelos y analogías tomados de las ciencias naturales. El paradigma científico impuesto por la física alentó la creación en economía y sociología de modelos inspirados en la dinámica de partículas, con funciones de potencial, fuerzas conservativas, etc. Se ubica al individuo como apoyo inerte de fuerzas externas ya dadas que escapan al análisis del propio modelo. El objetivo era introducir en las ciencias humanas los métodos precisos, cuantitativos de las ciencias exactas.

El problema es que estos métodos simplifican hasta tal punto el objeto de estudio que terminan destruyéndolo. Un peligro de signo contrario es recurrir a metáforas y analogías verbales a modo de sustituto de la comunicación interdisciplinaria; generalmente buscando en el concepto de "sistema" un denominador común a todas las ciencias.

Hoy podría vislumbrarse la posibilidad de una colaboración más fecunda entre las ciencias naturales y humanas. Presuponiendo que la sociedad es asimilable a un sistema inestable el estudio de los procesos disipativos puede guiar en la elaboración de modelos que expliquen el surgimiento de las estructuras sociales y económicas.

Es preciso para ello evitar analogías triviales; reconocer que los individuos son en sí estructuras complejas cuya subjetividad se forma dentro de la misma trama social; incorporar las relaciones asimétricas de poder, relaciones de dominación, rivalidades, colisiones; identificar los efectos de acoplamiento que amplifiquen las novedades dentro del cuerpo social.

Elemento innovador

El objetivo será caracterizar las condiciones del surgimiento y supervivencia de los núcleos sociales, de los espacios económicos. En una teoría así tiene peso el elemento innovador, que sea capaz de adoptar un comportamiento nuevo o una creencia nueva; la trama de relaciones sociales decidirá el futuro de esta singularidad: si se propaga y llega a promover una evolución social, o si por el contrario es ahogada antes de prosperar (recordar la cuestión del tamaño crítico de una fluctuación).

Las actividades de los individuos no son insignificantes dentro del todo social; un comportamiento innovador puede amplificarse y llegar a dominar el sistema, pero ello necesita un quiebre, muchas veces violento, del estado existente. También en las ciencias sociales se plantea la relación ambivalente entre individuo y medio; el hombre definido en su entorno social es el origen de los cambios estructurales, en un contexto que al mismo tiempo se opone a la innovación.

En la ciencia clásica la creación de lo nuevo no tenía cabida. El hombre se siente extraño al universo creado por la ciencia; su experiencia personal del tiempo y de la creación desafía la racionalidad científica. Se produce así una dicotomía entre ciencia y filosofía.

Hace notar Prigogine que las filosofías naturalistas de principios del siglo XIX no nacen del espiritualismo sino del materialismo más radical como en el caso de Diderot, que reclama que la materia sea definida como capaz de una actividad intrínseca coherente.

Para el materialismo, las investigaciones de Prigogine tiene la enorme trascendencia de dar una respuesta positiva a las críticas provenientes del irracionalismo a la manera de Bergson y Nietzsche (respondiendo a una insatisfacción fundamentada sobre los resultados logrados por la ciencia de su época), que negaban la capacidad de la ciencia y el abordaje racional para la comprensión del mundo.

Hoy podemos entender que creatividad, la proyección hacia el futuro no es exclusividad de los seres humanos; es también un atributo de la materia. Como Prigogine podemos terminar con la frase optimista: La historia no tiene fin.

Lo superior y lo inferior

El mundo en el que hoy vivimos se caracteriza por sus interconexiones a un nivel global en el que los fenómenos físicos, biológicos, psicológicos, sociales y ambientales, son todos recíprocamente interdependientes.

Para describir este mundo de manera adecuada necesitamos una perspectiva más amplia, holista y ecológica que no nos pueden ofrecer las concepciones reduccionistas del mundo ni las diferentes disciplinas aisladamente; necesitamos una nueva visión de la realidad, un nuevo "paradigma", es decir, una transformación fundamental de nuestro modo de pensar, de nuestro modo de percibir y de nuestro modo de valorar.

Un nuevo paradigma instituye las relaciones primordiales que constituyen los supuestos básicos, determinan los conceptos fundamentales, rigen los discursos y las teorías. De aquí nace la intraducibilidad y la incomunicabilidad de los diferentes paradigmas y las dificultades de comprensión entre dos personas ubicadas en paradigmas alternos.

Por otro lado, es evidente que el saber básico adquirido por el hombre, es decir, el cuerpo de conocimientos humanos que se apoyan en una base sólida, por ser las conclusiones de una observación sistemática y seguir un razonamiento consistente, —cualesquiera que sean las vías por las cuales se lograron— debieran poderse integrar en un todo coherente y lógico y en un paradigma universal o teoría global de la racionalidad.

Popper dice: "La aspiración propia de un metafísico es reunir todos los aspectos verdaderos del mundo (y no solamente los científicos) en una imagen unificadora que le ilumine a él y a los demás y que pueda un día convertirse en parte de una imagen aún más amplia, una imagen mejor, más verdadera"(Popper K.-Eccles J. El yo y su cerebro, Labor, Barcelona, 1980)

Pero un paradigma de tal naturaleza no podría limitarse a los conocimientos que se logran por deducción (conclusiones derivadas de premisas, postulados, principios básicos, etc.) o por inducción (generalizaciones o inferencias de casos particulares), sino que se apoyaría en una idea matriz: la coherencia lógica y sistémica de un todo integrado, similar a la coherencia que tienen todas las partes de una antigua ciudad enterrada, que se va descubriendo poco a poco. Esa coherencia estructural, sistémica, se bastaría a sí misma como principio de inteligibilidad.

Geocentrismo y heliocentrismo

Así, la epistemología emergente no postularía un punto arquimédico del conocimiento sobre el cual descansar, y del cual se deducirían jerárquicamente todos los demás conocimientos. Esto sería sólo algo similar a una revolución copernicana: pasar de un geocentrismo a un heliocentrismo.

Más bien, estaríamos aquí siguiendo el esquema astronómico de Hubble, quien demostró que el universo carecía de un centro. En consecuencia, cada sistema subsistiría gracias a su coherencia interna. De igual forma, un cuerpo de conocimientos gozaría de solidez y firmeza, no por apoyarse en un pilar central, sino porque ellos forman un entramado coherente y lógico que se auto sustenta por su gran sentido o significado.

En fin de cuentas, eso es lo que somos también cada uno de nosotros mismos: un "todo físico-químico-biológico-psicológico-social-cultural" que funciona maravillosamente y que constituye nuestra vida y nuestro ser. Por esto, el ser humano es la estructura dinámica o sistema integrado más complejo de todo cuanto existe en el universo.

Y, en general, los científicos profundamente reflexivos, ya sean biólogos, neurólogos, antropólogos o sociólogos, como también los físicos y matemáticos, todos, tratan de superar, implícita o explícitamente, la visión reduccionista y mecanicista del viejo paradigma newtoniano-cartesiano y de desarrollar este nuevo paradigma, que emerge, así, en sus diferentes disciplinas con una exigencia integradora y con un enfoque netamente interdisciplinario.

Como dice Beynam (1978), "actualmente vivimos un cambio de paradigma en la ciencia, tal vez el cambio más grande que se ha efectuado hasta la fecha... y que tiene la ventaja adicional de derivarse de la vanguardia de la física contemporánea". (Beynam, L., The emergent paradigm in science, ReVision Journal, 1, 2, 1978).

Nuevo paradigma integrador

Está emergiendo un nuevo paradigma que afecta a todas las áreas del conocimiento. La nueva ciencia no rechaza las aportaciones de Galileo, Descartes o Newton, sino que las integra en un contexto mucho más amplio y con mayor sentido.

En consonancia con todo lo dicho, este artículo trata de un paradigma universal, de un metasistema de referencia cuyo objetivo es guiar la interpretación de las interpretaciones y la explicación de las explicaciones. Por lo tanto, sus "postulados" o principios básicos de apoyo serán amplios; no pueden ser específicos, como cuando se trata de un paradigma particular en un área específica del saber.

Todo ello le da al artículo un enfoque básicamente gnoseológico, es decir, que trata de analizar y evaluar la solidez de las reglas que sigue nuestro propio pensamiento, aunque, en muchos puntos, la actividad gnoseológica no puede desligarse del análisis de la naturaleza de las realidades en cuestión.

La Philosophia perennis, es decir, el conjunto de las grandes tradiciones filosóficas y espirituales, ya sean de Occidente como de Oriente, presenta la naturaleza de la realidad como una jerarquía de niveles que va desde las esferas más bajas, densas y fragmentarias hasta las más altas, sutiles y unitarias.

Básicamente, se darían al menos tres niveles esencialmente diferentes: el nivel 1, de las realidades fisicoquímicas que constituye el cosmos material de las cosas inertes y posee el más bajo nivel de organización; el nivel 2 sería la esfera de la biología o estudio de los procesos vivos, y el nivel 3, que incluiría todas las actividades del intelecto, de la mente, del pensamiento operativo, es decir, la acción propia del espíritu humano.

La naturaleza propia de los niveles superiores trasciende e incluye a los niveles inferiores, pero no viceversa: así, todo lo del mundo mineral está en la planta, pero no al revés, como todo lo del reptil está en el hombre, pero no lo contrario. Hay, pues, una jerarquía de niveles.

Como cada nivel superior está constituido por características, propiedades y atributos definidores, propios de cada uno, nunca se podrá explicar en términos del nivel inferior: las fuerzas físicas, por ejemplo, no serán suficientes para explicar la fuerza que mueve la economía o los impulsos sexuales o la que mueve a la gente a suicidarse; los componentes químicos de la pintura nunca explicarán la expresión de la Monna Lisa, ni los componentes físicos de la obra el significado de Hamlet.

Como decía Whitehead, si se quieren conocer los principios básicos de la existencia, hay que utilizar lo superior para iluminar lo inferior, y no al revés, como hace la reflexión reduccionista corriente.

La ciencia tradicional ha prestado, sin duda alguna, muchos servicios al hombre: le ha ayudado a superar mucha pobreza, enfermedades, trabajo deshumanizante y, en general, a alargar su vida.

Ciencia y arte

Pero el querer llevar el método científico a todos los campos, ha hecho que, hablando de refracción de ondas luminosas, pigmentación y colores espectrales, la ciencia haya anulado las puestas de sol, los paisajes y los arco-iris; que, tratando de ser científicos, los estructuralistas hayan desfigurado la prosa y la poesía; que, analizando computacionalmente el Nuevo Testamento, los estudiosos bíblicos destruyan la fe y la conciencia religiosa.

Por esto, Bertrand Russell dice que: "la ciencia, como persecución de la verdad, será igual, pero no superior al arte" (En V.V. A.A., Miguel Martínez Miguélez Las Ciencias Sociales: Reflexiones de Fin de Siglo. Fondo Editorial Trópikos, Caracas, 2001)

Asimismo, Goethe dice: "el arte es la manifestación de las leyes secretas de la naturaleza" (En V.V. A.A., Miguel Martínez Miguélez Las Ciencias Sociales: Reflexiones de Fin de Siglo. Fondo Editorial Trópikos, Caracas, 2001)

Y para eminentes físicos, como el Premio Nobel Paul Dirac, la belleza de una teoría determinaba si ésta sería aceptada o no, aun contra todas las pruebas experimentales existentes hasta el momento.

Es más, Dirac "sostenía que cualquiera que tuviera algún juicio debería rechazar los experimentos y considerarlos incorrectos si iban contra la belleza de una teoría fundamental como la teoría especial de la relatividad. Y, en efecto, así quedó probado después de haberse afinado los experimentos" (En V.V. A.A., Miguel Martínez Miguélez Las Ciencias Sociales: Reflexiones de Fin de Siglo. Fondo Editorial Trópikos, Caracas, 2001)

Estas posiciones llevan a Polanyi a afirmar que en la física "está llegando a ser casi un lugar común, que la belleza de una teoría física es frecuentemente una pista más importante hacia su verdad que su correspondencia con los hechos, los cuales pueden constituir una dificultad temporal" (En V.V. A.A., Miguel Martínez Miguélez Las Ciencias Sociales: Reflexiones de Fin de Siglo. Fondo Editorial Trópikos, Caracas, 2001)

Esto es debido a que con el arte no sólo expresamos las formas de las realidades que pueblan nuestro mundo, sino que también las simbolizamos con altos grados de abstracción: el arte trata de conocer y expresar lo universal. Por ello, es muy probable que la nueva síntesis del conocimiento que buscamos sea una integración potencial de ciencia, filosofía y arte, como áreas complementarias, al estilo de lo que ocurrió durante el Renacimiento Italiano.

Superar el realismo ingenuo

Es de esperar que el nuevo paradigma emergente sea el que nos permita superar el realismo ingenuo, salir de la asfixia reduccionista y entrar en la lógica de una coherencia integral, sistémica y ecológica, es decir, entrar en una ciencia más universal e integradora, en una ciencia verdaderamente interdisciplinaria.

El modelo de ciencia que se originó después del Renacimiento sirvió de base para el avance científico y tecnológico de los siglos posteriores. Sin embargo, la explosión de los conocimientos, de las disciplinas, de las especialidades y de los enfoques que se ha dado en el siglo XX y la reflexión epistemológica encuentran ese modelo tradicional de ciencia no sólo insuficiente, sino, sobre todo, inhibidor de lo que podría ser un verdadero progreso, tanto particular como integrado, de las diferentes áreas del saber.

Por lo tanto, cada disciplina deberá hacer unas revisiones, una reformulación o una redefinición de sus propias estructuras lógicas individuales, que fueron establecidas aislada e independientemente del sistema total con que interactúan, ya que sus conclusiones, en la medida en que hayan cortado los lazos de interconexión con el sistema global de que forman parte, serán parcial o totalmente inconsistentes.

Las diferentes disciplinas deberán buscar y seguir los principios de inteligibilidad que se derivan de una racionalidad más respetuosa de los diversos aspectos del pensamiento, una racionalidad múltiple que, a su vez, es engendrada por un paradigma de la complejidad.

Estamos poco habituados todavía al pensamiento "sistémico-ecológico". El pensar con esta categoría básica, cambia en gran medida nuestra apreciación y conceptualización de la realidad.

Nuestra mente no sigue sólo una vía causal, lineal, unidireccional, sino, también, y, a veces, sobre todo, un enfoque modular, estructural, dialéctico, gestáltico, interdisciplinario, donde todo afecta e interactúa con todo, donde cada elemento no sólo se define por lo que es o representa en sí mismo, sino, y especialmente, por su red de relaciones con todos los demás.

Niveles arbitrarios

Evidentemente, estos cambios en los supuestos básicos, filosóficos y metodológicos, de las ciencias, guiarán inevitablemente hacia otros cambios en las ciencias mismas: cambios en los diferentes problemas dignos de investigar, en la formulación de hipótesis de naturaleza diferente y en la metodología y técnicas a utilizar.

A pesar de la claridad del concepto de niveles y los significados de “superior” e “inferior”, algunos críticos han afirmado que el concepto mismo no se puede mantener debido a que el número de niveles dentro de un holón es totalmente arbitrario.

Es definitivamente cierto que el número de niveles en un holón tiene en sí un elemento de arbitrariedad, simplemente porque una holarquía manifestada no tiene límite superior o inferior y por lo tanto no tiene un referente absoluto.

El emplazamiento relativo de los holones mismos no cambia y por lo tanto tampoco se modifica, en lo más mínimo, el sentido de superior e inferior.

Tengamos en cuenta también que podemos contar cualquier cualidad emergente como un nivel, lo que significa que podemos dividir y subdividir una serie de varias formas distintas.

La afirmación de los niveles significa simplemente que:

-la existencia de suelos y escalones no es en sí misma puramente arbitraria ya que en el universo hay “quantum” con o sin presencia de seres humanos;

-al hacer cualquier comparación usemos la misma medida para descartar así esa arbitrariedad concreta. Cuando nos referimos al “número de niveles” en un holón, usamos una escala relativa que aplicamos de forma consistente dentro de esa comparación particular.

Javier Del Arco
Sábado, 10 de Junio 2006
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Editado por
Javier Del Arco
Ardiel Martinez
Javier del Arco Carabias es Dr. en Filosofía y Licenciado en Ciencias Biológicas. Ha sido profesor extraordinario en la ETSIT de la UPM en los Masteres de Inteligencia Ambiental y también en el de Accesibilidad y diseño para todos. Ha publicado más de doscientos artículos en revistas especializadas sobre Filosofía de la Ciencia y la Tecnología con especial énfasis en la rama de la tecno-ética que estudia la relación entre las TIC y los Colectivos vulnerables.




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