FILOSOFIA: Javier del Arco
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Biofilosofía


Ken Wilber comienza su obra fundamental Sex, ecology, spirituality: the spirit of evolution con una manifestación de extrañeza por varias cuestiones relativas a nuestro planeta y sus pobladores.

Pero lo que le parece más extraño y así lo expresa es: …todavía más extraño: estas formas de vida no se contentaron aparentemente con reproducirse, sino que comenzaron una larga evolución que finalmente les permitiría representarse, crear signos, símbolos y conceptos, y así de la vida surgió la mente… Pero lo que es aún mucho más extraño es que hace unos pocos cientos de años en un pequeño e indiferente planeta de una estrella insignificante, la evolución se hizo consciente de sí misma. Y justo al mismo tiempo, los mismos mecanismos que habían permitido que la evolución se hiciera consciente de sí misma estaban maquinando su propia destrucción. Y esto era lo más extraño de todo.
(Sexo, Ecología, Espiritualidad, Wiber, K., Gaia Ediciones, Madrid, 1996, Pág.16).

¿Qué hace al hombre diferente de otros seres vivos? La respuesta es, en principio, bastante obvia: el hombre es un ser dotado de inteligencia. Precisemos. La inteligencia no es un concepto sencillo ni hay acuerdo en torno a lo que realmente significa. Es más, la definición de inteligencia ha sido durante mucho tiempo un campo de controversia. Al menos existen dos definiciones "consensuadas". La primera parte de la American Psychological Association y define la inteligencia como:

Lo individuos difieren los unos de los otros en habilidad de comprender ideas complejas, de adaptarse eficazmente al entorno, de aprender de la experiencia, en encontrar varias formas de razonar, de superar obstáculos mediante la reflexión. A pesar de estas diferencias individuales puedan se sustanciales, estas nunca son completamente consistentes: las características intelectuales de una persona variarán en diferentes ocasiones, en diferentes dominios, y juzgarán con diferentes criterios.

El concepto de "inteligencia" es una tentativa de aclarar y organizar este conjunto complejo de fenómenos (Véase en la Red, APA Task Force Report, "Intelligence: Knowns and Unknowns").

Una segunda definición de inteligencia viene del Mainstream Science on Intelligence, firmado por 52 investigadores en 1994: Una muy general capacidad menta que, entre otras cosas, implicada la habilidad de razonar, planera, resolver problemas, pensar de manera abstracta, comprender ideas complejas, aprender rápidamente y aprender de la experiencia. No es un mero aprendizaje de los libros, ni una habilidad estrictamente académica ni un talento para superar pruebas. Más bien, el concepto se refiere a la capacidad de comprender nuestro entorno… (Véase en la Red, Mainstream Science on Intelligence reprinted in Gottfredson (1997), Intelligence , Pag. 13)

Por cierto, cosa curiosa y que da que pensar, muy sutilmente se ha evitado cualquier referencia explicita a la condición humana, por lo que tenemos que definirnos nosotros: la inteligencia, como ocurre con otras capacidades del cerebro (la creatividad y la memoria), engloba a varios procesos mentales entrelazados que no han sido completamente descifrados por la fisiología. Y lo de completamente es muy generoso; más exacto sería decir “ni parcialmente”.

La inteligencia humana es una capacidad que abarca una sumatoria de condiciones que la hacen única como fuente creativa e imaginativa, su definición no es fácil y muchas veces se suele confundir con la astucia que un individuo pueda desarrollar. No debe confundirse además con la sabiduría que un sujeto pueda llegar a obtener como producto del uso de la inteligencia (negritas muy intencionales, claro).

Múltiples procesos mentales

Se puede definir inteligencia como un estado cognitivo elevado que consiste en múltiples procesos mentales orquestados por nuestras zonas psico-cognitivas y neuronales(actividad sináptica) y que nos permiten realizar un análisis e interpretación de nuestro entorno en forma abstracta, es decir tiene la capacidad de abstraerse o abstracción. La inteligencia humana es la única capaz de desarrollar capacidad abstracta, de imaginar y crear elementos nuevos, además de copiar y adaptar elementos preexistentes para su propio proceso homeostático.

Una persona inteligente puede ser definida como aquella que tiene aptitudes para analizar, interpretar, poseer capacidad de síntesis y aprovechar los elementos de su entorno para sacar un eficiente provecho existencial como individuo y saber servirse de ellos en forma racional y lógica para aumentar sus capacidades físicas e intelectuales por sobre el medio existente que le impone limitaciones.

La inteligencia, producto de la naturaleza humana, es neutra frente al bien y al mal y se usa para hacer el uno o para practicar el otro. Lo que está claro es que tal y como nosotros la entendemos y como la entendía Aristóteles, si bien la naturaleza tiende al equilibrio, al punto medio virtuoso, la naturaleza humana por su compleja y poco conocida “melange” en la que la inteligencia desborda la naturaleza animal sin desasirse de ella ni de sus propiedades cualitativas y en nuestro caso como simios agresivos y omnívoros ciertamente predatorias y territoriales, no tiende al punto medio donde reside la virtud, sino al defecto o al exceso.

Como dice el estagirita “La virtud se refiere a las pasiones y a las acciones, en las cuales yerran el exceso y el defecto, mientras que el término medio es alabado y va derecho: dos cosas propias de la virtud. Una posición intermedia es, pues, la virtud, siendo algo que acierta con el término medio” (Aristóteles, Ética, libro II).

No es que los otros animales no sean agresivos ni crueles. Lo son. Pero el adjetivo de malos, no les cuadra. Pero su propia constitución biológica les impide adoptar el mal como proyecto y la nuestra si nos lo permite. Vg., en el mundo animal no se tortura. El ser humano en cambio, cuando adopta el mal como proyecto, presenta un comportamiento que excede a toda lógica natural. Es el caso de la obtención de placer por el sufrimiento de otro, lo que se llama sadismo. Hay miles de ejemplos en los noticiarios radiofónicos y televisivos y en Internet, ejemplos múltiples diarios, de crueldad gratuita, de placer por la crueldad.

Obviamente, como señala Luc Ferry, desde posiciones materialistas al uso tecnocientífico, no hay respuestas convincentes. El origen escapa a toda lógica. Ningún ser vivo quiere autodestruirse y destruir a los de su especie, sino en circunstancias muy determinadas y complejas propias de los ciclos biológicos y de la propia etología de la especie en cuestión.

No. Es esta vocación antinatural, esta constante y a menudo creciente posibilidad de exceso lo que leemos en la mirada humana, que no refleja sólo la naturaleza, sino algo mucho más profundo y no nombrable (a decir de Wittgenstein), donde se ve lo mejor y lo peor, el mal absoluto y la generosidad más asombrosa. Ese exceso es, al fin y a la postre, lo que Luc Ferry y el que esto escribe llamamos libertad.

Y respondiendo a Wilber y sus inquietudes: Maestro, creo que somos absolutamente libres para autodestruirnos. Y lo que es peor, posiblemente lo hagamos, al menos parcialmente.

Y ustedes ¿qué opinan?

Javier Del Arco
Sábado, 22 de Septiembre 2007
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Editado por
Javier Del Arco
Ardiel Martinez
Javier del Arco Carabias es Dr. en Filosofía y Licenciado en Ciencias Biológicas. Ha sido profesor extraordinario en la ETSIT de la UPM en los Masteres de Inteligencia Ambiental y también en el de Accesibilidad y diseño para todos. Ha publicado más de doscientos artículos en revistas especializadas sobre Filosofía de la Ciencia y la Tecnología con especial énfasis en la rama de la tecno-ética que estudia la relación entre las TIC y los Colectivos vulnerables.




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