CONOCIMIENTO: Fernando Davara

“Los grandes conocimientos engendran las grandes dudas” [Aristóteles]


A raíz de la publicación de mi última bitácora (véase Inteligencia Económica; factor clave en Francia ¿y en España?) he recibido un buen número de comentarios y preguntas de amigos, colaboradores y profesionales del mundo de la inteligencia, haciendo referencia en su mayor parte a la falta de una distinción clara entre los conceptos de Inteligencia Económica (IE) e Inteligencia Competitiva (IC) lo que, a su juicio, engendra dudas en su aplicación.

Con objeto de aportar alguna claridad en medio de esta confusión trataré hoy de aproximar algo ambos términos, siendo consciente de que no puedo buscar un imposible: “disponer de una definición concreta de IE que abarque las diferentes disciplinas que utilizando metodologías similares tratan de alcanzar los mismos fines”

Partiendo de la identificación del problema, así como de las causas que lo provocan, asentadas muchas veces en un corporativismo arraigado en organizaciones y sectores profesionales que se han pronunciado por uno u otro concepto, no trataré de llegar a un ideal, utópico, sino simplemente a encontrar nexos comunes que, en lugar de separar, procuren enlazar ambas disciplinas las cuales, aunque no lo parezca, se encuentran muy próximas entre sí.

Para ello analizando los conceptos que estimo son más cercanos, que paradojicamente son los que parecen causar mayor confusión, me centraré en lo que ambos términos tienen en común, dejando a un lado lo que los separa. De esta forma, se podría llegar a proponer un enfoque común e integrador, el cual, reconociendo las pequeñas diferencias, permitiría una utilización más pragmática y eficaz de los métodos y herramientas de ambas disciplinas.

Intentando esclarecer por qué se establecen diferencias entre la Inteligencia Económica y la Competitiva, así como, a su vez, en múltiple ocasiones se utilizan indistintamente, he tomado como ejemplos los casos de Francia y España, motivo de las preguntas planteadas respecto a la bitácora anterior.

En el caso francés se trata la Inteligencia Económica como un factor clave en defensa de los intereses nacionales, a la vez que para la promoción de la competitividad e innovación del sector privado. Es decir ambos conceptos se unen en uno solo, diferenciándose solamente, y de forma muy diluida, a la hora de implementarla en los diferentes sectores económicos.

Por su parte, en España, parece haberse establecido una clara diferencia entre la IE y la IC caracterizada por su ámbito o campo de aplicación, donde la primera (IE) se considera como privativa o competencia del Estado mientras que la segunda (IC) encuentra su razón de ser en el sector privado, principalmente en el mundo empresarial.

En este sentido pueden encontrarse múltiples referencia tanto en lo público (Centro Nacional de Inteligencia, Estrategia Española de Seguridad, etc.) como en lo privado, por lo cual la diferenciación se ha ido consolidando y afirmando como un hecho casi normal y rutinario, lo que dificulta enormemente el objetivo de tratar de de aproximar y unificar ambos conceptos.

Sin embargo existen determinados indicios o señales que inducen a hacerlo. Si bien la IE ha sido práctica habitual de los servicios de Inteligencia, en su nueva concepción puede considerarse como una disciplina emergente que comprende un proceso continuo y permanente de planificación y obtención de información y su análisis para transformarla en conocimiento e inteligencia en apoyo a la toma de decisiones estratégicas, en cualquier ámbito de actuación, para ayudar a la competitividad de las organizaciones, a la protección de los intereses económicos, tecnológicos, comerciales, etc., y a la seguridad de los Estados.

Al aplicar esta nueva concepción en la actual sociedad globalizada aparece un hecho sorprendente; en este dominio, el interés particular ya no es asunto exclusivo del ámbito privado y el interés general no es exclusivamente un asunto público.

Ante algo tan insólito, por sorprendente, las preguntas surgen casi espontáneamente: ¿Quién o quienes deberían responsabilizarse de la gestión del conocimiento obtenido sobre las amenazas y oportunidades industriales, económicas y financieras que aparecen en los escenarios globales? ¿Cuál es el papel de las instituciones y organizaciones privadas en la implantación y utilización de las nuevas concepciones de la Inteligencia?¿En un caso corresponde a los Estados y en el otro a las empresas?

La respuesta la encontramos en los propios conceptos de la IE y la IC. Con independencia de su ámbito de aplicación, la irrupción de las modernas disciplinas de Inteligencia Económica y Competitiva ha dado lugar a una transformación de la práctica de la planificación estratégica, obligada a cambiar de paradigma, pasando de los mecanismos clásicos de gestión de información, rígidos y encorsetados, al empleo de modernas herramientas de generación de inteligencia, más ágiles y flexibles, que evitan asumir ciertos riesgos, desgraciadamente muy habituales, como la improvisación y la ausencia de previsión.

Considerando que hoy en día el concepto de seguridad nacional, se ha ampliado a aspectos financieros, económicos, culturales, etc., e implica también la defensa de los intereses económicos, comerciales y tecnológicos en los sectores de mayor importancia estratégica, se deduce el reconocimiento de que la Inteligencia Económica es un ingrediente esencial de la seguridad y competitividad nacional, por tanto de ámbito estatal.

Pero si esta disciplina ayuda a reducir la incertidumbre y permite la detección precoz de amenazas y oportunidades, proporcionando capacidad de reacción y margen de maniobra, reforzando de esta forma no solamente la competitividad, sino también la proyección de futuro, también debe ser un elemento esencial para organizaciones y empresas privadas, como lo demuestra el hecho de que estas últimas hayan ido adoptando y acomodando conceptos tradicionales de los servicios de inteligencia.

Utilizando un razonamiento similar respecto a la Inteligencia Competitiva deducimos que esta no debe permanecer confinada en el ámbito de las grandes empresas y organizaciones privadas, ni la Inteligencia Económica continuar limitada a las prácticas de los servicios de inteligencia estatales; sus actividades, las de ambas, por su proximidad y similitud, son necesarias para la planificación de futuro tanto en el sector público como en el privado y en grandes compañías o pymes, en cualquier sector de actividad.

Apoyándome en lo anteriormente expuesto, sabiendo que cuento con el apoyo de profesionales y expertos que quieren avanzar en este sentido, finalizo esta bitácora ofreciendo una propuesta integradora: adoptemos un enfoque común donde Inteligencia Económica y Competitiva, sin importar la semántica, se reconozcan como herramientas de obtención y generación de conocimiento en apoyo a la toma de decisiones, con aplicación en el ámbito público así como en entornos empresariales y privados, aplicando su métodos y utilizando sus herramientas de forma pragmática, olvidando las diferencias y resaltando las similitudes, que afortunadamente son muchas más que aquellas.

El éxito de su implantación dependerá de la colaboración de todos los actores implicados, y a cualquier nivel, desde el Estado, e instituciones autonómicas, territoriales o regionales, hasta las entidades locales, organizaciones y asociaciones, grandes empresas y pymes, fomentando y aplicando una cultura de Inteligencia Económica y Competitiva, sin distinciones ni matices, en beneficio de todos.

No podría encontrar un mejor apoyo a mi propuesta que en las palabras que el Director del Centro Nacional de Inteligencia español, General Sanz Roldán, dirigió en abril de 2011 a los asistentes a un coloquio con representantes del mundo empresarial, cuando, anticipando la futura relación asociativa en el dominio de la Inteligencia Económica entre el mundo de la empresa y el CNI, afirmó. “Algún día seremos capaces entre todos de tener un sistema de inteligencia económica que beneficie al Estado, que beneficie a las empresas y que nos haga a nosotros sentirnos mejor porque a través de él seremos más eficaces”

Fernando Davara
Redactado por Fernando Davara el Martes, 6 de Diciembre 2011 a las 19:18

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Fernando Davara
Fernando Davara
Fernando Davara es Artillero (General de Brigada y Diplomado de Estado Mayor) Físico (Especialidad de Automática e Informática) y Doctor “cum laude” en Ingeniería Informática, complementando esta formación con diversos cursos en las áreas de Inteligencia Artificial y Sistemas Expertos, Tecnologías de la Información, Gestión del Conocimiento, Seguridad y Defensa, etc., así como con la obtención del Diploma de Suficiencia investigadora de la Facultad de Informática de la Universidad Politécnica de Madrid.

Ha dedicado más de 25 años de trabajo y estudio, siendo autor de numerosos trabajos y monografías, fundamentalmente en los dominios del Espacio y sus aplicaciones, Gestión de crisis, Geomática, Medio Ambiente y Seguridad, Nuevas tecnologías de la Información y las Comunicaciones e Inteligencia Económica. En este mismo contexto ha participado en gran número de seminarios y coloquios (nacionales e internacionales), llevado a cabo varias actividades investigadoras y ha ocupado diversos cargos nacionales y extranjeros, entre ellos seis años como Director del Centro de Satélites de la Unión Europea.

Actualmente es Director y Patrono de la Fundación “ESPAÑA DIGITAL”, Presidente y consultor sénior de “Circulo de Inteligencia” (consultora especializada en Inteligencia Económica y Estratégica), miembro del Consejo Asesor del Clúster de Seguridad y Confianza de Madrid Network y Rector de Honor de la Sociedad de Estudios Internacionales.

Asimismo es profesor y asesor de diversos Máster y Cursos de Postgrado, entre ellos del Área de Inteligencia Económica del Curso de Especialista Universitario en Servicios de Inteligencia del Instituto Universitario “General Gutiérrez Mellado” y del Postgrado de Inteligencia Económica y Seguridad (PIES) de ICADE y MAS Consulting, así como de Inteligencia Económica y Planificación Estratégica en Cursos y Maestrías en diversas instituciones en España e Iberoamérica, principalmente Colombia, y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21”.

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