Notas

Dios interviene abiertamente. El mesianismo a partir del siglo II a.C. (II) (2-27-15)

Redactado por Antonio Piñero el Miércoles, 24 de Junio 2009 a las 06:25


Hoy escribe Antonio Piñero


La espera de un descenso de Dios a la tierra directamente, sin un rey interpuesto o un mesías –tal como hemos visto en la nota anterior a propósito de los textos del Libro de los Proverbios y de los Jubileos- podría parecer una herencia de las esperanzas mesiánicas sin mesías que había inaugurado el Tercer Isaías en el Antiguo Testamento (“He aquí que pondré como magistrado la Paz y por gobierno la Justicia”: Is 60,17), ya que no parece haber ningún intermediario entre la intervención divina y la salvación humana.

Obsérvese a este propósito:

· Paz y Justicia son como personificaciones de la actividad divina que obra en el interior de los humanos como un don,

· Se piensa que el mundo futuro estaría gobernado y condicionado de esta manera por este impulso de Dios en el corazón de los humnos.

Probablemente, en esta concepción hay una herencia del pensamiento de un establecimiento más claro del dominio de Dios sobre la tierra sin mesías, pero a la vez se da la incorporación de una noción parcialmente nueva: Dios mismo vendría a habitar entre los hombres, según el texto de Proverbios y el de Jubileos anteriormente visto.

De cualquier modo en las dos ideas (1. Dios gobernará por medio de las Virtudes personificadas que Él pone en el corazón de los mortales; 2. Dios habitará entre los hombres) se concibe un mundo acá abajo, muy humano, en absoluto sólo espiritual, sino un mundo en el que los hombres son felices en esta tierra. Pero en la segunda noción la intervención de Dios sería directa.

Con palabras de Sacchi (p. 413): en esta segunda idea se imaginaba que la intervención de Dios iba a ser tan completa que Él mismo viviría entre los hombres. O dicho de otro modo: en esta última concepción la divinidad se convertiría en mediadora entre sí misma y los hombres, casi como si se hiciera hincapié en la idea de que jamás hombre alguno podría ejecutar las funciones del ungido mesiánico, dada la desmesura con la que aparecía su tarea. Según esta noción, las funciones del mesías no pueden ser ejecutadas por otro que no sea Dios mismo. Sólo Él puede ser el mesías.

Tras una concepción de este tipo se encuentra ciertamente la ideología de la primera apocalíptica (anterior a la época de los Macabeos) que dirigía su mirada al cosmos entero y no sólo a la tierra, y a la vez la insistencia de la apocalíptica posterior (tras los Macabeos) que no pierde de vista el universo, pero que se centra más en Dios que gobierna la historia de Israel.

De cualquier modo se trata de una idea que no tuvo amplia difusión. La esperanza de que Dios habría de descender a la tierra para habitar entre los hombres quedó en un estado embrionario: más de posibilidades extremas que en forma de teoría completamente elaborada.

Sin embargo, tal idea -Dios desciende a la tierra- está en la base de una noción nueva de mesianismo –un “mesianismo celeste”- en la que el mesías tiene ribetes sobrehumanos, noción que empezó a desarrollarse en el siglo II a.C. y que continuó en el siglo I a,C. hasta alcanzar su máxima expresión en el cristianismo un poco de tiempo después


Seguiremos . Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“El impacto del cristianismo paulino”

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Miércoles, 24 de Junio 2009
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